Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
KRESLEY COLE<br />
<strong>El</strong> <strong>Beso</strong> <strong>del</strong> <strong>Rey</strong> <strong>Demonio</strong><br />
6° de la <strong>Serie</strong> <strong>Immortals</strong> <strong>After</strong> <strong>Dark</strong><br />
—Él está convencido de que estamos destinados a estar juntos —le dijo. —Pero yo no lo veo<br />
tan claro. No tenemos absolutamente nada en común. No creo que haya dos personas en el<br />
mundo que hagan peor pareja que nosotros.<br />
Durinda no sabía de lo que estaba hablando.<br />
Rydstrom y Sabine eran polos completamente opuestos, él no tenía ninguna duda de que ella<br />
era su compañera. A pesar de que se moría de ganas de volver a hacerle el amor a su hechicera, y<br />
de que estaba ansioso por marcarla, iba a ir despacio. Primero estaba decidido a ganarse su<br />
confianza. A conquistarla para el resto de la eternidad.<br />
Cada día que pasaba allí, Sabine no podía evitar encariñarse más y más con el demonio.<br />
En aquel mismo instante, estaba mirándolo prepararse para salir, y se dio cuenta de que no<br />
había empezado a considerarlo en serio como su posible compañero hasta que él escapó de sus<br />
cadenas. Sabine sentía mucho respeto por el poder, se sentía atraída por éste, y, mientras fue su<br />
prisionero, Rydstrom había estado indefenso. Ahora emanaba de él tanta autoridad, tanta fuerza,<br />
que la gente lo seguía dijera lo que dijese.<br />
Y a pesar de que ahora estaba rodeado de su pueblo, Sabine tenía la sensación de que seguía<br />
sintiéndose solo. «<strong>El</strong> demonio, siempre alejado de todos.»<br />
Por desgracia, la creciente atracción que Sabine sentía no era correspondida.<br />
Rydstrom pasaba cada vez más tiempo con Durinda, y dejaba a Puck con ella para hacerla<br />
enfadar. Debía de considerar que el pequeño demonio estaría a salvo de su mala influencia gracias<br />
a que todavía no entendía la lengua común. Y Sabine aún no había encontrado el modo de<br />
quitarse de encima al diablillo. Éste entraba tímidamente en la tienda, y cada día le llevaba un<br />
regalo. Un día fue una libélula muerta, otro, una piedra. Rydstrom seguía acompañando a Sabine a<br />
las aguas termales cada mañana. Cuando pasaban por <strong>del</strong>ante de Durinda y los suyos, la diablesa<br />
se comportaba de un modo muy familiar con el demonio, y a Sabine eso la ponía frenética.<br />
De noche, él seguía abrazándola al irse a dormir. Dado que ahora dormía cinco o seis horas<br />
cada noche, Sabine tenía muchas pesadillas. Siempre que se despertaba, Rydstrom estaba allí,<br />
acariciándole el pelo con ternura.<br />
La noche anterior, le había dicho con voz ronca:<br />
—Tranquila, cariño, estoy aquí.<br />
Se le ponía la piel de gallina cada vez que se acordaba.<br />
Pero Rydstrom no había vuelto a intentar nada sexual, a pesar de que ella había notado su<br />
erección contra la espalda. Esa abstinencia voluntaria por parte <strong>del</strong> demonio la tenía muy confusa,<br />
y habría dado cualquier cosa por poder hablar con su hermana y preguntarle qué podía estarle<br />
pasando a su marido. Lanthe era la gurú <strong>del</strong> amor. Seguro que ella sabría decirle a qué estaba<br />
jugando Rydstrom.<br />
¡Por todos los dioses!, la echaba muchísimo de menos. Nunca habían pasado tanto tiempo<br />
separadas. Rydstrom había cumplido su promesa y había dejado que le mandara un mensaje a<br />
Lanthe.<br />
La segunda noche después de llegar al campamento, había aparecido en la tienda con un trozo<br />
de papel y una pluma. Pero si había creído que ésa sería su oportunidad de escapar, se había<br />
Escaneado por CHARO – Corregido por Mara Adilén Página 172