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KRESLEY COLE<br />
<strong>El</strong> <strong>Beso</strong> <strong>del</strong> <strong>Rey</strong> <strong>Demonio</strong><br />
6° de la <strong>Serie</strong> <strong>Immortals</strong> <strong>After</strong> <strong>Dark</strong><br />
CAPÍTULLO 29<br />
Rydstrom recuperó el conocimiento de golpe y luchó frenético para quitarse de encima las<br />
rocas que lo habían cubierto con el desprendimiento. Cuando por fin consiguió moverse y se puso<br />
en pie, cada movimiento era pura agonía.<br />
Luchando contra el mareo que sentía como consecuencia <strong>del</strong> golpe en la cabeza, olfateó la<br />
noche en busca de Sabine al mismo tiempo que hacía inventario de las heridas de su cuerpo: tenía<br />
desgarrados los músculos de una pierna, varias costillas y una clavícula rotas. Un brazo fracturado.<br />
Y seguramente el cráneo partido...<br />
Detectó la esencia de la hechicera procedente <strong>del</strong> sur.<br />
Salió disparado en esa dirección, apoyándose más en la pierna buena e ignorando el dolor, pues<br />
iba en busca de lo que más importaba en la vida. Corrió durante kilómetros, ansioso por llegar<br />
hasta Sabine.<br />
No sabía si los tigloths habían sido enviados por Omort para que llevaran a la hechicera de<br />
regreso al castillo, no sabía si estaba dispuesta a seguirlos por voluntad propia. Pero el modo en<br />
que había gritado su nombre al verlo caer por el precipicio…<br />
Empezó a encontrar campanillas de oro en cada orilla que suponía habían cruzado los tigloths, y<br />
en cada riachuelo seco que atravesaban.<br />
Cuando Rydstrom se dio cuenta de que Sabine quería que la encontrara se emocionó<br />
enormemente, pero esa emoción pronto fue reemplazada por el miedo. Si aquellas criaturas no<br />
habían ido a buscarla para cobrar un rescate, entonces nada les impedía abusar de ella.<br />
La estaban llevando hacia la cordillera, probablemente a una de las minas que todavía<br />
quedaban ocultas en las montañas. <strong>El</strong> hábitat natural de aquella raza.<br />
Se secó el sudor y la sangre que le caían por los ojos y consiguió incrementar la velocidad. A<br />
base de fuerza de voluntad, sus músculos obedecieron y Rydstrom no tardó en llegar a la entrada<br />
de la mina. Penetró en ella sin dilación y descendió hasta las entrañas de la montaña.<br />
De repente, un grito de Sabine irrumpió en la oscuridad. A él se le paró el corazón y corrió hacia<br />
aquel desgarrador sonido...<br />
Con furia, Sabine dio un cabezazo al tigloth que tenía encima. Éste la abofeteó y a ella los ojos<br />
se le llenaron de lágrimas mientras trataba de recuperar el aliento.<br />
En ese momento vio a Rydstrom deslizándose entre las sombras. ¡Estaba vivo!<br />
A medida que el demonio iba acercándose, los cuernos le iban creciendo. Al llegar junto a la<br />
hoguera, recuperó sigilosamente su espada.<br />
Cuando el cabecilla de los tigloths volvió a manosear a Sabine para acercársela de nuevo, ésta<br />
le dijo entre dientes:<br />
—Tigloth, vas a hacerme una pregunta, y perderás la cabeza antes de oír la respuesta.<br />
—¿De qué estás hablando? —gritó la criatura.<br />
<strong>El</strong>la se limitó a sonreír al ver que Rydstrom blandía su espada.<br />
—Has secuestrado a la mujer <strong>del</strong> demonio equivocado —le dijo a la cabeza decapitada, al<br />
tiempo que se alejaba <strong>del</strong> repugnante resto <strong>del</strong> cuerpo.<br />
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