Excodra XXX: La danza
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EXCODRA<br />
REVISTA DE LITERATURA<br />
(Y OTRAS ARTES)<br />
Nº 30<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong><br />
REVISTA EXCODRA<br />
2016
Edición: © Revista <strong>Excodra</strong>.<br />
Imagen portada: © Irene Moray.<br />
<strong>La</strong> autoría de los textos e imágenes de la revista pertenece a cada uno de sus respectivos autores.<br />
Dirección Revista <strong>Excodra</strong>: Rubén Darío Fernández.<br />
Revista <strong>Excodra</strong>. Número <strong>XXX</strong>, <strong>La</strong> <strong>danza</strong>. Mayo, 2016.<br />
ISSN 24452157<br />
Depósito Legal: C 1632016<br />
Revista <strong>Excodra</strong><br />
Avd/ Romero Donallo, 9. Bajo.<br />
15706 Santiago de Compostela<br />
A Coruña<br />
Impreso por Podiprint.<br />
http://www.excodra.com<br />
excodra@excodra.com
ÍNDICE<br />
Contenidos<br />
Página<br />
EXCODRA <strong>XXX</strong>: LA DANZA 3<br />
EDITORIAL 5<br />
NARRATIVA 9<br />
Carmen Velasco Rengel: Danza, <strong>danza</strong>, maldita... 9<br />
José G. Cordonié: 8 gramos 14<br />
Abigail Serrano: 1945 22<br />
Rita Orellana: Alarmas 28<br />
Lucas Egea: Un baile para todos 30<br />
ENSAYO 36<br />
Ester Guntín: <strong>La</strong> ambigua desnudez de Bella Figura 36<br />
Sonia Rico Trujillo: Isadora Duncan: Anécdotas 45<br />
Maica Bermejo Miranda: Partenaires 47<br />
Maripau González: El lenguaje poético de la <strong>danza</strong> 50<br />
Cristina Serrat: Danzar: <strong>La</strong> unión de la tierra y el cielo 53<br />
POESÍA 61<br />
Miguel Ángel Ortiz Albero: Fragmentos de Suite Galván 61<br />
Alba Tor: Sentimiento Oceánico / Sentiment Oceànic 64<br />
Náyade Quero Rocamora: Camaleón 67<br />
Felipe Zapico Alonso: Ritual 68<br />
José Manuel Ramón: Noche profunda (Inframundo) 70<br />
ARTES VISUALES 73<br />
Irene Moray 74<br />
Alicia Burrieza Zapatero 100<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 1 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
Agustín Calvo Galán 108<br />
Marta Fernández Clemente 110<br />
ENTREVISTA 127<br />
Miguel Ángel Ortiz Albero 127<br />
COLABORADORES 135<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 2 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
EXCODRA<br />
REVISTA DE LITERATURA<br />
(Y OTRAS ARTES)<br />
Nº 30<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong><br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 3 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 4 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
EDITORIAL<br />
Querido lector, llegamos al número 30 de la Revista <strong>Excodra</strong> con<br />
otro de nuestros números sobre disciplinas artísticas, en esta ocasión,<br />
sobre <strong>La</strong> <strong>danza</strong>. Nos ha entusiasmado muchísimo hacer un número sobre<br />
este arte, que a veces sentimos minusvalorado pero también es cierto<br />
que lo sentimos en alza. Tal vez, haya cierta carga de significación<br />
negativa sobre la palabra “<strong>danza</strong>” respecto a la palabra “baile”, y cuando<br />
pensamos en <strong>danza</strong> se nos vienen tutús a la mente y cuando pensamos<br />
en baile se nos viene Shakira o a nosotros mismos en un concierto,<br />
pero lo cierto, es que son sinónimos y en realidad hacen referencia al<br />
mismo hecho mover el cuerpo acompasadamente..., sólo que a nuestro<br />
castellano cada una ha llegado por diferentes vías, ya sea grecolatina,<br />
ya sea germánica. Fuera como fuere, dancemos, bailemos, que es lo<br />
mismo.<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> es un arte tan grande que lleva en sí a otras artes como la<br />
poesía y el teatro, la interpretación, la actuación, haciendo versos con<br />
el cuerpo que muestran y sugieren de una manera muy potente, desde<br />
lo erótico a la muerte.<br />
En este número, por suerte y como siempre, os hallaréis de frente<br />
con gran cantidad de interpretaciones diferentes sobre lo que sea el<br />
<strong>danza</strong>r, sobre su capacidad de provocar el éxtasis o sobre su capacidad<br />
de hacernos llorar o sobre su capacidad de rasgar la realidad mediante<br />
la descarga física de las emociones. Encontraréis ficciones con pasión,<br />
con ternura y con humor, encontraréis reflexiones sobre artistas de la<br />
<strong>danza</strong> y sobre qué sea la <strong>danza</strong>, encontréis poesía que <strong>danza</strong> e imágenes<br />
del bailar y de sus sentimientos, encontraréis un gran número que<br />
muestra y medita sobre este arte tan ancestral como nosotros mismos,<br />
ya lo veréis... y <strong>danza</strong>réis.<br />
Disfrutad, disfrutadlo.<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 5 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 6 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 7 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 8 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
NARRATIVA<br />
Danza, <strong>danza</strong>, maldita...<br />
Carmen Velasco Rengel<br />
Gloria: ¿Y qué pasa si es que ganamos?<br />
Rocky: Encanto, llevo mucho tiempo en este negocio.<br />
Puede que no reconozca a un ganador al verlo,<br />
pero desde luego, me doy cuenta del que va a perder.<br />
Gloria: Hijo de perra.<br />
Rocky: Puede ser.<br />
Danzad, <strong>danza</strong>d, malditos<br />
(They Shoot Horses, Don't They?)<br />
Sydney Pollack, 1969.<br />
Movimiento 1<br />
Todo el mundo tiene deseo, aspiraciones. Yo siempre he deseado ser<br />
bailarina, creía reunir suficientes dotes para serlo. Sin embargo, en la<br />
vida aparecen obstáculos infranqueables que malogran nuestros sueños.<br />
Algunos parecen alcanzables y con el tiempo se vuelven descabellados.<br />
Quedan otras esperanzas más cercanas, más reales y tal vez más<br />
fáciles de superar; la paradoja es que a veces pueden volverse, por alguna<br />
incomprensible razón, imposibles de realizar.<br />
«Sabiduría china sobrevalorada», me dije, «bueno es soñar, despertar<br />
es mejor».<br />
Mis ilusiones infantiles tropezaban con el escollo de los años. Hoy<br />
día, una vez pasado el tiempo, estoy en condiciones de asegurar que<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 9 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
impedir una temprana vocación para la que alguien cree estar irremisiblemente<br />
destinado acaba por convertirse en una obsesión imprudente<br />
que conlleva riesgos peligrosos.<br />
Sé muy bien cuánto debo al señor Chamberlain el descubrimiento<br />
de la escultura que me distrajo de mi particular fijación en la <strong>danza</strong>. Él<br />
me enseñó a deleitarme con los clásicos griegos, tan importantes en mi<br />
formación, y a apreciar mejor a Rodin, al que yo ya admiraba. Me descubrió<br />
métodos antiguos fascinantes y me aconsejó acerca de los profesores<br />
adecuados para mi singular talento. Era un gran experto y un<br />
gran maestro. Sólo una sombra se interpuso entre nosotros cuando yo,<br />
atrevida discípula, dejándome llevar por la efusión, me aventuré a revelarle<br />
la idea que me rondaba desde hacía tiempo. Comprendo que no se<br />
mostrara receptivo y hasta que resultase un tanto huraño ante mi peculiar<br />
punto de vista. Pero no entendí su desdén cuando le sugerí con modestia<br />
la idea de conectar la <strong>danza</strong> y la escultura. <strong>La</strong>mentablemente su<br />
repentina muerte dejó abierta esa grieta entre nosotros.<br />
A pesar de la alta estima en que tenía su juicio, después de su irreparable<br />
desaparición continué profundizando en la idea de vincular las<br />
dos artes, en las posibilidades de su entendimiento. Llegué incluso a<br />
publicar artículos, no demasiado exhaustivos, lo confieso, que levantaron<br />
acalorados comentarios dándome alguna publicidad que alentó mi<br />
devenir artístico.<br />
Fue por entonces, hace apenas unos meses (¡pero qué lejanos ya!),<br />
cuando planeé la exposición titulada: LA DANZA ERÓTICA: UNA MIRADA DE<br />
BRONCE. Si algo me hubiese hecho dudar de su conveniencia, el entusiasmo<br />
de mi representante lo habría superado con creces arrojándome<br />
al trabajo sin vacilar. Así lo hice, en parte sintiendo que era mi deber<br />
más inmediato.<br />
Tardé bastante tiempo en la planificación. Ardua tarea la de rescatar,<br />
en honor al Sr. Chamberlain, el antiguo método de la cera perdida<br />
a la manera de la fundición de bronce primitiva. Sabía de antemano la<br />
difícil elaboración de esta técnica artesanal fundada en hacer cada imagen<br />
con cera de abejas, cubrirla con una capa de arcilla, ponerla al horno<br />
hasta que estuviera bien cocida, abrir un agujero para que saliera la<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 10 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
cera caliente y dejar un molde en el que verter bronce derretido de tal<br />
modo que, al enfriarse el metal, rompiera la arcilla y quedara la imagen<br />
de metal con la misma forma que la original de cera.<br />
El procedimiento expuesto convenientemente para crear expectación,<br />
junto con la explicación de las piezas, fue publicado en primicia<br />
para darlo a conocer a un reducido público interesado mediante un librito<br />
o programa.<br />
Movimiento 2<br />
Cómo no recordar el agotamiento de aquellos días. Había pasado<br />
demasiado tiempo durmiendo apenas tres horas, trabajando sin descanso<br />
hasta que la colección estuvo casi terminada. Había fabricado ya, en<br />
tamaño mediano, tres de los animales emblemáticos en la mitológica<br />
<strong>danza</strong> amorosa. El gallo, al que tenían como símbolo en Creta por cantar<br />
hasta el amanecer. <strong>La</strong> perdiz macho, que cojea en su <strong>danza</strong> amorosa<br />
sujetando un talón con el que se dispone a golpear a sus rivales, baile<br />
imitado en honor de la diosa Luna en ciertas civilizaciones utilizando<br />
bailarines renqueantes y alados. <strong>La</strong> grulla, pues ejecuta una <strong>danza</strong> similar.<br />
Mi trabajo consistía en la exhibición de siete mujeres <strong>danza</strong>ndo sobre<br />
cueros recién desollados de animales sacrificados y un círculo de<br />
siete bailarines representando los cursos anuales de los cuerpos celestes:<br />
el Sol, la Luna y los cinco planetas. Estas dos muestras estarían distribuidas<br />
a ambos lados de la gran sala rectangular (unos veinte metros<br />
cuadrados) de la Galería Door Openers. En el centro colocaría las figuras<br />
de cera y el laberinto.<br />
<strong>La</strong> obra había sido realizada a partir de la recreación del orden cronológico<br />
de los mitos en Grecia, por tanto, en función de ese orden,<br />
después del culto de la perdiz debía seguir el del toro celeste que iría<br />
también en el centro del recinto. En este punto se me planteó un grave<br />
problema. Un alarmante bloqueo me paralizó cuando quise plasmar el<br />
ruedo taurino en Creta y construir el laberinto de matorrales que se utilizaba<br />
para atraer a las perdices hacia su macho, enjaulado en la parte<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 11 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
central. Pero lo peor fue que me encontraba incapacitada para representar<br />
al toro, símbolo último y fundamental de toda la tradición de la<br />
<strong>danza</strong> amorosa.<br />
Un estado febril se apoderó de mí, una especie de desvarío me apartó<br />
por completo de mi propósito inicial durante no sé cuánto tiempo.<br />
No comprendía, de repente, el sentido de mi trabajo. Había olvidado<br />
qué objetivos me movían, no había conexión alguna entre aquella idea<br />
ancestral y nuestra civilización, o yo no sabía encontrarla, o se había<br />
perdido en la maraña de ideas trepidantes. «<strong>La</strong> Belleza será convulsa o<br />
no será», ¿quién lo dijo? En cualquier caso, no encontraba conexión entre<br />
aquel espectáculo y nuestra sociedad del espectáculo, no había manera<br />
de poner música a aquellos festejos, su música no era mi música,<br />
nuestra música, todo parecía escapárseme de las manos… ¡Cómo eché<br />
de menos entonces a mi maestro y cuánto lamenté no haberlo escuchado<br />
cuando me aconsejaba!<br />
En este punto perdí la noción del tiempo, del espacio. Imagino que,<br />
crispada hasta el paroxismo y hostigada por mi representante que no<br />
dejaba de importunar, me encerré en mi estudio para acabar con aquel<br />
padecimiento de cualquier forma. Sólo recuerdo que trabajaba desnuda<br />
porque el calor sofocante del fresno quemándose en el horno me empapaba<br />
la ropa. Si fuerzo un poco la memoria, adivino que dibujé el laberinto<br />
que acogería al toro en el centro, como una pista de baile. No<br />
puedo reconstruir en absoluto la ejecución de la imagen del animal.<br />
Creo entrever que, agotada después de un tiempo, dormí profundamente<br />
en mi habitación.<br />
Movimiento 3<br />
Lo recordaré siempre con la misma claridad. Desperté de repente en<br />
la habitación oscura, una raya de luz asomaba por debajo de la puerta.<br />
Sin pensar, salté de la cama y corrí al estudio. Una bocanada de aire infernal<br />
me golpeó al abrir la puerta y allí, justo detrás, como acechando,<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 12 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
una figura monstruosa me esperaba inmóvil en la puerta del laberinto:<br />
una descomunal figura con cabeza de toro y cuerpo de hombre.<br />
Aunque parezca absurdo observé a aquella bestia detenidamente y<br />
con total frialdad. Una especie de serpiente le recorría el cuerpo desde<br />
el cuello hasta el tobillo como una inmensa vena. Avanzó unos pasos<br />
hacia mí, cojeando, y esa deformidad le confería un aspecto aún más<br />
repugnante. <strong>La</strong> mueca de su rostro se torcía igual que su cuerpo en movimiento.<br />
Ese gesto escalofriante que recuerdo tan bien, acababa en<br />
una sonrisa sardónica, cruel, terrible, que moldeaba su enorme boca. Oí<br />
entonces una voz tan ronca como dulce:<br />
―Danza, <strong>danza</strong>, maldita…<br />
En principio no entendía el significado de aquellas palabras, ni me<br />
interesaba. Me sentí totalmente abducida por la musicalidad de su timbre,<br />
fascinada por aquella figura infame, inmunda, que parecía venir<br />
del infierno pero al mismo tiempo fascinante. <strong>La</strong> sentí mía, era mi obra.<br />
Quería recrearme en su aspecto, revelar lo que había más allá de la<br />
pura apariencia, qué había de mí en él, entender por qué había creado<br />
aquel extraño ser. Lo detesté y al mismo tiempo sabía que estaba unida<br />
a ese monstruo por lazos invisibles.<br />
Descubrí el alfiler incrustado en su pierna más corta que tapaba el<br />
agujero por el que habría salido la cera vertida; pero al encontrarme a<br />
dos pasos frente a él, las piernas no me respondieron. De un modo agitado<br />
y provocador comencé una <strong>danza</strong> alrededor del minotauro, hipnotizada<br />
por el alfiler dorado, por sus piernas vigorosas, por su pene erecto,<br />
por sus hombros perfectos. Pugnaba contra una energía inexplicable<br />
que me empujó a dar tres vueltas en torno a él y caer de rodillas delante<br />
de su imagen celebrando, sin saberlo, el ritual mítico y sagrado que<br />
el destino me tenía reservado.<br />
Y así fue, María, como una tarde cualquiera aquel hombretoro me<br />
abrazó y me abrasó, rojo y ardiente fuego, dejándome en el estado en<br />
que ahora me encuentro.<br />
CVR<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 13 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
8 gramos<br />
José G. Cordonié<br />
Que todo en esta vida es un puto baile.<br />
Que las estrellas que veo a través de la ventana <strong>danza</strong>n. O que quizá<br />
sea el tintineo de su luz lo que hace que parezca que bailen. Y que genera<br />
la sensación de movimiento.<br />
El cielo es negro como una sombra. Y la titilación las estrellas da la<br />
sensación de un baile. Allí arriba, más allá incluso de la luna carcomida<br />
que trata de alumbrar tímida la noche con su espalda menguada. Un<br />
baile —me digo mientras saco un cigarrillo del paquete arrugado y lo<br />
llevo hacia la boca hasta dejarlo colgado de los labios. Una puta <strong>danza</strong><br />
ancestral. Primitiva. Inmediata. Un equilibrio atávico del instinto, un<br />
ritmo en la piel y en la carne y en los huesos. Un impulso impensado en<br />
la caótica parábola del tiempo. <strong>La</strong> curvatura del espacio donde las estrellas<br />
bailan. Danzan. Y toda esa luz en los ojos de ella es un solo punto.<br />
Y ese punto de luz es un universo y es un infinito, sin principio ni<br />
fin, un pozo donde todo empieza y donde todo acaba. El Principio y el<br />
Fin que aúnan la Nada y el Todo. Bailan sus pupilas la noche. Baila su<br />
cuerpo frente a mí, que es más que carne y hueso, mientras mis ojos dibujan<br />
espirales sobre su piel. Todo está allí reunido, la estela del tiempo<br />
imposible concentrado en momentos ancestrales y en sueños de<br />
cienciaficción. Y todo es ahora baile.<br />
Un baile anónimo, de un hombre y una mujer sin más, sin nombres,<br />
porque a nadie le importa un nombre cuando no se ha de recordar jamás.<br />
Un nombre que, si se escucha, se trata de olvidar de inmediato.<br />
Por esa razón nunca me he quedado con los nombres de las mujeres a<br />
las que he follado o el de los hombres a quienes he tenido que matar. Y<br />
por eso mismo tampoco os diré mi nombre.<br />
Llevo años olvidando nombres. Nombres de personas de las que sólo<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 14 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
conservo en mi memoria la instantánea de sus caras aterrorizadas ante<br />
el cañón de mi revólver, segundos antes de que empiece ese otro baile<br />
de sangre y pólvora. Nombres de moteles baratos y apartados de las<br />
ciudades a las que llego para llevar a cabo mi trabajo; lugares solitarios<br />
y lánguidos donde no existen las preguntas ni nadie se queda con tu<br />
puta cara. Nombres de ciudades de las que sólo mantengo intacto ese<br />
olor de la sangre y de la pólvora.<br />
Mi vida también es un puto baile entre carreteras por las que recorro<br />
cientos y cientos de kilómetros sin llegar nunca a la recta que se dibuja<br />
en el horizonte. Cientos de miles de kilómetros de carreteras secundarias<br />
que van uniendo ciudades a ciudades, de las que tras mi paso<br />
borro sus nombres de la memoria, al igual que el asfalto se esfuma en<br />
el retrovisor de mi viejo coche hasta olvidar que por él se ha pasado.<br />
Noches desgastadas en oscuras habitaciones de moteles solitarios<br />
que conforman, sin embargo, un único recuerdo de mi fútil existencia.<br />
Noches de furia y olvido. De disparos a quemarropa por la única razón<br />
de que alguien ha decidido pagarme por ello.<br />
A pesar de los centenares de noches quemadas en esos putos moteles<br />
destartalados y míseros de nombres intermitentes en luz de neón,<br />
no he llegado a acostumbrarme a dormir en sus habitaciones prestadas.<br />
Nunca he llegado a sentir la más mínima comodidad entre el acre olor<br />
a alcantarilla del váter y el polvo en suspensión que sale de los residuos<br />
tóxicos de sus anticuadas moquetas, gastadas por el paso eventual de<br />
miles de pies y coloreadas con los cercos de manchas de restos orgánicos,<br />
que aún conservan allí su rastro. Tampoco soporto el tacto áspero y<br />
desapacible de las sábanas recién lavadas en tintorerías de chinos, que<br />
huelen a desinfectante barato y que están salpicadas de recuerdos pálidos<br />
de otros miserables que entre ellas durmieron, o se agitaron desnudos,<br />
lascivos y sucios, posiblemente durante el acto irreflexivo de abrazar<br />
y babear la carne alquilada por un rato de una triste ramera de bajo<br />
valor. Y cuando hablo de valor, no me refiero al precio que se pague<br />
por esa ración de amor efímero, caótico y displicente, porque si algo he<br />
aprendido en mis noches —en las más rectas y en las más torcidas—, es<br />
que el valor de una puta no se mide por lo que cuesta su servicio, sino<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 15 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
por a quién es capaz de ofrecérselo. Y si hablo de tristeza es porque todas<br />
las putas me parecen tristes. Y una puta triste y mojada por la lluvia<br />
me recuerda siempre a una gata triste y mojada por la lluvia.<br />
[Una <strong>danza</strong> primitiva que atrae la lluvia].<br />
Cindy es de ese tipo de gatas. Llegó —cuarenta minutos después de<br />
marcar el número de teléfono que indicaba su anuncio en internet—<br />
hasta la puerta de mi habitación empapada por una lluvia torrencial<br />
que no había dejado de caer desde antes de que yo entrara en la ciudad.<br />
Una puta maldición bíblica que caía en forma de diluvio con la<br />
fuerza de mil diablos líquidos, inundando el asfalto resquebrajado de la<br />
zona trasera del motel y cubriéndolo de agua en toda su extensión hasta<br />
llegar a la altura de medio neumático de mi viejo coche, el único que<br />
descansaba en el parking al aire libre a donde daba la ventana de mi<br />
cuarto. Habitación con vistas —bromeó mordazmente el viejo hospedero<br />
al entregarme la llave en recepción—. Una habitación de tres por<br />
cuatro metros cuadrados con vistas a la parte trasera, donde el neón tatúa<br />
en azul y rojo discontinuo su nombre en el reflejo del agua en el<br />
suelo.<br />
Ella y yo sabemos que su verdadero nombre no es Cindy, pero también<br />
sabemos que a nadie le importa un nombre que se ha de olvidar, y<br />
que, además, cualquier nombre vale para un breve y lacónico tiempo<br />
de sexo desapasionado y fugaz.<br />
Para un baile de instinto y olvido.<br />
Además, Cindy es un buen nombre de ficción para una puta de poco<br />
valor.<br />
Se seca su cabello teñido de platino con la toalla del lavabo y seguidamente<br />
empieza su baile. Se desnuda ante mí hasta quedarse sólo con<br />
unas pequeñas braguitas blancas. No deja de moverse al ritmo de la<br />
música que suena en la habitación. Puedo ver en detalle su cuerpo flaco<br />
y menguado en la penumbra mientras se acerca bailando hasta mí, que<br />
me encuentro sentado sobre el borde la cama. Le susurro que se aproxime<br />
mientras me enciendo otro cigarrillo y dejo escapar el humo entre<br />
la rendija de mis labios. Tiene un cierto parecido con Miley Cyrus, sobre<br />
todo cuando me mira tratando de romper la tristeza de la mirada<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 16 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
con una mueca de lujuria mientras se baja despacio las bragas y yo la<br />
cremallera del pantalón, pero no existe un gesto que sea capaz de cambiar<br />
una nostalgia traumática como la suya. Se acerca y hago que se detenga<br />
y se arrodille frente a mí.<br />
Antes de que ella empiece, me tumbo sobre la cama y cambio la música<br />
de mi móvil.<br />
Suena Higgs Boson Blues de Nick Cave & the Bad Seeds.<br />
«No puedo recordar nada en absoluto. Árboles en llamas en línea en la<br />
calle. No puedo recordar nada en absoluto. Pero conduzco mi coche hacia<br />
Ginebra».<br />
Cindy, la gatita mojada, sigue contoneándose de rodillas frente a mí<br />
y sus labios y su lengua <strong>danza</strong>n. Noto el ansia dulce en su lengua, que<br />
parece prensil, y la cadencia de sus movimientos rítmicos. Arriba y abajo.<br />
Abajo y arriba. Se mueve al ritmo de la canción. Cierro los ojos e<br />
imagino la habitación de este puto motel ardiendo por el calor que empiezo<br />
a sentir en mi interior y que tengo la sensación de que sale de mi<br />
cuerpo por cada uno de mis poros arrasándolo todo. <strong>La</strong> música de Cave<br />
me detona en la cabeza convirtiéndose en esas imágenes de llamas,<br />
como si ahora el motel fuese el mismo Infierno donde yo fuera un ángel<br />
con sus alas ardiendo y derritiéndose, como si frente a mí el propio<br />
Robert Johnson, de quien habla la canción, tocase su guitarra de diez<br />
dólares para seguir esa melodía que progresa en mi mente sobre la que<br />
se ha extendido, como si fuese una telaraña, un pentagrama de fuego<br />
donde cada nota arde ante la mirada atenta del diablo.<br />
Mi mente baila. <strong>La</strong> gatita baila.<br />
Todo en esta vida es un puto baile.<br />
«¿A quién le importa lo que depare el futuro? Una larga carretera negra,<br />
y conduzco y conduzco. Llego a un cruce. <strong>La</strong> noche es cálida y oscura.<br />
Veo a Robert Johnson con una guitarra de diez dólares a la espalda buscando<br />
su melodía».<br />
Abro los ojos mientras el ritmo de la boca de Cindy no se detiene. <strong>La</strong><br />
miro y veo su cabeza moviéndose junto a la mesilla, donde se encuentran<br />
vacías las ocho botellitas de licor del minibar y mi revólver y el<br />
cargador de seis balas, que esperan a que llegue el momento de ejecu<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 17 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
tar la misión encomendada.<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> sigue… Arriba y abajo. Abajo y arriba.<br />
Yo soy un ejecutor y ella es una puta. Pero la gatita está aquí sólo de<br />
paso. No forma parte alguna del encargo requerido. Yo sólo mato por<br />
dinero, y por la vida de ella nadie daría ni un puto duro, a pesar de que<br />
su vida y su alma valgan probablemente mucho más de lo que puedan<br />
alcanzar jamás en el mercado de divisas las vidas y las almas de muchos<br />
que conozco. Mucho más que el alma y la vida del hombre al que<br />
me han ordenado eliminar, que aún no sabe que la cuenta atrás de su<br />
tiempo ha comenzado.<br />
«Bueno, ahí viene Lucifer con su propia ley y un centenar de bebés negros<br />
saliendo de su mandíbula genocida. Él tiene el auténtico ritmo asesino.<br />
Robert Johnson y el diablo. No saben quién va a estafar a quien».<br />
El hombre al que me han encomendado matar es uno de esos tipos<br />
que deciden las tendencias de moda. Uno de esos que decretan si se va<br />
a llevar el color berenjena o el pistacho, si la falda será larga, mini o extralarga.<br />
Si los zapatos serán de tacón fino o grueso, más altos o más<br />
bajos. Si vestiremos de lana pura, algodón o con alguna mezcla de tejidos<br />
textiles, cálidos o fríos, ásperos o suaves. A esta gente se les llama<br />
Cool Hunters. Putos gurús de la moda que mueven los hilos de nuestra<br />
sociedad y nos dicen cómo vamos a vestir y cuánto vamos a menear la<br />
maldita tarjeta de crédito en los próximos meses. Es uno de esos tipos<br />
que deciden la música y la letra para que todos bailemos a su son.<br />
[Otro puto baile de marionetas].<br />
Cindy no será nunca una de esas mujeres que siguen las tendencias<br />
de la moda definidas, de ésas que cambian en cada temporada su fondo<br />
de armario en base a lo que los putos gurús han decidido. No es, ni será<br />
jamás, una de esas mujeres que sólo encuentran su seguridad vistiendo<br />
como les dictan los anuncios de la televisión y como ven que visten las<br />
modelos de las revistas de moda y de las páginas rosas, aunque sus<br />
cuerpos y sus bolsillos se encuentren a años luz de esa constelación de<br />
estrellas prefabricadas con plástico y silicona. Ella es una gatita flaca y<br />
triste, cuya máxima pretensión es mantenerse viva cuando despunta el<br />
alba.<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 18 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
En su trabajo, mantenerse viva es ya un mérito suficiente. No se le<br />
puede pedir más a una vida como la suya cuando se malvive entre las<br />
sombras de la realidad más canalla.<br />
Y ahora la siento muy viva frente a mí. Danzando. Una bailarina de<br />
hielo y fuego.<br />
«Oigo a un hombre predicando en un lenguaje completamente nuevo,<br />
sí, haciendo sufrir a las pollas calientes en este tugurio, mientras las chicas<br />
de la limpieza gimen sobre sus fregonas, y el botones salta y baila».<br />
Pienso de nuevo en el grandísimo hijo de puta al que voy a matar y<br />
siento que me fascina la idea. <strong>La</strong> idea de acabar con la vida de un puto<br />
Cool Hunter que desprecia a mujeres del tipo de la chica triste que me<br />
está llevando a un increíble momento de felicidad plena con su baile.<br />
Me reincorporo de la cama sin permitir que ella deje de hacer su trabajo,<br />
y estiro mi mano hasta llegar a su sexo para acariciarlo con la yema<br />
de dos dedos y sentir el rocío caliente por la condensación del ardimiento<br />
que allí se concentra. Su cara se contrae en un gesto de satisfacción<br />
y de deleite, cerrando los ojos y apretando los párpados suavemente<br />
a la vez que abre los labios carnosos en un gemido mientras sus caderas<br />
y su pubis se mueven en un baile libidinoso. Es un gesto que<br />
hace que me recuerde aún más a una provocadora y revuelta Miley Cyrus,<br />
y consigue excitarme aún más. Mucho más. Me revuelco sobre mí<br />
mismo y, sin dejar de mirarla, tomo una de las balas del cargador que<br />
tengo sobre la mesilla y la introduzco con suavidad dentro de su coño.<br />
Ella se detiene por un instante y, tras un leve suspiro y una breve contracción,<br />
vuelve a bailar con sus labios y con su lengua para entretener<br />
a mi sexo crecidamente encendido con la dulce bondad de su boca.<br />
Su pubis está rasurado, pero se nota que se lo ha afeitado días atrás,<br />
por lo que su tacto es áspero, pero a la vez es tremendamente sensual,<br />
como si fuera una lija de seda salvaje. Lo miro con deseo y llego a la<br />
conclusión de que podría encenderse una cerilla rascándola suavemente<br />
sobre su Monte de Venus.<br />
Saco la bala de su sexo y pienso que ese proyectil de ocho gramos<br />
irá desde su coño hasta la cabeza del puto Cool Hunter. Y que estallará<br />
en su cabeza impregnándolo todo del olor dulceácido del sexo de la<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 19 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
chiquilla. Y que ese olor quedará por encima del olor de la pólvora y de<br />
la sangre.<br />
«Un disparo suena a un ritmo espiritual. Todo el mundo sangra con el<br />
blues del Bosón de Higgs».<br />
Esa es mi misión. Matar a ese cabrón al que no sé por qué motivo<br />
quieren matar. Lo imagino en su mansión. En el jardín de su gran mansión<br />
tumbado sobre una hamaca de madera de sequoia. Lo imagino con<br />
una camisa muy cool, con unos pantalones de bermudas supercool, con<br />
sus mocasines blancos megacool de piel de Koala apoyados sobre el mullido<br />
césped de hierba de bahía cortado a navaja. Lo imagino fumando<br />
un gran Habano y bebiendo un gintonic de Nolet's dry gin, con hielo de<br />
la empresa Gläce Luxury Ice Co., extraído virgen de un glaciar y tallado<br />
a mano cubito a cubito, servido en una gran copa que parece un puto<br />
florero. Quizá su Oráculo no haya favorecido a mis pagadores con sus<br />
juicios y por eso quieran matarlo. A mí me da exactamente igual. Yo<br />
soy un simple ejecutor que no hace preguntas y al que no le importan<br />
las razones.<br />
Sólo sé que tengo que matar a ese tipo, cuyos valores no son más<br />
que aquellos que se cuentan por fajos de papel moneda. Esa es toda su<br />
espiritualidad. Todo es vacío. Quizá en eso nos parezcamos. No como<br />
Cindy, que es mejor que nosotros. Ella es una bailarina que cree en<br />
Dios y que está segura de que tras esta vida alcanzará un mundo mejor.<br />
Cada uno tiene su misión en este valle de lágrimas y cada uno espera<br />
su recompensa final. Ella espera esa recompensa espiritual, al igual que<br />
sé que yo me encuentro en un momento de colapso espiritual, por lo<br />
que ahora sólo espero una recompensa terrenal. Muy terrenal.<br />
Y esa es la actual misión de Cindy. Consiste únicamente en bailar y<br />
llevarme al éxtasis con sus labios y con su lengua. Y apunto estoy de subir<br />
el último peldaño que lleva hasta la cima de la Gloria cuando vuelvo<br />
a cerrar los ojos y reaparece la impresión de sentir mi cuerpo en llamas.<br />
«¿Puedes sentir el latido de mi corazón? ¿Puedes sentir el latido de mi<br />
corazón?».<br />
Siento claramente la tensión elástica de mis músculos y de mis labios,<br />
que me avanzan que estoy muy próximo a alcanzar el orgasmo. A<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 20 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
punto de estallar. <strong>La</strong> sien y el corazón palpitando y el estómago aullando.<br />
Todo es un baile… Sigue, nena, sigue…<br />
«Mamá se comió al pigmeo. El pigmeo se comió al mono. El mono tiene<br />
un regalo que te envía a ti de vuelta. Mira, ahí viene el misionero con<br />
su viruela y su fiebre. Está salvando a los salvajes con su blues del Bosón<br />
de Higgs».<br />
Esa sensación de tensión es parecida a la que percibo cada vez que<br />
voy a apretar el gatillo, a pesar de que el final sea bien distinto. Pero<br />
ambas acciones —eyacular y matar— tienen en común esa tensión anterior.<br />
Y, tras ellas, siempre me invade una sensación similar de caída a<br />
un abismo negro. Se llama TTPT. Trastorno de tensión postraumático,<br />
que me lleva al impulso de huir. De salir corriendo.<br />
«Oh, deja que el maldito día termine. Los días lluviosos siempre me entristecen.<br />
Miley Cyrus flota en una piscina en Toluca <strong>La</strong>ke. Y tú eres la<br />
mejor chica que he tenido nunca».<br />
El Cielo sólo se siente por momentos, al igual que el Infierno. Todo<br />
lo demás es Limbo. Y todo en esta vida es un puto baile.<br />
«No puedo recordar nada en absoluto».<br />
Miro la difuminada estela del culo de Cindy cuando sale de la habitación<br />
en penumbra, teñida por el azul y el rojo intermitente del cartel<br />
de neón del motel, y me quedo tumbado sobre las sábanas de la cama<br />
deshecha, fumando otro cigarrillo en este Limbo donde espero el momento<br />
de iniciar de nuevo el camino curvo hacia el Infierno, que se<br />
abrirá con la melodía de un nuevo disparo de mi revólver, como un<br />
blues compuesto por una bala de ocho gramos de plomo y pólvora que<br />
se desmembrará al detonar, como si fuesen partículas subatómicas flotando<br />
en el bosón de Higgs, bailando en el Infinito.<br />
JGC<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 21 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
1945<br />
Abigail Serrano<br />
<strong>La</strong> primavera tocaba a su fin cuando conoció a Madame Gorrión.<br />
Volvía de la fábrica. Sus padres no regresarían a casa esa noche, ni<br />
ninguna otra. Engullirían, ansiosos pero sin ganas, el rancho reglamentario<br />
y se acurrucarían en su catre, su madre hacinada entre cientos de<br />
mujeres huesudas y desteñidas como ella y, su padre, lo propio con tantas<br />
o más docenas de hombres que, por algún motivo, no habían podido<br />
incorporarse al servicio militar. No por eso dejaban de contribuir al<br />
sacrificio de la patria, construyendo piezas de aviones que en breve se<br />
estrellarían contra objetivos enemigos al grito de “¡Banzai!”. <strong>La</strong> única<br />
diferencia estribaba en que el lema de los kamikazes resonaría para<br />
siempre en la memoria del país, mientras que los aullidos y las muertes<br />
de los patriotas anónimos que les daban las alas, proferidos entre explosiones<br />
y quemaduras, quedarían demasiado ahogados por la miseria<br />
como para ser anotados en alguna página de la Historia.<br />
Estaba anocheciendo y corría una brisa templada que le hacía estremecerse<br />
de vez en cuando. El joven Yoshihiko entornó los ojos y se frotó<br />
los brazos al tiempo que seguía caminando. El rugido que gorgoteó<br />
en su estómago le recordó al de los furgones militares que recorrían la<br />
ciudad, ronroneando como famélicos gatos callejeros, con la bandera<br />
del sol naciente ondeando orgullosamente por encima de las cabezas de<br />
los oficiales. Cruzó el puente que atravesaba el estrecho canal y, al llegar<br />
a la otra ribera, un olor tentador le abofeteó sin piedad. Movido por<br />
un instinto primario más fuerte que la cautela se acercó al portal de<br />
aquella casa de dos pisos, desvencijada y tocada por la mano inmisericorde<br />
del paso del tiempo. Había una brocheta de pescado y un cuenco<br />
de sopa dispuestos sobre una bandeja de madera, pero eso no fue lo<br />
que más impresionó al chico, a pesar del hambre que le mordisqueaba.<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 22 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
Una sombra se movía acompasadamente en el interior de la casa,<br />
tras un estor de papel que hacía las veces de puerta. Yoshihiko parpadeó<br />
y sus ojos se quedaron fijos en los hipnóticos gestos de ésta. Estaba<br />
bailando.<br />
Una súbita corriente de aire húmedo, proveniente del canal, le hizo<br />
estornudar. <strong>La</strong> sombra se detuvo y con gesto grácil se acercó al estor y<br />
lo apartó. <strong>La</strong> anciana, de cuerpo nudoso y cabello veteado e hirsuto, le<br />
estudió con un ligero guiñó de ojos. <strong>La</strong>s pupilas negras casi desaparecieron<br />
entre los pesados párpados y las bolsas que las enmarcaban.<br />
Yoshihiko, que se había acuclillado en la entrada en un gesto inconsciente,<br />
se levantó de un brinco, dispuesto a echar a correr. No obstante,<br />
la mujer se sentó ante la mesita auxiliar, ignorando su presencia. El chico,<br />
tras un primer instante de duda, volvió a acomodarse sobre sus rodillas<br />
y allí permaneció, inmóvil como uno de los pilotes del puente,<br />
contemplando a la anciana comer. Nunca supo cómo se llamaba, pero<br />
aquel mismo día la bautizó en su interior como Madame Gorrión. Comía<br />
como un pajarito, picoteando aquí y allá. Pero no fue el único motivo<br />
que le inspiró aquel nombre.<br />
“¿Qué miras con tanta atención, muchacho? ¿Quieres robarle la<br />
cena a una pobre anciana? ¿Es por eso que has entrado aquí?”.<br />
“No, señora”, musitó él, con las orejas sofocadas.<br />
<strong>La</strong> anciana sacudió la cabeza.<br />
“Nunca había visto tanto hollín en mi vida. Si no tuviese dos dedos<br />
de frente creería que eres un demonio”.<br />
“Trabajo en la fábrica. Igual que mis padres”.<br />
“¿Y por qué no estás con ellos? No son horas de ir vagabundeando<br />
por ahí”.<br />
“Yo puedo irme a dormir a casa de la abuela”.<br />
“¿Y no te da pena tenerla esperando, siendo ya tan tarde?”.<br />
El chico se encogió ante la indignación de la anciana.<br />
“Ella me da más miedo que la fábrica, señora”.<br />
<strong>La</strong> mujer le estudió con más atención y soltó un suspiro. Dejó los<br />
restos de la brocheta en la bandeja y le indicó que podía comerla.<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 23 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
Yoshihiko se lanzó con fiereza sobre las migajas de pescado y las devoró<br />
en un santiamén.<br />
“Si no estabas aquí por la comida… ¿Qué querías?”.<br />
Yoshihiko bajó la mirada al tatami hinchado. Su voz reveló la sencilla<br />
honestidad de sus doce años de vida.<br />
“Quería verla bailar”.<br />
Los ojos de Madame Gorrión se desorbitaron del mismo modo que<br />
los de un pez recién sacado del agua. No esperaba aquella respuesta.<br />
“Nunca había visto a nadie moverse así, como si fuera un pájaro.<br />
Como si, al mover los brazos, pudiese echar a volar”.<br />
Al tiempo que lo decía Yoshihiko la imitó, trazando círculos en el<br />
aire. <strong>La</strong> mujer desplegó una sonrisa con pocos dientes.<br />
“Si te enseñara… ¿Adónde volarías tú, pajarito?”.<br />
El chico lo meditó unos instantes.<br />
“Sólo volaría lejos. Lejos de la guerra”.<br />
<strong>La</strong> anciana se levantó con una agilidad envidiable para la edad que<br />
sus canas y arrugas revelaban.<br />
“Vamos.”<br />
Yoshihiko se apresuró a seguir a Madame Gorrión a la sala contigua,<br />
la del estor. <strong>La</strong> mujer se colocó en una posición que a él le pareció muy<br />
digna, con un brazo rígidamente cruzado sobre el pecho y el otro extendido<br />
paralelo al suelo. Inclinó la cabeza y flexionó ligeramente las<br />
rodillas. Luego sucedió algo que sorprendió aún más a Yoshihiko. <strong>La</strong><br />
boca de la anciana se tensó en forma de pico de pato y de su garganta<br />
afloraron sonidos extraños. Sus brazos empezaron a moverse acompasadamente<br />
y sus pies se deslizaron acariciando el tatami. Estaba interpretando<br />
una melodía muy triste. Yoshihiko contempló la <strong>danza</strong> con tal<br />
intensidad que apenas se atrevió a respirar. En medio del horror cotidiano<br />
que vivía, vislumbrar un trazo de belleza resultó demasiado conmovedor<br />
para su corazón de niño. Éste palpitaba como el pájaro enjaulado<br />
que era cuando la representación terminó.<br />
“Este es el baile que vas a aprender”.<br />
“Sí, señora”.<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 24 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
“A ver, colócate en posición. No, no, el brazo más recto. No debes<br />
dejar espacio entre los dedos cuando extiendas la mano. Así. Dobla un<br />
poco las rodillas”.<br />
Yoshihiko recibía cada regañina y cada palmetazo con deleite, y con<br />
cada movimiento que aprendía se sentía un poco más ligero. Le parecía<br />
increíble que su cuerpo desgarbado pudiese moverse de aquel modo.<br />
Aquella noche no regresó con su abuela, no durmió siquiera. Practicó<br />
los pasos una y otra vez a la orilla del canal, y al día siguiente regresó a<br />
la fábrica.<br />
El tiempo empezaba a ser cálido. El portal de la casa de Madame<br />
Gorrión se había convertido en el nuevo hogar de Yoshihiko. <strong>La</strong> anciana<br />
le había hecho llorar a base de bastonazos cuando se enteró de que<br />
estaba pasando las noches solo en el canal. Después de eso le permitió<br />
dormir al lado de la puerta, arrebujado en un viejo futón, y practicar<br />
con ella después de su turno en la fábrica. El chico se acostumbró rápidamente<br />
al método didáctico de su estricta maestra, pero nunca dejó<br />
de asombrarle el modo en que hacía rodar la lengua por su boca, cual<br />
guijarro empujado por la corriente, y la chasqueaba con maestría entre<br />
los dientes, en el momento preciso, imitando a la perfección el tañido<br />
de las cuerdas de un shamisen. <strong>La</strong> melodía, que parecía subir de las<br />
profundidades de la tierra directamente a su garganta, se matizaba con<br />
el gorjeo propio del instrumento. Madame Gorrión había sido maestra<br />
de <strong>danza</strong> de geishas en el pasado, y también había aprendido a tocar.<br />
Pero le requisaron el shamisen y no le quedó más remedio que entonar<br />
las melodías a cappella para acompañar sus rigurosas prácticas diarias.<br />
“<strong>La</strong> <strong>danza</strong> es el arte de vivir, Yoshihiko. Sin el baile no sabríamos<br />
apreciar la belleza de la propia existencia”.<br />
El día en que Yoshihiko fue cambiado de turno en la fábrica, Madame<br />
Gorrión le explicó la historia del baile que le había enseñado.<br />
“Una pieza ejecutada sin sentimiento es como un plato sin condimento.<br />
Puede ser hermosa pero no tendrá sabor. Tienes que saber qué<br />
estás intentando expresar”.<br />
Al parecer, ella fue también geisha antes de ser maestra. Y siendo<br />
geisha entretuvo a un diplomático extranjero. Éste le contó la historia<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 25 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
del dios Zeus y de su padre Cronos, de cómo el dios del tiempo había<br />
intentado matar a su hijo y cómo el hijo había tenido que segar la vida<br />
de su padre para salvar la suya. <strong>La</strong> joven quedó tan impresionada por la<br />
historia que, muchos años después, creó su propia <strong>danza</strong> para plasmar<br />
la tragedia del relato.<br />
“<strong>La</strong> pieza narra el sufrimiento y el conflicto de Zeus en los momentos<br />
previos al asesinato de su padre. Pero yo no lo bailo por Zeus o por<br />
Cronos. Bailo con la tristeza de nuestra patria que manda a sus hijos al<br />
frente para no volver jamás. Bailo con el dolor de los hijos que un día<br />
se revelarán contra su padre, cuando se hayan cansado de tanta muerte<br />
y destrucción”.<br />
Yoshihiko no fue capaz de pronunciar, mucho menos de retener,<br />
nombres tan extraños. <strong>La</strong> historia, sin embargo, le produjo una pesadumbre<br />
que se le alojó en el pecho con la fuerza de las raíces atravesando<br />
la tierra.<br />
“Cuando acabe la guerra, seré geisha”, anunció, con mirada enardecida.<br />
No se le ocurría privilegio mayor que el de ocuparse en contar tan<br />
conmovedoras historias con la <strong>danza</strong>. Madame Gorrión rió.<br />
“Los hombres fueron geishas una vez, pero ya no. Tendrás que buscarte<br />
otra ocupación”.<br />
El profundo y sereno desaliento de su pupilo la envolvió junto con la<br />
sofocante calima de aquella mañana de agosto.<br />
“Se me ha ocurrido algo. Trae agua del canal”.<br />
Yoshihiko, obediente, bajó por el empinado dique hacia la orilla, observando<br />
con pesar sus manos sucias y encallecidas. Regresó cubierto<br />
de sudor, cargando el cubo con ambas manos. <strong>La</strong> anciana estaba arrodillada<br />
en la pasarela que daba al patio, con un paño sobre las rodillas<br />
y un estuche lacado a su lado.<br />
“Tal vez no puedas ser una geisha más adelante, pero sí puedes serlo<br />
hoy. Al fin y al cabo, geisha significa artista”.<br />
<strong>La</strong> mujer le hizo desnudar y le frotó la piel hasta que toda suciedad<br />
hubo desaparecido. Luego abrió la cajita y extrajo el poco maquillaje<br />
que había logrado conservar. Le empolvó la cara y le pintó la boca de<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 26 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
carmín, deslizando su dedo meñique por los labios del muchacho.<br />
Yoshihiko se estremeció. Nunca había olido tan bien. Madame Gorrión<br />
le ató un sencillo yukata de algodón estampado a la cintura y, tras sacudir<br />
la cabeza, complacida, dijo: “Adelante, Zeus. Cuéntame tu historia”.<br />
El chico se permitió lanzar una mirada al cubo, y el reflejo del agua<br />
le devolvió un rostro hermoso que no conocía. Un óvalo nevado en medio<br />
del cual se alzaba un capullo de flor roja. <strong>La</strong> embriaguez le erizó el<br />
vello al adoptar la postura de inicio. <strong>La</strong> garganta de Madame Gorrión<br />
inició la melancólica tonada y Yoshihiko ondeó los brazos, sintiendo<br />
por primera vez que no eran suyos. Deslizó un pie hacia la derecha. No<br />
pesaba nada. Podía volar. <strong>La</strong> pesadumbre, el vibrante lamento de Zeus,<br />
del Japón que agonizaba, vino en su auxilio, dando a sus gestos una<br />
dignidad que arrancó una lágrima de los cansados ojos de su maestra.<br />
De repente, al shamisen se le unió un palpitar creciente. El de los<br />
tambores del teatro, acompañando el enfrentamiento de Zeus con su<br />
padre. Éste se hizo más y más fuerte, hasta el punto de hacer temblar el<br />
aire y ahogar al solitario shamisen. El corazón de Yoshihiko se aceleró,<br />
y una sonrisa curvó sus labios rojos. Se iba. Al fin. Muy lejos. Deslizó<br />
los brazos en el aire, acariciando la vibración estruendosa que le rodeaba.<br />
Era la criatura más feliz de la tierra. Alcanzó a ver los ojos negros<br />
de Madame Gorrión antes de que la explosión barriese la casa y la ciudad<br />
entera. Alas de fuego y escombro le envolvieron, como el capullo a<br />
la oruga, y la crisálida se convirtió en polvo y ceniza. Los segundos se<br />
congelaron. El dios del trueno había vencido al tiempo otra vez.<br />
AS<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 27 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
Alarmas<br />
Rita Orellana<br />
Es un cosquilleo diferente a los que sientes habitualmente... como si<br />
bailara desnuda, la más inmensa belleza, en tu cabeza, de puntillas sobre<br />
tu placer...<br />
Una mezcla entre el acelerar del corazón ante lo emocionante, la<br />
palpitación en el sexo por lo excitante y deseado, la estrangulación de<br />
la boca del estómago ante una mala premonición... es un estremecimiento<br />
general, interno, del propio ser que te avisa del peligro.<br />
¡Precaución¡ ¡Peligro! El baile comienza.<br />
<strong>La</strong> primera vez que lo sientes no sabes bien qué pasa, y te pasa factura<br />
tu ingenuidad... si tienes la suerte de volver a sentirlo te vuelves<br />
confuso pues no sabes qué hacer, si arriesgarte o no, si seguir o huir... y<br />
si vuelves a sentirlo....<br />
...sientes la necesidad de continuar... de llegar al orgasmo y pedir<br />
que sea múltiple, porque sabes que quien aparece y te produce ese cosquilleo<br />
desde los dedos de los pies hasta el último cabello de la cabeza<br />
tiene poder sobre ti y tu persona, y es capaz, aún sin esa persona sospecharlo,<br />
de mantenerte en una constante de excitación, en un vilo preorgásmico<br />
de placer, que se retroalimenta de ella misma y que te tiene<br />
entre el deseo y el miedo a sentirlo tan fuerte.<br />
Tan fuerte.<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 28 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
¡Alerta! Te grita tu cuerpo y tú, sin embargo, te das al peligro que la<br />
desventaja ante otro, tienes...<br />
¿Bailas?<br />
RO<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 29 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
Un baile para todos<br />
Lucas Egea<br />
Pablo nunca había entendido por qué en las bodas se tenía que bailar.<br />
Ese momento sin sentido, inconexo respecto del resto de la celebración,<br />
en el que las luces se apagaban y todo el mundo sabía que tocaba<br />
abandonar las mesas —y algunos, sus tacones—. Sí, había llegado el<br />
momento de bailar en la boda de su tía.<br />
El pequeño Pablo no se movió. Se quedó clavado en la silla agarrado<br />
al respaldo, practicando una contorsión que le permitía mantener la espalda<br />
recta y seguir mirando al frente. Se agarraba fuerte pero de forma<br />
disimulada, como si estuviera a punto de ser arrastrado por un tornado<br />
pero nadie tuviera que darse cuenta. Así era la aversión de Pablito<br />
hacia los bailes; no sabía si sería bueno en la pista —nunca lo había<br />
probado— sin embargo, la simple visión de tantas personas zarandeando<br />
sus cuerpos sin motivo le parecía demasiado absurda como para meterse<br />
ahí en medio por propia voluntad.<br />
Su madre fue la primera en percatarse de su ausencia —la primera,<br />
pues Pablito sabía que después de ella se percataría su padre, y después<br />
su hermana y su otro hermano, y tal vez algún invitado que no le había<br />
conocido hasta hoy pero que sentiría el deber moral de animarle a salir<br />
—. Tras desistir su madre, fue a avisar a su marido para que le dijera<br />
algo, y tras rendirse éste también, vinieron, en efecto, su hermano y<br />
hermana, quienes dieron paso al discurso motivacional de un tío lejano<br />
que al parecer se llamaba Gustavo.<br />
Habiendo derrotado a todos sus adversarios, Pablito descansó por<br />
fin —aunque no soltó el respaldo—. <strong>La</strong> fiesta se fue sucediendo y con<br />
ella los minutos y las horas; Pablo ya estaba a punto de quedarse dormido<br />
en la silla cuando apareció una sombra sinuosa tras de sí.<br />
—No sé si eres demasiado pequeño o demasiado racional para estar<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 30 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
aquí, pero lo cierto es que te estás quedando dormido —oyó el niño detrás<br />
de su oreja.<br />
Volteó su cabeza de inmediato, pero en lugar de encontrarse con<br />
una cara conocida le sorprendió el, aterrorizado, la visión de la Muerte<br />
tras de sí. <strong>La</strong> reconoció al instante porque era tal y como se la imaginaban<br />
todos desde hacía no sabía cuántos siglos: capa negra, una calavera<br />
asomándose bajo la capucha y unas frías y huesudas manos que sostenían<br />
una guadaña.<br />
—Tú… tú eres… —se atrevió a balbucear.<br />
—Soy la Muerte, pero no te asustes. Me temo que soy la única que<br />
no te va a obligar a salir ahí. Perdona que vaya con estos trapos negros,<br />
sé que no es muy jovial, pero es el uniforme. —<strong>La</strong> muerte observó al<br />
niño unos instantes.— Aunque a decir verdad, tú tampoco te ves muy<br />
jovial… por fuera aparentas unos 10 años, pero por dentro veo a un anciano<br />
de 60 por lo menos.<br />
—Mi madre tiene 60 años y se maquilla como una chiquilla de 15 —<br />
replicó Pablo ofendido.<br />
<strong>La</strong> muerte rió.<br />
—Tal vez no te falte razón. Oye, yo tampoco soy de bailar, ¿qué te<br />
parece si charlamos un rato para amenizar esta fiesta? No sufras, no estoy<br />
aquí porque vayas a morir hoy, ni nada por el estilo. Es que me aburro.<br />
De hecho, —señaló con un dedo al frente— he venido a buscar a<br />
aquél señor mayor de la camisa verde que se restriega desaforadamente<br />
contra la pata de una mesa. Pero todavía le queda media hora de vida y<br />
a veces las esperas en el trabajo se hacen un poco largas. ¿Te hace? —<br />
dijo mientras se sentaba.<br />
Pablo asintió, y es que a decir verdad, la muerte le había caído bastante<br />
bien. Tras unos segundos de incómodo silencio, se le ocurrió comentarle<br />
si tal vez ella le pudiera desentrañar el misterio de por qué a<br />
las personas les gusta bailar; había oído que las personas viejas lo sabían<br />
todo.<br />
—En realidad no es complicado de entender —contestó la muerte,<br />
divertida— sólo que los estilos de baile siempre han sido un poco ridículos<br />
de ver, y eso no ayuda a la reflexión. Aunque no pensar es parte<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 31 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
de su esencia.<br />
—Por poner un ejemplo… —comenzó a decir clavando su mirada<br />
en la nada— las canciones de los años 60 aseguraban en sus letras que<br />
bailar era algo instintivo en los machos y las hembras, y se hacía los sábados<br />
por la noche, día consagrado a este ritual de apareamiento. En la<br />
antigüedad, muchos siglos atrás, era exactamente igual; sólo que la festividad<br />
orbitaba alrededor de la adoración de esculturas talladas por los<br />
hombres. Una cosa por la otra… no había tanta diferencia, porque música<br />
y bailes los han habido para llamar a la lluvia o para ahuyentarla;<br />
para atraer al sol o para pedirle un respiro; para emparejarse o para<br />
consagrar una defunción… la cuestión es bailar. A algunos no nos gusta,<br />
pero como ves, a todos los que están aquí les sigue fascinando esta<br />
larga tradición de menearse como flanes al son de la música.<br />
—Sigo sin encontrar el sentido de todo esto —suspiró Pablo.<br />
—No es algo tan ajeno a ti como crees —prosiguió la muerte—. Bailes,<br />
los hay de muchos tipos, seguro que practicas alguno sin darte<br />
cuenta. Los japoneses, —empezó a narrar— sostienen que el diálogo es<br />
un tipo de baile; se trata de no pisar los talones del otro y esperar el<br />
turno para hacer tu gesto. De la misma manera, los cambios de estación<br />
también pueden ser vistos como bailes de la naturaleza. En muchas culturas<br />
se <strong>danza</strong> al aire libre en honor a estos fenómenos. Querido Pablo,<br />
todo en el mundo es un baile. Incluso el sexo es…<br />
—¡Pero Muerte! —interrumpió Pablo.<br />
—Niño, tienes pinta de ser muy inteligente, así que deja de imitar a<br />
tu madre cuando tu padre saca el tema en la mesa, y déjame terminar.<br />
Como ves, todo se puede reducir al baile. Incluso acciones cotidianas<br />
como esquivar a gente distraída por la calle, o… por qué no… —concluyó<br />
misteriosa— esquivar a la muerte.<br />
—¿A ti?<br />
—Mucha gente me esquiva, ¿sabes? Es gracioso cuando me deslizo<br />
entre las personas y todas ellas se sumergen en un baile de distracciones<br />
con tal de no verme pasar: hundir la cabeza en el periódico, en un<br />
par de senos, en el café o en un pañal sucio, no creerías lo que la gente<br />
está dispuesta a hacer con tal de no mirarme.<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 32 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
En esta boda sucede lo mismo: los novios saben que algo ha terminado<br />
hoy, y que yo estoy más cerca de ellos; y todos los demás, invitados<br />
a presenciar este fin y este principio, también lo sienten así: lo perciben,<br />
lo hacen suyo, saben que están en el mismo barco. Hoy, mañana,<br />
pasado… todos aspiran a protagonizar este fin algún día. Firmar un<br />
contrato, casarse, tener el primer hijo: todos son pequeños fines, en los<br />
que yo estoy presente. Ahora piensa —dijo con voz grave mientras le<br />
miraba a los ojos— ¿Cómo podríais vosotros evitar mirarme en este<br />
momento? Llevo aquí toda la boda y nadie se ha dado cuenta todavía<br />
de que estoy.<br />
—¿Bailando…? —se preguntó en voz baja el niño, perplejo.<br />
—Bailando. Bailar es la mejor forma de huir de la muerte; de esquivarme,<br />
de olvidar. Celebran que en este preciso instante no están pensando<br />
en el paso del tiempo, el cual me pertenece. Sacuden sus cuerpos<br />
como si fueran juguetes y así activan la risa. En este momento, —prosiguió—<br />
mientras el señor de la camisa verde se restriega contra la pata<br />
de la mesa, el tiempo no cuenta para él y por lo tanto yo no estoy con<br />
él. Ahí va; bailando está hecho todo un seductor, ya lo ves, seguro que<br />
aún podría derretir alguna mesa con sus meneos de cadera. ¿Entiendes<br />
ahora porque bailan, pequeño?<br />
—Sí, por fin lo entiendo —concluyó orgulloso, Pablo—. Sin embargo…<br />
sigo sin encontrar el atractivo de bailar. Me sigue pareciendo un<br />
poco ridículo.<br />
—Sí… el reggaetón nunca me ha parecido una elección acertada, si<br />
me dejas opinar… pero para gustos, colores, que no se diga.<br />
—Si no te importa, Muerte… ¿podríamos salir de aquí y dar un paseo<br />
mientras charlamos? Necesito un poco de aire. Creo que al señor de<br />
la camisa verde aún le quedan 20 minutos para irse contigo... aunque<br />
ahora mismo se está convulsionando en el suelo, no sé si deberías ir ya.<br />
—No, tranquilo. Parece que se esté muriendo porque está más vivo<br />
que nunca. Me parece bien tu propuesta. —Se deslizó de su asiento—.<br />
Con tanta boda en primavera, una no ha tenido tiempo de salir a dar<br />
un paseo. Vamos a la calle.<br />
<strong>La</strong> música latina entró despacio en los oídos de Pablo. Se despertó<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 33 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
de repente, dando un saltito en el asiento. Sus dedos aún se agarraban,<br />
sudorosos, al respaldo. Liberó por fin los brazos de semejante postura y<br />
los dejó caer lentamente hacia adelante, con algún quejido. Todo había<br />
sido un sueño. Se sintió algo decepcionado, pero enseguida giró la cabeza<br />
al escuchar un gran alboroto que venía de la multitud que estaba<br />
en la pista: la coreografía se rompió (si es que alguna vez había tenido<br />
alguna cohesión) y los gestos de brazos y piernas se desordenaron alrededor<br />
de un cuerpo tumbado en la pista.<br />
—¡Hijo, hijo! —gritó su madre en voz baja, si es que eso era posible<br />
—. ¡Es terrible, es terrible! ¡Levántate, que nos vamos!<br />
—¿Qué ha ocurrido, mamá?<br />
—Nada, hijo… —prosiguió su padre, quien recogió las chaquetas a<br />
toda velocidad— …que el abuelo de Susana la ha palmado. Esa forma<br />
de agitarse, a su edad… hay que ver…<br />
—¡Pero Pedro! —le interrumpió su mujer, como siempre que Pablo<br />
no debía escuchar algo—. ¡Nos vamos, Pablo! ¡Venga! ¡Hay que irse de<br />
esta boda ahora mismo!<br />
Arrastrado por su madre, el pequeño sintió como sus pies rozaban el<br />
suelo enmoquetado, al unísono de los zapatos de todos los invitados,<br />
quienes abandonaban la sala a toda prisa.<br />
Reparó en que por una vez estaba en medio de todos ellos; como<br />
uno de ellos, haciendo lo mismo que todos. Una multitud huyendo de<br />
la muerte al mismo compás.<br />
Pablo volvió a sentir sus zapatos patinando sobre la moqueta.<br />
Estaba bailando.<br />
LE<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 34 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 35 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
ENSAYO<br />
<strong>La</strong> ambigua desnudez de Bella Figura<br />
Ester Guntín<br />
Tomando la expresión italiana 'Bella figura' 1 , el coreógrafo Jiří Ky<br />
lián ofrece al espectador un viaje a través del enigma que atañe al hombre<br />
desde lo más profundo de su ser: su fragilidad. <strong>La</strong> idea fundamental<br />
de Bella Figura (1997) es, por tanto, el hombre y lo que supone ser humano.<br />
El leit motiv de la pieza surge a partir de una rotunda cita que aparece<br />
en el libro de Job 2 :<br />
El hombre, nacido de mujer,<br />
corto de días y harto de tormentos.<br />
Como la flor, brota y se marchita,<br />
y huye como la sombra sin pararse.<br />
(Job 14:12) 3<br />
Lo que Kylián muestra a lo largo de toda su coreografía es la vulnerabilidad,<br />
a la que todo hombre está sometido desde el momento de su<br />
nacimiento. 4<br />
Cuando el espectador entra en el teatro –minutos antes de la hora<br />
de inicio indicada– se encuentra con el escenario ocupado por bailari<br />
1 Expresión italiana que muestra elegantemente cómo una persona enfrentada a una situación difícil debe<br />
poner 'buena cara' ante tal acontecimiento.<br />
2 Jiří Kylián en una entrevista sobre Bella Figura y su estreno con el Semperoper Ballet: "There's a<br />
beautiful sentence in the Bible's book of Job that says: «Man, meaning man and women, are born out of<br />
women, and they stay here in this world for a short while and then die quickly.» This is a sentence of<br />
being born and trying to state some kind of sense of why we're here." en Itsván Simon, Jiří Kylián:<br />
Choreography & Catharsis, Youtube, 2012, web, Junio 2015, minuto 0.<br />
3 Biblia de Jerusalén, editada y comentada por Desclée de Brouwer, Bilbao, 1975.<br />
4 “It's always seen as erotic and certainly Bella Figura has erotism, but it's not the primary motive behind:<br />
it's vulnerablity. It's being naked, being as you are, being born and showed hoy you are.” en Itsván<br />
Simon, Jiří Kylián: Choreography & Catharsis, op.cit., minuto 3.<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 36 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
nes ensayando libremente y en silencio. Lentamente los bailarines van<br />
desapareciendo de escena mientras se impone la Suite V “Lento” de Salomon<br />
Rossi de Lukas Foss: el telón se cierra y las luces se apagan.<br />
Kylián transporta seguidamente al público a una visión misteriosa<br />
de la vida humana en la que dos bailarines semidesnudos evocan el estado<br />
previo al nacimiento. En uno de los telones se sostiene sobre el<br />
suelo un cuerpo en vertical, mientras que en el otro extremo del escenario,<br />
ya sin telón, un bailarín mueve despacio sus extremidades, juntándolas<br />
y alejándolas progresivamente. Con movimientos pausados los<br />
bailarines levitan suspendidos dentro de ese mundo desconocido, la seguridad<br />
del cual se ve interrumpida por el inicio del Stabat Mater de<br />
Pergolesi. Es en ese instante cuando Kylián da entrada a esos hombres<br />
y mujeres ya vulnerables.<br />
Con cinco bailarinas y cuatro bailarines Bella Figura se desarrolla en<br />
diversas escenas: en tres tríos, varios duetos y una coreografía grupal.<br />
<strong>La</strong> pieza es fluida, rápida y muestra el estilo más sutil del coreógrafo,<br />
con sus constantes movimientos expandidos desde ambos extremos del<br />
cuerpo y esa forma tan característica de enlazar los pasos entre sí: con<br />
Kylián, a pesar de la dificultad técnica, el movimiento fluye de forma<br />
natural. Como en la gran mayoría de sus coreografías aparecen ciertos<br />
gestos de ternura, humor y, sobre todo, sensualidad, siempre de extrema<br />
elegancia y alejados de la sobreactuada pantomima clásica. <strong>La</strong> ternura<br />
se observa en un momento en que una mujer aparece desde la oscuridad<br />
para abrazar a un hombre; el humor es el protagonista cuando<br />
una pareja mueve sus extremidades manipulándose mutuamente al ritmo<br />
de las mandolinas de Vivaldi; y en cuanto a la sensualidad, al erotismo,<br />
inunda toda la pieza en cada gesto y en cada paso. Este último<br />
es especialmente visible en la última escena donde van apareciendo sucesivas<br />
parejas y en las que cada gesto comunicativo está cargado de un<br />
refinado erotismo: como el roce de extremidades, la caricia de la espalda<br />
hasta las piernas o la elevación de la pierna con la misma cabeza.<br />
En el final de Bella Figura, con otro movimiento del Stabat Mater<br />
(composición que abre y cierra), una pareja baila en silencio siguiendo<br />
las notas de las composiciones barrocas, pero sin las mismas. <strong>La</strong> respi<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 37 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
ación y los cuerpos de los bailarines tocándose junto al sonido de las<br />
zapatillas de media punta rasgando el linolium son los últimos sonidos<br />
que el espectador escucha.<br />
El inicio y el final de la pieza son determinantes para comprender<br />
Bella Figura. El desconcierto y la irrupción de la duda que sufre el espectador<br />
al entrar en el teatro es total, preguntándose por los bailarines<br />
que ensayan en el escenario sin música y por el dúo bailando en silencio.<br />
Kylián invita al espectador de una forma directa a formar parte de<br />
su creación, apelándole a establecer, o al menos a plantearse, los límites<br />
de la misma. Según Gérard Genette: “<strong>La</strong> obra no sólo existe en el<br />
encuentro activo de una intención y una atención. El arte es también<br />
para todos una práctica.” 5 , y en este sentido Bella Figura lleva esta premisa<br />
al máximo de sus posibilidades en el mismo instante en que el espectador<br />
pone un pie en la sala.<br />
Al espectador la vida personal de los bailarines le es indiferente por<br />
completo; él ha pagado su entrada y espera consecuentemente disfrutar<br />
del espectáculo. Sin embargo, desconoce por completo si aquellas personas<br />
que se disponen a complacerle se encuentran en una situación<br />
personal complicada. Ante eso, el bailarín no tiene opción: una vez iniciado<br />
el espectáculo debe despojarse de todo aquello que le preocupa y<br />
mostrarse bello y perfecto ante el público; recubrirse de su 'bella figura'<br />
a pesar de que no sea más que un engaño. Kylián explora, consecuentemente,<br />
la esencia y los límites de la representación y del artista:<br />
Quand estce que la represéntation commence vraiment? Estce que<br />
cela commence lorsque le rideau se soulève, ou au moment de notre naissance?<br />
Ou bien estce que cela démarre lorsque le chorégraphe demande<br />
à ses danseurs d'apprendre les premiers pas? Estce que cette performance<br />
débute seulment lorsque les danseurs commencent à mettre leur maquillage?<br />
Estce que le spectacle se termine éellement lorsqu'ils quittent la<br />
scène, ou estce que le spectacle continue jusqu'à la fin de nos vies? Quelle<br />
est la vraie différence entre les vêtements que nous portons dans nos vies<br />
de tous les jours et nos costumes de scène? Où se situe la frontière entre<br />
5 Gérard Genette (ed.), Esthétique et poétique, París, Seuil, 1992. Citado en <strong>La</strong>urence Louppe, Poética de<br />
la <strong>danza</strong> contemporánea, op.cit., pág. 61.<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 38 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
l'art et l'artificiel, et où devonsnous tracer la ligne entre l'imaginaire et<br />
la réalité? 6<br />
Estas interrogaciones plantean una última que envuelve y resume<br />
todas las anteriores: ¿dónde se sitúa la frontera entre la verdad y la representación?<br />
<strong>La</strong> coreografía se inicia y finaliza literalmente desde este<br />
planteamiento.<br />
En este viaje en busca de la dignidad y de revelación de la duda la<br />
figura del bailarín se convierte en el modelo perfecto de la vulnerabilidad.<br />
Eso se debe a que en Bella Figura el bailarín es más que un medio,<br />
es decir, no sólo está al servicio de una idea como mero cuerpo <strong>danza</strong>nte,<br />
sino que, mientras baila, él mismo reflexiona sobre su condición de<br />
bailarín. Para el bailarín salir al escenario no es únicamente una manifestación<br />
de sus competencias, de sus cualidades estéticas o de la técnica<br />
adquirida a lo largo de los años, también es situarse en un terreno<br />
peligroso y desafiante, en el que un fallo puede aparecer en cualquier<br />
instante, haciéndole consciente de su vulnerabilidad:<br />
Dancers and choreographers are very fragile, very breakable and we<br />
are an endangered species. Because we have decided that we will declare<br />
our body as a work of art, and it takes a lot of courage to actually open<br />
up and show yourself 'naked'. With all the faults, with all the mistakes,<br />
with all the deficiencies that we have. 7<br />
Esta vulnerabilidad se percibe explícitamente en diversas escenas. Si<br />
el inicio representa el estado de gestación de un ser humano seguro y<br />
protegido dentro del vientre materno todo ello cambia con las sucesivas<br />
secuencias: un bailarín que cae súbitamente al suelo en un golpe seco;<br />
el dúo de dos bailarinas que se mueven sutilmente arrodilladas en el<br />
suelo; o el final de la pieza, donde una pareja se tensa y relaja mutuamente,<br />
recolocándose las espaldas en un gesto delicado y comprensivo<br />
hacia el otro. <strong>La</strong> vulnerabilidad también se aprecia en el tono melancó<br />
6 Jiří Kylián, Future memories: Jiří Kylián (Bella figura. Gods and Dogs. Symphonie des Psaumes), Ballet<br />
National de Norvège, Program september 2014, París, Théatre des Champs-Elysées, pág. 6.<br />
7 Jiří Kylián en Don Kent, Christian Dumas-Lvowsky, Jiří Kylián:Forgotten memories – Mémoires<br />
d'oubliettes, op.cit., minuto 48.<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 39 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
lico de la coreografía, al que, junto al movimiento, contribuye enormemente<br />
la música.<br />
Bella Figura es la coreografía más sensual de Jiří Kylián, donde ade<br />
más del movimiento, música barroca, escenografía y vestuario invitan a<br />
la sugestión de un ambiente único, atemporal, donde cuerpos semidesnudos<br />
luchan por sostenerse ante el peligro.<br />
<strong>La</strong> exquisita elección musical no es casual. Kylián elije piezas excelsas<br />
de los mejores compositores barrocos. Desde el emotivo Stabat Mater<br />
de Pergolesi ya mencionado, pasando por el segundo y original concierto<br />
para mandolinas de Antonio Vivaldi (que él interpreta haciendo<br />
eco de su vertiente más irónica), hasta el concierto para oboe de Alessandro<br />
Marcello, de una profunda belleza e interpretado por un dúo de<br />
carácter taciturno.<br />
El vestuario negro y rojizo de los bailarines sitúa al espectador ante<br />
un intenso erotismo de forma y color. En una de las escenas grupales<br />
los bailarines visten faldas rojas hasta los pies, dejando su torso al descubierto.<br />
Igual que en el dúo más conmovedor y casi estático en que<br />
dos bailarinas emergen de esas faldas permaneciendo en una fragilidad<br />
casi total, enfatizada por la desnudez del torso.<br />
<strong>La</strong> desnudez marca intensamente la visión de Bella Figura, proporcionándole<br />
el erotismo que acompaña a esa vulnerabilidad que Kylián<br />
busca expresar. Jean Luc Nancy reflexionó sobre la desnudez en la <strong>danza</strong><br />
en unas conversaciones con Mathilde Monnier. El filósofo tiene una<br />
opinión totalmente distinta a la de François Jullien respecto al significado<br />
de la desnudez en Occidente. En De l'essence ou du nu (Le Seuil,<br />
2000), Jullien afirma que la desnudez es la representación de la esencia<br />
del hombre (de una parte o del hombre en general). Contrariamente,<br />
Nancy considera que la desnudez total nunca es íntegra del todo (íntegra<br />
en el sentido de completa, integral), sino que:<br />
Elle exhibe, elle expose une infinite fragilité. Quand on est nu, on est<br />
exposé à tout, on est complètement audehors, ou bien c'est le dedans qui<br />
en cesse de se porter audehors et de ouvoir être saisi, interrogé maus<br />
aussi pénétré vers une nudité qui est toujours plus reculée, inatteingna<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 40 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
le. D'une certaine façon, il' n'y a donc jamais de nudité finale, de même<br />
qu'il n'y a peutêtre jamais de solitude finale, terminale.” 8<br />
El filósofo francés le otorga a la desnudez la misma cualidad que el<br />
coreógrafo en Bella Figura: ambos ven el cuerpo desnudo, despojado,<br />
del hombre como símbolo de una exposición total del ser y eso conlleva,<br />
consecuentemente, la revelación de la fragilidad. Tanto Kylián<br />
como Nancy parten de la idea de que, a pesar de sus ropajes, el hombre<br />
es en el fondo un ser extremadamente vulnerable (aunque, desde luego,<br />
no débil).<br />
A pesar de la austera escenografía existe un elemento que interviene<br />
con fuerza en la imagen que se contempla: ¿Quién podría adivinar que<br />
un telón activísimo puede convertirse en un bailarín más? En esta coreografía<br />
el coreógrafo otorga al telón una función más compleja de lo<br />
usual (dar paso o finalizar las progresivas escenas). Con función telescópica<br />
y microscópica el telón regula el espacio y, en consecuencia, la<br />
imagen percibida por el espectador. Los bailarines <strong>danza</strong>n con él, desde<br />
los laterales hasta en su verticalidad, siendo el que determina sus desplazamientos<br />
a través del escenario. Del mismo modo que en Kaguyahime,<br />
Kylián trabaja con los elementos más significativos de un escenario<br />
para integrarlo y hacerlo partícipe de sus obras.<br />
Junto a su calidad en lo musical, a Jiří Kylián se le contempla como<br />
el coreógrafo de lo bello, especialmente a partir de sus ballets de los<br />
años 90. No deja de resultar extraño que en la actualidad exista un artista<br />
que reivindique la belleza como común denominador en todas sus<br />
obras. Desde principios del siglo XX, en todas las artes, lo que se tuvo<br />
como norma fue, precisamente, la relativización de lo bello y armónico<br />
en función de lo sincero o instintivo, aunque eso fuese una muestra de<br />
lo estéticamente discordante. Tanto los expresionistas alemanes, como<br />
el teatro<strong>danza</strong> o los postmodernos americanos (desde Cunningham<br />
hasta sus sucesores de la Judson Church) son ejemplos de corrientes en<br />
las que la belleza es la última cualidad buscada para sus creaciones. 9 De<br />
8 Jean-Luc Nancy, Mathilde Monnier, Allitérations: conversations sur la danse; avec la participation de<br />
Claire Denis, Paris, Galilée, 2005, págs. 91-92.<br />
9 “Se dall'Ausdruckstanz a Pina Bausch si è storicamente affermata l'idea che un aproccio contemporaneo<br />
al corpo <strong>danza</strong>nte dovesse comportare il rifiuto della compiutezza appagante del bello per mettere invece<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 41 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
una generación posterior, Kylián admira a sus predecesores, pero se<br />
aleja de ellos en la atmósfera, emotividad y tipología de sentimientos:<br />
el coreógrafo siempre tiene presente la armonía del movimiento, perceptible<br />
en cada paso y en cada gesto. Su escritura escénica está inmersa<br />
en la belleza, aunque no en el mismo ideal de belleza que muestran<br />
los ballets clásicos sino en un ideal contemporaneizado, actual, sin rastro<br />
de pantomima y con expresiva libertad corporal.<br />
En Bella Figura esta poética queda traducida en el trío inicial en que<br />
una Pietà, –cercana a Miguel Ángel por la emotividad de la forma– es<br />
ofrecida como una metáfora del nacimiento y la muerte y, asimismo, de<br />
la vulnerabilidad que sufrimos desde los primeros instantes de nuestra<br />
vida hasta la agonía, desde la primera bocanada de oxígeno hasta la<br />
exhalación final.<br />
<strong>La</strong> aportación interesante de Bella Figura es cómo el escenario deviene<br />
una metáfora de la vida:<br />
As some say, this is 'abstract dance', but I don't think that there's such<br />
thing as abstract dance, because if you put a human being on the stage,<br />
who has feelings, and loves and hates, and has experiences, and is made<br />
of blood and bones and skin and brain: what's abstract about it? 10<br />
Igual que el cuerpo humano, en la <strong>danza</strong> de Kylián, no puede considerarse<br />
abstracto 11 , el escenario tampoco:<br />
Neither is the stage an abstraction. It's got lungs and a heart, a liver<br />
and a sex. The stage isn't just a regulated space, a rectangle. It's very diverse<br />
in its feelings. It means something different for me when the dancer<br />
stands up center over there or here down right. They're not the same positions,<br />
of course they're not, but for me they're also not the same in a<br />
quite different sense. And sometimes I see the stage as just a section of the<br />
in campo l'altra faccia, quella della 'brutezza' negata dalle sublimazioni del balleto classico e idealmente<br />
piú 'vera'.” en Elisa Guzzo Vaccarino, Jiří Kylián, op.cit., pág. 52.<br />
10 Jiří Kylián en Don Kent, Christian Dumas-Lvowsky, Jiří Kylián: Forgotten memories – Mémoires<br />
d'oubliettes, op.cit., minuto 37.<br />
11 A pesar de que su lenguaje se volviese algo más abstracto con el tiempo (aunque nunca hasta extremos),<br />
es una abstracción alejada de la que perseguían los modernos americanos. Kylián siempre ve a una<br />
persona bailando en el escenario, no sólo un cuerpo. Es por eso que no cree que su <strong>danza</strong> sea abstracta.<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 42 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
world, a detail that one may only observe through a narrow crack. The<br />
more important things are going on outside this; I only see a couple of<br />
irrelevancies. 12<br />
Se podría hablar, con suficientes argumentos, de un 'ballet espejo'<br />
en el que el hombre puede mirarse, encontrarse y reconocerse. 'Bailarín<br />
– hombre – escenario – vida' son las cuatro palabras que, en la coreografía,<br />
aparecen en un diálogo constante. Esta correspondencia nos lleva<br />
una vez más a la metakinesis de la que hablaba Martin. Este concepto<br />
ha sido ampliamente estudiado y analizado por Susan Leigh Foster<br />
en Choreographing empathy: Kynestesia in performance (Routledge,<br />
2011). En su estudio Leigh Foster analiza genealógicamente los términos<br />
'choreography', 'kinesthesia' y 'empathy' para establecer la conexión<br />
existente entre ellos y así, determinar cómo la relación entre movimiento<br />
y emoción se justifica mediante la neurociencia contemporánea. 13 Si<br />
en griego el término ' ἐμπαθής' (empatía) significaba estar emocionado<br />
(sentir pasión por algo), a finales del siglo XIX Robert Vischer y Theodor<br />
Lipps, que lo utilizaban para describir y analizar en profundidad el<br />
acto de observar pintura y escultura, le otorgaron una connotación física.<br />
A principios del siglo XX el británico Edward Titchener, al traducir<br />
el concepto a su lengua, también vio implicado al término en una vital<br />
fuerza kinestésica. Leigh Foster ve, en la invención del término, la intención<br />
de expresar un tipo de cambio físico que sufre el individuo<br />
afectado por la empatía. <strong>La</strong> autora concluye:<br />
Choreography, wathever its meaning, can provide clues to this specific<br />
experience of the physical in the ways that it records or documents<br />
movement, and also in the ways that it sets forth principles upon which<br />
movement is to be learned and crafted. The notion of 'empathy' then theorizes<br />
the potential of one body's kinesthetic organization to infer the experience<br />
of another. 14<br />
12 Jiří Kylián en Helmut Scheier, “Choreographing in symbols”, op.cit., pág. 6.<br />
13 En el principio del siglo XXI los neuropsicólogos están defendiendo una intrínseca relación entre bailarín<br />
y espectador basada en el descubrimiento de 'neuronas espejo' (conexiones sinápticas que emergen de<br />
ambos cuando una ve una acción y cuando el otro ejecuta tal acción).<br />
14 Susan L. Foster, Choreographing Empathy. Kynesthesia in Performance, Oxon, Routledge, 2011, pág.<br />
175.<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 43 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
Teniendo en cuenta todo lo anterior, Bella Figura (igual que Petite<br />
Mort) se revela como una coreografía cargada de los elementos kinestésicos<br />
que apelan a nuestros sentidos a través del cuerpo. Más aún en el<br />
momento en que el espectador es invitado a participar en ella. Todo<br />
ello sin olvidar el gusto estético propio kylianiano: visualmente tiene<br />
una gran fuerza sugestiva, dotada por todos los elementos que la constituyen<br />
en perfecta sintonía y siempre persiguiendo la belleza dinámica.<br />
Bella Figura es la prueba de que en un mundo inarmónico, dónde lo<br />
consecuente sería crear obras discordantes, todavía es posible tener fe<br />
en lo bello y en lo catártico.<br />
EG<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 44 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
Isadora Duncan: Anécdotas<br />
Sonia Rico Trujillo<br />
Isadora fue una transgresora, aborrecía los convencionalismos, proclamó<br />
el amor libre y defendió el feminismo y el comunismo. Ejerció una<br />
enorme influencia y revolucionó el ballet del siglo XX, convirtiéndose en la<br />
precursora de la <strong>danza</strong> moderna.<br />
Un día su madre entró a casa y la dejó asombrada el espectáculo de<br />
su hijita de seis años en el salón. <strong>La</strong> niña estaba rodeada de varios niños<br />
del vecindario. Los tenía sentados en el suelo a su alrededor, mientras<br />
les enseñaba a mover los brazos. Al pedirle una explicación, la<br />
niña le respondió que era su escuela de baile. Su madre lo tomó como<br />
una chiquillada divertida y se sentó al piano a tocarles unos acordes.<br />
Cuando la niña tenía diez años las clases se habían hecho tan numerosas<br />
que le sugirió a su madre que volver a la escuela con todo el dinero<br />
que ganaba le parecía una estupidez. En aquel tiempo se hizo un<br />
moño alto en la cabeza y a partir de ese momento dijo que tenía dieciséis<br />
años y, como era corpulenta, todo el mundo la creyó; su escuela de<br />
baile empezó a ser muy solicitada. Daba lecciones a la gente más rica<br />
de San Francisco y su reputación como maestra fue aumentando. Ella<br />
decía que su sistema de baile era nuevo, pero, en realidad, no existía<br />
ningún sistema. Ella, Isadora, seguía su fantasía e improvisaba enseñando<br />
posturas y movimientos que le parecían bonitos a sus alumnos.<br />
Isadora decía que había nacido a la orilla del mar y que los grandes<br />
acontecimientos en la vida le habían sucedido junto al mar. Que su primera<br />
idea del movimiento y de la <strong>danza</strong> le había venido, seguramente,<br />
por el movimiento de las olas. Un tiempo más tarde, cuando se instaló<br />
con su familia en Londres, pasaba las horas y los días apenas con nada<br />
en el estómago, observando las figuras en movimiento de los jarrones<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 45 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
griegos en el British Museum.<br />
Cuando aún vivían en San Francisco una vieja señora, amiga de la<br />
casa, recomendó a su madre que llevara a Isadora a las clases de un famoso<br />
profesor. Sin embargo, las lecciones no gustaron a Isadora. Cuando<br />
el profesor le ordenaba que se sostuviera sobre la punta de sus pies,<br />
y ella le preguntaba por qué, él le respondía que “porque era bello”, a<br />
lo que ella le replicaba que “le parecía antinatural”. A la tercera lección,<br />
Isadora dejó las clases de aquella gimnasia rígida y vulgar que, según el<br />
profesor, era la <strong>danza</strong>, ya que no hacían más que destruir sus sueños y<br />
fantasías. Porque ella soñaba con un concepto totalmente distinto de<br />
<strong>danza</strong>. No sabía lo que debería ser su <strong>danza</strong> exactamente pero sí sentía<br />
que estaba avanzado a un mundo desconocido, y preveía que allí encontraría<br />
la clave.<br />
SRT<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 46 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
Partenaires<br />
Maica Bermejo Miranda<br />
Como cada mañana al abrir los ojos, en la cabeza de Ernesto se<br />
pone en marcha el disco duro. <strong>La</strong>s notas de una canción se abren paso<br />
por encima de cualquier pensamiento, de cualquier ruido externo, haciendo<br />
aflorar en su cara una sonrisa. Se incorpora en tiempos, dejando<br />
que las articulaciones encuentren acomodo. Una vez erecto contempla<br />
la imagen que le rebota el espejo. El cuerpo esbelto, la mirada felina,<br />
los brazos prestos a elevarse en el aire. Sin dejar de observarse inicia<br />
movimientos que siguen la música que brota en su cerebro. Hecho un<br />
torbellino se desplaza por la habitación percutiendo con las manos en<br />
los muebles que encuentra a su paso, enganchado a su propia armonía<br />
se agita, trepida, zapatea y en la última cabriola se deja caer de nuevo<br />
en el lecho.<br />
Denisse se impulsa, tiembla, vibra. Su figura menuda se desprende<br />
del círculo y avanza con movimientos convulsos al compás de los tambores<br />
que martillean su ritmo candente. Desmadejada se enrosca en las<br />
ondas casi físicas que transmiten los bongós. Hay un movimiento de ola<br />
en el círculo de figuras que rodean el cuerpo de ébano roto por el ritmo.<br />
<strong>La</strong> espiral se acelera y con ella los hombros, las piernas, las manos,<br />
el torso. <strong>La</strong>s caderas se deshacen en giros desguazados, puro son que<br />
atraviesa su piel como una lanza. En el solar derruido se entretejen los<br />
sueños ¡Danza! ¡Danza mulata en la noche caribeña! Pura cadencia,<br />
puro instinto, sangre Yoruba palpitando por sus venas.<br />
Alicia, tenaz, continúa los giros. Uno, dos, tres, cuatro. Vista desde<br />
fuera da la sensación de que lo hace sin esfuerzo. De eso se trata, de<br />
transmitir naturalidad en cada uno de sus gestos. Repasa las posiciones,<br />
primera, segunda, tercera, cuarta, quinta. Apoyada en la barra ejecuta<br />
varios pliés que alterna con algunos relevés, después intenta un gran<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 47 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
jeté. El gesto hierático, muñeca de porcelana vestida de tul. En sincronía<br />
con el golpeteo de la vara, repite una y otra y otra vez los ejercicios.<br />
Cuando baila es incansable. Tantos años de estudio han dado su fruto,<br />
mañana debuta con El Cascanueces, es su gran oportunidad. Tiene grabado<br />
cada paso, cada movimiento, cada postura del cuerpo, cada giro.<br />
Orgullosa mira a su maestro y ambos sonríen. ¡Perfecto! ¡Está perfecto!<br />
Mañana seguro que cosechas un gran éxito.<br />
Qué fuerza... ¿Qué misterio es el que empuja al hombre desde el albur<br />
de los tiempos?<br />
Se mueve, trepida, late con la música que improvisa con palos, batiendo<br />
palmas, perfeccionando instrumentos. Hay un impulso interior<br />
que le estimula a mover el cuerpo. Desde tiempos ancestrales, en sus ritos<br />
de fertilidad imita con sus movimientos y adornos las <strong>danza</strong>s de<br />
cortejo de algunos animales. De allí parte todo, ésa es la semilla que ha<br />
germinado y se ha hecho bosque ramificándose en todas las culturas. El<br />
ser humano se las ha apropiado y las ha enriquecido con el fin primero<br />
del apareamiento. Con el tiempo nos hemos emancipado del fin inicial,<br />
aunque siempre forma parte de él. Bailar es erótico. <strong>La</strong> voluptuosidad<br />
del baile empapa cada movimiento. No importa si son cuerpos vestidos<br />
los que se balancean seductores o cuerpos desnudos batiendo la tierra<br />
con los pies.<br />
Un día escuché decir a alguien: “Un hombre o una mujer que baila<br />
bien, es un buen amante”. Va más allá de ese simple concepto. Hay parejas<br />
que se desplazan en una armonía que sólo ellos entienden. Acoplados<br />
entre sí, desconectados de la música, encuentran su consonancia.<br />
Otros, <strong>danza</strong>rines impecables, a pesar de estar enlazados en lo que<br />
parece una estampa insuperable, van cada uno por su lado. Ejecutan<br />
técnicamente frígidos movimientos que no encuentran resonancia en su<br />
compañero.<br />
Para mí <strong>danza</strong>r es escuchar el latido de la sangre, impulso, cadencia,<br />
dejarse llevar, atacar con brío para sosegarse luego, navegar por las ondas,<br />
cerrar los ojos, ceñirse a un cuerpo, voltear, enloquecer, saltar, mover<br />
las caderas, abrazar la esencia, cimbrearse como un junco, sentir la<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 48 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
música en plenitud que emite el universo y reír, reírle al mundo, mientras<br />
giro, bañada de luz.<br />
MBM<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 49 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
El lenguaje poético de la <strong>danza</strong><br />
Maripau González<br />
A raíz de la presentación del espectáculo de Sara Baras, “Voces”, en<br />
el Tívoli, me pongo a pensar nuevamente en la relación entre <strong>danza</strong> y<br />
poesía, porque son disciplinas cuyas analogías nadie puede negar. Ya<br />
Paul Valéry, en su “Filosofía de la <strong>danza</strong>” trataba el tema a raíz de su<br />
admiración hacia <strong>La</strong> Argentina (Antonia Mercé i Luque, bailadora de<br />
flamenco de la época). Fue una conferencia impartida en 1936, que<br />
luego sería publicada en forma de ensayo y cuya lectura es altamente<br />
recomendable. Trata de verificar que ambas disciplinas parten de la falta<br />
de objetivo formal, en cuanto a la necesidad de comunicarse, a través<br />
de la palabra, en el caso de la poesía, o de los movimientos corporales,<br />
en el caso de la <strong>danza</strong>.<br />
<strong>La</strong> poesía libera al hombre del servicio a la utilidad. Y si recordamos<br />
que la palabra “prosa” proviene de “propsus”, (“en línea recta”), el poema<br />
nos aleja de un tiempo real recuperando un tiempo cíclico, <strong>danza</strong>ndo<br />
sobre el papel, en donde cada verso o cada estrofa, en su final, nos<br />
invita a un nuevo comienzo. Acaba prevaleciendo la expresión, por tanto,<br />
y no la función.<br />
¿Para qué sirven la <strong>danza</strong> y la poesía?, podrá preguntarse el prosaico<br />
que “va en línea recta”. Precisamente para liberar al hombre de la<br />
necesidad de servir a un objetivo, celebrando, como con otras artes,<br />
que la vida sea celebración y gozo, además de planificación de líneas de<br />
llegada.<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong>, no nos engañemos, tampoco tiene un fin especificado,<br />
aunque tenga un objetivo más o menos definido. Los movimientos en<br />
animales y hombre, como caminar por ejemplo, están orientados a una<br />
meta, a un avance, a una narración, donde cada gesto obedece a un<br />
plan para llegar a un fin. Pero en la <strong>danza</strong>, al avanzar sin línea recta,<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 50 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
no hay un tiempo pasado, ni movimiento ya hecho que dejar atrás, sino<br />
un transitar por un continuo presente renovado.<br />
Así como las figuras alegóricas nos sirven para habitar el presente,<br />
en ambas disciplinas uno se pierde. Pero no como quien deambula o<br />
vagabundea, esas búsquedas de un propósito al que centrar el objetivo<br />
de la acción, sino que <strong>danza</strong> y poesía se identifican con un todo en un<br />
presente, donde palabra o verso está para celebrar la voz interna, y<br />
todo el cuerpo y no sólo una articulación está para plasmar el movimiento<br />
íntimo que nacen desde adentro.<br />
En la <strong>danza</strong> se recuperan movimientos de retroceso y de giro que serían<br />
considerados rémoras en una acción determinada por un objetivo.<br />
Ese retroceder, o ese girar o incluso balancearse que acompañan al actor<br />
crea el espacio propio y personal sobre ese espacio físico donde se<br />
mueve, al son de una música interior.<br />
En la poesía ocurre algo parecido, y es el poeta quien construye su<br />
espacio, huyendo del que tiene y le es dado, que sí usa para su comunicación<br />
en prosa y sí que persigue un objetivo práctico y útil. Y no busca<br />
nada fuera de sí misma, pudiendo recrear una existencia que no se agota,<br />
porque no tenía una línea recta.<br />
Es una negación de los caracteres de acciones prácticas, pues en la<br />
<strong>danza</strong> separa los caracteres de los movimientos, haciendo del cuerpo<br />
tantas transformaciones y búsqueda de límites como el poeta cuando<br />
usa metáforas o antítesis cual piruetas para plasmar el alma, usando rimas,<br />
o posturas como lenguaje que nos aleja del mundo práctico, formando,<br />
si somos buenos en ello, un universo particular. Exactamente<br />
ese lugar privilegiado que nos atrevemos a compartir.<br />
Hubo un chileno, Luis Sergio Cáceres Toro (19231946), que destacó<br />
en ambas disciplinas. Sobre él, el historiador Luis G. de Mussy dice<br />
que le llamaban «el delfín», y que fue poeta, bailarín del Ballet Nacional<br />
Chileno, pintor y un excelente creador de collages y fotomontajes. (…)<br />
En 1938, a los quince años, se incorporó al grupo surrealista chileno <strong>La</strong><br />
Mandrágora. (…), y fue amigo de innumerables intelectuales, como<br />
André Breton, Vicente Huidobro, Pablo de Rokha, Pablo Neruda, Nicanor<br />
Parra, Gonzalo Rojas, Teófilo Cid, entre muchos otros. Además fue<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 51 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
parte del grupo que fundó el Club de Jazz Chileno en 1943 junto a Luis<br />
Córdova, Ernesto Rodríguez y René Eyeralde. (Extraído del libro Cáceres,<br />
Editorial Cuarto Propio, disponible en memoriachilena.cl, páginas<br />
2324).<br />
Hay seres dotados de una inteligencia artística tan notable que pueden<br />
ser verdaderos ejemplos de cuantos universos recreados pueden<br />
habitar en un solo ser humano, pero la verdad es que siendo destacado<br />
bailarín o poeta ya debe saber uno, sin necesidad de pinceles o cámara<br />
de fotos, cómo construir mundos sin más elemento físico que su propia<br />
voz interna. Y debe ser una sensación de plenitud inigualable.<br />
Hablamos, como en música, de ritmo y ésa es la palabra clave…<br />
pero ¿si un verso es rítmicamente yámbico, por ejemplo, las caderas se<br />
han de mover de tal modo, y si son versos alejandrinos, los movimientos<br />
serán exactamente la mitad más largos que si el poema es una décima<br />
hecha de octosílabos? Pues no hay reglas. Porque se opera desde lo<br />
pulsional. Y de hecho, hasta Sara Baras, en este homenaje a desaparecidos<br />
genios del flamenco, o algunos poetas emergentes, buscan en el espectador<br />
(o en el lector) a un cómplice para una experiencia estética,<br />
pero no desde la formalidad, sino desde la única dimensión rítmica libre,<br />
desde la pulsional.<br />
Como <strong>danza</strong> realmente generadora de universo, me quedo con El<br />
Bolero de Ravel, en ese final de película “Los unos y los otros”, donde<br />
remata, de una forma alegórica, una trama dramática como el mejor<br />
broche final para un film (con Jorge Donn). ¿Quién no vibra con esa<br />
melodía interna que nos recorre con su audición? ¿Quién no construye<br />
un universo in crescendo en su alma al ver a los <strong>danza</strong>ntes de tal <strong>danza</strong>,<br />
o con “Amor brujo”, por ejemplo?<br />
El arte, esa actividad humana nada práctica, es la expresión poética<br />
de la voz interior elevándose al más allá, desde el pragmático y gris<br />
más acá.<br />
MG<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 52 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
Danzar: <strong>La</strong> unión de la tierra y el cielo<br />
Cristina Serrat<br />
Mi <strong>danza</strong> no es un intento de interpretar<br />
la vida en el sentido literario.<br />
Es una afirmación de la vida<br />
a través del movimiento.<br />
Martha Graham<br />
<strong>La</strong> célebre bailarina y coreógrafa Martha Graham consideraba la<br />
<strong>danza</strong> como el lenguaje escondido del alma, una canción del cuerpo<br />
que podía manifestarse en alegría o en dolor. Este “barómetro” del<br />
alma se expresa a través del impulso de la emoción. Etimológicamente,<br />
emotio, alude directamente a producir un movimiento que induce una<br />
acción. Así, emoción y <strong>danza</strong> se reflejan en un mismo espejo canalizando<br />
el sentimiento a través de su expresión en el cuerpo. <strong>La</strong> génesis de la<br />
<strong>danza</strong>, su elemento fundamental que es el ritmo, está en la propia naturaleza<br />
humana. Le viene dado por su funcionamiento orgánico, con la<br />
respiración y los latidos del corazón, ambos son lo primero que se altera<br />
cuando una emoción se muestra. En este sentido, otra pionera de la<br />
<strong>danza</strong> moderna, Isadora Duncan, afirmaba que el origen del trabajo artístico<br />
es la emoción, el movimiento constante y fluido que nace del<br />
centro del cuerpo (el plexo solar) donde se integra la experiencia física,<br />
la emoción y la espiritualidad.<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> utiliza todo el cuerpo como vehículo de expresión y, por<br />
ello, aquél o aquélla que baila aprende a escuchar su cuerpo. Bailar requiere<br />
las leyes más elementales de la fisiología y la anatomía, pero a la<br />
vez representa todo el juego de movimientos y gestos que, al expresarse<br />
de manera continua y conjunta, los integra en un lenguaje simbólico<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 53 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
que los transfigura en fuerza, poder y gracia. El cuerpo tiene su propio<br />
lenguaje y nos habla del sentido de la Tierra, de sus contracciones y<br />
distensiones, del ritmo de la Naturaleza y del Universo (el ritmo está en<br />
todo), de la sabiduría más profunda que se halla tras el pensamiento,<br />
las palabras y los sentimientos. Los pies aprenden antes que el espíritu,<br />
son los que recogen la fuerza vital de la tierra y mueven esa energía<br />
para despertar la acción mediante la expresión rítmica del cuerpo.<br />
Quien baila, se expresa con cada uno de sus movimientos, a través de<br />
la conjunción de todos ellos y alcanza ir más allá, dado que la <strong>danza</strong> no<br />
se identifica con una sola parte del cuerpo o con todas, sino que experimenta<br />
su totalidad, la unidad de cuerpo y mente. Así se ha revelado<br />
siempre.<br />
El ser humano ha bailado a lo largo de su historia para expresarse,<br />
comunicar y celebrar sus cambios y transformaciones individuales y sociales.<br />
En el arranque de las civilizaciones, la <strong>danza</strong> se inició como una<br />
manifestación natural de la vitalidad y la expresividad humana así<br />
como una acción de catarsis, de liberación de impulsos, asistida también<br />
por el juego y por los primeros acompañamientos sonoros de manos<br />
y pies. <strong>La</strong> suma de esos movimientos y sonidos repetitivos se fue<br />
transformando en ritos ancestrales cuya función era servir de vía de<br />
contacto con los dioses, para rendir culto a la naturaleza y para exteriorizar<br />
los propios sentimientos, necesidades o temores. <strong>La</strong> <strong>danza</strong> ejerció<br />
una singular función en el desarrollo de los ritos mágicos y las creencias<br />
religiosas. El repertorio esencial de los ritos de los pueblos ancestrales<br />
estaba constituido por <strong>danza</strong>s paroxistas y orgiásticas, <strong>danza</strong>s fálicas<br />
y de fecundidad, bailes guerreros y totémicos así como <strong>danza</strong>s sacras.<br />
En la <strong>danza</strong> ritual se refleja una gran parte de la vida y la tragedia<br />
humana, manifestándose en los ritos de vida y muerte (nacimiento, iniciación,<br />
fertilidad y cosecha, fallecimiento, matrimonio…) y en un profundo<br />
sentido de culto (veneración a los fenómenos naturales como expresión<br />
de los dioses, enseñanzas y conexión con lo sagrado). En el<br />
mundo primitivo la vida se consideraba la manifestación de los dioses<br />
en la Tierra y, por ello, toda la existencia se experimentaba desde un<br />
lugar sagrado. Por ello, la <strong>danza</strong> primitiva era primordialmente de ca<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 54 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
ácter religioso y de valor simbólico, dado que se configuraba como un<br />
medio de comunicación entre el hombre y los dioses, una forma de veneración<br />
destinada a invocar la manifestación de los poderes sobrenaturales.<br />
Incluso los mismos <strong>danza</strong>ntes encarnaban a los propios espíritus<br />
en muchos rituales, algunos de los cuales (en algunas tribus y grupos<br />
indígenas) aún se conservan. De esta forma, el bailarín hace presente<br />
el mundo que está más allá de los fenómenos, se entrega al movimiento<br />
y crea un camino de conexión hacia lo más profundo de su ser.<br />
Este aspecto transformador, intrínseco a la <strong>danza</strong>, de conexión entre<br />
lo profundo del ser humano y lo más elevado y espiritual, se ha mantenido<br />
intacto en algunas culturas primitivas actuales. Indígenas de todo<br />
el mundo ubican la <strong>danza</strong> y la oración en el mismo nivel de relevancia.<br />
<strong>La</strong> posibilidad de trascenderse o superarse a través de la <strong>danza</strong> ha sido<br />
puesta de relieve por filósofos, bailarines, psicólogos y pensadores. Para<br />
Friedrich Nietzsche, que identificaba al espíritu libre con el espíritu bailarín,<br />
éste es el atributo más sugerente de la <strong>danza</strong>. Nietzsche valoraba<br />
el baile como la máxima expresión de la vida, en la que los rígidos preceptos<br />
sociales y todo lo grave y lo pesado podían ser superados por su<br />
ligereza. Y para representar ese proceso transformador se ayudaba de<br />
la figura de Dionisio, la deidad griega más vinculada con el arte de la<br />
<strong>danza</strong>. Dionisio representa el éxtasis y el entusiasmo, es el dios de la<br />
vida y de la muerte, de la transformación y la renovación. Por un lado,<br />
Dionisio nos traslada a la experiencia corporal del baile, a la expresión<br />
de los impulsos vitales, a la forma más expresiva de decir sí a la vida,<br />
que los griegos elevaron a la categoría de arte, junto a la música y la<br />
poesía.<br />
Mediante la <strong>danza</strong>, la vida penetra en el cuerpo, provocando un estado<br />
que permite experimentar y comprender la vida, escuchando los<br />
modos de decir del cuerpo. Modos que pueden transformar y sublimar<br />
a la persona y que, según Nietzsche, transforman al que baila en una<br />
obra de arte en sí misma. Aquél que no <strong>danza</strong>, pues, no se siente vivo.<br />
Porque el baile, como muestra Dionisio, también es un camino hacia la<br />
alegría de vivir, hacia la esencia de la vida. Danzar lleva consigo transfigurarse,<br />
nadie se siente igual antes y después de bailar, permite el<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 55 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
arrebato del cuerpo y, sin cambiar de piel, te ayuda a descubrir otro yo,<br />
un yo sagrado, conectado con la naturaleza y el cielo. Colin Turnbull,<br />
que vivió con los pigmeos del bosque tropical de Ituri, en África Central,<br />
lo ilustra con esta anécdota:<br />
“Cierta noche, poco antes de ir dormir, escuché un ruido extraño que<br />
venía del bopi (lugar donde los niños jugaban). Allí, en el minúsculo claro,<br />
pude ver al refinado Kenge, adornado con vestimentas de corteza de<br />
árbol, hojas y flores en el cabello. Estaba totalmente solo, <strong>danza</strong>ndo en<br />
círculos y cantando suavemente para sí mismo. Fui hasta el claro y le pregunté,<br />
sonriendo, por qué estaba <strong>danza</strong>ndo solo. Él paró lentamente, se<br />
volvió y me miró como si yo fuera el mayor idiota que él hubiera visto en<br />
su vida. 'Pero yo no estoy <strong>danza</strong>ndo solo, –contestó–. Estoy <strong>danza</strong>ndo con<br />
la selva, con la luna'”.<br />
Tal y como explica Nietzsche, la <strong>danza</strong>, como expresión individual y<br />
artística, actúa como mediación entre lo visible y lo invisible, intercede<br />
entre nuestras fuerzas animales y espirituales. Une los opuestos y representa<br />
el equilibrio entre la tierra y el cielo, entre lo profundo y la altura,<br />
entre lo denso y lo ligero. El movimiento, el baile, la <strong>danza</strong>, es un<br />
camino de iniciación que reconcilia todos los mundos. De la misma manera<br />
que la concebían los griegos a través del mito de Dionisio (donde<br />
la vida y la muerte y lo masculino y femenino forman una unidad), la<br />
<strong>danza</strong> se desarrolla en el tiempo pero es efímera, acontece en el espacio<br />
pero alcanza lo ilimitado, es movimiento que conduce a la quietud, es<br />
corporal y refleja lo divino. Como consecuencia, en términos psicológicos,<br />
podemos decir que la <strong>danza</strong> es una expresión de la totalidad del<br />
ser, de su armonía.<br />
En una visión psicológica, esa expresión de la totalidad de la <strong>danza</strong><br />
nos refiere al encuentro de la consciencia con el nivel más profundo de<br />
nuestra psique inconsciente. En el estado alterado de consciencia que<br />
proporciona el baile (igual que ocurría en tiempos primitivos) ocurre<br />
que imágenes emocionalmente cargadas se ligan a la experiencia o a la<br />
actividad corporal. El movimiento y el baile pueden provocar cambios<br />
tanto a nivel biológico como a nivel psicológico, transformaciones que<br />
no podrían ser fácilmente producidos por la voluntad o por la reflexión.<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 56 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
Marcel Proust decía que nuestros brazos y piernas están llenos de memorias<br />
durmientes del pasado. Y esas memorias se despiertan a través<br />
del movimiento.<br />
En este aspecto, nadie como Carl Gustav Jung ha indagado tan profundamente<br />
en el camino de integración entre el cuerpo y la psique.<br />
Para Jung no existe diferencia entre ambos. El cuerpo es la base para la<br />
construcción de una identidad (el Self), para la experiencia de ser y estar<br />
en el mundo. En la memoria corporal está grabado quienes somos y<br />
lo que somos, nuestra parte finita y la intuición de lo ilimitado que representamos.<br />
Por su parte, la psique va más allá de la consciencia humana,<br />
es un entramado complejo que abarca nuestra parte inconsciente<br />
(donde también se ubica el instinto), también una parte consciente y<br />
nuestra dimensión espiritual. Jung afirmaba que el inconsciente sólo<br />
puede ser experimentado en el cuerpo (a través de sensaciones físicas,<br />
emociones y afectos), es donde se vivencia el alma humana, mientras<br />
que el alma es la experiencia psicológica del cuerpo. A través de una<br />
actividad corporal, del movimiento y la <strong>danza</strong>, podemos vincular la<br />
conciencia a los niveles más profundos de la psique, que puede revelarse<br />
con toda su numinosidad. <strong>La</strong> experiencia promovida por el baile sugiere<br />
una actuación conjunta de cuerpo y alma con el objetivo, entonces,<br />
de llegar a la totalidad. De esa experiencia emana la creatividad y<br />
su poder de transformación. Y de transgresión. Y de trascendencia.<br />
Así explica su vivencia, la bailarina Mary Wigman durante la creación<br />
de una de sus coreografías:<br />
“Al principio, sentí su llamada, como una apelación que viene de lejos<br />
emergiendo de las tinieblas. Era como una fuerza que atraía mi mirada<br />
hacia lejanas honduras, obligando a mis brazos a que se extendieran y se<br />
elevasen. Pero, ya desde los primeros pasos, era forzada a parar, como si<br />
mi cuerpo hubiera sido traspasado y estuviera pegado al suelo como por<br />
un poder mágico. Algo estaba allá, una presencia innegable, un polo<br />
opuesto a mí. <strong>La</strong> tensión creada imponía a mi cuerpo una torsión, arqueaba<br />
fuertemente mi espalda, estiraba mis brazos, creando en mí un sentimiento<br />
de desamparo y desesperación. ¡Basta! ¡Ya es suficiente! No, no<br />
quiero separarme, sino, al contrario, vivir plenamente esta experiencia”.<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 57 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
Este encuentro con lo sagrado a través del movimiento corporal y la<br />
<strong>danza</strong> nos devuelve a nuestros orígenes y nos permite conectar con<br />
nuestro ser más profundo, dejando que el alma emerja, se comunique,<br />
se exprese. Así facilitamos sanar cualquier huella o herida que hayamos<br />
acumulado en nuestro camino de vida. A través de nuestro cuerpo, de<br />
nuestro baile, nos exploramos, descendemos a las cavernas interiores y<br />
nos elevamos hacia afuera, damos luz a nuestro inconsciente y a nuestro<br />
ser creativo. Un ejemplo práctico de esta transformación nos la<br />
muestra el film The Rythm Is It! (2004), dirigido por Thomas Grube y<br />
Enrique Sánchez <strong>La</strong>nsch, que explica una propuesta educativa, en la<br />
cual doscientos cincuenta jóvenes se suben al escenario para representar<br />
<strong>La</strong> Consagración de la Primavera, de Igor Stravinsky. A través de las<br />
enseñanzas del coreógrafo Royston Maldoom, niños y adolescentes que<br />
nunca habían bailado experimentan variados estados de ánimo, descubren<br />
facetas escondidas de sus personalidades y trabajan sus emociones<br />
con el cuerpo. En la época que vivimos, resurge con fuerza el deseo ancestral<br />
de encontrar aquello que se oculta en los rincones más recónditos<br />
de nuestro ser para enfrentarnos a nuestros miedos y nuestras dificultades,<br />
para explorar nuestras potencialidades creativas y para volver<br />
a lo esencial, a los orígenes, recuperando, a través del arte, lo más profundo<br />
y espiritual del ser humano.<br />
Ese regreso a lo esencial fue explorado, de manera fiera e implacable,<br />
por la celebrada bailarina y coreógrafa Pina Bausch. Todas sus<br />
obras tratan sobre la condición humana y exhiben con severidad los<br />
sentimientos de las personas, haciendo partícipe al público y confrontándole<br />
con su propia experiencia vital. Mujer de pocas palabras, valoraba<br />
la emoción en su estado más puro y sincero: “Para ello hay que dejar<br />
que cada cual se exprese según sus motivaciones internas”. De esta forma,<br />
a través de desnudar los sentimientos en sus coreografías, Pina<br />
Bausch retomaba la creación y el arte de la <strong>danza</strong> como el único paliativo<br />
de la tragedia de la existencia. “<strong>La</strong> vida es expresión, energía, y hay<br />
que seguirla”, decía. <strong>La</strong> otra opción sólo es morir. Quizás por eso, nos<br />
han quedado impregnadas muchas de las frases de su sencilla filosofía:<br />
“Bailen, bailen, de lo contrario estamos perdidos”.<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 58 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
Hoy, también en nuestra sociedad, la <strong>danza</strong> se mantiene en toda su<br />
función ritual, incólume y retadora, haciendo resonar en nosotros la<br />
voz de toda la humanidad, como una fuerza generadora e inspiradora.<br />
Hoy, la <strong>danza</strong> sigue liberando al ser humano de la necesidad y de la<br />
utilidad. Y es gracias a ese poder que es capaz de conmover y al mismo<br />
tiempo transportar tanto al que baila como al que asiste a su <strong>danza</strong>, hacia<br />
otra realidad.<br />
CS<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 59 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 60 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
POESÍA<br />
Fragmentos de<br />
Suite Galván<br />
(quebranto y silencio)<br />
Miguel Ángel Ortiz Albero<br />
I<br />
área del vaivén<br />
al lugar sin fin, o al que no tiene principio,<br />
a la ondulación y a la curva, a la raíz él entra<br />
al hueco de los predecesores,<br />
al aliento dejado y al eco de las expiraciones entra<br />
a la inspiración del gesto previo, al borrar y al diluirse,<br />
al retirarse a la luz desde la ausencia él entra<br />
a sus lugares sagrados él entra en silencio<br />
tan descalzo e íntimo, tan desvestido, tan pleno y tan vacío<br />
como su tablado de arena que es ataúd, casa y refugio<br />
y en las lindes de luz se abre y se despliega,<br />
se extiende y multiplica, se muestra y aparece y traza<br />
su ritual de sangre y quiebro, su ceremonia<br />
de médula y escalofrío<br />
él entra,<br />
y el aire se hace carne<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 61 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
II<br />
a flor de gesto<br />
no hay notación posible para tal desmesura<br />
y, en la desmesura, dejar de ser,<br />
arrebatar, suspender, reanudar<br />
o recobrar, en esa desmesura, lo perdido,<br />
desparramar y vacilar, hacer<br />
del gesto retroceso para avanzar,<br />
para caer y dislocar, para romper<br />
y rehacer, para bailar, incluso, la quietud<br />
no hay notación posible para el cuerpo<br />
que va a hablar y no lo hace todavía y calla<br />
y aun cuando para, dicen, no se detiene jamás<br />
en él, no hay notación posible para el quebranto<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 62 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
III<br />
el perfil, en suspenso<br />
conmueve lo que flota en la sombra,<br />
el nervio y el músculo en acto,<br />
la emoción en gesto, el ruido del tuétano<br />
el que baila, dicen,<br />
camina sobre el agua<br />
y dentro de una llama<br />
el cuerpo es la música, y es la soledad,<br />
y es el riesgo de arder en las aguas, y es<br />
la conmoción misma de la carne convulsa<br />
no conmueve la emoción del gesto<br />
sino el gesto, lo que flota<br />
desde siempre bajo los pasos<br />
y bajo los pasos pasa y ahí está, el gesto,<br />
sombra certera como el puñal<br />
que no traza palabra alguna sobre el tablado<br />
una patada es sólo una patada<br />
y lo más profundo, la piel<br />
MAOA<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 63 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
Sentimiento Oceánico 1 / Sentiment Oceànic<br />
Alba Tor<br />
Creí<br />
todas y cada una<br />
de las parábolas<br />
que dictaminabais<br />
entre alabanzas<br />
a los astros<br />
y los ancestros,<br />
todavía vivos<br />
gracias a vosotros.<br />
Vaig creure<br />
totes i cada una<br />
de les paràboles<br />
que dictaminàveu<br />
entre alabances<br />
als estels<br />
i als ancestres,<br />
encara vius<br />
gràcies a vosaltres.<br />
Creí<br />
que la guerra y la injusticia<br />
eran tan sólo<br />
producto de la ignorancia<br />
e hice mía<br />
la sentencia<br />
que convirtió el libro<br />
de los libros<br />
en amor a la sapiencia:<br />
"haced a los demás<br />
lo que queréis<br />
que os hagan"<br />
y viceversa.<br />
Vaig creure<br />
que la guerra i la injustícia<br />
eren tan sols<br />
producte de la ignorància<br />
i em vaig fer meva<br />
la sentencia<br />
que convertí el llibre<br />
dels llibres<br />
en amor a la sapiència:<br />
'feu als altres<br />
allò que voleu<br />
que us facin'<br />
i viceversa.<br />
Cerré los ojos<br />
y me dejé querer<br />
como si la vida<br />
Vaig cloure els ulls<br />
i em vaig deixar estimar<br />
com si la vida<br />
1 Traducción al castellano de la propia autora.<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 64 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
fuera sólo el deseo de otro.<br />
fos només el desig d'un altre.<br />
Y en un delirio de sombras<br />
permanecí,<br />
ciega y esperanzada,<br />
que me palparan las entrañas.<br />
I en un deliri d'ombres<br />
vaig romandre,<br />
cega i esperançada,<br />
que em palpessin les entranyes.<br />
Bailé<br />
hasta franquear<br />
el abismo<br />
de la penumbra.<br />
Vaig dansar<br />
fins travessar<br />
l'àbisme<br />
de la penombra.<br />
Y una vez allí,<br />
descubrí<br />
un motor<br />
dentro de mí<br />
más poderoso<br />
que cualquier otro.<br />
I un cop allí,<br />
vaig descobrir<br />
un motor<br />
dins meu<br />
més poderós<br />
que qualsevol altre.<br />
Y junto a él<br />
se iluminó<br />
tu rostro.<br />
I vora meu<br />
es va il∙luminar<br />
el teu rostre.<br />
Y bajo<br />
vuestras estrellas<br />
y vuestras<br />
sentencias<br />
canté<br />
ignominias<br />
secretas.<br />
I sota<br />
els vostres estels<br />
i les vostres<br />
sentencies<br />
vaig cantar<br />
ignomínies<br />
secretes.<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 65 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
Bestias<br />
que luchan<br />
sin pena<br />
ni gloria.<br />
Bèsties<br />
que lluiten<br />
sense pena<br />
ni gloria.<br />
Manzanas rojas<br />
que se pudren<br />
en el jardín de las ninfas.<br />
Pomes vermelles<br />
que es podreixen<br />
al jardí de les nimfes.<br />
Ángeles caídos<br />
que devienen<br />
escombros<br />
cuando los encarnas.<br />
Àngels caiguts<br />
que esdevenen<br />
runes<br />
quan els encarnes.<br />
Y dejé de amarte.<br />
I vaig deixar d'estimarte.<br />
AT<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 66 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
Camaleón<br />
Náyade Quero Rocamora<br />
Ritm Ratm<br />
Pum Pam<br />
Flin Flan<br />
Trin Tran<br />
Tambores<br />
Violines<br />
Acordeones<br />
…<br />
<strong>La</strong> música cambia.<br />
El baile también.<br />
Todo depende<br />
de lo que estés<br />
dispuesto<br />
a oír.<br />
NQR<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 67 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
Ritual<br />
Felipe Zapico Alonso<br />
Sombras sobre las paredes<br />
de la gruta;<br />
llamas que simulan<br />
la vida exterior<br />
ahuyentando la muerte<br />
despreciando la vida;<br />
saltos<br />
brincos<br />
pisadas al ritmo<br />
de las palmas<br />
gritos que<br />
acechan desde la oscuridad<br />
zonas de<br />
certidumbre en<br />
madrugadas inhóspitas<br />
y<br />
desvariadas<br />
golpes<br />
en los brazos y espaldas de los cazadores<br />
saltos<br />
brincos<br />
golpes en el pecho<br />
ecos de miedos<br />
valor ritual<br />
saltos<br />
brincos<br />
en la madrugada<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 68 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
justo antes de que la<br />
partida<br />
salga a la crueldad del día.<br />
FZA<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 69 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
Noche profunda (Inframundo)<br />
Fragmento del Canto III<br />
José Manuel Ramón<br />
“—Que sea dicho:<br />
¡Golpead la piel sin descanso!<br />
¡Girad ante el fuego hasta que renazcan<br />
una a una las figuras desde adentro!”...<br />
Sin descanso<br />
<strong>danza</strong>mos entre brazos de fuego<br />
como ingrávidas osamentas<br />
atraídas por ritmos tribales<br />
<strong>danza</strong>mos e invocamos espíritus<br />
que preserven las conquistas<br />
y <strong>danza</strong>mos en círculo<br />
para que alcance el alma<br />
nuevos territorios<br />
y sentidos<br />
como hermosas visiones<br />
de la vasta dimensión<br />
o diáfanas lascas<br />
sin descanso<br />
del pedernal<br />
eterno<br />
<strong>danza</strong>mos<br />
Sin descanso<br />
<strong>danza</strong>mos<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 70 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
ozando lo humano<br />
<strong>danza</strong>mos<br />
y <strong>danza</strong>mos<br />
descarnado breviario<br />
como estaciones<br />
en círculo<br />
<strong>danza</strong>mos<br />
ebrios de cadencias<br />
entre sonoridades<br />
altas energías<br />
de enigmas<br />
descortezando vida<br />
y trances<br />
calcáreas<br />
Y alrededor<br />
sin descanso<br />
inmersos<br />
en círculo<br />
alumbrando<br />
transformaciones<br />
del fuego<br />
<strong>danza</strong>mos<br />
en travesías<br />
<strong>danza</strong>mos<br />
y <strong>danza</strong>mos<br />
y <strong>danza</strong>mos<br />
sin descanso<br />
<strong>danza</strong>mos<br />
pequeñas<br />
internas<br />
y esenciales<br />
JMR<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 71 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 72 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
ARTES VISUALES<br />
ARTES VISUALES
ARTES VISUALES I<br />
Irene Moray
ARTES VISUALES II<br />
Alicia Burrieza Zapatero
ARTES VISUALES III<br />
Agustín Calvo Galán
ARTES VISUALES IV<br />
Marta Fernández Clemente
ENTREVISTA<br />
Miguel Ángel Ortiz Albero<br />
¿Qué es la <strong>danza</strong>?<br />
El hombre práctico necesita la línea recta, la mínima acción y el<br />
tiempo más breve, pues cede a los impulsos que satisfacen sus necesidades.<br />
Al hombre práctico no le es posible demorarse, balancear el<br />
cuerpo o gesticular. Este hombre se limita a andar. Le basta con ello.<br />
Pero las piernas sirven para algo más que para correr y llegar. Hay, en<br />
el cuerpo, y con él, movimientos y gestos hermosos que no necesitan de<br />
nada más. Son hechos y no señales. <strong>La</strong> <strong>danza</strong> es. Y es por sí misma. A la<br />
manera de Paul Valéry, podemos afirmar que la <strong>danza</strong> es al caminar lo<br />
que la poesía es al habla de cada día. No es necesario llegar a lugar alguno.<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> cuenta el mundo y narra el camino. Y el acto de <strong>danza</strong>r,<br />
en sí, y por sí mismo, sus gestos y cada uno de sus movimientos son, y<br />
deben ser, la narración misma. <strong>La</strong> narración que niega el habla cotidiana<br />
del hombre práctico. <strong>La</strong> necesaria poesía del demorarse, del balancear<br />
el cuerpo, del gesticular por nada.<br />
¿Qué expresa el cuerpo con sus movimientos y qué relación tiene<br />
con la música, el ritmo y la armonía?<br />
Hay un ritmo primigenio inscrito en el cuerpo. Es el ritmo de la respiración,<br />
el del flujo de la sangre, el del latido del corazón. El aliento<br />
vital de nuestra vida es ritmo. Cada pequeño gesto que hacemos viene<br />
determinado por ese flujo vital. El cuerpo respira y late en todo momento:<br />
cuando se mueve, pero también cuando no lo hace; cuando baila,<br />
pero también cuando deja de hacerlo. Degas buscaba, tras las tablas<br />
de los escenarios, por entre cajas y en los camerinos de los teatros, los<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 127 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
más pequeños gestos de las bailarinas exhaustas tras el esfuerzo o relajadas<br />
antes de salir a escena. Incluso en esos gestos no codificados, que<br />
no forman parte de repertorio alguno, encontraba él la armonía y el ritmo<br />
que pretendía llevar al lienzo. El lirismo de estos gestos, decía Artaud,<br />
puede sobrepasar el lirismo de las palabras. Tal vez no exista el<br />
silencio, pero sí la música del silencio, la armonía del latido y la respiración<br />
del cuerpo. El cuerpo habla.<br />
Relacionado con esto, ¿cuánto hay de poesía en la <strong>danza</strong>?<br />
Decía Paul Valéry que un poema es acción porque no existe más que<br />
en el momento de su dicción: entonces, y sólo entonces, está en acto.<br />
Ese acto tiene por finalidad crear un estado de iluminación en esa escucha.<br />
Él afirma que empezar a decir versos es entrar en una <strong>danza</strong> verbal.<br />
<strong>La</strong> poesía debe ser palabra nueva, insospechada. <strong>La</strong> poesía debe<br />
conducir al extrañamiento, a la sorpresa y a la maravilla. El poema, según<br />
René Char, es el lugar de la fulgurante aparición de la palabra. Ese<br />
lugar, ese acto, esa acción, ese estado de iluminación alcanzado durante<br />
la escucha son los mismos que el lugar, el acto, la acción y el estado<br />
de iluminación de la <strong>danza</strong>. <strong>La</strong> <strong>danza</strong>, como el poema, se desvanece en<br />
el mismo momento en el que se crea. <strong>La</strong> <strong>danza</strong>, como la poesía, existe<br />
en el momento en el que es acto. Si decir versos es entrar en una <strong>danza</strong><br />
verbal, bailar es construir un poema encarnado. El cuerpo y la palabra<br />
iluminan.<br />
¿Qué relación tiene la <strong>danza</strong> con la muerte? ¿Cómo interpretarías<br />
el bailar en un funeral?<br />
Cuando intentamos hablar de la <strong>danza</strong> y de la muerte, de la muerte<br />
y de la <strong>danza</strong>, terminamos siempre por hablar de la vida. Aunque la<br />
muerte sea lo único seguro y definitivo, la vida es lo único que en verdad<br />
poseemos y a ella nos aferramos. En la <strong>danza</strong>, como en la vida,<br />
todo se materializa en el tiempo que tardamos en <strong>danza</strong>r/recorrer la<br />
distancia que hay entre el primero y el último de nuestros pasos. Y en<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 128 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
ese trayecto, la muerte siempre nos acompaña. Tal vez bailemos para<br />
conjurarla, o tal vez bailemos para celebrarla. Lo cierto es que, como<br />
escribió Georges DidiHuberman, bailamos para estar juntos. Bailamos<br />
para, en esos momentos, como en todos, no estar solos. Bailamos para<br />
acercar nuestro cuerpo al de los demás. Bailamos para buscar consuelo<br />
o para celebrar, siendo, a la vez, el nuestro, el más solitario y el más comunitario<br />
de los cuerpos que <strong>danza</strong>n. Bailamos para abandonarnos a lo<br />
que sea que tenga que llegar. Lo demás es silencio.<br />
¿Bailar en un funeral? Una vez, hace ya tiempo, vi bailar junto a un<br />
féretro. Qué mejor modo de acompañar a los presentes en tal tránsito.<br />
Qué mejor modo de hacerles comprender y compartir el cuerpo que se<br />
escapa. Qué bella forma de comulgar con ellos.<br />
Siguiendo este camino: ¿<strong>La</strong> <strong>danza</strong> y el miedo, en qué punto se<br />
conectan?<br />
Pina Bausch les decía a sus bailarines que la vida no es lisa y tranquilizadora<br />
como una pista de baile. Durante su infancia ella lo veía<br />
todo desde debajo de las sillas del café de su familia. Bajo las sillas se<br />
refugiaba, como a la espera. Y desde ese refugio ella lo registraba todo<br />
para luego poder entornar los ojos, cerrar los párpados y bailar traspasando<br />
los obstáculos. Bailar alejando de sí el dolor y la soledad. Poder<br />
decir y bailar con el gesto esa soledad y ese dolor tan acuciantes. Conjurar,<br />
de nuevo. El miedo, tal vez. Temor y temblor. Convulsión y espasmo.<br />
Como tensado y destensado, alternativamente, el músculo a la<br />
espera.<br />
¿Qué simbología encuentras entre la <strong>danza</strong> y el ritual?<br />
Hay ya todo un ritual en el hecho de entrar a escena o salir de ella.<br />
<strong>La</strong>s tablas son un lugar de celebración, de comunión con el público. El<br />
pie desnudo se posa en el suelo para luego elevarse. Se sacraliza el espacio,<br />
se supera esa cancela invisible que separa al espectador del eje<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 129 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
cutante. Quien baila oficia, para sí mismo y para los demás. Rito y ceremonia<br />
de todos para con todos. Dice Jan Fabre que el artista está condenado<br />
a repetir sus rituales hasta la muerte, y su Ángel de la Muerte,<br />
ese ángel que protagoniza una de sus obras teatrales, afirma que ama<br />
la repetición y que baila siempre porque es todo lo que puede hacer:<br />
flotar y bailar. Bailar y bailar, como ritual infinito. Bailar hasta que salga<br />
de escena, hasta que retome el ritual del abandono, del dejar de hacer,<br />
del dejar de repetir.<br />
Me interesa mucho esta relación: ¿Qué aporta la <strong>danza</strong> al teatro<br />
y, el teatro a la <strong>danza</strong>?<br />
Escribía Artaud que la multitud sale a buscar las verdades a la calle,<br />
y que es por ello por lo que en su teatro el espectador está en el centro;<br />
y el espectáculo, a su alrededor, rodeándolo y atravesándolo. Y escribía<br />
también que la poesía está en las ferias, en los circos y en los bailes. Sí,<br />
en los bailes. En su teatro, los pies que acompañan desordenadamente<br />
a los ritmos forman parte de un lenguaje concreto que penetra en la<br />
sensibilidad y que enlaza con los órganos. Teatro y <strong>danza</strong> directos a las<br />
tripas, directos a provocar esa emoción que no necesita de palabras, directos<br />
a perpetrar la ceremonia sobre las tablas. Tanto en el teatro<br />
como en la <strong>danza</strong>, la carne debe mostrarse a flor de piel. <strong>La</strong> palabra y el<br />
gesto se dan la mano, se entregan mutuamente. Como anotaba Tadeusz<br />
Kantor en sus lecciones, no se representa lo previamente escrito sino<br />
que el drama nace cuando se hace el espectáculo. No debe haber una<br />
construcción mimética. No hay un lugar artístico, sino que existe el lugar<br />
real. <strong>La</strong> <strong>danza</strong> es. El teatro es. Y son en ese lugar en el que ambos<br />
se enlazan entre sí y se enlazan con los órganos. Pina Bausch afirmaba<br />
que jamás dijo "éste es el escenario", sino que tal lugar lo creaba a medida<br />
que lo bailaba.<br />
Se me viene la imagen de cómo se bailaba en los años 20, en los<br />
80 y ahora, sólo hay que echar un vistazo por la red para darse<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 130 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
cuenta... ¿por qué varía tanto el movimiento de nuestro cuerpo con<br />
el transcurso de la Historia?<br />
Tal vez el cuerpo se reinventa. Se reinventan los gestos, los pasos,<br />
los movimientos. Se reconstruyen o se regeneran con el paso del tiempo.<br />
Pero también es posible que se adapten a ese flujo del tiempo, a ese<br />
transcurso de la Historia. Mary Wigman decía que su lenguaje era la<br />
traducción gestual de sus propios sentimientos en tanto que testimonio<br />
de su época; que su <strong>danza</strong> era la imagen realista de un momento; que<br />
en presencia de un acontecimiento, las modificaciones continuas de su<br />
pensamiento se reflejaban en cada uno de sus gestos; y que la reunión<br />
de dichos gestos era su <strong>danza</strong>, una <strong>danza</strong> que testimoniaba, mediante<br />
el movimiento, lo que ella sentía en el seno de la humanidad que la rodeaba.<br />
Si el cuerpo no miente, el cuerpo será también el testigo de su<br />
tiempo, y cada cuerpo será el testigo de cada tiempo, una huella de él.<br />
¿Qué verdades, certezas, se pueden leer en esos cuerpos que<br />
bailan? ¿<strong>La</strong> <strong>danza</strong>, más allá de emociones, qué conocimientos<br />
transmite?<br />
El cuerpo no miente. En él queda trazada la huella de todo lo que<br />
somos. El cuerpo nos habla y habla por nosotros. En su "diario de invierno",<br />
Paul Auster habla de un cuerpo que se mueve, o no se mueve.<br />
Dice que si ese cuerpo se mueve, algo comienza a suceder, pero que si<br />
no se mueve también algo comienza a suceder. Siempre sucede algo<br />
con el cuerpo, siempre nos habla, siempre nos transmite. Y el cuerpo,<br />
insisto, no miente. En el mismo diario, Auster narra un ensayo abierto<br />
de una compañía de <strong>danza</strong>. Los bailarines, dice, bailan en silencio, tan<br />
sólo con la música de sus respiraciones y de sus pies descalzos golpeando<br />
el suelo. Cada cierto tiempo dejan de bailar, se detienen, y alguien<br />
explica, con palabras, lo que el espectador acaba de ver. Y dice Auster<br />
que esa palabra es inútil, que hay un abismo entre lo explicado y lo bailado,<br />
que las palabras naufragan porque no pueden explicar el alfabeto<br />
del gesto. <strong>La</strong>s verdades o las certezas del cuerpo son el cuerpo mismo.<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 131 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
Tal vez no sirva la palabra para codificar lo que el cuerpo transmite. El<br />
cuerpo es conocimiento.<br />
¿Por qué la <strong>danza</strong> puede llegar a ser tan erótica?<br />
Allá donde intervienen el cuerpo en plenitud y la mirada...<br />
¿Cuál es tu relación con el mundo de la <strong>danza</strong>? Coméntanos,<br />
por favor, pues creo que hay mucha historia detrás.<br />
Mantengo, desde hace años, un contacto directo con este mundo.<br />
Soy espectador y he leído sobre <strong>danza</strong>. Reflexiono y la relaciono con<br />
otros lenguajes que utilizo. Jamás he bailado. He escrito textos que han<br />
servido de apoyo a espectáculos de <strong>danza</strong>, e incluso textos que se han<br />
bailado. También me he atrevido a escribir un ensayo. Y he fraguado,<br />
junto a la bailarina Ingrid Magrinyà y al músico Gonzalo Alonso, los espectáculos<br />
"Joy (in progress)" e "In absentia (Me gustaban los días de<br />
Penélope)", en los que se funden la <strong>danza</strong>, la música y la poesía. Así ha<br />
sido y así es.<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 132 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 133 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 134 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
COLABORADORES<br />
CARMEN VELASCO RENGEL<br />
Carmen Velasco Rengel es doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Málaga,<br />
escritora, profesora del Departamento de Traducción e Interpretación de dicha<br />
Universidad y del Máster Oficial en Traducción para el Mundo Editorial. Así<br />
mismo, forma parte del Consejo de Redacción de TRANS. Revista de traductología.<br />
Ha sido profesora e investigadora visitante en diversas universidades de la costa<br />
oeste y este de los EE.UU. Como ponente y profesora invitada, ha participado en<br />
programas de máster y doctorado, coloquios, congresos y cursos en universidades<br />
nacionales e internacionales. Entre sus últimos ensayos publicados destacan Watchwomen.<br />
Antología de narradoras españolas del siglo XXI (2011), Palabras rojas.<br />
Apuntes para una teoría de la carnalidad en la narrativa española del siglo XX<br />
(2011), Musas insumisas. Paradigmas y discursos literarios de lo femenino (2009). Es<br />
autora de la novela EnRedadas, (2003), el libro de relatos Más humanas (2005) y<br />
Libro de marzo (2011). Ha sido premiada en el I Premio Ateneo de Badajoz El Quijote<br />
y sus personajes (2005). Ha participado en las antologías El Quijote. Instrucciones<br />
de uso (2005), Antología de cuento fantástico (2005), Hijos y héroes (2005),<br />
Cuento vivo en Andalucía, Pasión por la medicina (México, 2006), Mutantes. Narrativa<br />
española de última generación (2007), entre otras. Colabora en medios nacionales<br />
e internacionales.<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 135 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
JOSÉ G. CORDONIÉ<br />
José G. Cordonié (<strong>La</strong> Coruña, 1967). Inventor de ficciones, que lleva a la realidad<br />
en forma de relatos, novela, poesía o dibujos.<br />
Ha publicado «<strong>La</strong>s Baladas de Morotropium», narración poética finalista del premio<br />
<strong>La</strong> Nunca Poesía 2011 (Ediciones Oblicuas, 2012) y las novelas «26 [Veintiséis]»,<br />
ganadora del III Premio Wilkie Collins de Novela Negra 2013 (M.A.R. Editor,<br />
2013), «El Amor es un revólver cargado por el diablo» (Lupercalia Ediciones, 2014) y<br />
«VANG!» (Lupercalia Ediciones, 2016). Su libro de relatos «<strong>La</strong> Negra Luz del Círculo<br />
Oscuro» fue finalista del Premio Vivendia de Relatos 2011 (no publicado a día de<br />
hoy). También ha colaborado en numerosas antologías de relatos breves sobre diversa<br />
temática: rock and roll, terror, Nueva York, Lisboa o ciencia ficción. Y ha escrito<br />
junto a otros 13 autores, a modo de cadáver exquisito, la novela «Democracias<br />
intervenidas por títeres sin cabeza» (Ediciones Irreverentes, 2013).<br />
Como ilustrador ha realizado «Cuadernos de la Frustración» (algunos publicados en<br />
su blog y en la web Artefactor), y la portada y el minicómic interior que incluye el<br />
disco «Polvo de Estrellas», del grupo Scopitones.<br />
Es colaborador del célebre fanzine underground Vinalia Trippers.<br />
Podrás encontrar más información sobre el autor en su página blog, «<strong>La</strong> Hermética<br />
Furibunda» o en sus cuentas de Facebook o Twitter.<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 136 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
ABIGAIL SERRANO<br />
Nace en Barcelona en 1989. Titulada en Artes Gráficas y Diseño, la ilustración es su<br />
profesión y una de sus pasiones. No obstante, aspira a poder convertirse en novelista<br />
algún día. Aficionada a la buena letra impresa, practica la escritura desde su<br />
temprana adolescencia y disfruta contando todo tipo de historias, tanto en forma<br />
de relato breve como de novela. Su cabeza nunca descansa porque, al fin y al cabo,<br />
crear es parte de estar vivo. Y esta autora catalana aún tiene mucho que decir.<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 137 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
RITA ORELLANA<br />
Mujer, mediterránea y septentrional de 40.<br />
Formada en Filosofía y Letras.<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 138 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
LUCAS EGEA<br />
Lucas Egea, nacido en 1992, se ha graduado en Estudios Literarios en la<br />
Universidad de Barcelona.<br />
Siempre ha tenido inquietud por contar historias. Desde que tiene uso de razón ha<br />
creado multitud de personajes y universos, sin importar el formato en el que se<br />
contara la historia: narrativa, novela gráfica, cómic, cortos en formato de vídeo, o<br />
representaciones teatrales en casa.<br />
A día de hoy es autor publicado de varios cómics y ha decidido explorar su faceta<br />
como escritor, centrándose en los relatos breves (un género que siempre le ha<br />
cautivado). Actualmente es estudiante en la escuela Aula de Escritores (Barcelona),<br />
asociada con la editorial Hijos de Hule. También ha resultado ganador en diversos<br />
concursos literarios locales.<br />
Ha participado activamente en diversas revistas auto publicadas, así como en<br />
grandes ferias de libros y cómics durante más de 4 años.<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 139 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
ESTER GUNTÍN<br />
Ester Guntín (Barcelona, 1991). Graduada en Humanidades por la Universidad<br />
Pompeu Fabra. Se forma como bailarina en <strong>danza</strong> clásica y contemporánea en la<br />
Escola de Dansa Rosita Mauri, Ramon Solé y Área de Barcelona. Actualmente, trabaja<br />
en una galería de arte contemporáneo y colabora escribiendo sobre <strong>danza</strong> y artes<br />
escénicas en plataformas culturales online como Núvol y Blowup: Film and Visual<br />
Arts.<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 140 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
SONIA RICO TRUJILLO<br />
Nací y he vivido siempre en Barcelona. Ya de pequeña me interesaron muchas cosas<br />
pero, especialmente, entender las relaciones entre las personas y, todo lo relacionado<br />
con los libros. Supongo que por eso empecé a enamorarme pronto de la literatura<br />
y recuerdo bien las primeras veces que entraba en la biblioteca del colegio con<br />
apenas 6 años.<br />
Más tarde, me decidí por estudiar Psicología, mientras los libros me acompañaban<br />
a todas partes. Con el paso de los años empecé a participar en clubs de lectura, conversaciones<br />
con escritores noveles y a escribir. Me formé con el itinerario para escritores<br />
en la Escuela de Escritura del Ateneu Barcelonès. Actualmente estoy acabando<br />
una novela y coordino un club de lectura.<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 141 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
MAICA BERMEJO MIRANDA<br />
Maica Bermejo Miranda (GuadixGranada).<br />
Escritora de poemas, relatos y cuentos.<br />
Ha participado en la antología Seda y Fuego. Colabora en las revistas literarias digitales<br />
Hankover, Acantilados de Papel, Culturamas, <strong>Excodra</strong> y Extramuros.<br />
Sus cuentos “<strong>La</strong> Bruja de la lana” y “<strong>La</strong> rueda del tiempo” han sido publicados en la<br />
antología Cuentos de Navidad I y II Certamen “Ángeles Palazón”. Ha participado en<br />
el fanzine Vinalia Trippers con el relato “Wild Wild West”. Forma parte del Proyecto<br />
"Escritores Perdidos" en el <strong>La</strong>rgometraje documental “Perdidos. Un lugar para<br />
encontrar”, Un retrato directo y frontal sobre la generación perdida de la literatura<br />
española.<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 142 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
MARIPAU GONZÁLEZ<br />
Maripau González es una mujer pensadora y escritora, introspectiva y conocedora<br />
del mundo como muy poquita gente tiene a su alcance, y además es, para estar en<br />
contacto con esta realidad de manera constante, Enfermera de AP, Máster en Investigación<br />
de Cuidados en Enfermería, Colaboradora Docente, como Tutora de Prácticas,<br />
de la URV, Docente en cursos de pediatría y adolescencia para enfermeras, y<br />
también, Premio de Relato de Investif 2012.<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 143 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
CRISTINA SERRAT<br />
Cristina Serrat Sánchez es narradora oral, actriz, periodista y coach corporal. Como coach<br />
y terapeuta corporal, está especializada en movimiento correctivo y expresivo para el propio<br />
crecimiento personal y artístico. Dirige grupos de coaching corporal y movimiento expresivo,<br />
utilizando los sistemas de centros de energía, río abierto, la Gestalt y el trabajo<br />
corporal correctivo, entre otros. Escritora de relatos e incipiente dramaturga, es de naturaleza<br />
inquieta y durante muchos años trabajó en medios locales y estatales de prensa y radio<br />
explicando historias. Dejó el periodismo para narrar sus propios escritos, las historias de<br />
otros/as autores/as así como cuentos tradicionales y los mitos más antiguos de la humanidad.<br />
Fascinada por la filosofía, la historia antigua y la mitología, considera que sumergirse<br />
en ellas te abre caminos necesarios para entender el mundo, para aprender a vivir y poder<br />
comprenderse. Toda su labor se impregna de ello, de la misma manera que lo hace el baile.<br />
Actualmente combina su trabajo como actriz, narradora y escritora con el coaching corporal<br />
para personas y grupos. También es especialista (trainer) en Programación Neurolingüística<br />
y en metáfora terapéutica, para favorecer la conexión del cuerpo con la vida, con<br />
el movimiento y con su increíble capacidad de sanación y expresión.<br />
Blocs:<br />
https://shambalaemotion.wordpress.com<br />
https://cristinaserrat.wordpress.com<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 144 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
ALBA TOR<br />
Amante de la expresión artística, escribe, canta y actúa desde que tiene uso de razón.<br />
Estudió 'Imagen y Sonido', 'Interpretació de la Llengua de Signes' (CEIR) y 'Filosofía'<br />
(UNED) y se ha formado a lo largo de los años en diferentes disciplinas:<br />
Canto (Atempo, Escola de músics...), Danza (Pland) e Interpretación (Nancy Tuñón,<br />
Cincómonos, Ateneu, Factoria Dimo...). Ha trabajado en diversas asociaciones<br />
y galerías como programadora, artista, organizadora y presentadora de actos (Galeria<br />
Ada Arts, Club Cronopios, Solera Cafè Teatre, Sala Fénix, Moraima, The Collective,<br />
Centro de Arte Mútuo, Gypsi Lou…). También ha dirigido diversas piezas en<br />
varios locales emblemáticos de Barcelona en los cuales también ha actuado como El<br />
Excèntric en la Sala Fènix, L'AutoKabaret Coses Que Mai Faries en el Solera Cafè<br />
Teatre, Jams d'Improvisació musicals en ell Gipsy Lou y recitales y piezas de su proyecto<br />
personal en diferentes festivales y locales de Catalunya. Además ha creado la<br />
compañía 'Excèntrics' con el músico, performer y agitador cultural Miquel Jordà.<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 145 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
NÁYADE QUERO ROCAMORA<br />
Náyade Quero Rocamora, de seudónimo NQRocamora, nacida en Barcelona en el<br />
92. Literata, editora y escritora en una carrera de fondo. Le gusta meterse en la<br />
mentalidad de personajes poco convencionales, y escribir sobre ellos. En su web<br />
http://nqrocamora.com entrelaza la literatura con los puzles.<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 146 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
FELIPE ZAPICO ALONSO<br />
Fotografía de Babel Estudio. Autor Demian Ortiz.<br />
Felipe Zapico Alonso. Mamífero anartista de la camada de 1960. Tragos, se editaba<br />
por parte de Eloísa Otero en 2008 en la colección digital Traviesas de Poesía; y en<br />
2009 la editorial Eolas editaba Litro de versos, El hueco que me habita en Banderines<br />
del Zaguán 2010, Nanoediciones edita el año 2010 un mini poemario titulado<br />
Engendrando hábito y el 2011 Balances Parciales, en el 2013 Origami se encarga<br />
de sacar El ladrón de peras. Ese mismo año Eolas vuelve a confiar en un proyecto<br />
en los que mis poemas forman un libro unitario con las fotografías de Santos Perandones,<br />
Fotomatón. Como no hay dos sin tres terminamos el año sacando Cosas en<br />
Zoográfico, el tercer poemario del año. En mayo de 2014 aparece The Bestiario,<br />
editado por la editorial digital ebookprofeno, con 100 ejemplares en papel, numerados<br />
y firmados. En estos años he colaborado en prosa y verso en diversas antologías,<br />
proyectos conjuntos y revistas y fanzines: Simpatía por el relato, Vinalia Trippers,<br />
El casco, <strong>La</strong> hamaca de tela, Voces del Extremo, Poetas del 15M, Aftersun en<br />
Pulp Black Box, Gatos y Mangurrias, Esto no rima, Infierno Suave, Poesía Armilar,<br />
Elefante Rosa Fanzine, Revista Ombligo, Alquimia Tierra, Meando contra viento, <strong>La</strong><br />
Conserva, El camino del corazón solidario Dos poemas y un café, Antología Campamento<br />
Dignidad Poemas para la conciencia, Voces del Extremo, Imagina cuantas<br />
palabras, Nómadas, Antología JA!MUSEU y Antilogía Dolores de poesía en los bares.<br />
Paseo por el mundo mirando y esa mirada trato de optimizarla tirando fotos de<br />
casi todo lo que veo, todo lo que miro, lo que observo y por supuesto lo que admiro.<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 147 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
JOSÉ MANUEL RAMÓN<br />
José Manuel Ramón (Orihuela, Alicante, 1966). Reside en Fuengirola (Málaga).<br />
Cofundador de la revista de creación Empireuma en 1985 y codirector de la misma<br />
hasta 1991. Incluido en las antologías Escrito en Alicante (Alicante, 1985), Muestra<br />
de joven poesía hispánica de la revista Ventanal (Univ. Perpiñán, Francia, 1986) y El<br />
libro de plomo (Orihuela, 2013). Colaboraciones en <strong>La</strong> cuerda del Arco (Sevilla),<br />
Perfil poético de los países latinos (Niza, Francia), Norte (México), International<br />
Poetry (Moorhead, EEUU), Acantilados de papel (Murcia) y ÁgoraDigital (Murcia).<br />
Ha publicado la plaquette Génesis del amanecer (Orihuela, 1988), con prólogo de<br />
Jorge Cuña Casasbellas y el libro <strong>La</strong> senda honda (Devenir, 2015), con prólogo de<br />
José Luis Zerón Huguet.<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 148 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
IRENE MORAY<br />
Irene Moray es una joven fotógrafa española que divide su trabajo entre Alemania y<br />
España. Su especialidad es la fotografía análoga, aunque su repertorio fotográfico,<br />
y especialmente su trabajo más comercial, es de fotografía digital. El estilo creativo<br />
de Irene es sincero, sus fotografías son sencillas, sin muchos adornos. Su inspiración:<br />
recuerdos personales e instantes íntimos que se convierten en fotografías. Con<br />
base en esto, su propósito al capturar imágenes es establecer conexiones, enlaces<br />
entre la modelo, el espectador y con ella misma. Así, sus fotografías no son simplemente<br />
bonitos momentos capturados, son uniones que resaltan una atmósfera, un<br />
sentimiento y una memoria que toma nueva vida. Más información sobre su trabajo<br />
en: http://www.irenemoray.com<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 149 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
ALICIA BURRIEZA ZAPATERO<br />
En el 2012, realizo una exposición de grabado y pintura erótica en la galería “El<br />
Consentido” de Madrid. También participé en la subastas de arte "Democratizarte"<br />
de Madrid.<br />
En el 2013, hago un curso de Vídeo y Montaje en la “Escuela de Artes Visuales<br />
LENS” de Madrid.<br />
En el 2014, realizo una exposición en "Galie Panisa" en Chiang Mai, Tailandia.<br />
En el 2015, realizo una exposición de grabados en la galería “Arte Fino Gallery” en<br />
<strong>La</strong>s Vegas. También realizo una exposición de pintura y grabado, en la galería "Ajolote"<br />
en Méjico.<br />
Actualmente estoy trabajando en el proyecto, “Pademonium Circus Project" junto<br />
con el artista Magín Diamante. Proyecto en el cual se desarrollan todas las artes,<br />
pintura, escultura, animación, escenografía, música.<br />
http://www.aliciaburrieza.com<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 150 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
AGUSTÍN CALVO GALÁN<br />
Agustín Calvo Galán, (Barcelona, 1968). Licenciado en Geografía e Historia por la<br />
Universidad de Barcelona. Ha publicado los libros: Letras transformistas, (Ed. Atenas,<br />
2005), Otra ciudad (libro objeto, Ed. Diógenes, 2006), Poemas para el entreacto<br />
(Ed. Jirones de azul, 2007), A la vendimia en Portugal (Ed. Amargord, 2009),<br />
Escozor nuestro de cada día (Ed. Ultramarina, 2012), Proyecto desvelos, (Ed. Babilonia,<br />
2012), <strong>La</strong> lengua en juego (<strong>Excodra</strong>, 2013), GPS (2014) y Amar a un extranjero,<br />
XI Premio César Simón de Poesía, Universitat de Valencia (2014).<br />
Su obra como poeta visual ha sido recogida en diferentes antologías especializadas<br />
como Poesía experimental española (19632004) Ed. Marenostrum (2004); Poesía<br />
visual española (antología incompleta) Ed. Calambur (2007); Fragmentos de entusiasmo,<br />
poesía visual española (19642006) Ayuntamiento de Guadalajara (2007);<br />
Esencial Visual, Instituto Cervantes de Fez, Marruecos (2008), etc.<br />
Por otro lado, ha participado en numerosas exposiciones colectivas con sus poemas<br />
visuales; además, ha realizado exposiciones en solitario: “Letras transformistas”,<br />
poemas visuales y collages, junio 2003, Centre Cívic Drassanes (Barcelona); “Fotopoemes”,<br />
diciembre 2006, <strong>La</strong> Vaquería (Tarragona); “Proyecto Desvelos”, abril<br />
2008, Sala Valentina (Barcelona); “Poemes i objectes”, octubre 2008, Ateneu Igualada<br />
(Igualada, Barcelona); “Fotopoemes”, Ca l’Herrero, Ajuntament de Porbou (Girona),<br />
julio 2010; “Poemas objeto”, abril 2012, Biblioteca de Ripollet (Barcelona); y<br />
“Proyecto Desvelos”, octubre 2012, Ex!poesía, Barakaldo (Bizkaia).<br />
Su blog: http://proyectodesvelos.blogspot.com/<br />
Coordina: http://www.lasafinidadeselectivas.blogspot.com<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 151 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
MARTA FERNÁNDEZ CLEMENTE<br />
Nacida en su querida Madrid, pero el amor por el mar la ha llevado a viajar de<br />
puerto en puerto... actualmente, hasta la isla de Mallorca. Oceanógrafa, educadora<br />
ambiental marina y navegante retrata sus viajes por mares y desiertos, a sus gentes<br />
y sus cuentos. Fotógrafa de alma, alma de fotógrafa, amante de la documentación a<br />
través de una cámara ha hecho hincapié en el conflicto del Pueblo Saharaui.<br />
http://www.flickr.com/photos/37348468@N03/<br />
Visita sus experiencias en su blog: http://piratamarte.tumblr.com/<br />
<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 152 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
MIGUEL ÁNGEL ORTIZ ALBERO<br />
Miguel Ángel Ortiz Albero (Zaragoza 1968) es escritor y creador. Ha sido actor, librero,<br />
profesor y corrector editorial. Ha expuesto instalaciones, collages y ensamblajes.<br />
Ha escrito y le han publicado libros de poesía, un par de novelas y el ensayo<br />
"<strong>La</strong> <strong>danza</strong> de la muerte. Bailar lo macabro en la escena, la literatura y el arte contemporáneos"<br />
(Fórcola Ediciones, 2015). En la actualidad imparte clases de creación<br />
literaria, continúa con sus demás ocupaciones y, como él insiste, pasea y observa.<br />
<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 153 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
LA DANZA<br />
NÚMERO <strong>XXX</strong><br />
MAYO 2016<br />
REVISTA EXCODRA<br />
http://www.excodra.com