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KRESLEY COLE<br />
<strong>El</strong> <strong>Beso</strong> <strong>del</strong> <strong>Rey</strong> <strong>Demonio</strong><br />
6° de la <strong>Serie</strong> <strong>Immortals</strong> <strong>After</strong> <strong>Dark</strong><br />
<strong>El</strong> otro añadió:<br />
—¡Hablando de salir y conocer a gente nueva...!<br />
Rydstrom se colocó entre Sabine y Regin.<br />
—Valkiria, ella es mía. Nïx no querría que te pelearas con Sabine. —Porque la hechicera la<br />
destrozaría. Regin frunció el cejo, confusa.<br />
—Entonces debe de ser la hechicera que Nïx me ha dicho específicamente que dejara en paz<br />
esta noche. —Se encogió de hombros, volviendo a guardar las espadas en las fundas con un<br />
movimiento. Su ira había desaparecido tan rápido como había empezado, y desvió su atención de<br />
Sabine a Rydstrom. —¡Oye! ¿Adónde se ha ido todo el mundo? ¡Dan Rocky Horror Picture Show en<br />
el cine! —Y salió disparada hacia la puerta, con sus amigas detrás.<br />
En pocos minutos, toda la gente de la taberna, incluido el camarero, había desaparecido.<br />
Sabine miró el lugar, ahora vacío, con una indescifrable expresión.<br />
Detrás de ella, el demonio la abrazó y le tocó la barbilla con los dedos cariñosamente.<br />
—Cariño, lo siento. Es cuestión de tiempo.<br />
—¿Bromeas? Me siento halagada. —Cuando él la miró dubitativo, ella dijo: —Rydstrom, no<br />
olvides que he sido criada considerando igual el miedo que el respeto. Toda esta gente acaba<br />
demostrar un enorme respeto hacia mí.<br />
A él no pareció convencerlo el comentario, por lo que añadió:<br />
—Yo no he venido aquí para hacer amigos. Así que, dime, ¿sigue siendo esto una cita?<br />
—Por supuesto.<br />
—¿Y seguimos en una taberna de la Tradición?<br />
—Eso es.<br />
Se dirigió entonces a la barra y saltó detrás. —Dime pues, ¿qué vas a tomar? —preguntó con<br />
una amplia sonrisa. —Invita la casa.<br />
De vuelta a casa conducían en un agradable silencio, ambos perdidos en sus pensamientos.<br />
Rydstrom le había contado que a los demonios les gustaban los coches bonitos, les fascinaban,<br />
y ahora Sabine entendía por qué. <strong>El</strong> olor a piel nueva la rodeaba, los asientos eran cálidos, y las<br />
luces <strong>del</strong> salpicadero iluminaban el hermoso rostro de Rydstrom.<br />
Y éste conducía con mucha seguridad. Era bueno al volante, y lo sabía. Por todos los dioses, era<br />
muy excitante ver a un macho que conducía tan bien, aunque antes sólo los hubiera visto llevando<br />
caballos y carruajes.<br />
Cada vez que encontraba un semáforo en rojo, levantaba la mano que hasta entonces llevaba<br />
en el cambio de marchas y la ponía sobre la rodilla de ella, como si no pudiera soportar no tocarla<br />
durante unos instantes.<br />
Saber que se dirigían a su casa y que harían el amor toda la noche consiguió que Sabine se<br />
olvidara momentáneamente de todas sus preocupaciones. Notaba la fuerza que emanaba <strong>del</strong><br />
demonio, que era palpable y reconfortante. Había prometido protegerla, y se lo había prometido<br />
porque de verdad quería hacerlo.<br />
Después de hacer el amor, le contaría lo <strong>del</strong> veneno…<br />
Escaneado por CHARO – Corregido por Mara Adilén Página 219