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KRESLEY COLE<br />
<strong>El</strong> <strong>Beso</strong> <strong>del</strong> <strong>Rey</strong> <strong>Demonio</strong><br />
6° de la <strong>Serie</strong> <strong>Immortals</strong> <strong>After</strong> <strong>Dark</strong><br />
—Ha dicho algo sobre no sé qué obligaciones y responsabilidades.<br />
—¿Y de verdad pretende que te creas que rechaza tener relaciones con una hembra núbil y<br />
suplicante por sus «responsabilidades»? Jamás había oído tal cosa. ¿No será que con la edad estás<br />
perdiendo el toque?<br />
—Vete a la mierda, hermanita. Lo único que pasa es que tengo que incentivarlo un poco.<br />
—¿Quieres que te dé alguna pista?<br />
Ese tema siempre generaba conflictos entre las dos. Siglos atrás, cuando Sabine entendió que<br />
tardaría mucho tiempo en poder estar con un hombre, dio por hecho que Lanthe, para ser<br />
solidaria con ella, también seguiría siendo virgen. Cuando se lo dijo, su hermana pequeña tuvo un<br />
ataque de risa. Las carcajadas pudieron oírse a kilómetros.<br />
—No soy idiota. —A pesar de que conservara su virginidad intacta, Sabine había hecho un<br />
montón de cosas en la cama.<br />
—Ah, sí, Sabine, la reina de las —Lanthe hizo una pausa— caricias clandestinas.<br />
Sí, todos sus encuentros con machos habían sido a escondidas. Envidiaba a esas parejas que<br />
podían pasarse horas tumbadas en la cama. <strong>El</strong>la, sin embargo, tenía que estar pendiente de que<br />
no la descubrieran los vrekeners y de que Omort no se enterara.<br />
Cuando los inferi le quitaron el jersey al demonio, Lanthe soltó un silbido.<br />
—Vaya, no tiene ni un gramo de grasa.<br />
Sabine se acercó a la cama para verlo mejor, y su hermana siguió impaciente.<br />
<strong>El</strong> demonio parecía estar en plena forma, tenía los músculos trabajados y bien definidos, pero<br />
no demasiado. Afortunadamente, no parecía un culturista.<br />
Por encima <strong>del</strong> bíceps llevaba una esclava de oro mate. La joya estaba fija allí, como si la llevara<br />
desde hacía siglos.<br />
—Mira el tatuaje. —Sabine señaló un punto en su costado donde se veía una marca de tinta<br />
negra. —Sigue por atrás. —Lo movió para verle la espalda y descubrió el dibujo de un dragón<br />
desplegando las alas.<br />
Se decía que los Basiliscos, dragones antiguos, que vivían en una región de Rothkalina llamada<br />
el reino de Grave, eran criaturas sagradas para los demonios.<br />
Era habitual que los demonios varones se tatuaran, pero Sabine no esperaba que Rydstrom lo<br />
hubiera hecho. Le recorrió el dibujo con el dedo y el rígido músculo que había bajo la piel se<br />
flexionó con la caricia.<br />
—Se te cae la baba, Abie.<br />
—¿Y?<br />
—Y... bueno, si eres su compañera, tal vez tú también te sientas atraída por él. Tal vez puedas<br />
llegar a enamorarte —añadió, con la mirada perdida en el espacio.<br />
Lanthe era una contradicción andante: una hechicera malvada que ansiaba encontrar el amor.<br />
Sabine nunca había conocido a nadie que estuviera tan desesperado como ella por encontrarlo.<br />
Desde pequeña, su hermana lo había estado buscando con todo su ser. Leía todos los libros de<br />
autoayuda que caían en sus manos y devoraba todas las películas románticas que salían en DVD.<br />
—<strong>El</strong> único amor que soy capaz de sentir es el fraternal —respondió Sabine, —así que<br />
considérate afortunada.<br />
Escaneado por CHARO – Corregido por Mara Adilén Página 37