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Excodra XXIV: La filosofía

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ÍNDICE<br />

Editorial<br />

Prosa<br />

Nietzsche y el Simbolismo, Inés Mendoza<br />

Poética y utilidad del filosofar, Antonio Tello<br />

El Racionalismo Filosófico: Un hito histórico, Ignacio Merino<br />

De postpensamiento, fotonicotina y Henry James, Franco Chiaravalloti<br />

Reinvenciones de Mahoma y Marx, Federico Fernández Giordano<br />

Introducción a la Resistencia íntima de Josep Maria Esquirol,<br />

Andrea Palaudarias Ribera<br />

<strong>La</strong> memoria y el lenguaje, Patricia de Souza<br />

Apuntes del balneario + Todavía somos modernos, José Zurriaga<br />

Poesía<br />

Aflorismos, Felipe Zapico Alonso<br />

Descreado, Juan Eseka Rodríguez<br />

Daseintegración, Vicente Luis Mora<br />

El lobo estepario y el Teatro mágico, José Manuel Vara<br />

Reflexión, Alejandra Guzzini


Fotografía<br />

Raquel Calvo<br />

Eli Mora<br />

Ludovica Bastianini<br />

Vicenç Rodríguez Bosch<br />

Pintura<br />

Carlos Esteban Resano Vasilchik<br />

Jalón de Aquiles


EDITORIAL<br />

Compañeros y compañeras, amigos y amigas, lectores y lectoras, queridos<br />

seres humanos, con este número sobre <strong>La</strong> Filosofía se cumplen cuatro años de<br />

la Revista <strong>Excodra</strong>. No es que esté feliz, sino que además muy orgulloso por<br />

todo el trabajo realizado durante estos impresionantes cuatro años, por haber<br />

tenido la constancia suficiente y las ganas y pasión siempre intactas para<br />

montar un nuevo número cada dos meses, es más, diría que cada vez, lo gozo<br />

más, muchísimo más. Con éste, ya son 24, y seguiremos, por supuesto.<br />

Este número quería que fuera especial, en fin, como en realidad quiero que<br />

sea cada número, pero además, quería que por ser aniversario reflejara<br />

claramente el sentido de la revista: El pensar. Y la <strong>filosofía</strong>, ese amor por el<br />

saber, sólo ella podía mostrarlo mejor que nadie.<br />

Ha quedado un número intensísimo, muy político, mucho, ya lo veréis, con<br />

textos e imágenes que os van a llevar a varios lugares muy dispares, desde<br />

históricos a actuales, siempre con el amor al entendimiento como cumbre.<br />

Tomaos un tiempo para dejar a vuestros pensamientos libres y leer cada frase<br />

como si antes no hubierais conocido al lenguaje, y reflexionarla, buscar<br />

vuestros propios posicionamientos con todo lo que os ofrecen los<br />

impresionantes colaboradores de este número, el conocimiento es pirámide<br />

donde cada nuevo pensamiento siempre es base y anexo del próximo,<br />

construir vuestra propia realidad con vuestra realidad circundante tratando de<br />

entenderla. Y amar cada razonamiento...<br />

Disfrutarlo. Es un lujo de número.<br />

Feliz cumple, <strong>Excodra</strong>.


PROSA<br />

Nietzsche y el Simbolismo<br />

Herederos de una civilización en decadencia, puede que quienes vivimos en el<br />

siglo XXI estemos sufriendo los estertores de una especie de “fin de siècle”<br />

anticipado. Por otra parte, para nadie es un secreto que a lo largo de la<br />

Historia de Occidente, las crisis sociales y/o políticas han dejado su impronta<br />

en numerosas prácticas, incluida la práctica literaria. Ocurrió con el<br />

Simbolismo, que en otro lugar 1 he definido indirectamente como un<br />

“Romanticismo enragé” 2 . O lo que es igual: una constelación de escritores<br />

marcados por la <strong>filosofía</strong> romántica pero que, a diferencia de la mayoría de<br />

sus predecesores, habían perdido el optimismo desencadenado por la<br />

Revolución Francesa. Según algunos estudiosos, fue esta pérdida lo que llevó a<br />

más de un simbolista a enfrentarse con su sociedad, aquel siglo XIX burgués y<br />

utilitarista al que el nuestro, por desgracia, sigue pareciéndose en tantos<br />

aspectos. Este es el caso, por ejemplo, de autores como Baudelaire, Rimbaud,<br />

Huysmans, Villiers o Mirbeau, y me atrevería a decir que hasta el de Proust, al<br />

que con demasiada frecuencia se describe equivocadamente como a un<br />

escritor poco menos que manso. Visto todo lo anterior, resulta interesante que<br />

indaguemos en la “materia” de la que podría estar hecha esta “poética de la<br />

rabia”, y que lo hagamos además a la luz de algunas de las ideas del filósofo<br />

alemán Friedrich Nietzsche, que, junto a la cosmovisión simbolista y según<br />

ciertos estudiosos 3 , influyó de modo decisivo en el pensamiento de<br />

vanguardia.<br />

1 En I. Mendoza, Verne fin de siècle. Revista de literatura Quimera, nº 378 (mayo 2015), p.33.<br />

2 Sigo aquí la tesis de Michael Löwy y Robert Sayre, que entienden el Romanticismo como una <strong>filosofía</strong> que se<br />

despliega en numerosas prácticas a lo largo de la historia; algunas de ellas posteriores al siglo XIX. Ver su libro<br />

Rebelión y Melancolía, el Romanticismo como contracorriente de la modernidad (Buenos Aires, 2008)<br />

3 Lo afirma, por ejemplo, Manuel Maldonado Alemán en El Expresionismo y las vanguardias en la literatura<br />

alemana (Madrid, 2006)


Antes de seguir adelante, aclaremos que en este artículo hemos incluido la<br />

escuela decadentista que lideró Anatole Baju dentro del Simbolismo. Y además<br />

la consideramos una corriente axial. Digamos cuanto antes que, por más que<br />

no pocos simbolistas se reclamaran, en palabras de Remy De Gourmont,<br />

paladines de un “shopenhauerismo a ultranza”, nosotros nos concentraremos<br />

más en las afinidades que esta escuela literaria tiene con la <strong>filosofía</strong> de<br />

Nietzsche que en las que guarda con su célebre maestro. Esta preferencia<br />

responde sobre todo a que, en nuestra opinión, y amén de otros lazos con la<br />

disciplina filosófica, la confluencia “anímica” de Nietzsche con el Simbolismo<br />

en general y con el Decadentismo en particular, nos parece la más pertinente a<br />

la luz de la “poética de la rabia” que nos proponemos subrayar.<br />

Calificábamos más arriba a los autores simbolistas como “románticos enragés”.<br />

Si aplicáramos a Nietzsche la misma fórmula, ¿no podríamos definir su<br />

pensamiento como impregnado de un “pesimismo impetuoso”? ¿Y al propio<br />

Nietzsche, como a una suerte de Schopenhauer más vehemente?, ¿un<br />

Schopenahuer enragé? Por arriesgada que parezca esta comparación, es el<br />

propio Nietzsche quien, en su libro Ecce Homo (1888), se da a sí mismo el<br />

calificativo de “primer inmoralista” y profetiza su influencia futura de este<br />

modo:<br />

“Alguna vez irá unido mi nombre al recuerdo de algo gigantesco –de una crisis<br />

como jamás la había habido en la tierra, de la más profunda colisión de<br />

conciencia, de una decisión tomada, mediante un conjuro, contra todo lo que<br />

hasta ese momento se había creído, exigido, santificado–. Yo no soy un<br />

hombre. Soy dinamita”.<br />

Se diría que el deseo que Nietzsche revela aquí, es el de atacar aquellas<br />

conductas sociales que considera nocivas para el surgimiento de su noción de<br />

“espíritu libre”. Un deseo que no difiere mucho de la consigna que aparece en


el manifiesto de la revista Le Décadent (1886) cuando afirma:<br />

“Los Decadentes no son exactamente una escuela literaria, pues su misión no<br />

es la de fundar, sino principalmente la de destruir”.<br />

En ambos casos, como se ve, la necesidad de dinamitar o destruir. En ambos,<br />

la presencia de una especie de sentido de “destino”. <strong>La</strong> convicción de un deber<br />

o misión. Y también la negación de lo tradicional, el rechazo del pasado.<br />

Como si Nietzsche y los miembros de los círculos simbolistas y decadentes, se<br />

hubieran puesto de acuerdo para gritar a una sola voz “¡Nada de escuelas<br />

literarias! ¡Nada de lo que antes se creía, exigía o santificaba!”. Borrón y<br />

cuenta nueva. Tábula rasa. Un procedimiento que, no por casualidad,<br />

prefigura lo que más tarde sería una conducta característica de las<br />

vanguardias.<br />

Y como una aspiración a hacer tábula rasa también podría entenderse,<br />

siquiera en parte, la profunda transformación que experimenta la noción de<br />

“mal” en manos de Baudelaire, no por nada uno de los padres del Simbolismo.<br />

Solo que en su obra, el enaltecimiento de lo que la sociedad bienpensante de<br />

su época considera reprobable toma formas bastante más concretas. Así, su<br />

reivindicación de la prostituta en tanto arquetipo marginado por la moral<br />

convencional o sus afirmaciones benévolas hacia el fenómeno de la<br />

enfermedad, tan sólo son dos ejemplos de esta defensa de lo que la sociedad<br />

considera intolerable; una defensa que también hará decir al autor de <strong>La</strong>s<br />

flores del mal (1857) que “la inspiración tiene alguna relación con la<br />

congestión”. En realidad, se trata de una sentencia que consuena con otra de<br />

Nietzsche en Así habló Zaratustra (1885), donde prácticamente se burla del<br />

tipo de sujeto que se conforma con tener “su pequeño placer para el día y su<br />

pequeño placer para la noche: pero honra la salud”. Es ese mismo espíritu, tan


provocador como el que atraviesa cualquier poema de Baudelaire, el que deja<br />

traslucir Nietzsche cuando en su obra <strong>La</strong> gaya ciencia (1882) nos invita a que<br />

“bailemos como trovadores, entre santos y prostitutas”. <strong>La</strong> enorme eficacia que<br />

ha llegado a alcanzar esta apología de algunas conductas que la convención<br />

burguesa juzga malignas, su innegable triunfo en el tiempo, se pone de<br />

manifiesto en el espanto que, todavía hoy, experimenta más de un moralista<br />

ante las ideas de estos dos grandes mixtificadores que son Nietzsche y<br />

Baudelaire.<br />

Pero en realidad, quizás lo que a lo largo de este texto he llamado “poética de<br />

la rabia” esconde una intención más constructiva de lo que parece. Por eso, al<br />

hablar de Baudelaire en <strong>La</strong> literatura y el mal (1957), Bataille asegura que “<strong>La</strong><br />

poesía, en un primer impulso, destruye los objetos que aprehende, los<br />

restituye, mediante esa destrucción, a la inasible fluidez de la existencia del<br />

poeta, y a ese precio espera encontrar la identidad del mundo y del hombre”.<br />

Visto así, bien podríamos deducir que el fin último de esas “rabietas” que<br />

comparten el filósofo alemán y los autores simbolistas, es el de rehacer al ser<br />

humano, el de renovar su mundo, aunque sea poniendo en práctica estrategias<br />

que para algunos resultan excesivas.<br />

Ahora bien, ¿de dónde proviene esta rabia? Todo indica que su origen está en<br />

el hastío, al que Baudelaire denominó “Spleen”. De hecho, en el manifiesto<br />

decadentista se afirma que los miembros de esta corriente son individuos<br />

“nacidos del sobrehastío”. También Verlaine, en una carta que escribió en<br />

1888 ­al parecer con la intención de reconciliar a Baju con Moréas­, el gran<br />

poeta se incluye, junto a Mallarmé y a otros simbolistas, entre los miembros de<br />

una “generación más desencantada que las anteriores”. No resulta muy<br />

ilógico, si pensamos que para mediados del siglo XIX la organización social<br />

burguesa surgida en Francia había empezado a expandirse y a mostrar su peor


cara: hacinamiento, pobreza, muerte, injusticia, deshumanización, división,<br />

utilitarismo. Predominio de lo económico sobre otros aspectos de la vida<br />

social. Por no mencionar la Comuna de París, derrotada a sangre y fuego. Y<br />

como corolario de este estado de cosas, la muerte de Dios y, por ende, el<br />

rechazo del trasmundo de lo ideal. En términos más sencillos: el idealismo<br />

cayó en desuso. El mismo idealismo que había revivido en las alas de la utopía<br />

romántica. Una utopía que, por cierto, otorgaba un papel fundamental en la<br />

sociedad futura a dioses como el amor, el juego, la naturaleza, el sueño o la<br />

imaginación. Y que lamentablemente fue tragada pronto por el ruido<br />

monótono de las máquinas, tan característico de la naciente “civilización”<br />

industrial. Humano, demasiado humano, diría Nietzsche en 1878,<br />

precisamente pocos años antes del Manifiesto Decadentista.<br />

Se entiende entonces que los nacidos en medio de ese ruido ensordecedor de<br />

las fábricas, sufrieran la enfermedad, tan simbolista, del Spleen. Y también la<br />

del ennui o cansancio mallarmeano. O la fiebre del vacío. Se entiende más aún<br />

si tenemos en cuenta que aquellos poetas tuvieron que convivir con una<br />

sociedad como la del siglo XIX, que aplaudió, casi diríamos, el afianzamiento<br />

de la tiranía industrial cuyas desmoledoras consecuencias seguimos sufriendo<br />

hoy. Justamente sobre el vacío reflexiona Nietzsche por boca de su célebre<br />

Zaratustra. Así las cosas, no es de extrañar que la única salida de estos<br />

rebeldes fuera el arte. O mejor dicho, la poesía, que precisamente en virtud de<br />

la impotencia “rabiosa” que les ahoga (y aunque no responda sólo a eso, como<br />

es evidente), en sus manos acabará convirtiéndose en metáfora del mundo, de<br />

la humanidad, en la puerta que les llevaría a la “verdadera vida”. De ahí que<br />

en 1886, en la revista Le Décadent littéraire et artistique, se diga que el arte “es<br />

el único punto de integración de todas las opiniones”. También Nietzsche, por<br />

lo menos en su primer período, que corresponde al de El nacimiento de la<br />

tragedia en el espíritu de la música (1872), define la tesis que explora este libro


suyo como una “metafísica de artistas”, ya que el arte es “la auténtica<br />

actividad metafísica del hombre”, según explica el filósofo alemán.<br />

Será también en El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música donde<br />

Nietzsche dará a lo trágico una naturaleza vitalista, que conllevaría la<br />

capacidad de aceptar ­casi con alegría­ la ruina, la decadencia y hasta la<br />

muerte, pues hasta en la muerte lo apolíneo y lo dionisíaco danzarían juntos.<br />

Dicho en sus propias palabras:<br />

“Un devenir y un perecer, un construir y un destruir sin ninguna<br />

responsabilidad moral, con una inocencia eternamente igual, lo tienen en este<br />

mundo sólo el juego del artista y el juego del niño. Y así como juegan el niño y<br />

el artista, así juega también el fuego eternamente vivo, así destruye y<br />

construye, inocentemente”.<br />

Es fácil, en efecto, que esta primacía del arte sobre otras actividades, muy<br />

propia tanto de una parte de la <strong>filosofía</strong> nietzscheana como de la cosmovisión<br />

simbolista, derive en una exaltación hiperbólica de la experimentación vital.<br />

Para Nietzsche, se trata de la única salida digna de un “espíritu libre”, del<br />

único puerto al que todo ser humano que merezca ese título ha de querer<br />

llegar. Igualmente, para los simbolistas la experimentación vital tiene, entre<br />

otras misiones, la de luchar contra el vacío, y sobre todo la de invocar la<br />

inspiración poética persiguiendo el “desarreglo de los sentidos”. Es con miras a<br />

estos fines, que muchos autores del Simbolismo apelan a “métodos” tan<br />

diversos como la búsqueda de paraísos artificiales, el dandysmo, o la práctica<br />

de aquellas formas de sexualidad que se revelaran “inútiles” de cara al<br />

proyecto burgués.<br />

El hastío, la fe en la “inteligencia” musical, la muerte del idealismo, el deseo


(casi desesperado) de hacer tábula rasa, la necesidad de experimentación<br />

vital, la primacía del arte. Pero sobre todas las cosas, un ejercicio de la<br />

disconformidad, una poética de la rabia que desde nuestra perspectiva<br />

temporal se revela insólitamente constructiva. Y desde luego, toda una lección<br />

histórica para nosotros, los habitantes de este nuevo fin de siècle anticipado,<br />

los herederos de los desmanes de nuestro siglo, sí, pero también los<br />

descendientes de la <strong>filosofía</strong> nietzscheana y de la aventura simbolista.<br />

In. M


Poética y utilidad del filosofar<br />

Preguntar ­preguntarse­ en estos tiempos por la <strong>filosofía</strong> ­por el filosofarparece<br />

un anacronismo. Una interpelación que corresponde a tiempos<br />

pasados. Muchos dicen que Friedrich Nietzsche clausuró la especulación<br />

filosófica, la cual se extiende agónica a través de Heidegger, Sartre, Habermas,<br />

Foucault, entre pocos pensadores más. Quizás así sea, porque a partir de estos<br />

últimos, los filósofos de la llamada posmodernidad han abandonado la<br />

especulación trascendente acerca de la condición humana y del mundo.<br />

Los filósofos contemporáneos han desertado de su cometido ­el filosofar­ en<br />

favor de la sociología arrastrados por el proceso de cosificación inaugurado<br />

por el capitalismo, uno de cuyos síntomas es la jibarización de la razón que, al<br />

ser reducido su hemisferio espiritual, ha propiciado la perversión de la<br />

naturaleza humana exponiendo las sociedades a la colonización de la violencia<br />

económica, social y política. Esta deserción ha traído consigo el triunfo de la<br />

indolencia y el abandono casi definitivo del esfuerzo como recurso para<br />

superar la ignorancia. Cuando las voces de los filósofos se avienen a las<br />

conveniencias del poder y favorecen el debilitamiento de la voluntad y la<br />

pasión que sustentan las civilizaciones, éstas acaban convirtiéndose en<br />

esqueletos de sí mismas hasta que en un largo ocaso acaban por desaparecer.<br />

Y es esto lo que está sucediendo mientras algunos poetas, en un desesperado y<br />

acaso inútil intento, tratan de ocupar el espacio abandonado por los filósofos y<br />

elevar su voz por encima de la mediocridad social y del farfullo verbal que<br />

desquicia el mundo.<br />

Llegados a este punto muchos se preguntarán ¿tan importante es la <strong>filosofía</strong>?<br />

¿Tan importante es la poesía? ¿Cómo pueden ser la <strong>filosofía</strong> y la importante si<br />

ninguna de ellas nos sirve para comer? No, ninguna de ellas sirve, en el<br />

estricto sentido utilitario del verbo servir. Sin embargo, son importantes<br />

porque tanto la <strong>filosofía</strong> como la poesía nos permiten comprender el mundo


en el que vivimos y, en consecuencia, conocer aquello que puede hacerlo más<br />

habitable y hacernos a los hombres más dichosos. <strong>La</strong> devastación espiritual<br />

provocada por el ideario neoliberal y su empeño en imponer la utilidad<br />

material como principal sentido de la actividad humana están en el origen de<br />

la crisis de valores y, al mismo tiempo, del colapso económico que ha acabado<br />

en pocos años con los avances sociales logrados a lo largo de más de un siglo<br />

de luchas obreras.<br />

En el marco de este sálvese quien pueda, de feroz individualismo y afán<br />

acumulativo creados por la avaricia capitalista, los filósofos no han salido<br />

indemnes porque también ellos, sin más cobertura alimenticia que sus sueldos<br />

de profesores ­la gran mayoría­ también se han visto obligados a luchar por la<br />

supervivencia y en esa lucha han caído en la trampa del sistema haciéndoles<br />

perder el verdadero sentido de su misión y el objeto de la <strong>filosofía</strong>.<br />

Filosofar o enseñar <strong>filosofía</strong> quizás no nos sirva para comer, pero sí para saber<br />

qué es lo que hace que la vida sea digna de ser vivida. Como bien dice el<br />

profesor de <strong>filosofía</strong> zaragozano, Carlos Fernández Liria "la <strong>filosofía</strong> es la única<br />

posibilidad que tenemos los seres humanos de comprender qué es lo que<br />

ocurre cuando se introducen en este mundo esas tres inquietantes tensiones<br />

éticas y políticas a las que podemos llamar platónicamente Verdad, Justicia y<br />

Belleza. Frente a la Verdad, somos iguales. Ante la Justicia, somos libres.<br />

Frente a la Belleza, nos descubrimos sintiendo que sentimos lo mismo que los<br />

demás, nos sentimos, por tanto, fraternos. Para eso sirve la <strong>filosofía</strong>, para<br />

entender qué significa eso de “Libertad, Igualdad, Fraternidad".<br />

<strong>La</strong> <strong>filosofía</strong> ­el amor a la sabiduría­ representa el motor de la inteligencia para<br />

elevar al ser humano por encima de la animalidad, la voluntad de alcanzar el<br />

conocimiento y hacer más placentera la existencia en el mundo. Esta idea<br />

básica suele hacer pensar a muchas personas que la <strong>filosofía</strong> eleva al filósofo a<br />

un estadio espiritual superior, inalcanzable para el común, el cual ignora o no<br />

aprecia el influjo benéfico del filosofar. Sin embargo, no es así. <strong>La</strong> <strong>filosofía</strong>, en


ealidad, coloca al individuo humano frente a sí mismo animándolo al diálogo<br />

­pienso en Sócrates­ con sus semejantes y a hallar el conocimiento de su<br />

propia naturaleza y de su hábitat, el mundo y sus criaturas. Es mediante el<br />

diálogo y la reflexión filosóficos que el hombre ha logrado establecer<br />

comunidades más evolucionadas y emancipadas sostenidas por leyes surgidas<br />

de su seno que fundamentan, por ejemplo, el estado de derecho. Una fórmula<br />

de organización político­social orientada al bienestar y la felicidad de los<br />

pueblos sobre cimientos fraguados por la inteligencia humana y no por<br />

voluntad o capricho de dioses y déspotas.<br />

De aquí que en estos tiempos tan poco propicios para los filósofos y el<br />

quehacer filosófico, los poetas, en tanto guardianes de la palabra y del espíritu<br />

que iluminan al hombre y considerando que la poesía es un principio activo de<br />

la armonía y la felicidad de la comunidad, se vean impelidos a seguir y<br />

transmitir la sabiduría hasta tanto los pensadores recuperen su estatuto en el<br />

mundo.<br />

AT


El Racionalismo Filosófico: Un hito histórico<br />

Con el Racionalismo que surgió en la Europa del siglo XVII, la Filosofía<br />

abandona la senda angosta de la Verdad Revelada como fuente de saber<br />

infalible, para nutrirse de la razón humana y el conocimiento científico. El<br />

avance representa un momento clave en el progreso de la Humanidad, un hito<br />

que habría de marcar el comienzo de la Edad Contemporánea, aunque como<br />

bien sabemos no son los logros del pensamiento sino los acontecimientos<br />

históricos los que trazan las fronteras en las edades del hombre comúnmente<br />

aceptadas.<br />

<strong>La</strong> planta robusta del pensamiento racional no nacía sin embargo en un aire<br />

limpio sino de un sustrato oscuro, la ciénaga donde las grandes verdades se<br />

habían disuelto como frutos podridos en el desencanto de las ilusiones. El limo<br />

del escepticismo cáustico carcomió las antiguas arquitecturas. Desde el<br />

Vaticano al Reino Unido de la Gran Bretaña, pasando por la España del Rey<br />

Planeta y una Austria agobiada por los príncipes protestantes, la vida se medía<br />

en ambiciones y oropeles mientras las reputaciones caían al ritmo de una<br />

corrupción a la que sólo ganaba la codicia. <strong>La</strong> Francia del Rey Sol, entretanto,<br />

se recreaba en sus fuegos de artificio a mayor gloria de un monarca insufrible<br />

que oprimía cuanto tocaba, mientras sacaba sus buenos dividendos y<br />

concentraba poder.<br />

Consecuencia de aquel marasmo de vanidades fue la encarnizada Guerra de<br />

los Treinta Años, donde las naciones europeas lucharon unas contra otras en<br />

un preludio que anunciaba ya futuras tragedias. España perdió sus territorios<br />

europeos, Inglaterra decapitó a un rey y tuvo su Revolución Gloriosa, mientras<br />

el arte barroco se refugiaba en el claroscuro de la tragedia humana. El escritor<br />

y diplomático español Saavedra Fajardo, cuando se retiró de las negociaciones


de la Paz de Westfalia en 1646 que consiguieron aislar a España, pudo<br />

certificar la defunción del espejismo barroco, aquella época contumaz en la<br />

que Europa se devoró a sí misma. <strong>La</strong> España perdedora dejaba atrás décadas<br />

asombrosas de creación literaria y artística, espejo de su hondura y capacidad<br />

creativa. Después de Velázquez, Calderón, Lope de Vega, Góngora o Quevedo,<br />

apenas hubo nada. El tiempo del Barroco había sido así, una cima titánica,<br />

pero también el suelo ávido de dolor humano sobre el que cayeron dogmas y<br />

fanatismos junto a viejas certezas consoladoras, hasta diluirse en un humus<br />

tan fecundo que hizo posible brotar la semilla del pensamiento libre.<br />

Pero ni el Barroco ni el Racionalismo, es decir el siglo XVII al completo,<br />

hubieran podido existir o al menos comprenderse, si en la centuria siglo<br />

anterior no hubiera tenido lugar la revolución renacentista, pues fue en el<br />

Quinientos liberador cuando el pensamiento europeo quebró las cadenas del<br />

mito para entregarse al logos. El ser humano ganó responsabilidad<br />

individualidad y los autores comenzaron a firmar sus obras. El sujeto de la<br />

<strong>filosofía</strong>, como en el tiempo de Grecia y Roma, volvió hacia el Cosmos y la<br />

Humanidad, sin superestructuras míticas que lo condicionaran ni leyendas que<br />

silenciaran las verdaderas cuestiones. <strong>La</strong> herencia del Renacimiento supuso<br />

una renovada confianza del ser humano en sí mismo, una valoración<br />

aquilatada de sus capacidades racionales.<br />

Mucho ayudaron a esta nueva mentalidad las traducciones de las obras<br />

originales griegas, rescatadas a través de los árabes del irreparable desastre de<br />

la Biblioteca de Alejandría. En Florencia, la Academia platónica de Masilio<br />

Ficino y Pico della Mirandola recogió el impulso helénico del filosofar<br />

libremente como método imprescindible de conocimiento e instrumento de<br />

análisis para comprender el mundo. Este pensamiento moderno, que consiste<br />

en indagar sin prejuicios las causas de los fenómenos para extraer


conclusiones veraces o posibles, es tanto la base del librepensamiento<br />

filosófico como el punto de partida del método científico, con su consiguiente<br />

avance tecnológico.<br />

<strong>La</strong> Alquimia dejaba de ser una disciplina oculta para convertirse en el umbral<br />

de las ciencias químicas, pero en su largo recorrido nos había dejado un<br />

precioso legado simbólico, vasto e intacto. <strong>La</strong> estrechez de miras de la Física<br />

teórica, que hasta el Renacimiento era puramente especulativa y admitía<br />

conceptos tan delirantes como la forma plana del planeta o la composición de<br />

la materia según los cuatro elementos clásicos, se fue cargando de verdad<br />

gracias al empirismo y la condición inquebrantable de la experimentación, lo<br />

que dio paso a formulaciones cada vez más precisas y ambiciosas.<br />

Esta nueva actitud, que enlazaba con la sed helénica de conocimiento perdida<br />

durante los siglos oscuros de la Alta Edad Media, generó un avance en la<br />

cultura espectacular. El periodo final del Renacimiento, lo que consideramos<br />

Barroco por el preciosismo cargado y lleno de contrastes que alcanzaron las<br />

artes aplicadas, no fue sólo desengaño y miseria moral, un refugiarse con<br />

mayor saña en los dogmas religiosos o una huida hacia el despeñadero del<br />

escepticismo. Significó también la consolidación del ser pensante autónomo y<br />

el atisbo de la libertad como horizonte ineludible en la búsqueda de<br />

conocimiento. Y de esta tormenta barroca surgirá la emblemática como arte de<br />

concentrar los símbolos.<br />

<strong>La</strong> segunda mitad del siglo XVII pertenece al Racionalismo. Lo alumbra<br />

Descartes, el filósofo, físico y matemático que se atreve a establecer la duda<br />

como método de búsqueda del saber. Considerado el fundador de la Filosofía<br />

y la Ciencia modernas, a este pionero lo siguen pronto Spinoza en Holanda y<br />

Leibniz en Alemania. El primero pedirá explicaciones racionales a cuestiones


teológicas; el segundo aplica la razón y los principios de las matemáticas a la<br />

organización social mientras que su compatriota Hobbes describe en su obra<br />

Leviatán, con evidente exceso de racionalismo determinista, la necesidad de<br />

un orden político que impida la ferocidad humana.<br />

<strong>La</strong> revolución de las ciencias comenzó por la observación celeste. Un tímido<br />

canónigo polaco llamado Copérnico había publicado ya en 1543 una obra<br />

reveladora, De Revolutionibus Orbium Caelestium, en la que se afirma con<br />

pruebas irrefutables que la Tierra gira alrededor del sol y no al contrario. Poco<br />

después, el astrónomo danés Tycho Brache, fiel a los métodos caldeos de<br />

observación diaria del cielo nocturno y diurno, elaboró unas detalladas Tablas<br />

Astronómicas con anotaciones precisas de los movimientos planetarios en el<br />

pasillo celeste del llamado Zodiaco. Su brillante alumno, el alemán Kepler, fue<br />

quien comenzó a desarrollar lentes según los conocimientos de los árabes.<br />

Comenzó la pasión por la óptica. En los Países Bajos se llegó a desarrollar una<br />

técnica sofisticada de pulimento (recordemos que el propio Spinoza tenía<br />

como trabajo pulir lentes) y así pudo Galileo Galilei construir su primer<br />

telescopio desde el que observó que la luna tenía montañas y observar la gran<br />

mancha tormentosa de Júpiter. Fue Johannes Kepler quien estableció las<br />

reglas del método científico y formuló las tres leyes fundamentales del<br />

movimiento planetario, pero lo más interesante de su vasta y lúcida exposición<br />

es cuando resume sus fórmulas a un concepto que corresponde a la Filosofía y<br />

tiene su raíz en el magistral Pitágoras. Partiendo de las órbitas planetarias y su<br />

relación numérica, Kepler establece el concepto de la Armonía del Mundo.<br />

El colofón de aquella puesta a punto racional, que al mismo tiempo descubre<br />

el prodigio de la materia y la infinitud de la existencia, será la <strong>filosofía</strong> de Kant<br />

y la Física de Newton, quien más allá de la experiencia fue capaz de llegar a<br />

sus formulaciones por la capacidad intuitiva de su mente genial.


Para la Historia de la Humanidad, el paso iniciado por el Racionalismo supone<br />

la evolución hacia la responsabilidad moral tanto individual como colectiva.<br />

Ig. M


De postpensamiento, fotonicotina y Henry James<br />

Giovanni Sartori escribió alguna vez que el animal racional que creemos ser<br />

está siendo atacado como nunca antes. “Somos la humanidad del<br />

postpensamiento”, subraya el sociólogo. Cada vez más distanciados –en tanto<br />

masa– de construir demostraciones lógicas y deducciones racionales, por<br />

contrapartida nuestra capacidad de ver y fantasear se fortalece día a día,<br />

página a página, byte a byte.<br />

Ese hombre ocular –y virtual– requiere altas dosis de estímulos sensoriales<br />

para mantener controlada su pulsión hacia esa fotonicotina. El chute debe ser<br />

siempre mayor, una inyección en la más gorda de sus venas para satisfacer las<br />

ansias de ficción, de historias ajenas a su conciencia. Y año tras año la dosis<br />

debe ser más alta. Si entendemos que la ficción es todo aquello que no puede<br />

ser comprobado a través de la experiencia individual, es lógico que situemos<br />

en esta lista a lo que llamamos “noticias”.<br />

<strong>La</strong>s noticias, sí, esos trozos seleccionados de realidad. El hombre visual las<br />

persigue con fanatismo, busca ser inoculado por ellas con un frenesí que<br />

asusta. Javier Marías nos recuerda que la etimología de la palabra inocular<br />

viene precisamente de ojo, de algo que entra por los ojos. Sin embargo se<br />

produce una peligrosa sinécdoque: organismos públicos o privados se<br />

encargan de esa selección de realidad, la decoran, le ponen un nombre, la<br />

mastican. Multiplicada hasta el paroxismo, esa selección pasa a ser llamada<br />

realidad de forma totalitaria. En cambio, lo efectivo, lo empírico o consciente<br />

(o sea, la realidad individual) acaba subordinada a aquella otra. En la<br />

conciencia del hombre visual, la imagen de portada del informativo o la voz<br />

de un periodista de Intereconomía o de la Ser resuenan más que su propia voz<br />

interior que le pide darse una ducha caliente antes de dormir.<br />

A diferencia de la ficción narrativa, en la que el lector o espectador establecen<br />

un pacto de engaño con el autor (sabemos que nos dan ficción y aceptamos el


artificio), en las noticias ese pacto se rompe en mil pedazos: lo que ellos dicen<br />

que pasa es lo que pasa y punto. Estamos obligados a creer, nunca a<br />

considerar. ¿Discernir, reflexionar sobre lo dicho? Menuda tarea. <strong>La</strong><br />

descomunal saturación propicia la falta de análisis. Estamos expuestos al<br />

menos a cinco mil estímulos visuales diarios, y entre tanta marabunta es<br />

utópico tomarse un respiro para preguntarnos qué es lo que realmente nos<br />

hace falta. Por eso la imagen es el bien de cambio más valioso, aunque el más<br />

caduco. ¿Quién habla hoy del ébola, de Charlie Hebdo, de la guerra de Crimea<br />

o del avión de Malaysia Airlines?<br />

Realidad modificada. Pulsión por la imagen. Falta de análisis. Si a esto<br />

sumamos que la sociedad nos obliga a tomar siempre alguna posición, cartón<br />

lleno. Hay que saberlo todo, opinar de todo, emitir veredicto para no parecer<br />

idiota. Ni se te ocurra responder “no sé”. Aunque estés en una discusión<br />

espuria en la cola de la panadería, en la Audiencia Nacional, en el aula magna<br />

de alguna universidad o en un debate político en prime time, siempre algo<br />

deberás decir. Callar es una obscenidad, una falta de criterio, una gilipollez. Si<br />

alguien me pregunta la hora por la calle, ¿por qué me siento obligado a<br />

decírsela? ¿Por urbanidad?<br />

El ingrediente que sazona este contexto se llama frivolidad. Frívolo es lo<br />

inconstante, lo vano, el terreno donde reina lo sensual. Recuerdo una obra<br />

ligera del gran Henry James titulada El eco y protagonizada por George Flack,<br />

un periodista de sucesos que busca siempre la noticia más escandalosa, a<br />

costa, incluso, de poner en juego el amor de la bella Francie Dosson. Para<br />

quitarle la joven al apuesto Gaston Provert, Flack publica una serie de injurias<br />

sobre la familia Provert, quienes finalmente deben huir para evitar las<br />

acusaciones y comentarios de la alcurnia parisina. En este caso la realidad no<br />

sólo ha sido seleccionada bajo un criterio personal, sino que fue exagerada de<br />

tal forma que en absoluto tiene que ver con lo real. El jamesiano tratamiento<br />

de lo frívolo nos demuestra cómo una versión de la realidad pasa a ser “la”


ealidad. Recordemos, además, que El eco fue escrita hace más de cien años.<br />

Por tanto podemos afirmar que Henry James fue el primero en interesarse por<br />

el mundo del tráfico de intimidades –tráfico que hoy superpuebla los medios–<br />

incluso mucho antes que los paparazzi fellinianos, aquellos deudores de<br />

nuestro pionero Flack.<br />

Sin embargo, hoy es tan paparazzi el fotógrafo que captura la imagen de<br />

Cristiano Ronaldo en calzones como el periodista serio que formula preguntas<br />

capciosas a algún mandatario con el único fin de conseguir un titular de<br />

escándalo. Tan paparazzi es quien escribe en la Cuore como el director de un<br />

informativo que prioriza una noticia por otra… Esta clase de periodismo es<br />

hoy la norma, propugnada por la inmediatez y el exceso de canales a nuestro<br />

alcance. Hoy un paparazzi no sólo es un Flack o un fotógrafo apellidado<br />

Paparazzo –el de <strong>La</strong> dolce vita, quien acuñó el término– sino todo aquel que va<br />

detrás de la imagen del año, ya sea con forma de catástrofe nepalí, de suicidio<br />

en vivo o de terrorista islámico.<br />

¿Y en este contexto de postpensamiento tenemos la obligación tácita de elegir<br />

una postura y defenderla con ardor? Así nos lo quieren hacer creer. Existe un<br />

movimiento por ahí que propugna pasar un día sin TV. Sólo un día. Pero de<br />

qué sirve hoy si estamos tan llenos de iphones, de internet o móviles, de<br />

diarios, de revistas o libros. Sí, dije libros, en definitiva otra fuente de<br />

alimentación externa. Haz la prueba, sólo un día, olvídate de cualquier medio<br />

contenedor de ficción, olvídate de cualquier canal inoculador de datos,<br />

olvídate de esta revista online, olvídate de los libros incluso. Por un día. Y<br />

verás cómo te pilla el síndrome de abstinencia. ¿Alguien se anima?<br />

Cuando comprendamos lo ligero que se vive sin esos estímulos ajenos a la<br />

conciencia nos daremos cuenta cuánto universo puede brotar de nuestro<br />

propio yo. Sin necesidad de tanta dosis ficcional, sin tanta fotonicotina. Lo dijo<br />

<strong>La</strong>o Tsé: “El alma sabia desprecia lo que ve con sus sentidos, mira con el ojo<br />

interior y sólo lo que percibe con este lo retiene”.


En El eco –una obra de ficción–, Flack le dice a Francie “Intento darle a la<br />

gente lo que quiere. Lo que quiere la gente es justo lo que no se cuenta, y yo<br />

voy a contarlo”. Lo dijo hace ciento diez años, pero parece sacado de un<br />

manual de marketing del año pasado.<br />

FCh


Reinvenciones de Mahoma y Marx<br />

Leyendo estos días Espectros de Marx, en su cuidada quinta edición publicada<br />

por la editorial Trotta, un texto que reúne la doble conferencia que Derrida<br />

impartió en 1993 ante la Universidad de California, Riverside, y que resulta<br />

tan oportuno en nuestros días como puede serlo toda crítica sobre la realidad<br />

fundante. Partiendo de las múltiples interpretaciones de Marx, el discurso<br />

derridano remite no sólo a los derroteros del marxismo, a sus derivaciones y<br />

relaciones con el original, sino también, por poner un ejemplo de manifiesta<br />

actualidad, a los derroteros del fundamentalismo.<br />

“Hay múltiples interpretaciones del Corán, pero hay un solo Corán”, decía<br />

hace poco un imán parisino, en un reportaje de la televisión. Una afirmación<br />

que sin duda gozará de una amplia aceptación, por parecer la más adecuada a<br />

la corrección, pero que resulta el reverso exacto de aquello que, bajo la<br />

perspectiva de la deconstrucción, puede decirse que constituye uno de los<br />

lugares habituales de la hermenéutica: pues hay múltiples interpretaciones del<br />

Evangelio, será más bien, entonces, que no puede haber ningún único<br />

Evangelio.<br />

(Y la razón que se desprende de aquí es cómo, por qué no podemos hablar<br />

tampoco de ningún Sistema único.)<br />

Desafiando toda noción de hermenéutica, más aún cuando, como en el caso de<br />

los protestantes, se trataría allí de una supuesta fidelidad al texto original, las<br />

versiones fundamentalistas del Corán son en realidad la prueba ontológica de<br />

la ausencia de fundamento. Y, como veremos, no hay mayor “herejía” en las<br />

caricaturas de Charlie Hebdo que en la pretensión de una vuelta al Origen<br />

fundante.


Derrida se hace eco de esa condición trágica, propia del ser humano, que<br />

consiste en la futilidad de un regreso a la realidad fundante, y que es la<br />

escisión original entre el hombre y el mundo: en el principio, está la<br />

diferenciación, el acontecer de lo múltiple, la partición, la proliferación y la<br />

pluralidad continuas que se derivan de un germen original.<br />

“The time is out of joint” (“El tiempo está fuera de quicio”), nos dice Derrida a<br />

través de Hamlet. Y es esa misma dislocación, o falta de concordancia, la que<br />

en tiempos remotos ya había sido señalada por Anaximandro en el primer<br />

texto filosófico conocido. 1 En Anaximandro, la escisión del Origen es causa de<br />

una “injusticia” (adikia) que los seres habrían contraído en el momento de<br />

nacer, en su advenir del origen ilimitado (ápeiron) a la existencia finita,<br />

“usurpando” así una existencia a la no­existencia. (En los cantos de Hesíodo,<br />

la partición del Cielo y la Tierra denotaba también esa escisión fundamental<br />

entre lo finito y lo infinito, que se repite en el mito del Paraíso bíblico y en<br />

muchas otras cosmogonías). Éste fue, asimismo, el “pecado original” del ser:<br />

cobrar conciencia, hacer pensamiento su libre albedrío y su finitud.<br />

Tenemos, pues, que hay una situación de trastorno sobre la que se define la<br />

existencia (una “injusticia conforme al orden del tiempo”; “The time is out of<br />

joint”); es el Un­grund, el “falso fundamento” en el que tiene lugar el “salir y<br />

sostenerse” (Heidegger) del ente. Un hecho a tener en cuenta ante los<br />

principios totalizadores del Sistema. (Y, aunque Hegel re­integrara de algún<br />

modo la existencia en el Espíritu, deshaciendo en apariencia la maldición<br />

dialéctica, dicha reintegración de los contrarios no dejaba de ser un<br />

acontecimiento posterior al peregrinaje dialéctico, al penar errático de la<br />

razón universal por el mundo de los entes, etc.) <strong>La</strong> noción del Sistema, que no<br />

es otra cosa que la aplicación de la economía liberal a escala global, viene a


proponernos precisamente un falso panorama de “re­unificación”. El Sistema<br />

plantea una “naturaleza original” del mundo —felizmente, la del capitalismo<br />

— porque es planteada como verdad inmanente, como Origen (y finalidad)<br />

incontrovertible, toda vez que al precio de suprimir la tensión y la diferencia:<br />

ninguna barrera puede oponer resistencia al Sistema, su amplitud ha de ser<br />

total y perfecta (y, desde la caída de la URSS y la mundialización de internet a<br />

principios del nuevo siglo —en 2004 la World Wide Web llegó a todos los<br />

países del planeta—, parece que lo ha logrado como nunca antes en el<br />

pasado). Pero, aún habremos de insistir, lo que se plantea allí es una falsa<br />

sensación de unidad (“Pensamiento Único”; “Sistema Global”…), un<br />

quimérico ingreso a un estado pre­edípico, donde no habría trastorno ni<br />

desgarro con el Otro, sino la pura jouissance (el puro goce) del ser­yo­mismo<br />

en su desarrollo narcisista. Mismo caso de las políticas localistas y<br />

nacionalistas: el falso discurso de la identidad unitaria, la hegemonía del signo<br />

frente a los múltiples significados, de lo textual frente a lo intertextual, etc. En<br />

otras palabras: un mundo de Identidad pura, sin relación ni delación con la<br />

Diferencia, es decir la negación misma del mundo —que consiste en<br />

Identidad­y­Diferencia.<br />

Sólo una noción desvirtuada de la ética, aquella que se sustenta en una idea<br />

absoluta y jerarquizadora a la que las demás categorías habrían de someterse<br />

(como el mandato de progreso o el estado de bienestar en los países<br />

democráticos, que han de funcionar a costa de todo lo demás), sólo esta noción<br />

inicua, digo, asumiría los hechos más graves como un acontecimiento<br />

inextricable, como un “designio divino”, contra el que nada puede hacerse. <strong>La</strong><br />

resignación al fatum (la tiranía del Original) es el principal motor de los<br />

fanáticos y asesinos, pero también de los políticos llamados liberales, los popes<br />

del capitalismo y el laissez faire, según los cuales todo mal ajeno sería<br />

inapelable, consecuencia de unas leyes “naturales” inconmovibles, etc.


Así que, retomando a Anaximandro, es la conciencia de trastorno, de<br />

dislocación (“The time is out of joint”), de inadecuación a la idea de totalidad<br />

fundante, la que legitima al pensamiento crítico frente a las locuras del<br />

fundamentalismo —que no se diferencian mucho, en esto, de las locuras del<br />

triunfalismo liberal—. No se trata, pues, de vanagloriarnos de nuestros logros<br />

en detrimento de los crímenes de los “bárbaros”, sino de asumir,<br />

precisamente, que es la propia capacidad para auto­revocarse, la imposibilidad<br />

de volver al origen, lo que legitima cualquier existencia particular, reducida así<br />

a su humildad, a su finitud, a su quiebra fundamental. Es lo que convierte a la<br />

<strong>filosofía</strong> en un instrumento útil y necesario, un instrumento de autodesprendimiento<br />

de las propias verdades.<br />

Dada la imposibilidad de regresar al origen, de volver sobre el Original, de<br />

restablecer el orden del tiempo que se había roto… así pues, sólo se lo podrá<br />

re­inventar. <strong>La</strong>s reinvenciones de Marx se parecen en esto a las reinvenciones<br />

del Corán: son el error necesario, la finitud, la doxa que profana la Verdad<br />

fundante original (Lenin y Stalin serían “profanadores” progresivos; el<br />

salafismo y el qutbismo serían “profanadores” regresivos, etc), toda vez que<br />

Marx y Mahoma (si se prefiere, El Capital y El Corán) como tales no existen —<br />

no pueden existir por sí mismos, sino en relación con sus intérpretesprofanadores.<br />

(Por otra parte, es conocida la polisemia y la multitextualidad<br />

en toda la obra de Marx; y el Corán fue fruto de un largo proceso de<br />

disinencias y variaciones de recopilados fragmentarios, mayormente orales —<br />

la “ciencia del abrogante y el abrogado”—, hasta la elaboración del corpus<br />

único que hoy se maneja, promulgado por el califa Utmán para poner fin a las<br />

divergencias iniciales.) En este sentido, la primera condición de existencia,<br />

tanto en el Corán como en la Biblia o en la obra de Marx, es la denegación de<br />

toda existencia original. “Abandone usted su idea del libro original”, le<br />

podríamos decir al fiel monoteísta, igual que al lector semántico, sin gravar


con ello ningún estatuto de lo real.<br />

El fanático antepondrá siempre un Orden trascendental (un supra­orden) a los<br />

pequeños órdenes; un Gran Relato anterior a los múltiples pequeños relatos;<br />

un Original previo a las interpretaciones, etc. Y lo mismo ocurre con las ideas<br />

colosales de “Naturaleza”, “Unidad”, “Dios”, “Sistema”, “Orden Mundial”… Es<br />

por ello que Derrida empieza su conferencia con un ataque a la integridad, al<br />

acomodamiento superfluo en la identidad y en el reconocimiento propio, en<br />

un pasaje que aún escandaliza por su flagrante actualidad. 2 Pues el Sistema<br />

une y sintetiza lo disperso, pero al precio de dejar desubicado lo que es<br />

disyuntivo (el Otro). El Otro es entonces visto como una amenaza a la<br />

integridad homogénea del Sistema, y se lo deja morir a las puertas, en las<br />

playas de la especulación inmobiliaria, se lo deja pudriéndose en su distancia<br />

ilusoria.<br />

El Sistema, el Capital, el Orden Mundial, o como se quiera llamar (Derrida lo<br />

llama, justamente, “desorden mundial”), no puede constituir en ningún caso<br />

una realidad fundante (una natura naturata). A lo sumo, como única realidad<br />

fundante, habríamos de admitir la ética (natura naturae). Del mismo modo<br />

que la ciencia sin <strong>filosofía</strong> resulta presuntuosa y arrogante, el capitalismo por<br />

sí solo, sin el “cuidado” de lo ético, es una monstruosidad abyecta. Y, en estos<br />

días en que los bancos europeos parecen más interesados en proteger a toda<br />

costa el Gran Orden económico que en recibir a seres humanos muriéndose en<br />

las costas, o que en atender las esperanzas de vida de millones de griegos, etc.,<br />

resulta oportuna la donación derridana: el donar lo que no se tiene, el donar<br />

del “suplemento”, el donar “sin deuda y sin culpa” (aquí Derrida y Heidegger<br />

se apartan de la lectura escatológica de Anaximandro). Lo ininteligible, lo<br />

intraducible que hay en la escisión es el momento de exceso que nos libera de<br />

la mercantilidad y la utilidad, volviendo a ser, o mejor dicho, re­siendo en la


heterogeneidad y la diferencia. En efecto, es posible (y preciso) donar lo que<br />

no se tiene —y en esto consiste la tarea del artista, que es por sí y por nada,<br />

para todos y para ninguno; el desarrollarse infinitamente desinteresado del<br />

arte, etc.—. Es aquel donar, pues, sin dirección y sin objeto, sin admonición y<br />

sin tendencia al ser­uno del Sistema, el que nos legitima para una operación<br />

que no sea ya la del juicio admonitorio (tan sangrante) de Occidente. (Por eso<br />

Derrida suprime la “venganza” de la ecuación culpa­expiación.) Es ese donar<br />

sin esperar nada, sin reajusticiar, sin devolver ni reunificar nada, el<br />

“suplemento”, lo que facilita la única operación verdadera del ser: dejar al otro<br />

el ser del otro; donar al otro lo que le es suyo propio (sic).<br />

Hamlet —al igual que la Troika Financiera y los fanáticos del Estado Islámico<br />

— se mortificaba pensando que había nacido destinado a “enderezar el<br />

tiempo”. 3 Pero he aquí que la moraleja, la enseñanza no entresacable, no<br />

sometida a la utilidad y la jurisprudencia, acaso ilegible en la sentencia de<br />

Anaximandro, era justo lo contrario: dejar al tiempo como está, dislocado, sin<br />

balanzas de ajusticiamiento universal, sin ajustes de cuentas ni venganzas<br />

equilibradoras del orden moral; en la estructura contrahecha de la Identidad y<br />

la Diferencia. Aquí es donde efectivamente podría hablarse de una “expiación<br />

de la culpa”, de una con­donación de la deuda… tras el pago resultante de una<br />

donación que sabemos que jamás vamos a recuperar, que excede lo que hay,<br />

que no tiene intereses, ni utilidad, ni beneficio… puesto que tiene un pie en<br />

aquello que no se puede designar.


1. “Allí donde está la génesis de las cosas que existen, allí mismo tienen éstas que destruirse por<br />

necesidad [to khreón]. Pues ellas tienen que cumplir mutuamente expiación [tisis] y penitencia por<br />

su injusticia [adikia] conforme al orden del tiempo.”<br />

2. “Un nombre por otro, la parte por el todo: siempre podrá tratarse la violencia histórica del<br />

Apartheid como una metonimia. Tanto en el pasado como en el presente. Por diversas vías<br />

(condensación, desplazamiento, expresión o representación), siempre podrán descifrarse a través de<br />

su singularidad muchas otras violencias que se producen en el mundo. A la vez parte, causa, efecto,<br />

síntoma, ejemplo, lo que pasa allí traduce lo que tiene lugar aquí, siempre aquí, donde quiera que<br />

estemos y desde donde miremos, justo a nuestro lado. Responsabilidad infinita, desde entonces.<br />

Prohibido el reposo a cualquier forma de buena conciencia.”<br />

3. “El tiempo está fuera de quicio; ¡Oh, suerte maldita, que ha querido que yo nazca para<br />

recomponerlo!”<br />

FFG


Introducción a la Resistencia íntima de Josep Maria Esquirol<br />

Dice el filósofo Josep Maria Esquirol que existir es, en parte, resistir. Tras un<br />

análisis del nihilismo como experiencia existencial, sostiene que la vida<br />

humana es fundamentalmente un movimiento de resistencia, y no tanto de<br />

acción y de proyección, como han defendido otras escuelas filosóficas. Este<br />

movimiento de resistencia tendría múltiples frentes: la disgregación del ser, el<br />

contentamiento masivo, la desconexión de la vida, la creencia en el final de la<br />

historia, el cientificismo, la ideología, la estupidez. "El resistente se resiste al<br />

dominio y a la victoria del egoísmo, a la indiferencia, al imperio de la<br />

actualidad y a la ceguera del destino, a la retórica sin palabra, al absurdo, al<br />

mal y a la injusticia." "Que un hombre detenga toda una época, que la detenga<br />

en la puerta para que dé cuenta de sí misma, es cosa que forzosamente<br />

ejercerá influencia." <strong>La</strong> resistencia íntima tiene que ver con estas palabras de<br />

Nietzsche: es el esfuerzo persistente por no ceder al dogmatismo, y es un<br />

esfuerzo que sólo puede hacerse cerrando una puerta o, lo que es lo mismo,<br />

desde casa. El resistente no busca la centralidad ni el protagonismo. Su lugar<br />

está al margen, su tarea será mantener ese margen: una especie de grieta en la<br />

totalidad. Ya señaló Lévinas el vínculo entre totalitarismo y totalidad: el<br />

peligro de estructuras que no dejan lugar a la diferencia. El resistente habita<br />

una región donde pueden pensarse otras cosas, tan ajenas al pensamiento<br />

dominante como –en ocasiones– cercanas al sentido común: que la vida no<br />

consiste fundamentalmente en realizarse; que la felicidad y la libertad no son<br />

lo primero y que la justicia va por delante; que la enfermedad, los límites, la<br />

tristeza y la muerte son parte de la vida humana. Que la ciencia no lo explica<br />

todo. Que todavía no se ha dicho la última palabra. El resistente requiere de<br />

fortaleza para emprender y sostener la resistencia. Esto implica vigor y<br />

paciencia, perseverancia y contención. Decía Esquirol en una entrevista que el<br />

combate principal lo libra consigo mismo, con sus debilidades y con sus


cansancios espirituales. <strong>La</strong> resistencia es también, y sobre todo, ante el<br />

desánimo. ¿De dónde sale la fortaleza para hacerle frente? Para empezar, de<br />

la esperanza que toda resistencia entraña. Una esperanza firme, inconcreta y<br />

sin fecha en el calendario: la confianza en la fecundidad y el sentido de esta<br />

posición lateral. Pero el resistente no vive sólo de la esperanza. No en balde el<br />

libro trata de una resistencia íntima y se presenta como el ensayo de una<br />

<strong>filosofía</strong> de la proximidad. El resistente aguanta sin resignarse ni desesperar<br />

porque tiene una intimidad, una casa y un día a día. Esquirol propone una<br />

apropiación de la cotidianidad: ésta no sería ya mera rutina, sino una síntesis<br />

entre lo conocido y lo nuevo, donde los gestos no siempre son exactamente los<br />

mismos. Repetición, contraste, gozo, dificultad y, especialmente, proximidad.<br />

En la cotidianidad se da una calidez donde las cosas se emancipan de su valor<br />

de útiles: son aquello que compartimos con los otros, el contexto donde nos<br />

reunimos con ellos y les ofrecemos cuidado. Esta cercanía, este recogimiento,<br />

el refugio en la piel del otro, no son una huida del fondo abismal que hay en<br />

la existencia del mundo y en cada uno de nosotros. Heidegger veía en la<br />

cotidianidad una forma de vida inauténtica, una evasión. Lejos de eso, la casa<br />

nos ofrece una estancia que no evita lo inhóspito ni la angustia. Uno puede<br />

experimentar el esfuerzo que requiere la existencia, y resistir ante su potencia<br />

disgregadora, precisamente porque tiene casa y a otros que lo acompañan.<br />

Esta proximidad de las cosas y de los otros no es amiga de las abstracciones.<br />

De ahí que la apropiación de lo cotidiano conduzca a un nuevo materialismo:<br />

un materialismo concreto, de la sensibilidad. Su imperativo sería: "por favor,<br />

tocad tanto como podáis". Este materialismo de las cosas y de la proximidad<br />

llevaría a repensar la comunidad como terapéutica, como una comunidad que<br />

cuida y atiende.<br />

APR


<strong>La</strong> memoria y el lenguaje<br />

Tener que escribir no es algo sencillo, no. Escribir es asumir la responsabilidad<br />

de hacerlo, es como si una escritura (marcas), que están inscritas en alguna<br />

parte de nuestra memoria, desearan hacerse visibles, empujando por salir<br />

convertidas en un objeto, un libro. Estamos en un tiempo en que muchas cosas<br />

han cambiado para el común de las personas, las nociones de espacio y<br />

tiempo, el espacio geográfico es ahora mucho más subjetivo y tirano. <strong>La</strong>s redes<br />

sociales los han ampliado ad infinitum, el mundo parece vasto y pequeño. Yo<br />

creo que no estamos tomando en cuenta este aspecto, la disposición del texto<br />

(y de su duración al ser leído, el tiempo que se le pueda dedicar), es también<br />

una nueva medida de tiempo con la que cada persona acepta recorrerse: se ve<br />

recortada, impelida al diálogo corto, ausente, obligada a afirmarse en sus<br />

percepciones, no sé si más autónoma, pero sí más cerrada sobre sí misma. Más<br />

autocentrada. El poder adquisitivo se hace concreto en la capacidad de<br />

rodearse de todos estos dispositivos que crean redes virtuales extendiendo<br />

nuestra presencia invisible donde el cuerpo está ausente.<br />

Si Stéphane Mallarmé pensó que la escritura llegaba a sus límites (el espacio<br />

en blanco como el abismo del texto), creo que ahora deberíamos plantearnos<br />

el problema de cómo es posible recordar y de si, la memoria, como la<br />

entendíamos hasta el siglo XIX, tiene aun sentido. Recordar no es tratar de<br />

recrear muchas veces, sino juntar dispositivos, imágenes y textos que nos<br />

vienen de fuera. Y tal vez nuestro esfuerzo sea cada vez más laxo, nuestra<br />

conciencia más ociosa. <strong>La</strong> escritura que casi siempre se ha mantenido en<br />

contacto con el insconsciente, con el mundo de los sueños, está mucho más<br />

invadida por el mundo de afuera. Pienso por ejemplo cómo en este momento<br />

es casi imposible soñar (el antropólogo Marc Augé decía que en Europa la<br />

gente casi no sueña, es muy raro que alguien hable de sus sueños), es como si<br />

ese espacio, que Freud llamó insconciente se hubiera convertido en una


conciencia colectiva inmediata en la que una persona, sus sentidos, no pueden<br />

alcanzan a poner un orden personal. Estamos habladoAs por otroAs más que<br />

por nuestros propios sentidos y lenguajes. <strong>La</strong> presencia exterior es demasiado<br />

fuerte e intensa como para poder dejar que ese espacio interior, llenos de<br />

simbologías y de acomodamientos veloces con la realidad, pueda emerger. Es<br />

una tecnicidad la que funciona, y luego, la perfomance, la actuación, más que<br />

el sentido íntimo de nuestras vidas. Hace unos días le decía a un amigo que<br />

para escribir es necesario dejar que ese espacio emerja, salir de la<br />

comunicación, de lo meramente social (el uso de la palabra que no es lo<br />

mismo que el lenguaje), para internarse en el mundo de los sueños, del<br />

desorden de los sueños y dejar la puerta abierta para que los significantes<br />

signifiquen otras cosas. Creo que esto, ahora, es casi imposible. No hemos<br />

vivido nunca una época tan estandarizada y más alienada que la que vivimos.<br />

Y la lucha es feroz, violentísima, contra esa marea formateada, aseptizada que<br />

entrena y somete a las conciencias. El trabajo es casi imposible, es una botella<br />

al mar que casi nadie va a recoger porque no la ve o no tiene tiempo. Estamos<br />

encerradoas en nuestra propia imagen y no logramos salir de ella. ¡Nuestro<br />

pulmón es artificial!<br />

Ahora, recordar, y tratar de recordar bien, es otra tarea. No sé cómo se puede<br />

hacer ese trabajo sin tomar en cuenta los vacíos de sentido que todo lenguaje<br />

posee, sus diferentes mutaciones, incluso, sus patologías. Es cierto que hemos<br />

vivido hasta ahora con una influencia "positivista" del lenguaje (al menos en<br />

América <strong>La</strong>tina domina esta idea), y que nos hemos hecho pocas preguntas<br />

sobre su capacidad de reflejar la realidad "tal y como es", es decir, sobre su<br />

alcance semántico. Esto nos viene desde la religión y la educación que sigue<br />

atrapada en las transacciones de poder y los monopolios en la educación y la<br />

información. ¿Qué tenemos que hacer nosotroas como escritoras en esto? Tal<br />

vez seamos las únicas personas en capacidad de desenmarañar esa larga<br />

cadena de servidumbres que crea nuestro lenguaje, empezando por nosotras,


las mujeres. Por ejemplo es difícil imaginar la despersonalización que produce<br />

hablar un "cierto idioma", hablar el lenguaje de quien domina, reproducir los<br />

mismos valores. No tenemos en realidad lenguaje. En sociedades sometidas y<br />

fragmentadas el idioma divide, clasifica manteniendo las mismas divisiones<br />

sociales, los mismos estereotipos, se nutre de ellos y los convierte en capital<br />

simbólico. Es otra economía la del lenguaje, más perversa, más sutil. Todos<br />

estos "usos del lenguaje" están lejos de las necesidades y los sentimientos de<br />

aquelloAs que los hablan. Esta sensación se internaliza en el instante en que<br />

decidimos expresarnos por escrito, muchas veces es un freno para decidirse a<br />

escribir. ¿Puedo escribir como hablo? De hecho, al escribir, no podremos<br />

escribir como hablamos. <strong>La</strong> literatura vernacular reproduce el habla, la<br />

convierte en imagen de sí misma, casi la petrifica. En este aspecto no tengo las<br />

cosas claras, no me atrevería a decir qué es literario y qué no, pero sí a decir<br />

que la literatura se separa siempre de la realidad, que no devuelve nunca lo<br />

que toma si no que lo transforma y, muchas veces, lo deforma.<br />

No recuerdo la cantidad de veces que me he oído hablando con expresiones<br />

que me despersonalizan, que no son de mi ámbito afectivo y que me han<br />

representado claramente mi desarraigo. Para escribir, tengo que inscribir la<br />

vida. De alguna manera me asalta la misma ansiedad que a Simone de<br />

Beauvoir, tengo que ir registrando lo que voy viendo, pero esa tarea es más<br />

cruel cuando se desconfía del código en el que se escribe. Al hablar nuestras<br />

preocupaciones son distintas que las que nos invanden cuando decidimos que<br />

vamos a escribir. Es ahí cuando empieza el infierno.<br />

Y es ahí donde empieza la escritura para mí.<br />

<strong>La</strong> deuda.<br />

Creo que escribir se hace sumamente moral bajo esta sensación de deuda, de<br />

tener que decir algo, de buscar estar cerca de una verdad, de ser honesta.<br />

Aunque la realidad sea fragmentada, la necesidad de autenticidad crea un<br />

vínculo apasionado con el lector o la lectora, lo convierte en un valor absoluto,


alguien a quien se le debe entregar todo.<br />

<strong>La</strong> escritura es el primer síntoma de la separación del grupo, de la separación<br />

de la madre y la ruptura con la autoridad paterna. Si el lenguaje no refleja la<br />

realidad, se convierte en un problema, se hace sujeto. El problema más grave<br />

en nuestro tiempo es la representación, el "cómo" nos vamos a representar las<br />

cosas, la lucha contra las colonizaciones de conciencia para salir de los<br />

"sociolectos" (formas de hablar populares) y pasar al "idiolecto", forma de<br />

hablar particular. El estilo no es sólo una cuestión de forma, es una posición<br />

política y moral.<br />

Hablar el idioma de la dominación, de la mayoría, no significa hablar en el<br />

idioma de la mayoría, sino "de una forma de hablar de esa mayoría" que se<br />

impone en el mercado con su marca de prestigio y todo la perversidad de<br />

nuestra sociedad de consumo. <strong>La</strong> escritura es la lengua de las minorías, de la<br />

neurosis de la identidad como mujer, como sujeto, de su casi inexistencia.<br />

PdS


Apuntes del balneario<br />

Una estancia media o prolongada en el hospital es un internamiento en el<br />

balneario. Recorrer el tiempo desde el interior de las tripas de un Leviatán de<br />

bolsillo (el hospital) implica administrar cuerdamente, se supone, algunos<br />

hilos de Ariadna esparcidos aquí y allá, por el recinto que se ha convertido en<br />

el balneario.<br />

¿Qué sienten o sentimos, los enfermos a los que se nos prescribe una estancia<br />

de al menos unos diez días en el hospital? <strong>La</strong> paz del balneario. Tu tiempo se<br />

convierte en un chicle que vas mascando de día en día, de noche en noche,<br />

estirándolo o contrayéndolo con una voluntad de casto onanismo<br />

administrativo.<br />

Los días, aparentemente iguales, medidos por las clepsidras de los goteros<br />

para los sueros, antibióticos, antipiréticos y otros medicamentos, se convierten<br />

en el motivo de un sueño, a veces con los ojos abiertos, ora con los ojos<br />

cerrados, que te contiene a ti, enfermo prescrito, determinado a guardar cama<br />

o a recorrer indefinidamente los pasillos.<br />

<strong>La</strong> paz, lejos de la guerra contigo mismo y con los demás que se libra en el<br />

exterior, en el mundo que empieza ¿o se acaba? al otro lado de los límites de<br />

cristal, las puertas de cristal. <strong>La</strong> paz en la que flotas o sobrenadas como si<br />

habitaras una isla flotante, entre dos aguas que te sostiene sobre un suelo que<br />

vibra con pequeña violencia, impulsado por lejanas y extrañas maquinarias,<br />

del subsuelo.<br />

Esa paz se entrelaza o se subsume, casi sin saberlo en un tiempo encapsulado,<br />

como de jeroglífico egipcio, corporizado en las tripas del monstruo que te


acoge y te digiere, lentamente, día a día, hasta hacerte papilla y, entonces ya<br />

expulsarte debidamente por los orificios correspondientes.<br />

Tiempo un poco también à rebours, al revés, que empieza a contar desde el día<br />

fantástico y lejano de tu excarcelación y que te atrae a ese punto origen y final<br />

tirando de ti, como si los hilos de Ariadna que recorren el edificio de punta a<br />

cabo marcando tus recorridos soñolientos o hipnóticos te fueran atrapando y<br />

desenredando mientras te enredas a cada poco en ellos hasta posarte en la<br />

salida del balneario.<br />

<strong>La</strong> paz del tiempo, que no el tiempo de la paz, porque en tu interior y en ese<br />

interior se libran terribles batallas, a veces a vida o muerte cuyo resultado<br />

decidirá de tu suerte y acabado destino. <strong>La</strong> paz del tiempo o el envés de tu<br />

tiempo externo y ciudadano, libre a todas las latitudes y longitudes, que hace<br />

traición siempre a ti mismo para mejor servir a tu empleo y posición en el<br />

mundo.<br />

En el balneario no sirves, te sirven. <strong>La</strong> comida, la ropa, la limpieza, los afectos<br />

básicos, los cuidados médicos y profilácticos. Así, quizá esforzándote un poco,<br />

podrías mirar al bies ese tiempo y verías tu sino y tu vida pasada, presente y<br />

futura, si los posos del té o del café en el fondo de la taza tuvieran<br />

autoconsciencia.<br />

Pero en el balneario (en el hospital), eres uno más, un sin número revestido<br />

de tu batín o librea o pijama azul, algo andrajoso por el múltiple uso y<br />

correspondiente lavado, serías el equivalente en el exterior del obrero de<br />

Metrópolis, de Fritz <strong>La</strong>ng. En cambio, aquí dentro te acoge la paz del tiempo.<br />

Cuando finalmente se abran las compuertas, llegarás al finis terrae del


alneario y bastante sesudamente decidirás que tú no tienes, ni tendrás, nada<br />

que ver con él.<br />

JZ


Todavía somos modernos<br />

Una de las máximas de la modernidad es: “Dios ha muerto”. En la eternidad,<br />

que es la antítesis de la temporalidad, no hay vida ni muerte. Tanto da Dios<br />

vivo como Dios muerto. Desde el punto de vista teológico o esencialmente<br />

divino vemos pues que tal proclama no ha cambiado nada.<br />

Desde el punto de vista cultural, en una cultura judeocristiana “Dios ha<br />

muerto” es el equivalente de “El hombre ha muerto”. De ahí el nihilismo<br />

naciente con la modernidad que se abre incontenible hacia estepas por hollar.<br />

Recordemos los cinco siglos de nihilismo profetizados por Nietzsche.<br />

Y también es el origen, muerto el hombre­individuo, del hombre­masa que es<br />

el sustrato, el humus, en el que crecen el fascismo, el nazismo, el comunismo y<br />

el estalinismo. El hombre­masa marchó incontenible allá por mitad del siglo<br />

XX fecundando múltiples huevos de la serpiente.<br />

Los dioses no mueren, sólo pueden soñar ­y hacer soñar a los hombres­ que<br />

mueren. De otro sueño, el de los últimos 2000 años, tenemos que despertar<br />

para poder afrontar la realidad. No podemos borrar la historia,<br />

evidentemente, aunque haya habido y siga habiendo intentos de ello, pero sí<br />

borrar los contornos que definen a tal período histórico y cortocircuitarlo de<br />

alguna manera.<br />

Pero en la era de Internet, sólo sabemos que estamos soñando. En efecto,<br />

vivimos en el limbo del aislamiento en mitad de la absoluta comunicabilidad<br />

(todos los horizontes de comunicación están abiertos, permanentemente, para<br />

todos), lo que es lo mismo que decir, de la incomunicación absoluta.


<strong>La</strong> incomunicación absoluta hace que nuestro tiempo esté encapsulado, en<br />

cierto modo, que no tenga ni principio ni fin, en perpetuo bucle o circuito<br />

cerrado. Característica ésta fundamental del sueño.<br />

Que la vida actual es sueño lo muestra asimismo la pérdida de vigencia del<br />

arte como elemento identificador del hombre y la mujer cultivados. Hace<br />

cinco siglos que el arte venía dando sentido a la vida del hombre culto.<br />

Actualmente el arte ya no está en vigor, su tiempo se ha encapsulado para<br />

hieratizarse al modo de los jeroglíficos egipcios. Sin valores estéticos<br />

universalmente admitidos, el arte ya no tiene ni pasado, ni futuro. ¿Tendrá<br />

acaso presente? Sabemos que éste es producto de la tensión entre el pasado y<br />

el futuro.<br />

Así que no le ha quedado al arte más remedio que echarse a dormir. El sueño<br />

o hipnosis del arte es su característica esencial en estos tiempos. Quedan<br />

sucedáneos, briznas de sueños húmedos o bien de pesadillas, de los que se<br />

alimentan como soma vital los y las cultos/as.<br />

¿Tenemos todavía futuro? <strong>La</strong> señal más clara a favor es que no tenemos<br />

ninguna idea clara de hacia donde nos dirigimos como cultura o civilización. Y<br />

no saber lo que va a ocurrir indica fehacientemente que el futuro está abierto.<br />

JZ


POESÍA<br />

Aflorismos<br />

I<br />

Hileras de almendros<br />

abismados<br />

a<br />

poniente<br />

con la estrella fugaz<br />

oculta en la luna<br />

llena.


II<br />

Lo envidiable<br />

n<br />

o<br />

es la juventud<br />

sino la<br />

inexperiencia.


III<br />

Todas las<br />

provincias en<br />

alertas de colores<br />

y tú<br />

abrazándome.


IV<br />

Somos lo<br />

q<br />

u<br />

e<br />

sobrevivimos.


V<br />

Entre tu<br />

indiferencia<br />

y mi<br />

sosiego<br />

nunca vamos a<br />

colisionar.<br />

Qué lástima.


VI<br />

El pestillo<br />

se<br />

atascó<br />

permitiendo<br />

tu paso<br />

con debacle<br />

inconmensurable.


VII<br />

Ausencia trenzada<br />

junto a las<br />

sienes.<br />

En la desolación<br />

la ruina<br />

el aliento congelado<br />

encuentro<br />

belleza<br />

vida<br />

lugares donde<br />

acurrucarme.<br />

FZA


Descreado<br />

“El que busca conocimiento pasa por<br />

entre los hombres como por entre animales”.<br />

F. Nietzsche<br />

Estado político: incrédulo­daltónico<br />

Estado espiritual: desahuciado<br />

Estado ético y moral: modo reset<br />

Estado físico: como un camello en ayuno<br />

al que le crece la melena<br />

a golpes de luna llena<br />

y entre las fauces un “yo no quiero<br />

…ni debo”.<br />

Y aquí, y ahora,<br />

yo… que escupía a la profe de inglés<br />

y masturbaba mi mente con un mundo mejor,<br />

que abandoné mis inservibles demonios<br />

lejos de este desierto primario<br />

y de 2.000 millones de pájaros hambrientos<br />

condenados a volar en sus malas horas,<br />

lucho en la arena del vacío anfiteatro<br />

contra un minotauro imaginario<br />

contra todo cuanto debía ser<br />

contra todo cuanto no debí aprender.<br />

Contra las fichas marcadas de este monopoly<br />

que sólo tiene el premio de girar la rueda de la fortuna<br />

o nacer en el coño adecuado


para no sentirse otro hijo del Dios muerto<br />

en busca de horizontes dogmáticos<br />

volando, hambriento de venganza,<br />

con relucientes alas rojas o azules<br />

desplumado de trascendencia<br />

postrándose frente al espejo<br />

sonriendo porque hoy se vería gaviota<br />

y mañana paloma, y pasado gavilán<br />

y eso le consuela<br />

y la hace sonreír<br />

y… bien, porque no está solo<br />

y hay más como él<br />

y emigran juntos hacia no se sabe dónde<br />

­aunque él sería mejor que los demáspor<br />

más que todas esas turbas<br />

de poseídos<br />

perturbadas por la turbia química<br />

que lobotomiza sus recuerdos<br />

nazcan, crezcan, se reproduzcan y<br />

en polvo se conviertan<br />

camino hacia el suicidio colectivo<br />

de una civilización intrascendente<br />

que nadie creó, que nadie inventó<br />

de la que nadie se responsabilizó.<br />

Aquí, en medio de este desierto…<br />

vago, despojándome de principios<br />

y finales, de valores inmortales,<br />

de virtudes decadentes y sentidos<br />

sin sentidos consentidos,


prohibiendo no prohibir<br />

convertirme en una nada<br />

o en nada más que un niño<br />

que juega a la vida como un león<br />

la repta como una serpiente<br />

y la contempla como un águila,<br />

creyendo que… descreerse<br />

debe ser la primera palabra<br />

de su propia creación.<br />

JER


Daseintegración<br />

¿Cuál es el estatuto<br />

ontológico de la imagen?<br />

Si la imagen es digital<br />

es fantasmático: sólo es imagen<br />

en tanto se proyecta,<br />

mientras los píxeles<br />

mantienen existencia en la pantalla.<br />

Su ser está compuesto de<br />

apariencia, un ser en sucesión<br />

como la física, punto a punto,<br />

de Zenón de Elea.<br />

Si la imagen es analógica,<br />

como un óleo<br />

o una lámina de libro,<br />

su estatuto no es menos dudoso.<br />

Una lámina de don Quijote<br />

y Sancho, impresa en una página,<br />

es sólo una imagen<br />

cuando está abierta y es mirada,<br />

y sus líneas son vistas como tales,<br />

y sus contornos son reconstruidos;<br />

si no es mirada,<br />

o si el libro está cerrado,<br />

o cerrado el museo<br />

donde está el cuadro,


la imagen no es imagen,<br />

es sólo tinta y papel,<br />

como otra página cualquiera<br />

compuesta de palabras;<br />

privada de los ojos<br />

la imagen es sólo<br />

pintura sobre lienzo,<br />

pigmentos arrojados<br />

contra la superficie congelada<br />

de la inexistencia.<br />

VLM


El lobo estepario y el Teatro mágico<br />

“El Teatro mágico que se refleja en la novela, simboliza una salida del civilizado<br />

mundo moderno. Es una forma de liberación de la opresión burguesa y demás<br />

tradiciones de Occidente. El Teatro es una posibilidad de escape para ese lobo<br />

estepario encerrado en su soledad, pero libre en su imaginación.”<br />

Poema desestructurado, Vol. 1:<br />

Escuchamos a Harry,<br />

a su inconsciente,<br />

a su parte oscura,<br />

a su parte sincera:<br />

Pero yo no soy él,<br />

y yo no llevo su clase de vida,<br />

sino la mía:<br />

una vida minúscula y burguesa,<br />

pero asegurada y llena de deberes.<br />

<strong>La</strong> vida humana se convierte en verdadero dolor,<br />

en verdadero infierno sólo allí donde dos épocas,<br />

dos culturas o religiones se entrecruzan.<br />

Un hombre de la Antigüedad<br />

que hubiese tenido que vivir en la Edad Media<br />

se habría asfixiado en medio de nuestra civilización,<br />

lo mismo que un salvaje tendría que asfixiarse<br />

en medio de nuestra civilización.<br />

Hay momentos en los que toda una generación


se encuentra extraviada entre dos épocas,<br />

entre dos estilos de la vida,<br />

de tal suerte,<br />

que tiene que perder toda naturalidad,<br />

toda norma,<br />

toda seguridad e inocencia.<br />

Es maravilloso todo lo que el hombre puede tragar.<br />

Hay momentos en los que toda una generación<br />

se encuentra extraviada dentro de la Soledad.<br />

Pero Soledad era independencia,<br />

yo me la había deseado<br />

y la había conseguido al cabo de largos años.<br />

Era fría, es cierto,<br />

pero también era tranquila,<br />

maravillosamente tranquila y grande,<br />

como el tranquilo espacio frío<br />

en que se mueven las estrellas.<br />

Y así sucumbió el lobo estepario en su independencia.<br />

…y cuando dos son enemigos mortales<br />

y están dentro de una misma sangre<br />

y de una misma alma,<br />

entonces resulta una vida imposible.<br />

Y así sucumbió el lobo estepario en su independencia.


Pero Soledad era independencia<br />

maravillosamente tranquila y grande,<br />

como el tranquilo espacio frío<br />

en que se mueven las estrellas.<br />

Pero en medio de la libertad lograda<br />

se dio bien pronto cuenta Harry,<br />

nuestro Harry,<br />

de que ésa su independencia era una muerte,<br />

que estaba solo,<br />

como el tranquilo espacio frío<br />

en que se mueven las estrellas,<br />

y de que el mundo lo abandonaba de un modo siniestro,<br />

que los hombres no le importaban nada;<br />

es más, que él mismo a sí tampoco,<br />

que lentamente iba ahogándose<br />

en una atmósfera cada vez más tenue<br />

de falta de trato y de aislamiento,<br />

como el tranquilo espacio frío<br />

en que se mueven las estrellas.<br />

Porque ya resultaba<br />

que la soledad y la independencia<br />

no eran su afán y su objetivo,<br />

eran su destino y su condenación,<br />

que su mágico deseo se había cumplido<br />

y ya no era posible retirarlo,<br />

que ya no servía de nada extender los brazos abiertos<br />

lleno de nostalgia<br />

y con el corazón henchido de buena voluntad


indando solidaridad y unión;<br />

ahora lo dejaban solo.<br />

Y recordó que<br />

también lo tentó el suicidio cuando era todavía un niño.<br />

Meditar una hora,<br />

entrar un rato dentro de sí<br />

e inquirir hasta qué punto tiene uno parte<br />

y corresponde al desorden del mundo,<br />

eso no lo quiere nadie.<br />

Pero Soledad era independencia<br />

maravillosamente tranquila y grande,<br />

como el tranquilo espacio frío<br />

en que se mueven las estrellas.<br />

El hombre no es de ninguna manera<br />

un producto firme y duradero,<br />

es más bien un ensayo y una transición;<br />

no es otra cosa sino el puente<br />

estrecho y peligroso<br />

entre la naturaleza y el espíritu.<br />

Y luego llega el viejo pensamiento:<br />

Todo podría ser realizado lo mismo por máquinas<br />

o dejar de realizarse.<br />

Y esta mecánica eternamente ininterrumpida<br />

es lo que les impide,<br />

igual que a mí,<br />

ejercer la crítica sobre la propia vida,<br />

reconocer y sentir su estupidez y ligereza,


su insignificancia horrorosamente ridícula,<br />

su tristeza y su irremediable vanidad.<br />

¡Oh, y tienen razón, infinita razón,<br />

los hombres en vivir así,<br />

en jugar sus jueguecitos,<br />

en afanarse por esas cosas importantes,<br />

en lugar de defenderse<br />

contra la entristecedora mecánica<br />

y mirar desesperados en el vacío,<br />

como hago yo, hombre descarriado.<br />

El hombre que no es de ninguna manera<br />

un producto firme y duradero…<br />

Aquí vive este hombre –pensé–,<br />

y va haciendo año tras año su labor,<br />

lee y comenta textos,<br />

busca las relaciones entre las mitologías<br />

del Asia Menor y de la India,<br />

y al propio tiempo,<br />

está contento,<br />

pues cree en el valor de su trabajo,<br />

pues tiene fe en el progreso,<br />

en la evolución.<br />

Obedecer es comer y beber.<br />

Y recordó que<br />

también lo tentó el suicidio cuando era todavía un niño.<br />

Obedecer es comer y beber.<br />

Y recordó que


también lo tentó el suicidio cuando era todavía un niño.<br />

El que se pasa mucho tiempo prescindiendo de ello,<br />

a ése ya no le importa nada.<br />

En la eternidad, sin embargo,<br />

no hay tiempo, como ves:<br />

la eternidad es sólo un instante,<br />

lo suficientemente largo para una broma.<br />

Y así sucedió,<br />

que a eso de la una me escabullí para marcharme,<br />

era una derrota,<br />

maravillosamente tranquila y grande,<br />

como el tranquilo espacio frío<br />

en que se mueven las estrellas.<br />

Y así sucedió:<br />

un retroceso al lobo estepario.<br />

Y recordó que<br />

también lo tentó el suicidio cuando era todavía un niño,<br />

también lo tentó el suicidio cuando era,<br />

también lo tentó el suicidio,<br />

Y recordó.<br />

(Poema realizado con frases del libro “El lobo estepario” de Hermann Hesse.)<br />

JMV


Reflexión<br />

Siento.<br />

<strong>La</strong> reflexión poética<br />

sobrevuela el pensamiento<br />

llenándolo de voces.<br />

Tocando mi corazón.<br />

Si llega el miedo<br />

y me ahoga por momentos<br />

invoco palabras<br />

que acuden a mí<br />

como pájaros lejanos.<br />

Yo no sé qué siento ahora.<br />

Sólo sé que vuelo<br />

y puedo respirar,<br />

no me ahoga la espera,<br />

ni me ahoga el silencio.<br />

Sólo respiro.<br />

En este único momento<br />

respiro.<br />

Ahora<br />

que llega<br />

la danza salvaje de la luz,<br />

puedo ver más allá<br />

de todo lo que mis ojos<br />

acostumbrados al miedo,


habían dejado de ver.<br />

Vuelo.<br />

Vuelo con alguna sombra.<br />

Los milagros se quedan<br />

para los que puedan<br />

realizarlos.<br />

Me reconozco humana,<br />

con un féretro de historias,<br />

y el miedo dentro del pecho.<br />

Ya es tiempo de volar,<br />

de dejar partir<br />

los polvorientos ahogos<br />

y sacudir<br />

la parálisis de angustia,<br />

que algún día será remota.<br />

AG


FOTOGRAFÍA


FOTOGRAFÍA I


Raquel Calvo


FOTOGRAFÍA II


Eli Mora


FOTOGRAFÍA III


Ludovica Bastianini


FOTOGRAFÍA IV


Vicenç Rodríguez Bosch


PINT


URA


PINTURA I


Carlos Esteban<br />

Resano Vasilchik


PINTURA II<br />

Jalón de Aquiles


COLABORADORES<br />

Inés Mendoza<br />

Autora de la fotografía: Elena Martín.<br />

Inés Mendoza es arquitecta y escritora. Ha colaborado en medios nacionales e<br />

internacionales de prensa y revistas de arquitectura. Imparte talleres en instituciones como<br />

la Escuela de Escritores de Madrid o el Museo del Romanticismo, y ha participado en<br />

eventos como el Festival Coruña Mayúscula o el congreso <strong>La</strong>berinto de centenarios: una<br />

mirada trasatlántica.<br />

Sus relatos han sido premiados en varios concursos, traducidos al francés y al inglés y<br />

recogidos en varias antologías, entre las que destaca Mar de pirañas, nuevas voces del


microrrelato español, a cargo del crítico Fernando Valls. Su libro de relatos El Otro Fuego<br />

fue publicado en la editorial Páginas de Espuma en 2010.


Antonio Tello<br />

Autoría de la fotografía: Víctor Outomouro<br />

Córdoba, Argentina (1945). Poeta, narrador y periodista. En 1975, amenazado de muerte,<br />

abandonó su país exiliándose primero a París y luego a Barcelona, donde reside<br />

actualmente.<br />

Su extensa obra abarca poesía, novela, cuento y cuento infantil, teatro, ensayo y biografía.<br />

Es uno de los creadores más audaces e innovadores de la literatura argentina, caracterizado<br />

por un estilo y un universo propios, algunos de cuyos rasgos más notorios dan a su<br />

narrativa y a su poesía una original intensidad.<br />

Su extensa obra incluye poesía, novela, narrativa infantil y juvenil, teatro, biografía de<br />

grandes personajes y una abundante ensayística que aborda la historia, la política, la<br />

religión, la sociología y la lengua. En este capítulo destacan Extraños en el paraíso, Historia<br />

del siglo XX (2 vols.), Atlas político, Atlas de religiones, Breve historia de Argentina,<br />

Diccionario erótico de voces de España e Hispanoamérica y, entre otros, Diccionario<br />

político. Voces y locuciones.<br />

Buena parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés, portugués, griego, turco, ruso,<br />

coreano, tailandés, etc.


En 2013 publicó también bajo el sello de esta misma editorial, Historia particular de cien<br />

palabras y Nadadores de altura, fruto de su permanente interés por la lengua como piedra<br />

angular de la realidad cultural y espiritual del ser humano y de la escritura como expresión<br />

de la identidad individual y colectiva.


Ignacio Merino<br />

Licenciado en Filología y diplomado en Psicología y Filosofía Pura, máster en<br />

Cinematografía e Historia de la Diplomacia. Ha sido jefe de Prensa en la embajada de<br />

España en Londres (1986­88). Corresponsal periodista de United World Press en Praga,<br />

Sofía, Lisboa y Montevideo para The Observer, USA Today y Jours de France (1991­92).<br />

Colabora, entre otros, con El Mundo, El Norte de Castilla y Tiempo. Dirigió en Radio<br />

Intercontinental “Claves de la Historia” y ha colaborado en RNE. Ha sido director literario<br />

de Literalia.tv y presidente­cofundador de Ágora, Agrupación Cultural para el Diálogo del<br />

Ateneo de Madrid.<br />

Obra:<br />

­Serrano Suñer, Historia de una conducta: novela biográfica sobre el enigmático político,<br />

cuñado de Franco e íntimo amigo de José Antonio, todo un descubrimiento personal del<br />

autor [1ª edición, con prólogo de Paul Preston: Planeta, 1996] (agotada); Serrano Suñer,<br />

Conciencia y Poder [2ª edición revisada y ampliada con documentación de los archivos de<br />

Serrano Súñer, editorial Edaf/Aldaba, 2004] (agotada); [traducido al inglés en Amazon].<br />

­Los Dominios del Lenguaje: ensayo sobre los orígenes de la escritura y dos conferencias<br />

más: ‘El Amor en Quevedo y Góngora’ y ‘Visión triple del mito prometeico’ [Editorial SM,


colección Flash, 1999] (descatalogado, no hay edición digital).<br />

­Amor es Rey tan Grande: novela histórica sobre Leonor de Guzmán, la legendaria Favorita<br />

de Alfonso XI de Castilla y fundadora del linaje Trastámara. [Cuatro ediciones: Maeva<br />

2000/2001, rústica, formato grande] (agotadas); [Suma de Letras 2002, bolsillo]<br />

(agotada); [Círculo de Lectores 2003 tapa dura] (agotada); total ejemplares en papel:<br />

28.000; el título está descatalogado en papel, disponible digital en leer­e.<br />

­<strong>La</strong> Ruta de las Estrellas: novela histórica sobre las andanzas del navegante y geógrafo Juan<br />

de la Cosa, autor del primer mapa del Nuevo Mundo y descubridor de Venezuela. Premio<br />

Nacional de Literatura de Venezuela 2003. [Anaya 2002]; dos ediciones digitales en leer­e<br />

y Punto de Vista.<br />

­Por El Empecinado y la Libertad: novela histórica y biográfica sobre el mítico guerrillero<br />

liberal que combatió a los imperiales de Napoleón y a los absolutistas de Fernando VII; [dos<br />

ediciones en Maeva: 2003 tapa dura/2008 bolsillo) (agotada la de 2003 y disponible la de<br />

2008).<br />

­Sobre Raíles: antología de relatos de 20 escritores que hicieron el viaje del tren<br />

Transcantábrico en su 20 aniversario, [Imagine ediciones, 2003]; el relato del autor es<br />

Poeta de culto.<br />

­Reportaje de la Historia: antología de artículos del equipo de redacción de la separata ‘El<br />

Reportaje de la Historia’ del diario El Mundo, coordinado por Alfonso Basallo [<strong>La</strong> Esfera,<br />

2004].<br />

­Agosto del 36: crónica periodística de la Guerra Civil. [Tomo 4 del coleccionable de El<br />

Mundo, publicado por Unidad Editorial en 2004].<br />

­Guías de viaje sobre el Mezzogiorno de Italia, Florencia y Toscana, las regiones de Borgoña<br />

y Champaña, Baviera y las ciudades de Atenas, Bolonia y Toro [Anaya, de 2005 a 2013].<br />

­Elogio de la Amistad: ensayo histórico y casuística de amistades. [Plaza y Janés, 2006]<br />

(agotada); edición portuguesa: Elogio da Amizade]; [ edición digital en leer­e].


­El Druida Celtíbero: novela histórica ambientada en el tiempo de la invasión cartaginesa<br />

de Amílcar. Un joven caudillo arévaco renuncia a la guerra y vive una aventura existencial<br />

de intenso dramatismo. [<strong>La</strong> Esfera de los Libros, 2009] (agotado); versión digital en<br />

Amazon.<br />

­Biografía de la Gran Vía: ensayo literario. Orígenes de Madrid y su emblemática calle.<br />

[Tres ediciones en 2010, Ediciones B].<br />

­Alma de Juglar: novela histórica sobre el viaje iniciático de un pícaro cordobés del siglo XII<br />

que lo lleva al conocimiento de la música, la alquimia, la diplomacia y el trato íntimo con la<br />

reina Urraca de Castilla y León. [Ediciones B, 2011].<br />

­Palabras de Unión. Masonería y Modernidad: ensayo sobre el significado y la práctica de la<br />

Masonería. [Atanor Ediciones, 2012].<br />

­Valido a su pesar: ensayo biográfico sobre Ramón Serrano Suñer, con la perspectiva de los<br />

años de conversaciones personales con él.<br />

En preparación para Editorial Ariel: El Rumor de la Verdad. Una Historia de España a<br />

través de símbolos e imágenes.


Franco Chiaravalloti<br />

Franco Chiaravalloti (Buenos Aires, 1979). Estudió publicidad, corrección de estilo, teoría<br />

de la literatura. Vivió en Inglaterra, Argentina, Italia, Kenia. Viajó por Mongolia, India,<br />

Siberia o Japón. Trabajó de profesor de castellano en África y en Londres, también hizo de<br />

encuestador callejero, de publicista, de repartidor de pizzas, de corrector de estilo, de<br />

empleado aeronáutico, de columnista radial, de copy creativo y de muchas otras cosas. Ha<br />

coordinado proyectos para editoriales como Planeta o Círculo de Lectores. Ha publicado el<br />

libro de relatos Como un cuentagotas que se presiona suave, muy suavemente (Hijos del<br />

Hule, 2009) y la novela corta Volveré mil veces (Pulso, 2014). Hoy es escritor y profesor de<br />

cuento en la Escola d'Escriptura del Ateneu Barcelonès y escribe artículos en las<br />

publicaciones digitales Revista de Letras y Pliego Suelto. Acaba de publicar el libro de<br />

relatos Esos de ahí afuera (Talentura, 2015).


Federico Fernández Giordano<br />

Uruguay, 1977. En 1981 su familia se instala en Barcelona, donde desarrollaría su actividad<br />

como escritor y periodista. Practicó la fusión de géneros en sus dos primeras novelas<br />

(Premio Minotauro 2008 y Premio de Novela El Andén 2007 respectivamente), para<br />

decantarse finalmente por un estilo de corte experimental en los relatos de su última etapa,<br />

tales como “Ragtime” y “Ready­Made”, publicados en sendas antologías. Desde 1995 ha<br />

trabajado como colaborador editorial, argumentista de cine, crítico literario y crítico<br />

musical en diversos medios tales como El País Cultural de Montevideo, <strong>La</strong>teral, El Duende<br />

de Madrid, Cuadernos de Jazz, etc. Melómano y estudioso del cine, imparte talleres de<br />

creación literaria, y en la actualidad cultiva su faceta de ensayista.<br />

Blog: www.saturnalia­cultura.blogspot.com


Andrea Palaudarias Ribera<br />

Andrea Palaudarias (Barcelona, 1985) entró en una taquilla a los 18 y desde entonces está<br />

ahí o en su casa, donde a ratos intenta concretar una tesis sobre Emmanuel Lévinas. De vez<br />

en cuando sale y colabora con la asociación <strong>La</strong> Sospechosa o hace de becaria en la Facultad<br />

de Filosofía de la Universidad de Barcelona.


Patricia de Souza<br />

Desde hace mucho tiempo Patricia de Souza (Perú, 1964) ha venido<br />

trabajando para dar forma a una escritura que plantee una problemática con el lenguaje y<br />

con la identidad femenina. Sus novelas han estado concentradas en construir esa “escena<br />

fundamental” que permita a la autora desplazarse con soltura dentro de los códigos de la<br />

novela y la narración. Sus novelas, de una intimidad sostenida y clara, son ese recorrido de<br />

su vida atravesada por rupturas de la historia y múltiples viajes. Desde Cuando llegue la<br />

noche, hasta sus libros más recientes, El último cuerpo de Úrsula, Stabat Mater, Electra en<br />

la ciudad, por citar algunos de sus libros, esta tensión no ha dejado de<br />

manifestarse. Estamos frente a una autora a tiempo completo, en quien la vida y la<br />

escritura forman una sola cosa. Tal vez eso haga de ella, una autora imprescindible.


José Zurriaga<br />

Si bien nací en Bilbao (España) en 1961, mi presencia real en este mundo data de unos<br />

pocos años después, en 1968, año del estreno de “2001, una odisea en el espacio”, de<br />

Stanley Kubrick. Con esa película se abrieron en mi los atisbos de conciencia y empecé a<br />

asentarme aquí abajo.<br />

Mi familia se trasladó a Barcelona donde concluí mi licenciatura en psicología. Decidido a<br />

cerrar la triangulación de las Españas, me ubiqué en Madrid en 1995 donde ocupé plaza en<br />

el Ministerio de Defensa. Puesto que sigo disfrutando hoy en día. Los últimos veinte años<br />

no han sido nada, podría decirse en cierto sentido, y también son los años de mi forja como<br />

escritor y cuentista.<br />

Compuse un libro de aforismos filosóficos “Salvavidas para un instante”, que editó la<br />

Fundación Cultural Olivar de Castillejos. Después me embarqué en la escritura de cuentos<br />

breves, de una página, de cuya criba ha surgido mi libro “Gota a gota”, de pronta aparición.<br />

En los últimos tiempos me he dedicado a colaborar regularmente con la revista digital<br />

Tarántula, en la que cubro crítica de cine, pensamiento y relato breve, entre otras<br />

secciones.


Felipe Zapico Alonso<br />

Fotografía de Babel Estudio. Autor Demian Ortiz.<br />

Felipe Zapico Alonso. Mamífero anartista de la camada de 1960.<br />

Tragos, se editaba por parte de Eloísa Otero en 2008 en la colección digital Traviesas de<br />

Poesía; y en 2009 la editorial Eolas editaba Litro de versos, El hueco que me habita en<br />

Banderines del Zaguán 2010, Nanoediciones edita el año 2010 un mini poemario titulado<br />

Engendrando hábito y el 2011 Balances Parciales, en el 2013 Origami se encarga de sacar<br />

El ladrón de peras. Ese mismo año Eolas vuelve a confiar en un proyecto en los que mis<br />

poemas forman un libro unitario con las fotografías de Santos Perandones, Fotomatón.<br />

Como no hay dos sin tres terminamos el año sacando Cosas en Zoográfico, el tercer<br />

poemario del año.<br />

En mayo de 2014 aparece The Bestiario, editado por la editorial digital ebookprofeno, con<br />

100 ejemplares en papel, numerados y firmados.<br />

En estos años he colaborado en prosa y verso en diversas antologías, proyectos conjuntos y<br />

revistas y fanzines: Simpatía por el relato, Vinalia Trippers, El casco, <strong>La</strong> hamaca de tela,<br />

Voces del Extremo, Poetas del 15M, Aftersun en Pulp Black Box, Gatos y Mangurrias, Esto<br />

no rima, Infierno Suave, Poesía Armilar, Elefante Rosa Fanzine, Revista Ombligo, Alquimia<br />

Tierra, Meando contra viento, <strong>La</strong> Conserva, El camino del corazón solidario Dos poemas y<br />

un café, Antología Campamento Dignidad Poemas para la conciencia, Voces del Extremo,<br />

Imagina cuantas palabras, Nómadas, Antología JA!MUSEU y Antilogía Dolores de poesía en


los bares.<br />

Paseo por el mundo mirando y esa mirada trato de optimizarla tirando fotos de casi todo lo<br />

que veo, todo lo que miro, lo que observo y por supuesto lo que admiro.


Juan Eseka Rodríguez<br />

Nacido en Barcelona, sobre el 1969. <strong>La</strong> última repitió Barcelona no hace muchos años atrás,<br />

pero también ha nacido en otros tiempos y lugares como Madrid, Mallorca, Menorca,<br />

Toledo… Neófito de la vida y aún más del saber, pero sobre todo de las mujeres y el amor.<br />

Diseñador web, escritor a pensamientos parciales y vampiro anacoreta a tiempo completo.<br />

Los fines de semana hago extras como florero de habitaciones en hoteles de altas<br />

perversiones. Acabo de publicar mi primer libro: Viviendo Calles, he realizado alguna<br />

colaboración esporádica con revistas digitales, y ando en la difícil misión de lograr dar<br />

forma a un libro de poemas. Acostumbro a dejar algo de mí en la web:<br />

http://www.elmardeskyper.com


Vicente Luis Mora<br />

Córdoba, España, 1970. Es Doctor en Literatura Española Contemporánea y ejerce la crítica<br />

en su blog Diario de Lecturas (http://vicenteluismora.blogspot.com) y en revistas como<br />

Ínsula, Quimera, Mercurio, Clarín, Siglo XXI, Cuadernos del Sur y varios medios digitales.<br />

Ha publicado la novela Alba Cromm (Seix Barral, 2010), el libro de relatos Subterráneos<br />

(DVD, 2006, premio Andalucía Joven de Narrativa 2005), la novela en marcha Circular 07.<br />

<strong>La</strong>s afueras (Berenice, 2007), y los ensayos Singularidades. Ética y poética de la literatura<br />

española actual (Bartleby, 2006), Pangea. Internet, blogs y comunicación en un mundo<br />

nuevo (Fundación José Manuel <strong>La</strong>ra, 2006), <strong>La</strong> luz nueva. Singularidades de la narrativa<br />

española actual (Berenice, 2007), y Pasadizos. Espacios simbólicos entre arte y literatura (I<br />

Premio Málaga de Ensayo, Páginas de Espuma, 2008). También ha publicado Quimera 322<br />

(2010), inclasificable proyecto sobre la falsificación literaria desde la teoría y la práctica, a<br />

través de 22 seudónimos, que apareció como no 322 de la revista Quimera. Sus últimos<br />

poemarios hasta el momento son Nova (Pre­Textos, 2003), Construcción (Pre­Textos,<br />

2005) y Tiempo (Pre­Textos, 2009).


José Manuel Vara<br />

Nacido en 1965.<br />

LIBROS PUBLICADOS:<br />

Ego Pervertum, junto a Denisse Sánchez. Neurótika Books, 2010.<br />

Daño Selectivo. Neurótika Books, 2011, <strong>Excodra</strong> Editorial, 2013.<br />

<strong>La</strong> habitación roja. Neurótika Books, 2011.<br />

Poesía bastarda de saldo, Neurótika Books 2012.<br />

Dead Zone, poesía de Lucía de Fraga y José Manuel Vara. Neurótika Books, 2012.<br />

Pecados capitales y emociones asociadas. Neurótika Books, 2013.<br />

<strong>La</strong> zona muerta, <strong>Excodra</strong> Editorial, 2014.<br />

FANZINES, ANTOLOGÍAS, ETC.:<br />

Resaca, Hank Over, un homenaje a Charles Bukowski. Ed, Caballo de Troya. Vinalia<br />

Trippers, Plan 9 del espacio exterior. Viscerales. Ediciones del Viento. Esto no rima,<br />

antología de poesía indignada. Editorial Origami. Una navidad de muerte. Editorial<br />

Origami. Vinalia Trippers, Trippers from the Crypt. Vinalia Trippers, Spanish Quinqui.<br />

Underground Boys. Neurótika Books.<br />

Gestiona: Editorial Neurótika Books: http://issuu.com/varaneurotika<br />

Blog: http://atrocityexhibitionfanzine.blogspot.com.es/


Alejandra Guzzini<br />

Hasta los 13 años fui sencillamente Sandra, un diminutivo italiano de mi nombre original,<br />

pero, que nunca me gustó. Así que a los 13 años cuando comencé mi educación secundaria,<br />

pasé a recuperar mi nombre original. Nací en Buenos Aires, bajo la dictadura, y me fui de<br />

mi país bajo dictadura también 26 años después. Vivo en España desde el año 1983, y aquí<br />

en esta tierra yerma y pequeña (<strong>La</strong>s Palmas de Gran Canaria) me sentí acogida y cuidada.<br />

Mi país, sencillamente, me dio la espalda. Escribo desde siempre, no sé si bien o mal, pero,<br />

es mi salvoconducto para poder ser. Hace aproximadamente un año, y con el apoyo<br />

incondicional de una amiga mía, me atreví a publicar una pequeña reseña poética de mi<br />

historia dentro de la literatura. En Junio del 2010 salieron mis primeros "Fragmentos del<br />

espejo" http://espiral­literaria.org/. Fue una experiencia enriquecedora y que de alguna<br />

forma cambió mi vida. Sin pretensiones, sin anhelos que fueran más allá de "ser leída".<br />

Participo desde hace muchos años en una web literaria: www.grupobuho.es. Esta página<br />

fue mi primera incursión pública, donde expuse lo que escribo. Ahora en la actualidad,<br />

intento incursionar en diferentes estilos, sin apuros, sin agobios, simplemente por el mero<br />

placer de sentir que quedan huellas.


Raquel Calvo<br />

Fotógrafa. Ha publicado Live is life. Esta revista la conoció a través de este trabajo, la vio de<br />

refilón y en persona en un show Loopoético de Jordi Corominas i Julián para después ver<br />

las fotografías del evento y quedar más prendado. Extraemos estas palabras de la bio de su<br />

libro ­todo lo demás, es misterio­: “<strong>La</strong> exposición “Live is Life” es, por una parte, el<br />

testimonio de la fotógrafa Raquel Calvo de la escena musical en la ciudad de Barcelona,<br />

que tuvo lugar entre los años 2008 y 2012. Escena que continua evolucionando, y que ha<br />

sido ­y continúa siendo­ caldo de cultivo en el que se encuentran muchas de las inquietudes<br />

que inspiran el universo de la mirada de Raquel. <strong>La</strong> experiencia de la exposición “Live is<br />

Life” se completa con una serie de textos, gracias a la colaboración de grandes<br />

personalidades en el mundo del periodismo y la literatura, textos que son indisociables a<br />

las imágenes de Raquel, y que en ocasiones se nos antojan como las piezas de un misterio<br />

que el espectador deberá descubrir por sí mismo.”


Eli Mora<br />

Eli Mora. Nacida en Barcelona en 1984, licenciada en Biología. En la actualidad se está<br />

perparando para doctorase en biología evolutiva. Fotográfa Amateur des de 2008, ha<br />

colaborado con diferentes revistas y medios de comunicación. Puedes ver su trabajo aquí<br />

www.elimoraphotography.com


Ludovica Bastianini<br />

Nació en Nápoles, el 17/01/1986. Es licenciada en la Facultad de Historia del Arte y<br />

Conservación del Patrimonio Histórico y Artístico, con un tesis sobre el fotógrafo español<br />

Paco Gómez y el grupo Afal.<br />

Realizó los cursos de Dibujo y Ilustración, de la escuela Comix de Nápoles, y los cursos de<br />

Fotografía de Autor y de Técnicas Fotográficas Alternativas del Instituto IDEP de Barcelona.<br />

Publicó con las editoriales italianas “<strong>La</strong>rcher” y “L’isola dei ragazzi” y participó en varios<br />

concursos y exposiciones colectivas en Italia, en Barcelona, en New York y en Viena.<br />

Ahora vive y trabaja en Nápoles como fotógrafa y pintora.<br />

Colabora con la revista española online “<strong>Excodra</strong>”, con la agencia publicitaria<br />

Pubbli&Rolando, con la asociación Ars<strong>La</strong>b en la realización de las escenografías<br />

del espectáculo T’Ammore.<br />

Puedes contactarla aquí:<br />

bastianiniludovica@gmail.com<br />

www.ludovicabastianini.com<br />

Tlfn: 0039 3395040580


Vicenç Rodríguez Bosch<br />

(20/07/1978 ­ BCN), intenta que la fotografía sea una cosa verdadera. Es una ilusión de la<br />

realidad con la que creamos nuestro propio mundo privado. Siempre busca cosas nuevas y<br />

con su cámara en mano intentará hacer que las cosas más simples se conviertan en una<br />

inmensa fuente de arte.


Carlos Esteban Resano Vasilchik<br />

Carlos Esteban Resano Vasilchik. Buenos Aires, 22 de octubre de 1956. Vive en Buenos<br />

Aires hasta 1976. Se traslada a Mar del Plata, provincia de Buenos Aires, donde estudia<br />

arquitectura. Obtiene el título de arquitecto en 1982 y comienza la tarea profesional. Dicta<br />

cursos de dibujo arquitectónico para la ASOCIACIÓN DE ARQUITECTOS DE MAR DEL<br />

PLATA. Exposiciones colectivas de arquitectura y dibujo artístico. Colaboración con revista<br />

de arte y cultura (INTEGRARTE). Se traslada a Barcelona en 1988. Fija su domicilio en El<br />

MASNOU, provincia de Barcelona. Desarrolla la tarea profesional juntamente con la<br />

plástica. Colaboración con publicaciones del ámbito local (Castelldefels) y de Argentina<br />

(INTEGRARTE). Exposición Colectiva EL ARTE EN EL CÓMIC\" en Sant Pol de Mar, Galeria<br />

Sant Pol Art (2003), Exposición Individual Restaurant EL BLAU, El Masnou (2004)<br />

Exposició Individual restaurant EL BLAU, El Masnou (2009) Exposició Colectiva \"<br />

RECORDANDO A GENIA\", en Sant Pol de Mar, Galeria Sant Pol Art (2010). Exposición<br />

permanente en Espacio de arte de ARQNOU scp. Exposición Indiv¡dual Sala Leix del Raval,<br />

Febrero/2011.


Jalón de Aquiles<br />

Nacido en Barcelona... un 31 de julio de 1982. Prematuramente destaco su interés por el<br />

Color. Tras finalizar sus estudios básicos, sabia bien cual era el camino a seguir, así tuvo<br />

lugar su entrada en una escuela de arte, allí transcurrieron cinco años de su vida, durante<br />

los cuales sus creaciones adquirieron personalidad propia.<br />

Con un estilo pictórico influenciado mayormente por el surrealismo el modernismo y el<br />

impresionismo, sus obras muestran mundos fantásticos y situaciones cotidianas. El color es<br />

el protagonista en sus obras, lo cual hace que haya gran variedad de temas. <strong>La</strong> música es<br />

uno de los principales factores de inspiración en su obra.<br />

Hoy en día con exposiciones varias, profesor de pintura, diseñador, ilustrador y muralista<br />

urbano persiste su pasión por la pintura...<br />

Imagen de portada: Jalón de Aquiles


LA FILOSOFÍA<br />

NÚMERO <strong>XXIV</strong><br />

MAYO 2015<br />

REVISTA EXCODRA<br />

http://www.excodra.com

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