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Kresley Cole - Serie Immortals After Dark 07 - El Beso del Rey Demonio

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KRESLEY COLE<br />

<strong>El</strong> <strong>Beso</strong> <strong>del</strong> <strong>Rey</strong> <strong>Demonio</strong><br />

6° de la <strong>Serie</strong> <strong>Immortals</strong> <strong>After</strong> <strong>Dark</strong><br />

Si no se había enamorado en cinco siglos, veía difícil que le sucediera entonces. Hacía tiempo<br />

que sospechaba que su capacidad<br />

Para amar a un hombre se había desvanecido en alguna de sus muertes.<br />

Además, ella jamás podría confiar en nadie que no fuera Lanthe, y, según la sabiduría popular<br />

que emanaba de los libros de su hermana, no se puede amar a alguien en quien no se confía.<br />

—Da igual, el hecho de que yo sea el amor de su vida no implica que él sea el mío. —Las<br />

hechiceras no creían en el destino, así que tampoco creían en que hubiera una persona<br />

predestinada a estar con otra.<br />

Pero bueno, Sabine tendría que tener cuidado con su prisionero. Encariñarse con él, o con su<br />

cuerpo, o con sus besos, podría hacer que todo fuera más... desagradable, cuando ya hubiera<br />

conseguido su propósito.<br />

—¿Vamos a por los pantalones? —Lanthe se frotó las manos. —Veamos si lo que dicen sobre<br />

los demonios es cierto.<br />

—Oh, sí que es cierto. De hecho, creo que incluso se quedan cortos —contestó. Se mordió el<br />

labio inferior. Rydstrom todavía estaba semierecto, y ella no sabía si quería que alguien más lo<br />

viera en ese estado. —Dejadnos solas —les dijo a sus sirvientes.<br />

Cuando éstos así lo hicieron, Sabine cogió la cintera de los pantalones de Rydstrom, pero se<br />

paró cuando ya tenía los dedos encima <strong>del</strong> botón de la bragueta.<br />

—Creo que se los dejaré puestos. Así podré quitárselos luego con un golpe de efecto.<br />

Lanthe levantó las cejas al percibir el sentido de propiedad su hermana.<br />

—¿Qué? —preguntó ésta a la defensiva. —Lo único que pasa es que no quiero que tenga frío.<br />

—Se centró en sujetar las muñecas <strong>del</strong> demonio al cabezal.<br />

—Ya —respondió Lanthe. —Te estaré observando. —Cerró las esposas que había en los pies de<br />

la cama alrededor de los tobillos <strong>del</strong> prisionero.<br />

Con Rydstrom ya inmovilizado, Sabine se acercó a su hermana y ambas se quedaron<br />

observándolo.<br />

Sus anchos hombros parecían ocupar todo el colchón, y su torso se estrechaba con elegancia<br />

hacia la cintura. <strong>El</strong> vello que le cubría los brazos, el pecho y el ombligo era negro, pero tenía<br />

destellos dorados que brillaban sobre su bronceada piel.<br />

—Es... Abie, es magnífico —suspiró Lanthe. —Tienes a tu propio demonio como esclavo sexual<br />

para hacer con él lo que te apetezca. ¡Yo también quiero uno!<br />

—Sí, pero todavía tengo que convencerlo de que acepte el papel. Y no me queda demasiado<br />

tiempo.<br />

Su hermana asintió ya más seria.<br />

—Hay una cosa que no hemos tenido en cuenta... ¿Y si resulta que Rydstrom es el único ser<br />

capaz de anteponer el deber a la lujuria? ¿Y si es capaz de mantener sus promesas pase lo que<br />

pase?<br />

—No existe tal individuo —respondió Sabine sin dudarlo.<br />

—No sé. Tal vez Rydstrom sea tan honorable, tan de los buenos, que alguien <strong>del</strong> Pravus no<br />

pueda tentarlo.<br />

—¿Estás poniendo en duda mis técnicas de seducción? —Hettiah ya la había retado<br />

públicamente en ese aspecto. —¿Qué te parece si nos apostamos algo?<br />

Escaneado por CHARO – Corregido por Mara Adilén Página 38

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