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KRESLEY COLE<br />
<strong>El</strong> <strong>Beso</strong> <strong>del</strong> <strong>Rey</strong> <strong>Demonio</strong><br />
6° de la <strong>Serie</strong> <strong>Immortals</strong> <strong>After</strong> <strong>Dark</strong><br />
—¿Por eso no me lo contaste? ¿Por eso me ocultaste información de vital importancia? No<br />
podemos permitirnos este tipo de vulnerabilidad, en especial ahora. Y mucho menos si crees que<br />
Cadeon puede llegar a terminar la misión con éxito.<br />
<strong>El</strong> inútil hermano de Rydstrom estaba a punto de hacerse con la espada que podía dar muerte<br />
al Que no Muere. ¿Cómo podía usar esa información? ¿Cómo podía explotar esa nueva debilidad<br />
de Omort?<br />
—Debería haber confiado en ti. —<strong>El</strong> brujo se detuvo frente a Sabine y levantó la mano para<br />
tocarle la cara. —Te amo —murmuró.<br />
<strong>El</strong>la se apartó de golpe, tensa.<br />
—Tú no me amas. ¡Tú ni siquiera sabes lo que es el amor! Y lo que era peor: no estaba segura<br />
de que ella misma lo supiera.<br />
Si Omort se estaba acostando con una de sus hermanas, no era con Sabine.<br />
<strong>El</strong>la era virgen antes de acostarse con él. Después de tantos años, nadie la había tocado.<br />
«¿Y si la he dejado embarazada?» Rydstrom miró el techo de celda que ya se sabía de memoria.<br />
Era muy posible que la hechicera hubiera concebido.<br />
«Que haya concebido a mi hijo.» Se dio cuenta de que deseaba que fuera verdad, aunque eso<br />
significara acelerar su sentencia de muerte. Si Sabine estaba embarazada, él ya no les serviría de<br />
nada. Ahora, más que nunca, tenía que escapar. «Tengo que levarme a mi mujer y a mi hijo, y ya<br />
regresaré después a por mi reino…»<br />
Necesitaba ver a Sabine. Le había hecho daño, y quería tener la oportunidad de compensarla<br />
por ello. Pero no sólo se sentía mal por el dolor físico que le había causado. Aunque le hubiese<br />
hecho el amor, ella no era su esposa y él no había completado el ritual de marcarla como suya.<br />
Tenía que morderla y satisfacer así su instinto demoníaco.<br />
Rydstrom se tensó al oír unos pasos descendiendo la escalera que conducía a las mazmorras.<br />
Segundos más tarde, tres hombres enormes entraron en la celda; estaba claro que eran esclavos<br />
inferi. <strong>El</strong> demonio recordó lo furiosa que estaba Sabine al irse...: ¿les habría ordenado que le<br />
dieran una paliza?<br />
<strong>El</strong> más alto le quitó las esposas, lo que significaba que podía escapar. Se quedó quieto, a la<br />
espera <strong>del</strong> momento preciso. Tres inferi no podrían nunca derrotar a un demonio...<br />
Le lanzaron polvo a los ojos. «Por todos los dioses, maldición...» Esta vez Rydstrom no se quedó<br />
inconsciente sino que lo vio todo.<br />
Pero no podía moverse.<br />
Había algo en la mirada de aquellos hombres al contemplar su torso desnudo. Cuando por fin<br />
identificó qué era, el corazón se le paralizó.<br />
«Lujuria.»<br />
Lo metieron en la ducha y le quitaron los pantalones, y él podía mover ni un músculo para<br />
defenderse. Mientras lo lavaban el demonio era impotente para hacer nada que no fuera mirar el<br />
techo de la celda y sentir cómo el odio le hacía hervir la sangre.<br />
Sabine era la culpable. <strong>El</strong>la les había ordenado que le hicieran eso, consciente de lo mucho que<br />
él lo iba a detestar.<br />
Escaneado por CHARO – Corregido por Mara Adilén Página 106