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Kresley Cole - Serie Immortals After Dark 07 - El Beso del Rey Demonio

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KRESLEY COLE<br />

<strong>El</strong> <strong>Beso</strong> <strong>del</strong> <strong>Rey</strong> <strong>Demonio</strong><br />

6° de la <strong>Serie</strong> <strong>Immortals</strong> <strong>After</strong> <strong>Dark</strong><br />

Sabine tenía que tomar una decisión cuanto antes.<br />

Había estado las dos últimas noches sentada en la colina, pasando el rato con el dragón,<br />

mirando a sus súbditos mientras dormían y espiando la silueta de Rydstrom en su tienda,<br />

paseando de un lado al otro, esperando a que ella regresara.<br />

Pero los portales iban a abrirse al mediodía. Apenas le quedaban unas horas y todavía no había<br />

decidido si quería irse con él.<br />

Desvió la vista y vio a su marido ayudando a su gente. Se lo veía muy majestuoso. Sabine<br />

debatió consigo misma que camino le convenía más tomar. Ahora era libre y podría escapar con<br />

facilidad. Pero seguían preocupándola las mismas cosas que cuando atravesaban el reino de<br />

Grave, y lo de Omort también seguía siendo cierto.<br />

Y, además, al cabo de un día estaría en casa de su Rydstrom, en su vida. A juzgar por lo que<br />

había oído, Cadeon estaba a punto de hacerse con la espada. Tal vez la propia Sabine pudiera<br />

hacerse con la espada. Lanthe recibiría su mensaje e iría a buscarla a Luisiana, y ambas<br />

conseguirían escapar antes de que el morsus le hiciera efecto en los siguientes doce días. Y al fin<br />

las dos tendrían su propio reino.<br />

¿O quizá deberían unirse a Rydstrom? Sabine le había dicho a éste que ella siempre estaba <strong>del</strong><br />

lado de los vencedores, y al parecer ahora las tornas estaban cambiando. <strong>El</strong> demonio tenía todo el<br />

aspecto de ser el rey guerrero capaz de derrotar a Omort. Si los demonios de la ira llegaban a<br />

hacerse con la espada, la balanza se inclinaría definitivamente en su favor.<br />

Pero si se aliaba con Rydstrom, tendría que enfrentarse a algo mucho más serio que una mera<br />

guerra. <strong>El</strong> demonio quería que ella... sintiera algo por él.<br />

Quería tener un futuro con ella... quería todo su futuro. Y eso de la eternidad a Sabine le daba<br />

mucho miedo. Ni siquiera había tenido una cita normal en toda su vida, jamás había visto al mismo<br />

macho dos veces seguidas, ¿y se suponía que tenía que prometerle la eternidad a un demonio al<br />

que sólo hacía unas semanas que conocía?<br />

A decir verdad, había momentos en los que estaba tentada de aceptar su ofrecimiento. Ahora,<br />

cada vez que recordaba aquellas noches en las que él le había recorrido el cuerpo con las manos y<br />

los labios, llevándola al límite una y otra vez, ya no se enfadaba... sino que se excitaba. Se moría de<br />

ganas de que la tocara, incluso las dos últimas noches se había despertado sola, buscando<br />

soñolienta su cálido torso. «¿Por qué no probar a ver en qué consiste lo que el demonio me está<br />

ofreciendo?»<br />

¿Qué podía hacer? ¿Cuál debía de ser el plan?<br />

En aquel preciso instante, se dio cuenta de que Rydstrom la había descubierto. Y como si<br />

presintiera que se estaba planteando la posibilidad de huir, la siguió con la mirada durante toda la<br />

mañana, interrogándola con los ojos.<br />

A modo de respuesta, ella le hizo un gesto de muy mala educación con un solo dedo. Él sonrió.<br />

«Oh, Dios mío.» Sabine nunca le había visto sonreír, y tenía una sonrisa maravillosa. Desvió la<br />

vista y se miró el pecho ¿Qué había sido aquello? Vaya, al parecer sí sentía algo por él.<br />

Rydstrom se dirigió hacia ella, y Sabine tuvo que reconocer que no le molestó nada que lo<br />

hiciera. Cuando llegó a lo alto de la colina, se sentó a su lado.<br />

—Se está acercando la hora de partir —dijo. —Nunca te lo h preguntado formalmente, pero<br />

¿quieres venir conmigo a mi hogar, a nuestro hogar, de Luisiana?<br />

—¿Tienes oro allí? —le preguntó ella.<br />

Escaneado por CHARO – Corregido por Mara Adilén Página 185

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