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Kresley Cole - Serie Immortals After Dark 07 - El Beso del Rey Demonio

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KRESLEY COLE<br />

<strong>El</strong> <strong>Beso</strong> <strong>del</strong> <strong>Rey</strong> <strong>Demonio</strong><br />

6° de la <strong>Serie</strong> <strong>Immortals</strong> <strong>After</strong> <strong>Dark</strong><br />

Ante la muerte de su líder el resto clamaron furiosos. Rydstrom se colocó <strong>del</strong>ante de Sabine<br />

para protegerla.<br />

—¡Retroceded!<br />

Cuando los tigloths atacaron, levantando sus mazas, el demonio recurrió a la espada y a sus<br />

propias garras para defenderse. Uno trató de golpearlo por la espalda, pero él echó la cabeza hacia<br />

atrás y lo hirió con sus cuernos venenosos.<br />

Aguantó golpes que habrían derribado un árbol, y consiguió mantenerse en pie. Aunque estaba<br />

herido, era demasiado fuerte para ellos. Sabine observó fascinada cómo el incansable y astuto<br />

demonio luchaba, iluminado por el fuego, oculto entre las sombras de la mina.<br />

«Es mi marido.» ¡Por todos los dioses!, era un ser increíble. «Está luchando por mí.» Nadie,<br />

exceptuando a Lanthe, había hecho jamás algo así. Nunca, sin importar lo mucho que ella lo<br />

hubiera necesitado...<br />

Un tigloth mandó el enorme cuerpo de Rydstrom contra de las vigas que aguantaban el techo y<br />

la madera crujió a su alrededor. Con las manos atadas, Sabine no conseguiría salir de allí tiempo.<br />

Cuando la viga empezó a astillarse, ella llamó al demonio.<br />

Con un alarido de guerra, éste la cogió por la cintura y la sacó de allí justo antes de que el techo<br />

de la mina se derrumbara. Empezaron a caer rocas a diestro y siniestro, y entre ellas, también<br />

restos de los tigloths.<br />

«Sólo veo polvo.» Volvía a estar indefensa, en pleno ataque de tos y con la única alternativa de<br />

esperar. ¿Rydstrom habría conseguido salir?<br />

Esperó... un latido, otro. «Maldición, estúpido demonio, ¡no te mueras! ¡No te mueras!...»<br />

Rydstrom se abrió paso entre la polvareda. Estaba sangrando profusamente por una docena de<br />

heridas y le costaba respirar. Con el cejo fruncido de preocupación, cayó de rodillas frente a<br />

Sabine. Todavía estaba en pleno estado demoníaco, y parecía incapaz de dejar de mirarla a los<br />

ojos.<br />

Sabine se sentía muy aliviada de que estuviera vivo, y la gratitud que sentía porque hubiera ido<br />

a salvarla amenazaba con sobrepasarla.<br />

Entonces se acordó de que ella era una de las hechiceras más poderosas que existían.<br />

Aquella damisela en apuros podría haber dejado fuera de combate a aquellos energúmenos en<br />

cuestión de segundos si su marido no le hubiera atado las manos a la espada, dejándola así<br />

indefensa.<br />

Rydstrom la abrazó con tanta fuerza que Sabine casi gritó. Sintió en su propio cuerpo el<br />

doloroso sonido que salía <strong>del</strong> pecho de Rydstrom, mitad gemido, mitad sollozo.<br />

A salvo... segura... ¿furiosa? Sabine trató en vano de resistirse sin dejar de maldecirlo. <strong>El</strong> no dijo<br />

nada, sino que se limitó a abrazarla con fuerza, con el rostro de ella contra el torso, reteniéndola<br />

allí con sus poderosos brazos.<br />

Lo que más le molestaba a Sabine era que todo aquello podría haberse evitado. Manteniéndole<br />

las manos atadas, Rydstrom la había dejado indefensa.<br />

Pero ¿qué era lo que la ponía más furiosa? ¿Que su propia vida hubiera estado en peligro... o<br />

que lo hubiera estado la de él?<br />

Escaneado por CHARO – Corregido por Mara Adilén Página 157

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