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Kresley Cole - Serie Immortals After Dark 07 - El Beso del Rey Demonio

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KRESLEY COLE<br />

<strong>El</strong> <strong>Beso</strong> <strong>del</strong> <strong>Rey</strong> <strong>Demonio</strong><br />

6° de la <strong>Serie</strong> <strong>Immortals</strong> <strong>After</strong> <strong>Dark</strong><br />

—. Si me haces daño, nunca conseguirás que Sabine regrese.<br />

—O podría quedarme con tu poder. —Levantó las manos y un siniestro calor emanó de ellas. —<br />

Y descuartizar tu cuerpo...<br />

Sabine se sacudió nerviosa y tosió mientras el demonio la arrastraba hasta la orilla.<br />

—¡Te has tomado tu tiempo! —La hechicera pensó que iba a ahogarse otra vez, estaba<br />

convencida de ello, hasta que notó las manos de Rydstrom sujetándola.<br />

—¡Me he lanzado detrás de ti en seguida! —Mirando la diadema de Sabine como si fuera la<br />

culpable de todo, cogió la joya y se la desabrochó.<br />

—¡No! —gritó ella.<br />

Pero él la lanzó por encima de su hombro hacia el campamento. Después le quitó el collar y lo<br />

arrojó hacia allí también. A continuación se agachó junto a los tobillos de Sabine. Antes de que<br />

ésta pudiera reaccionar, Rydstrom le levantó un pie y la tumbó en la arena para quitarle las botas.<br />

—¡Para, demonio! —Era inútil que se peleara con él, pero aun así lo intentó. Trató de darle<br />

patadas, apuntando al torso todavía herido <strong>del</strong> demonio, y consiguió acertar un par de veces.<br />

Él ni siquiera se inmutó y le quitó las botas de todos modos.<br />

—Eres mi cautiva. Mi responsabilidad. Me aseguraré de que estés limpia.<br />

Después de la azotaina, Sabine se percató de que Rydstrom se había calmado, de que su mirada<br />

furiosa se había apaciguado... aunque no había desaparecido <strong>del</strong> todo. Y en aquel preciso instante<br />

regresó en toda su plenitud. Incluso su voz estaba alterada; el modo en el que hablaba y se movía<br />

no eran para nada majestuosos. Antes, el demonio estaba rígido y distante. Ahora sus<br />

movimientos eran fluidos.<br />

—Y supongo que yo no tengo ni voz ni voto, ¿no? —preguntó, mirándolo.<br />

Rydstrom negó con la cabeza, despacio, con toda su atención fija en el corsé. Se puso en pie y la<br />

levantó. Concentrado, con frente arrugada, Rydstrom empezó a aflojar los complicados nudos de<br />

los costados, peleándose con los cordones de piel.<br />

Se estaba excitando otra vez, su erección volvía a ser prominente. Sus movimientos se<br />

volvieron cada vez más lentos, como si disfrutara con aquella tarea y no quisiera que terminara.<br />

Cuando le quitó la prenda, su mirada quedó fija en los pecho de ella, en el errático subir y bajar<br />

de su caja torácica. De repente, pareció como si se reconviniera a sí mismo y, acto seguido, se<br />

concentró en deslizarle la falda por las piernas.<br />

—¡Basta! —Sabine se movió contra él, resistiéndose con todo su cuerpo, pero Rydstrom la<br />

rodeó por la cintura y la inmovilizó.<br />

Le dio un cachete en el trasero, todavía resentido de antes, y le lanzó una advertencia con los<br />

ojos. Advertencia a la que ella decidió hacer caso.<br />

—Estate quieta. —Rydstrom le quitó entonces las medias y los empapados ligueros y lo lanzó<br />

todo a la pila.<br />

Una vez la hubo desnudado <strong>del</strong> todo, se concentró en deshacerle las trenzas. Parecía furioso,<br />

pero lo hizo con toda <strong>del</strong>icadeza.<br />

Escaneado por CHARO – Corregido por Mara Adilén Página 122

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