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KRESLEY COLE<br />
<strong>El</strong> <strong>Beso</strong> <strong>del</strong> <strong>Rey</strong> <strong>Demonio</strong><br />
6° de la <strong>Serie</strong> <strong>Immortals</strong> <strong>After</strong> <strong>Dark</strong><br />
CAPÍTULLO 34<br />
—¿Los puedes salvar? —le preguntó a Sabine la diablesa que se frotaba las manos.<br />
Al asentir ella, la otra no dudó ni un instante y le soltó las manos y el tobillo.<br />
La hechicera se masajeó las muñecas con una sonrisa. «¡Idiota!» Al instante, se arrancó la<br />
estúpida blusa, pero se dejó el corsé, y con sus poderes hizo que pareciera una armadura metálica.<br />
Creó un casco y un collar moviendo las manos en el aire por encima de su cabeza, y con ayuda de<br />
espejismos se pintó la cara y se trenzó el pelo.<br />
—¡Sabine, tienes que darte prisa!<br />
—¿Que tengo que hacer qué? —Se enfrentó a la diablesa. —¡No vuelvas a llamarme por mi<br />
nombre nunca más! Soy la reina de Rydstrom; soy tu reina. Estamos casados, tanto si él quiere<br />
admitirlo como si no. —Salió en dirección opuesta al follón, diciendo por encima <strong>del</strong> hombro: —<br />
Que os vaya bien con eso.<br />
La diablesa corrió detrás de ella con los ojos llenos de lágrimas.<br />
—Pe… pero tú me has dicho...<br />
—¿Realmente crees que es cosa mía salvarle la vida a gente lo bastante estúpida como para<br />
quedarse encerrada en un sitio así con un dragón? Sí, soy egoísta, pero ¿quién soy yo para cambiar<br />
el curso de la selección natural? —Aquélla no era su guerra…<br />
—¡Ai-bee! —Una voz infantil se oyó en la lejanía.<br />
Se quedó de piedra. Puck era uno de los que se habían quedado atrapados. <strong>El</strong> pequeño punk<br />
acababa de llamarla por su nombre.<br />
Lo que significaba que el pequeño demonio le dejaba sólo dos opciones: una, despreciarse a sí<br />
misma por ir a salvar a una cría de demonio; y dos, tener muy mal día si el pequeño moría. Tomó<br />
aire. Tal vez sería mucho peor tener un mal día.<br />
Se volvió en dirección al caos y murmuró para sí:<br />
—No me puedo creer que esté haciendo esto.<br />
La diablesa que la había soltado se llevó las manos al pecho.<br />
—Oh, ¡gracias!<br />
A modo de respuesta, Sabine se abalanzó sobre ella y chasqueó la lengua.<br />
—No estoy haciendo esto para ganarme tu agradecimiento. —Y la soltó para ir tras el dragón.<br />
«Soy una idiota, una completa idiota.»<br />
Sabine tenía en efecto la habilidad de hablar con los animales. Pero ¿qué pasaría si el enorme<br />
dragón no tenía ganas de hablar con ella?<br />
—No... me acordaba —le dijo Rydstrom a Durinda. «Y sigo sin hacerlo.» Sabine lo había<br />
sospechado desde el principio, y él en todo momento lo había negado. Lo que significaba que sin<br />
querer, le había mentido.<br />
—Bueno, esto es realmente violento —comentó la diablesa, y miró hacia a<strong>del</strong>ante. —Fue hace<br />
muchos siglos y entiendo que habido... muchas.<br />
Escaneado por CHARO – Corregido por Mara Adilén Página 179