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KRESLEY COLE<br />
<strong>El</strong> <strong>Beso</strong> <strong>del</strong> <strong>Rey</strong> <strong>Demonio</strong><br />
6° de la <strong>Serie</strong> <strong>Immortals</strong> <strong>After</strong> <strong>Dark</strong><br />
Hacía siglos que se había dicho que la Reina de los Espejismos daría a luz al heredero <strong>del</strong><br />
destronado rey de los demonios de la ira; y ese príncipe desvelaría una fuente de inconcebible<br />
poder. Si Sabine no lo hacía, el Pravus caería ante sus enemigos.<br />
—¿Ansiosa? —repitió.<br />
Antes, el demonio había inhalado profundamente, mostrando más paciencia de la que Sabine<br />
hubiera visto nunca antes en un macho. Pero tenía la sensación de qué si la coerción desaparecía,<br />
Rydstrom dejaría de ser razonable y se le acabaría la paciencia.<br />
Podía ver cómo se estaba encerrando en sí mismo. Un músculo de su marcada mandíbula se<br />
tensó, y tenía los ojos completamente negros. En un momento de lucidez, se dio cuenta de que<br />
estaba viendo un lado de él que seguramente muy pocos habían visto antes.<br />
No sabes con lo que estás jugando —dijo en un tono muy agresivo.<br />
—Dímelo tú.<br />
—No te saldrás con la tuya.<br />
—¿No? Sólo imagínatelo, Rydstrom. Puedo darte lo que quieras. Haré realidad cualquier oscuro<br />
deseo que tengas.<br />
—¿Qué sabrás tú de mis oscuros deseos?<br />
¿Se le había tensado la voz? Una vez más, Sabine había intentado explorar su mente sin<br />
conseguirlo.<br />
<strong>El</strong> demonio se paró <strong>del</strong>ante de ella, pero no hizo ningún intento de tocarla. Estando tan cerca,<br />
se sentía muy pequeña ante su gran altura. Podía percibir el calor que desprendía su cuerpo.<br />
Sin previo aviso, Rydstrom cogió la tela que cubría sus pechos y se la arrancó. Sabine soltó un<br />
suspiro.<br />
—¿Te gustan? —preguntó con voz de femme fatale, mientras intentaba tranquilizarse.<br />
Él miró sus senos con atención, y frunció el cejo a modo de respuesta.<br />
—¿No vas a tocarme? Has esperado toda tu vida para poder acariciar a tu compañera.<br />
Justo en el momento en que ella pensó que él iba a sucumbir, el demonio la cogió por el pelo y,<br />
de un tirón, se la acercó hasta que sus miradas se encontraron.<br />
—Una pequeña muchacha como tú no debería jugar con alguien como yo —dijo con otro tirón.<br />
<strong>El</strong>la apoyó las manos en su ancho pecho. —Vas a perder y, cuando lo hagas, te haré pagar por<br />
esto.<br />
—¿Eso crees...?<br />
La interrumpió con un beso brutal. Fue muy diferente a la primera vez, en que él se había<br />
esforzado por darle placer. Ahora parecía que quisiera castigarla. Pero a Sabine le gustó la dureza<br />
ese beso. Le gustaba que no le tuviera miedo, lo que era habitual en muchos machos.<br />
Sentía que se dejaba llevar, que bajaba las defensas. Cuando la oyó gemir, pareció que también<br />
él iba a entregarse; un gruñido surgió <strong>del</strong> pecho <strong>del</strong> demonio.<br />
Rozando su torso con sus pechos desnudos, le murmuró al oído:<br />
—Rydstrom, tócame. Sabes que quieres sentirme otra vez.<br />
Con un gemido de derrota, él así lo hizo. <strong>El</strong> calor y la textura de sus manos cogieron a Sabine<br />
por sorpresa. «Las manos de un guerrero, con las palmas endurecidas de empuñar la espada.»<br />
Acariciándole los pechos, la volvió a besar, haciendo que sus lenguas jugaran entre sí.<br />
Escaneado por CHARO – Corregido por Mara Adilén Página 33