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KRESLEY COLE<br />
<strong>El</strong> <strong>Beso</strong> <strong>del</strong> <strong>Rey</strong> <strong>Demonio</strong><br />
6° de la <strong>Serie</strong> <strong>Immortals</strong> <strong>After</strong> <strong>Dark</strong><br />
—¿Cuántos? —gritó, y su voz resonó por las montañas de alrededores.<br />
—Doce, demonio. —Lo miró a los ojos. —Tenía doce años el día en que un soldado de un<br />
ejército «de los buenos» me cortó cuello de cuajo.<br />
—Cuéntamelo.<br />
—<strong>El</strong> clan de los vrekeners mató a mis padres. Cuando me en frente a ellos, trataron de hacer lo<br />
mismo conmigo. Y antes de que digas nada... sí, tenía que enfrentarme a ellos. No tienes idea de lo<br />
que les hacen a los niños de nuestra especie.<br />
—Los vrekeners os habrían adoptado —contestó Rydstrom sacudiendo la cabeza. —Os habrían<br />
dado un hogar.<br />
—Nos separan de nuestros hermanos o hermanas para que así les sea más fácil convertirnos. A<br />
las niñas de mi especie les lavan el cerebro para que sean como ellos... más dulces, más<br />
comedidas, completamente opuestas a nuestra naturaleza. ¡Nos lavan el cerebro para que<br />
pensemos como vosotros!<br />
—¿Cómo es posible que sobrevivieras a una herida de ese calibre?<br />
—No tiene importancia. Lo único importante es que lo hice.<br />
—¡Dímelo!<br />
<strong>El</strong>la trató de soltarse, pero Rydstrom la retuvo con fuerza.<br />
—Mi hermana, Lanthe, tenía la capacidad de dar órdenes místicas. Yo estaba muerta, mi<br />
corazón había dejado de latir, y la sangre ya no circulaba por mis venas, pero de algún modo ella<br />
consiguió ordenarme que volviera a vivir y que me curara.<br />
—¿Por eso te salió el mechón blanco?<br />
<strong>El</strong>la apartó la vista.<br />
—No quiero seguir hablando de eso. —Volvió a tratar de soltarse. —No entiendo a qué viene<br />
tanto alboroto. —Cuando él se quedó mirándola desconcertado, ella hizo una mueca de<br />
desagrado. —<strong>Demonio</strong>, ¿en serio crees que ésa fue la única vez que alguien me asesinó?<br />
Por mucho que insistiera, ella jamás le contaría la historia de sus muertes. Él no merecía<br />
saberlo. No lo entendería, no como era debido, porque estaba condicionado para pensar de<br />
manera diferente a la suya.<br />
Sabine levantó la vista para mirarlo y, fuera lo que fuese lo que Rydstrom vio en sus ojos, hizo<br />
que la soltara.<br />
<strong>El</strong> demonio se pasó la mano por los labios. Volvía a tener un aspecto casi normal, pero a punto<br />
de volver a transformarse.<br />
—Tenemos que seguir —murmuró.<br />
«Seguir. Alejarse de Tornin, <strong>del</strong> morsus, de mi hermana. Empezar otro día interminable.»<br />
Sabine tenía los brazos dormidos, y agujetas desde los hombros hasta las muñecas cada vez que<br />
abría y cerraba los puños. Le dolían los pechos, y el deseo insatisfecho de la noche anterior volvió<br />
a golpearla con fuerza como una enfermedad desconocida.<br />
Por lo menos había dormido cinco horas. ¡Eso no le había pasado desde que era niña! Lo que<br />
significaba que durante todas esas horas había sido vulnerable, que su seguridad había estado por<br />
completo en manos de Rydstrom.<br />
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