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KRESLEY COLE<br />
<strong>El</strong> <strong>Beso</strong> <strong>del</strong> <strong>Rey</strong> <strong>Demonio</strong><br />
6° de la <strong>Serie</strong> <strong>Immortals</strong> <strong>After</strong> <strong>Dark</strong><br />
CAPÍTULLO 18<br />
La mirada <strong>del</strong> demonio era tan firme, tan irresistible, que el corazón de Sabine latió<br />
emocionado.<br />
—Sí, Rydstrom. Acepto. Pero ¿cómo sé que me has prestado juramento?<br />
—Porque yo nunca miento.<br />
<strong>El</strong>la se quedó mirándolo largo rato, hasta que él dijo con voz entrecortada:<br />
—He esperado mil quinientos años a que llegara este momento. No me hagas sufrir más.<br />
Sabine tragó saliva y guió la punta de su erección hasta la entrada de su cuerpo.<br />
—Más —farfulló él con apenas un susurro. —¡Ahora! —Su sudorosos músculos se tensaron y se<br />
le agudizaron las facciones.<br />
<strong>El</strong>la se estremeció y deslizó su pene un poco más adentro. —Eres... demasiado grande. —<br />
Notaba cómo la iba abriendo.<br />
—Entonces tengo que conseguir que estés más húmeda. Arquéate hacia mí.<br />
Sabine le hizo caso. Fascinada, miró hacia abajo y observó cómo él le recorría los pechos con los<br />
labios.<br />
—Bésame, Rydstrom.<br />
Al oír sus palabras, el demonio tembló de placer. —Esto va a acabar... antes de que comience.<br />
Por fin consiguió recorrerle un pecho con la lengua. Cuando sus labios hambrientos se cerraron<br />
sobre el otro, Sabine le acunó su cabeza entre las manos, estrechándolo contra sí a la vez que se le<br />
escapaba un gemido de placer.<br />
<strong>El</strong>la deslizó la mano que tenía libre hacia el clítoris y pronto el rígido sexo <strong>del</strong> demonio que<br />
tenía en su interior empezó a serle necesario, incluso vital, como si fuera a morirse si él no estaba<br />
dentro de ella.<br />
Rydstrom dejó de besarla.<br />
—Más adentro, tassia. —<strong>El</strong> trató de mover las caderas, pero Sabine se echó hacia atrás. —¡No!<br />
Necesito penetrarte más. —Ni siquiera se había deslizado hasta la mitad en su interior.<br />
<strong>El</strong>la vio que los músculos <strong>del</strong> pecho de Rydstrom, que seguían sin cicatrizar, estaban temblando.<br />
No estaba lo bastante recuperado como para moverse hacia a<strong>del</strong>ante sin apoyar las manos, y<br />
tampoco podía balancear demasiado las caderas. Era obvio que no podía poseerla como<br />
necesitaba hacerlo.<br />
—Lo estoy... intentando —dijo Sabine. —Pero soy demasiado pequeña para ti.<br />
—Levanta las caderas.<br />
—Eres demasiado grande. Dame un segundo para que me acostumbre. —Además, en aquella<br />
postura, ella estaba a punto de alcanzar el orgasmo. —Sólo un segundo...<br />
—No puedo. —Rydstrom se detuvo y frunció el cejo. —Estoy perdiendo el control. —Empezó a<br />
retirarse.<br />
—Pero ¡si estoy a punto!<br />
—No quiero hacerte daño...<br />
Sabine le clavó las uñas en las nalgas.<br />
Escaneado por CHARO – Corregido por Mara Adilén Página 100