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Excodra XXIX: La guerra

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EXCODRA<br />

REVISTA DE LITERATURA<br />

(Y OTRAS ARTES)<br />

Nº 29<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong><br />

REVISTA EXCODRA<br />

2016


Edición: © Revista <strong>Excodra</strong>.<br />

Imagen portada: © Ludovica Bastianini.<br />

<strong>La</strong> autoría de los textos e imágenes de la revista pertenece a cada uno de sus respectivos autores.<br />

Dirección Revista <strong>Excodra</strong>: Rubén Darío Fernández.<br />

Revista <strong>Excodra</strong>. Número <strong>XXIX</strong>, <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>. Marzo, 2016.<br />

ISSN 2445­2157<br />

Depósito Legal: C 163­2016<br />

Revista <strong>Excodra</strong><br />

Avd/ Romero Donallo, 9. Bajo.<br />

15706 Santiago de Compostela<br />

A Coruña<br />

Impreso por Podiprint.<br />

http://www.excodra.com<br />

excodra@excodra.com


ÍNDICE<br />

Contenidos<br />

Página<br />

EXCODRA <strong>XXIX</strong>: LA GUERRA 3<br />

EDITORIAL 5<br />

ENSAYO 9<br />

Antonio Tello: <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>: Definición, acepciones y variantes 9<br />

Aarón Reyes Domínguez: <strong>La</strong> virtud y la <strong>guerra</strong> 14<br />

Federico Fernández Giordano: The war game 22<br />

<strong>La</strong>ura Freijo Justo: <strong>La</strong> paz mezquina 27<br />

NARRATIVA 35<br />

Álex Chico: Escrito en Portbou 35<br />

POESÍA 37<br />

Déborah Vukusic: Weeping sound 37<br />

Vicente Luis Mora: Mostar, Herzegovina, 1993 41<br />

Juan Trigo: Ares 42<br />

Mariona Rodríguez: Espérame en el cine, Wróblewski 45<br />

José Manuel Vara: <strong>La</strong>s <strong>guerra</strong>s íntimas 46<br />

ARTES VISUALES 51<br />

Jalón de Aquiles 52<br />

Carlos Esteban Resano Vasilchik 62<br />

Aurora Martín Casas 72<br />

Vicenç Rodríguez Bosch 86<br />

Eli Mora 94<br />

Ludovica Bastianini 104<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 1 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


CUESTIONARIOS 117<br />

Manuel Pérez Subirana 117<br />

Begoña García Carterón 121<br />

ENTREVISTA 125<br />

Rafael Argullol 125<br />

COLABORADORES 133<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 2 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


EXCODRA<br />

REVISTA DE LITERATURA<br />

(Y OTRAS ARTES)<br />

Nº 29<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong><br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 3 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 4 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


EDITORIAL<br />

Han pasado casi cinco años desde que nació la Revista <strong>Excodra</strong>. Casi<br />

cinco años siendo una revista digital, temática, bimensual y gratuita. Y<br />

lo sigue siendo... con la única diferencia de que ahora, además de lo<br />

anterior: Es un libro en papel. Si ahora mismo lo tienes entre tus manos<br />

te estarás dando cuenta de ello... y esperamos que la sigáis disfrutando<br />

de la misma manera, ya sea en digital, o en este nuevo formato que hemos<br />

querido darle, que es el de un libro, porque así lo sentimos y deseamos<br />

que se vea como tal, como un objeto tallado con mucho cariño y<br />

pensado para tratar de perdurar en el tiempo llevando en su interior<br />

muchas respuestas y muchas preguntas, esperando que lo sintáis bello y<br />

sincero, explorando como siempre determinados conceptos que creemos<br />

que merece la pena ser pensados, y re­pensados, desde nuestro<br />

presente. En cualquier caso, bienvenidos a este nuevo cuerpo de la Revista<br />

<strong>Excodra</strong> (y no dudéis que su esencia es, por supuesto, la misma de<br />

siempre).<br />

Después de estas líneas para introducir a la nueva criatura... nos<br />

metemos de lleno en otro camino, el de <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>: <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>. <strong>La</strong> temática,<br />

como en algunas otras ocasiones, dicho llanamente, se las<br />

trae... y se las trae por todo lo que implica, y ya más seriamente, en<br />

nuestras vidas, pero también en nuestras muertes. En este número hay<br />

grandes voces de la literatura y del pensamiento que os van a acercar y<br />

muy de cerca a lo que sea la <strong>guerra</strong>, como concepto, para su mejor entendimiento,<br />

y también a su sentir, hoy, y desde nuestros orígenes. Vais<br />

a encontrar aquí desde varias ópticas su relación con la política, con la<br />

religión, con la formación de las sociedades, con los medios de comunicación,<br />

con la sexualidad, con el poder, con la economía, con el arte,<br />

con nuestro propio vivir a día de hoy y con su representación como pasado<br />

y su visión como futuro. Pues la <strong>guerra</strong>, es un hecho, forma parte<br />

del esqueleto de nuestra Historia y de nuestro presente desde cada una<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 5 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


de las ramificaciones de nuestra vida, es decir, forma parte de nuestro<br />

propio esqueleto como individuos que viven en sociedad y que han llegado<br />

a tal día como hoy pasando por centenares, miles de <strong>guerra</strong>s, pasando<br />

por situaciones grupales y localizadas de vida y de muerte, de<br />

decisiones individuales sobre la vida o la muerte de quien se tenía enfrente<br />

con el telón de fondo de un conflicto que se estaba resolviendo<br />

de manera hostil, de manera violenta, en donde se moría, y se mataba,<br />

en donde se muere, y se mata, para seguir viviendo. No es la <strong>guerra</strong> un<br />

asunto baladí, cuidado. Tratemos de entenderla, de entendernos, para<br />

tratar de llegar a sus motivos, a sus orígenes y a su origen, a su raíz,<br />

con la finalidad de, si fuera posible, erradicarla.<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 6 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 7 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 8 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


ENSAYO<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong>: Definición, acepciones y variantes<br />

Antonio Tello<br />

Guerra. f. Del germ. *werra 'discordia, pelea, tumulto'. Forma violenta<br />

de dirimir un conflicto mediante un enfrentamiento organizado<br />

entre dos o más potencias o entre bandos de una misma nación. De<br />

acuerdo con los convenios de <strong>La</strong> Haya de 1907, el estado de <strong>guerra</strong><br />

existe a partir de la declaración de la misma que comporta la ruptura<br />

diplomática y el inicio de hostilidades. No obstante, se trata de una formalidad<br />

protocolaria que los Estados emplean de forma facultativa. Por<br />

otro lado, los convenios de Ginebra de 1949 y de <strong>La</strong> Haya de 1954 sobre<br />

protección de personas civiles y bienes culturales prohíben el internamiento<br />

en campos de concentración de súbditos del Estado enemigo<br />

y la confiscación de sus bienes.<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> absoluta es la que se libraría, según Carl von Clausewitz,<br />

sin restricciones políticas con el fin de lograr la aniquilación total del<br />

enemigo. <strong>La</strong> diferencia con la <strong>guerra</strong> total, que también se declara con<br />

el propósito de aniquilar por completo al enemigo, está, según las ideas<br />

del general Erich Ludendorff, en que se realiza subordinando la política<br />

al orden militar. En este sentido y, como extensión semántica de la frase,<br />

también se denomina <strong>guerra</strong> total o de masas a las campañas electorales<br />

cuya propaganda política se caracteriza por su virulencia verbal y<br />

el uso de la descalificación de los opositores como argumento político.<br />

Según los modos, los objetivos, los bandos o el armamento que se<br />

utilice en una confrontación la <strong>guerra</strong> puede ser a muerte o sin cuartel,<br />

cuando se hace sin piedad y sin respeto a la vida ni a la integridad física<br />

de los prisioneros; civil, cuando se enfrentan dos bandos de una misma<br />

nación o pueblo; convencional, la que se libra con armamento co­<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 9 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


mún para distinguirla de la atómica o nuclear. <strong>La</strong> <strong>guerra</strong> de desgaste o<br />

prolongada es aquélla que plantea uno de los bandos procurando el<br />

agotamiento de las fuerzas, los recursos humanos, económicos, anímicos<br />

o de los pertrechos del enemigo, la cual suele vincularse a la llamada<br />

<strong>guerra</strong> de posiciones o de trincheras, que se desarrolla en un territorio<br />

determinado, con pocos movimientos de tropas y con los contendientes<br />

situados en fortificaciones o trincheras, forma de enfrentamiento que<br />

caracterizó a la Primera Guerra Mundial. A este tipo de confrontación<br />

basado en la posición y el desgaste del enemigo sucedió la <strong>guerra</strong> relámpago<br />

(traducción de la expresión alemana blitzkrieg), que, mediante<br />

la utilización de grandes recursos, especialmente aéreos, se basa en la<br />

rapidez de las operaciones. <strong>La</strong> invasión de las tropas alemanas a Polonia<br />

en 1939 y que supuso el inicio de la Segunda Guerra Mundial constituye<br />

el primer ejemplo de este tipo de <strong>guerra</strong>. También de corta duración<br />

suele ser la <strong>guerra</strong> preventiva, que, contra las normas del derecho<br />

internacional, emprende uno o más Estados contra otro u otros con el<br />

pretexto de representar una amenaza para su seguridad, como la que,<br />

el 20 de marzo de 2003, emprendió una coalición encabezada por<br />

EE.UU. contra Iraq, a cuyo gobierno se acusó falsamente de poseer armas<br />

de destrucción masiva.<br />

Después de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, el 6<br />

y 9 de agosto de 1945, la posesión de armas nucleares se constituyó en<br />

una latente amenaza entre las grandes potencias occidentales y la<br />

URSS, amenaza que se dio en llamar <strong>guerra</strong> fría. Ésta consiste en un estado<br />

de hostilidad y tensión bélica entre dos o más potencias o grupos<br />

de potencias que, al tiempo que se hace un uso disuasivo del armamento<br />

nuclear, se emplean la propaganda, la presión económica y el espionaje<br />

para minar las fuerzas enemigas. «No nos engañemos, ahora estamos<br />

en plena <strong>guerra</strong> fría», dijo el financiero Bernard Baruch el 12 de<br />

marzo de 1947. Fue durante un debate sobre la doctrina del presidente<br />

Harry S. Truman que abogaba por ayudar a los «pueblos libres que resisten<br />

a las tentativas de dominación por minorías armadas o por presiones<br />

del exterior» apoyándose en una «política de contención» avalada<br />

por la superioridad militar americana en mar y aire. Posteriormente,<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 10 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


la expresión fue utilizada por el periodista estadounidense Walter<br />

Lippmann para ilustrar el carácter no declarado e incruento del conflicto<br />

que mantuvieron EE.UU. y la Unión Soviética encabezando sendos<br />

bloques ideológicos desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta<br />

1986. En este contexto puede encuadrarse la <strong>guerra</strong> sicológica o de nervios,<br />

que emplea acciones destinadas a quebrar la moral del ejército y<br />

población del bando enemigo; la <strong>guerra</strong> de la comunicación que es una<br />

forma de subversión política basada en el uso de recursos de comunicación<br />

no convencionales que hacen visibles, poniéndolas en evidencia,<br />

las formas naturales de dominio que determinan y condicionan las relaciones<br />

humanas en las sociedades capitalistas modernas, como el sexismo,<br />

la homofobia, el machismo, el patriarcalismo, el nacionalismo, la<br />

discriminación y las formas de producción capitalista que las consagran.<br />

<strong>La</strong> guerrilla de la comunicación, concepto acuñado por el grupo<br />

a.f.r.i.k.a., es utilizada por algunos grupos antisistema y recoge ideas y<br />

propuestas de la izquierda revolucionaria y técnicas de ciertas tendencias<br />

artísticas radicales, como el situacionismo, el happening o la <strong>guerra</strong><br />

de baja intensidad, que es la empleada por las grandes potencias para<br />

dirimir sus conflictos de intereses ideológicos, económicos o políticos<br />

en un determinado territorio, generalmente del llamado Tercer Mundo.<br />

De acuerdo con sus causas la <strong>guerra</strong> puede ser revolucionaria o santa.<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> revolucionaria es la instigada por un determinado partido<br />

o grupo ideológico contra un enemigo interior y otra u otras potencias<br />

extranjeras procurando comprometer a las masas, sobre la base de problemas<br />

políticos y sociales del país, para hacerse con el poder. Variantes<br />

de este tipo de <strong>guerra</strong> son la <strong>guerra</strong> subversiva, que lleva a cabo un<br />

grupo rebelde para subvertir, destruir, socavar, el orden constituido, y<br />

la <strong>guerra</strong> sucia, en realidad una forma de represión que un régimen dictatorial<br />

libra con intervención de las fuerzas armadas y grupos paramilitares<br />

o paraestatales contra grupos armados rebeldes como contra organizaciones<br />

populares, estudiantiles y sindicales, y población civil. En<br />

el último tercio del siglo XX, la <strong>guerra</strong> sucia, sustentada en la llamada<br />

doctrina de seguridad nacional inspirada por EE.UU. alcanzó gran virulencia<br />

en Argentina, Uruguay, Paraguay, Colombia, México, Nicaragua,<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 11 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


Honduras, El Salvador y Guatemala, entre otros países. Dentro del<br />

apartado de la <strong>guerra</strong> revolucionaria se encuadra la guerrilla. En su primera<br />

acepción la guerrilla es una partida armada, generalmente poco<br />

numerosa que, con apoyo de la población, actúa hostigando al enemigo.<br />

Por extensión es una forma de <strong>guerra</strong> que consiste en acciones más<br />

o menos continuas y sorpresivas llevadas a cabo por guerrilleros. Si<br />

bien este recurso bélico es muy antiguo, la noción y el término surgieron<br />

en España, cuando partidas de elementos campesinos lucharon<br />

contra las tropas napoleónicas que ocuparon el reino en 1809 y, entre<br />

1822 y 1876, contra el régimen absolutista. <strong>La</strong> <strong>guerra</strong> de guerrillas tuvo<br />

asimismo gran protagonismo en las <strong>guerra</strong>s de emancipación hispanoamericana.<br />

Tras la Guerra Civil española, la guerrilla rural de los maquis<br />

y la urbana continuaron la lucha contra el régimen franquista hasta los<br />

años cincuenta. También la guerrilla fue la forma de resistencia de numerosos<br />

países ocupados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial,<br />

y más tarde de pueblos Asia –China, Indochina, Indonesia, Filipinas–,<br />

Oriente Medio –Palestina–, África –Argelia, Sudáfrica, Congo,<br />

etc.– como parte de la lucha anticolonial. El triunfo, en 1959, de la guerrilla<br />

cubana propició en América <strong>La</strong>tina la extensión de esta forma de<br />

lucha tanto en el medio rural –Colombia, México, Perú, Bolivia–, como<br />

urbano –Uruguay, Argentina, Brasil– en el contexto determinado por la<br />

confrontación ideológica de la <strong>guerra</strong> fría. Según la Convención de Ginebra<br />

de 1949, los movimientos o grupos guerrilleros organizados están<br />

amparados por las leyes de la <strong>guerra</strong> cuando aceptan estas leyes,<br />

tienen un jefe visible responsable de todas las acciones, y poseen una<br />

bandera u otro símbolo distinguible.<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> santa es la que se desencadena por motivos religiosos. En<br />

este caso, salvo creencias como el hinduismo, el budismo o el jainismo,<br />

que rechazan la <strong>guerra</strong> o la aceptan como inevitable, la mayoría de las<br />

religiones no sólo la acepta, sino que la considera como necesaria y sagrada<br />

para su propia expansión. En numerosos pueblos antiguos –griegos,<br />

celtas, aztecas, etc.– los mismos dioses intervenían en las <strong>guerra</strong>s o<br />

se los invocaba y ofrecían sacrificios para ganarse su favor. En la Biblia,<br />

la <strong>guerra</strong> por la Tierra Prometida se identifica como la «<strong>guerra</strong> de<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 12 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


Yahveh» (Nm. 31,1­12), quien de este modo se venga de sus enemigos<br />

y del pueblo de Israel. Esta concepción de <strong>guerra</strong> santa, contradiciendo<br />

la noción de amor al prójimo introducida por Jesús, sirve al cristianismo<br />

para combatir a los musulmanes y a sus disidentes, y al Islam, con<br />

carácter de mandato coránico (yihad) preceptivo para combatir a los<br />

«infieles».<br />

Artículo extendido y basado en las entradas correspondientes del Diccionario<br />

Político. Voces y locuciones, de Antonio Tello (El Viejo Topo, Barcelona, 2012)<br />

AT<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 13 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


<strong>La</strong> virtud y la <strong>guerra</strong><br />

Aarón Reyes Domínguez<br />

Buscarle una explicación al hecho de la <strong>guerra</strong> ha constituido una<br />

cuestión que se ha ido resolviendo en función de las visiones de cada<br />

época. Tanto es así que Heráclito nos decía hace más de dos mil años<br />

que “la <strong>guerra</strong> –entendida como conflicto en amplio espectro– (pólemos)<br />

es el padre y rey de todas las cosas”. De esta forma se podía entender<br />

que la existencia era un conflicto entre contrarios.<br />

Pensemos por ejemplo en el concepto de democracia. Como Canfora<br />

en <strong>La</strong> democracia señala, no implica gobierno (agogué en griego) sino<br />

fuerza (kratos) del cuerpo de ciudadanos (demos), una fuerza guiada<br />

por los conductores del pueblo o pastores (demagogoi). Es decir, en su<br />

concepto primigenio, la democracia es un concepto violento, que implica<br />

un cuerpo selecto de la población que ejerce la fuerza sobre el resto<br />

a través de una serie de cargos e instituciones. Éstas son repartidas entre<br />

los miembros de ese cuerpo selecto en una razón de relativa igualdad<br />

(como los homoioi en Esparta). Su finalidad, guardar el control, organización<br />

y defensa de la comunidad (polis), mediante una estructura<br />

económica y social organizada (polítika) y su defensa del enemigo exterior<br />

(polemos).<br />

En este ámbito, el mundo de la Antigüedad carecía del complejo<br />

contemporáneo para la delimitación de esferas. Si leemos a Tucídides<br />

al hablar de Pericles no encontramos a un hombre de paz sino a un<br />

hombre de armas. Un hombre al cual las fuentes señalan como virtuoso<br />

a pesar de no haber detentado cargos que serían "políticos" para nosotros<br />

sino una capitanía de las fuerzas armadas (strategós autokrator)<br />

que le permitió, sin embargo, tener una actuación política sobre Atenas<br />

mucho más notable que de haberlo hecho a través de las instituciones<br />

existentes. No había, en realidad, conflicto de intereses porque la dife­<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 14 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


encia entre un polemarca (militar) y un polítikon (político) era simplemente<br />

inexistente: la esfera de ambos es la política y la virtud.<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> era, y es, pues, una cuestión política como resalta Finley<br />

en El nacimiento de la política. Para comprender que la <strong>guerra</strong> tenía un<br />

sentido virtuoso debemos también pararnos a analizar el origen del<br />

propio término. Aristóteles nos habla de la virtud como un elemento<br />

consustancial al hombre (virtud procede de vir, viris, hombre o varón y<br />

era un concepto opuesto al de impotentia muliebris, incapacidad femenina)<br />

y que permite establecer una conducta templada basada en el<br />

buen criterio. Ahora bien, la virtud se reducía a valentía, justicia, piedad<br />

y sabiduría y se vinculaba fuertemente al hecho de la <strong>guerra</strong> y los<br />

guerreros.<br />

El ser virtuoso corresponde, pues, a aquellos que están llenos de la<br />

cualidad de ser los mejores, una cualidad entendida como areté que<br />

hace a los hombres aristoi, y que se produce no de forma permanente<br />

sino puntual en un tiempo emocional inmanente y no en el tiempo racional<br />

evanescente. El guerrero está imbuido de esa perfección y emplea<br />

la fuerza (kratos) de la misma para actuar como grupo (aristocracia).<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong>, ya sea en el plano de las instituciones o en el campo de<br />

batalla, le permite mostrarse como un ser virtuoso. Y el deseo de perpetuar<br />

en los demás la idea de que está continuamente imbuido de esta<br />

perfección, y que es hereditable en sus descendientes, propicia el estado<br />

sistemático del conflicto. Con independencia del sistema sociopolítico<br />

del que hablemos, las aristocracias tienden a establecer valores virtuosos<br />

en el conflicto para crear una estructura ideológica que refrende<br />

el paso del poder democrático al poder aristocrático. O la convivencia<br />

de ambos incluso.<br />

Persuasión, valor y generosidad eran las virtudes que un líder debía<br />

mostrar para luchar con las armas o con las ideas y movilizar a las masas<br />

en el sentido que ellos consideraran oportunos. Piénsese en Cesar<br />

cuando estima que el Senado está vulnerando sus derechos y se arroja<br />

ser la voz del pueblo (de ahí que a su factio política se la denomine populares)<br />

empleando a las legiones a su mando para forzar una nueva situación<br />

política. Después de haber demostrado virtudes en las ideas<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 15 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


como cónsul de Roma, entre otros cargos, había demostrado también<br />

virtudes guerreras en la Galia, y se sentía imbuido de la perfección de<br />

Ser para llevar la <strong>guerra</strong> a las instituciones, aunque fuera bajo la fuerza<br />

de las armas. Bajo nuestra perspectiva podría parecer un general dando<br />

un golpe de estado pero bajo la perspectiva de las sociedades aristocráticas<br />

Cesar era un hombre virtuoso que consideraba que debía conducir<br />

al cuerpo ciudadano hacia una nueva situación que él, en razón de su<br />

perfección de Ser, consideraba más oportuna. Siglos después los franceses<br />

harían lo propio con Napoleón.<br />

Esto nos puede llevar a un desconcierto lógico, ¿cómo puede ser la<br />

<strong>guerra</strong> algo consustancial a nuestra naturaleza? Si no nos centramos<br />

únicamente en el aspecto violento, la <strong>guerra</strong> responde a un concepto<br />

amplio compuesto de signos y símbolos innatos a nuestra estructura cerebral.<br />

Nuestro sistema mental es emocional y racional a un tiempo.<br />

Mediante las emociones generamos símbolos abiertos, un pensamiento<br />

mítico que nos permite comprender la realidad inaprensible, la globalidad.<br />

En ese mundo mítico, la <strong>guerra</strong> está llena de virtud porque proporciona<br />

prestigio. Cuentan las fuentes cómo Augusto (título honorífico<br />

que significa "el que está más lleno de Ser"), a pesar de haberse convertido<br />

en el pacificador, en el primer hombre (princeps), necesitaba de<br />

una victoria militar y de una herida que le proporcionaran el prestigio<br />

que ya detentaba en el aparato institucional. Cuando vemos las estatuas,<br />

signos que pretendían mostrar en símbolos su Ser, lo vemos con<br />

prestigio religioso (Augusto de Via <strong>La</strong>bicana por ejemplo) o ciudadano,<br />

pero le faltaba ganar por sí mismo una <strong>guerra</strong>. En principio, todo estaba<br />

preparado para que fuera durante las Guerras Cántabras. Al parecer,<br />

tras contemplar la ferocidad de los cántabros sufrió una indisposición<br />

intestinal que lo llevo a recluirse en Tarraco. Su amigo y yerno Agrippa<br />

resolvería, una vez más, el conflicto. Al final Augusto tuvo su <strong>guerra</strong> y<br />

su herida prestigiosa en los Balcanes y pudo mostrarse con armadura<br />

como en la famosa escultura que se conserva de Prima Porta.<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong>, además de generar deudas en la comunidad que se pretende<br />

liderar, tenían que convertirla en virtuosa porque debía estar im­<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 16 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


uida de los mismos valores que se esperaban mostrar en el grupo. El<br />

ser es más fuerte que el tener y aunque hay, qué duda cabe, siempre intereses<br />

económicos detrás, el motor principal de la <strong>guerra</strong> sería la conservación<br />

de la estructura aristocrática que permitiera a la comunidad<br />

aceptar que sus líderes están, en efecto, más llenos de ser...<br />

Podríamos pensar aquí, por tanto, que la <strong>guerra</strong> es un hecho irracional.<br />

También lo es el amor y nos parece maravilloso e incuestionable,<br />

generalmente. En efecto, la <strong>guerra</strong> es un hecho irracional como lo es la<br />

mayor parte del conocimiento que adquirimos. Los estudios de Carver,<br />

Scheier, Levine, entre otros, nos han permitido saber que más de la mitad<br />

de los procesos cognitivos del cerebro tienen que ver con las emociones<br />

(no confundir con los sentimientos), que son los que generan<br />

nuestro mapa de la realidad junto al pensamiento lógico o racional.<br />

Desde esta perspectiva, el mundo de lo irracional adquiere importancia<br />

pero emerge frente a él otro mundo, el de lo simbólico que traduce lo<br />

irracional en signos más comprensibles.<br />

En perspectiva histórica, la <strong>guerra</strong> es un instrumento de la virtud,<br />

concebida hasta no hace mucho como un refrendo de los valores masculinos<br />

porque transmitía la forma por la cual se adquiría fortuna, entendida<br />

ésta no como riqueza sino como posicionamiento jerárquico en<br />

la comunidad. Participar y obtener prestigio en la <strong>guerra</strong> era una forma<br />

de posicionarse, de obtener mérito porque mostraba su vigor (también<br />

de vir, viris), su hombría, una virilidad que debía santificarse en el peligro<br />

con el fin de adquirir admiración de la comunidad. <strong>La</strong> virtud y la<br />

<strong>guerra</strong>, pues, eran en esencia instrumentos para generar estructuras políticas<br />

(sociales, económicas, culturales, etc.) masculinas de control y<br />

dominio.<br />

Entre sus múltiples manifestaciones, la <strong>guerra</strong> virtuosa tiene una<br />

que se extiende como una mancha incluso al presente. A pesar de vivir<br />

en un mundo que busca el amparo de la razón, la <strong>guerra</strong> en la actualidad<br />

no deja de tener un componente aristocrático (nunca desaparecen,<br />

sólo se transforman) y ahora, amparada en la meritocracia, se traduce<br />

en asumir que existen civilizaciones que merecen más la pena ser vividas<br />

que otras. <strong>La</strong> imposición de la democracia a la Occidental en socie­<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 17 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


dades que se consideran "inferiores" mediante <strong>guerra</strong>s "virtuosas" (Operación<br />

Libertad Duradera en Iraq, por ejemplo) tiene un componente de<br />

orgullo de "estructura cultural". El europeo ha pasado a considerar la<br />

<strong>guerra</strong> como forma de defensa de una polis mucho mayor, la de sus<br />

conquistas sociales y estado del bienestar que se niega a compartir<br />

(como ha sido siempre en la historia, por otra parte) pero no tiene reparos<br />

en imponer. Además del imperialismo decimonónico que permanece<br />

en cierto ideario y del económico, qué duda cabe. De ahí que se<br />

mire con recelo y se desvirtúe (de quitar virtud) a la <strong>guerra</strong> que hacen<br />

otros contra el sistema que se considera como mejor, el de nuestro nuevo<br />

medievo donde el dinero es omnipotente y un dios cuyos sacerdotes<br />

del turbocapitalismo han trastocado el sentido original de la <strong>guerra</strong> virtuosa.<br />

Comparten, no obstante, la <strong>guerra</strong> virtuosa y la exenta de toda<br />

virtud el elemento común de la muerte.<br />

Pensemos por un momento en lo que es en sí la cultura. Se trata de<br />

una forma de articular y conducir las pulsiones instintivas del grupo a<br />

través de represiones, normalmente basadas en los llamados valores,<br />

emanaciones abstractas de las virtudes. Por tanto, toda estructura cultural<br />

responde generalmente a la asunción de unas virtudes guerreras,<br />

masculinas, que generan el sistema de relaciones políticas, económicas,<br />

sociales, etc. <strong>La</strong> cultura es, pues, un elemento masculino no porque la<br />

mujer no esté interesada en ella sino porque es impuesta desde el origen.<br />

De hecho, incluso los valores asociados en sentido de clase, lo que<br />

Greenberg llama la high culture son traducciones guerreras de un modelo<br />

jerárquico.<br />

<strong>La</strong> estructura jerárquica que emana de la <strong>guerra</strong> se basa en la capacidad<br />

de regular de este modo la muerte. Lo que más atenaza al ser humano<br />

es lo inevitable. El nacimiento sí puede, hasta cierto punto, ser<br />

controlado y evitado. De ahí que el hombre necesite crear un sistema<br />

de represión que regule ambos aspectos, vida y muerte, y sobre todo escenifique<br />

ésta última mediante el ritual guerrero. <strong>La</strong> virtud de la <strong>guerra</strong><br />

se convierte así en una suerte de requisito para seleccionar quién puede<br />

violentar el anticipo o el retraso en el hecho inevitable de morir. De ahí<br />

que surja el sacrificio del guerrero como virtud.<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 18 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


Nos dice Bataille que “estando la continuidad del ser en el origen de<br />

los seres, la muerte no le afecta. O incluso al contrario: la muerte la<br />

manifiesta. Este pensamiento debería ser la base de la interpretación<br />

del sacrificio religioso, al cual la acción erótica se le puede comparar<br />

(…) En el sacrificio, no sólo hay desnudamiento, sino que además se da<br />

muerte a la víctima (…) <strong>La</strong> víctima muere, y entonces los asistentes<br />

participan de un elemento que esa muerte les revela.” A través de esa<br />

revelación, los miembros de la comunidad entienden cuál debe ser el<br />

modelo de comportamiento, unos lo asumen y a otros se les imponen.<br />

Porque, al fin y al cabo, estas virtudes (recordemos siempre, de vir,<br />

hombre) están puestas al servicio de unos valores que sirven para controlar<br />

cómo se desarrolla la vida y la muerte en la comunidad. Al surgir<br />

el sistema de valores, se decide cuándo se vulneran los mismos. <strong>La</strong> <strong>guerra</strong><br />

se entiende de este modo como un espacio del cual emanan virtudes<br />

y valores y, al mismo tiempo, decide cuándo se vulneran y cuándo<br />

no. <strong>La</strong> eliminación física o institucional de los individuos de la comunidad<br />

tiene unos cauces delimitados: las armas o la destitución del cargo,<br />

incluso el ostracismo (exilio). Para ello, la <strong>guerra</strong> se ritualiza, se establecen<br />

normas y formas de comportamiento y se regula cómo se accede<br />

al privilegio de generar las virtudes, participar de ellas o vulnerarlas si<br />

fuera necesario. Por eso no todos pueden hacerlo. Los pueblos de las<br />

democracias griegas regulaban la <strong>guerra</strong> al hoplita: varón mayor de<br />

edad capaz de costearse el armamento.<br />

El ritual traduce las virtudes del guerrero a esquemas de comportamiento<br />

que deben ser seguidos y aceptados por los miembros de la comunidad.<br />

Es la única forma de acceder a valores que son ajenos y que,<br />

además, se acepta que no son propios ni accesibles para todos porque<br />

sólo pueden ser generados por unos pocos. Entre los pueblos celtíberos,<br />

por ejemplo, la <strong>guerra</strong> constituía más un escenario que un lugar de confrontación.<br />

Se alejaba a la Diosa­Madre de los rituales de la batalla, y a<br />

la propia mujer, como forma de establecer una separación entre el ser<br />

de vida (la mujer) y el ser de muerte (el hombre). Morir era una virtud,<br />

traer vida no, dado que se consideraba que la vida era un elemento bio­<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 19 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


lógico que únicamente competía a la mujer. Que una mujer matara se<br />

consideraba innatural, y alejado por tanto de la virtud.<br />

Igualmente, el ritual antes de la <strong>guerra</strong> permitía establecer el estatus<br />

del guerrero, mostrando sus virtudes como luchador (caso de las tzantzas<br />

jíbaras) o su posición dentro del grupo aristocrático (las danzas rituales<br />

pre­<strong>guerra</strong> de los mapuches). Los cantos y las danzas también<br />

eran ejecutadas por diversos pueblos hispanos antes de luchar, según<br />

nos cuentan las fuentes romanas como Silo Itálico. Del mismo modo, el<br />

tipo de danza que se ejecute y las heridas de <strong>guerra</strong> constituyen un símbolo<br />

para las mujeres de las comunidades wodaabe del Níger. Les<br />

muestra quiénes son los varones más virtuosos y los seleccionan en función<br />

de estos valores.<br />

Como se ve, las virtudes emanadas de la <strong>guerra</strong> también permiten<br />

regular las relaciones sexuales del grupo. Permiten al grupo que establece<br />

los valores a partir de las virtudes decidir cuáles son las reglas por<br />

las que las mujeres de la comunidad son repartidas, literalmente, entre<br />

los hombres a través de una institución guerrera como es el matrimonio.<br />

Impone los límites en forma de posesión para evitar la agresividad,<br />

no sólo mediante leyes sino estableciendo que la templanza y la fidelidad<br />

que se observan en el campo de batalla son valores que el hombre<br />

virtuoso, aristocrático, debe imponer a los miembros no virtuosos de la<br />

comunidad, ya sean mujeres de toda clase, ya sea en hombres de menor<br />

condición social. A la mujer, como los miembros de clases consideradas<br />

inferiores, se les asocia con la incapacidad de reprimir sus pulsiones,<br />

de ahí que se establezca todo un sistema de tabúes para regular<br />

quién puede acceder al sexo y bajo qué formas. <strong>La</strong> literatura de <strong>guerra</strong>,<br />

por ejemplo, ensalza las virtudes de guerreros que acuden generalmente<br />

a establecer un marco de relaciones roto por la intrusión de elementos<br />

no virtuosos en la contienda. Es el caso de Helena en la <strong>guerra</strong> de<br />

Troya, donde la posesión de la hembra se convierte un casus belli provocado<br />

por la supuesta incapacidad de ésta de permanecer ajena al<br />

mundo de los guerreros y de sus virtudes.<br />

Un mundo, por otra parte, en el cual se elevan los valores del combate<br />

individual, entre iguales (aristoi) pero que, poco a poco va varian­<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 20 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


do para generar nuevos espacios de control. Para algunos investigadores,<br />

la agricultura nace como una actividad femenina que se opone al<br />

nomadismo y la caza. Esto permite a la mujer en un primer momento<br />

ocupar un papel más importante en la organización de la comunidad<br />

como se ha observado en algunas sociedades neolíticas. Sin embargo, el<br />

progresivo traslado de la esfera de la <strong>guerra</strong> entre individuales al combate<br />

entre comunidades sirvió al hombre no sólo para imponer sus virtudes<br />

como hemos visto sino también para desplazar a la mujer de esa<br />

organización política de la comunidad. Matar se convierte en un atributo<br />

virtuoso puesto al servicio de una comunidad construida con unos<br />

valores aristocráticos. Los hombres virtuosos aceptan ese modo de vida<br />

porque, en realidad, lo han creado ellos desde la <strong>guerra</strong> e impuesto a la<br />

comunidad.<br />

En este marco la <strong>guerra</strong> se irá trasladando a otros ámbitos de la sociedad<br />

a través de las virtudes. <strong>La</strong> virtud es, por tanto, una forma de<br />

llevar la <strong>guerra</strong> a todas partes. A la economía, estableciendo un modelo<br />

de progreso impuesto al de regreso que supone una transformación de<br />

las formas de relación productivas.<br />

Matar será a partir de este momento una parte más de una meta objetiva,<br />

científica. <strong>La</strong> agresividad desaparece como elemento netamente<br />

masculino y toda la estructura patriarcal tras los bombardeos de Hiroshima<br />

y Nagasaki e incluso mucho antes desde la <strong>guerra</strong> Franco­Prusiana,<br />

se desmorona. No es casual que confluyan en el tiempo el cuestionamiento<br />

de lo que hasta entonces se entendían como virtudes incuestionables<br />

con una progresiva reivindicación del papel de la mujer<br />

en la comunidad e incluso, tiempo después, en la <strong>guerra</strong>. <strong>La</strong> cultura,<br />

generada como un sistema de represión patriarcal, comienza a diluirse<br />

y en el caso de la <strong>guerra</strong>, se convierte no ya en una forma de establecer<br />

cómo se llevan a cabo las relaciones dentro de la comunidad, sino en<br />

un instrumento al servicio de otras batallas, generalmente económicas.<br />

ARD<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 21 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


The war game: El apocalipsis televisado y el final de la tragedia<br />

Federico Fernández Giordano<br />

Dentro del pasado ciclo de la Filmoteca de Catalunya, celebrado en<br />

noviembre de 2015, “Pensar el fin: cine apocalíptico y filosofía”, se proyectó<br />

el film de Peter Watkins, The war game (“El juego de la <strong>guerra</strong>”,<br />

1965). Concebida como un “falso documental” para su emisión en la<br />

BBC, The war game narraba las vicisitudes de un hipotético ataque nuclear<br />

sobre Inglaterra, y debido a la crudeza de sus imágenes fue en un<br />

principio censurada y prohibida al público, a pesar de lo cual obtuvo un<br />

Premio de la Academia al Mejor Documental en 1966 y pudo relanzarse<br />

para su proyección. Cabe apuntar que la película se realiza en plena<br />

época de tensión nuclear, con la experiencia de la crisis de los misiles<br />

de Cuba todavía muy reciente, y la consecuente paranoia general en<br />

torno a la amenaza de un cataclismo en el seno de las principales potencias<br />

mundiales. Con una meritoria recreación de los daños, los heridos<br />

y damnificados entre la población civil de la ciudad histórica de<br />

Rochester, en el condado de Kent, la cinta de Watkins tenía la virtud de<br />

traer a primer plano los horrores inenarrables de la <strong>guerra</strong>, esos mismos<br />

horrores a los que hoy penosamente nos hemos acostumbrado;<br />

pero no nos hemos acostumbrado tanto al horror como tal, sino al horror<br />

en imágenes –no tanto a la <strong>guerra</strong> como tal, sino a la <strong>guerra</strong> como<br />

concierto de imágenes mediáticas: ése será el único patrón de veracidad<br />

en lo sucesivo, desde la aparición de los mass media y la tele­realidad, y<br />

en adelante en estas líneas.<br />

Pocos años después, el cineasta checo­alemán Harun Farocki iba a<br />

retomar los entresijos de la <strong>guerra</strong> para su película crítica sobre la industria<br />

del napalm y Vietnam, en Fuego inextinguible (1969), pero también<br />

en videoinstalaciones posteriores como Eye/Machine (2000­2002)<br />

y Serious Games (2010). Fuego inextinguible, aunque no fue reconocida<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 22 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


con ningún Oscar de la academia, iba mucho más allá en la crítica del<br />

discurso televisivo y el lenguaje documental de su época. Un discurso y<br />

un lenguaje que todavía hoy se nos presentan en toda su problemática<br />

cotidiana, en la recepción de imágenes que informan el desastre cotidiano<br />

como una mercancía susceptible de ser consumida, digerida o fagocitada<br />

en su totalidad por los televidentes. Suerte de enajenación escópica<br />

que vertería los residuos de una realidad y de un desastre irrepresentables<br />

en los mecanismos de la tele­iconicidad y el culto de la<br />

imagen.<br />

En 1996, Jill Godmilow se atrevió con un extraño remake<br />

(“copiado” plano por plano) de la obra de Farocki, titulado What<br />

Farocki taught, y es interesante escuchar las reflexiones de la cineasta<br />

norteamericana hacia el final de la película: “We don't have a word for<br />

this kind of video” (“No tenemos una palabra para este tipo de vídeo”).<br />

En esta observación se evidencia para mí una cuestión de importancia<br />

capital, aunque no siempre puesta de manifiesto en el ámbito del análisis<br />

mediático, y es que: es igualmente importante (o más) aquello que<br />

no se muestra en la imagen; que el quid del asunto se encuentra en otra<br />

parte; que no estamos tratando solamente con imágenes… Así, lo que la<br />

película de Farocki y el remake de Godmilow escondían es aquello mismo<br />

que The war game pretendía mostrar con todo su dramatismo: el<br />

delirio de la <strong>guerra</strong>, el dolor, el sufrimiento sin límites…<br />

Ahora bien: ¿cómo casa esta vindicación de lo que no vemos de<br />

Farocki y Godmilow con nuestra moderna condición de espectadores<br />

bulímicos? ¿No es precisamente una suerte de pan­mostración, descarnada<br />

e indiscriminada, lo que en las últimas décadas parece haberse<br />

convertido en moneda corriente en nuestro mundo hiper­mediático?<br />

¿No son precisamente las imágenes que muestran­y­dicen­todo, como<br />

la tristemente célebre fotografía del niño muerto real yaciendo en una<br />

playa, las que tienen el poder de movilizarnos y “concienciarnos” de los<br />

dramas del mundo? Es posible que sí, pero esto pasa por un elevado<br />

precio a pagar, que es el precio de la muerte de la representación (no en<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 23 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


un sentido limitativo de “representación pictórica”, sino en el más amplio<br />

de Vorstellung) 1 .<br />

En su lugar, tenemos una suerte de presentación omnisciente, o totalidad<br />

omnicomprensiva, suerte de crisol aléphico en donde se mostraría<br />

la realidad del mundo en su totalidad de efectos inmediatos, pero no<br />

hay allí ninguna lógica de la presencia como tal; no hay allí ninguna<br />

dialéctica de la diferencia, del cuerpo o de la perspectiva geométrica.<br />

Todo es un experienciar adulterado por la autogénesis de lo virtual y la<br />

auto­referencia tautológica. Una inter­periencia que no se fecunda en<br />

ninguna relación o delación con lo representado, que ya ni siquiera<br />

subsiste gracias a una referencia con lo representado, sino en tanto a su<br />

propia mismidad indiferenciada (su "desemejanza interiorizada", en expresión<br />

de Deleuze).<br />

Desemejanza, pues, que no se limita a tomar por referente un motivo<br />

trascendental (el mundo, la Historia, lo real...), sino a producir y verificar<br />

su propia inhibición autorrecursiva, en la metaficción pura de un<br />

discurso sistémico que sólo habla de sí mismo.<br />

Pues lo que allí verdaderamente ocurre, en las imágenes de la realidad<br />

mediática total e inmediata, es la producción de una serie de miradas<br />

(miradas­producto) que se concitan al unísono en lo decible y lo visible,<br />

y que no darían crédito siquiera a lo escondido y lo irrepresentado<br />

(lo que no se dice en los medios informativos), pues todo allí es dicho<br />

y presentado.<br />

<strong>La</strong> presentación de aquellas imágenes o mensajes irrepresentables,<br />

pues, como la del niño Aylan muerto en la playa, es la manera que el<br />

propio sistema panosférico­aléphico global tiene de descongestionarse,<br />

de producir una falla por la que todo el sistema de signos reconocibles<br />

accede a su verdadera desmesura, su verdadera irracionalidad y su<br />

anti­idea. Se destituye así la noción de un espacio crítico capaz de tomar<br />

conciencia de lo que hay allí todavía no representado, no dicho (a<br />

1 Según la traducción más aceptada, el Vorstellung, tal como lo entiende Hegel en la Fenomenología<br />

del espíritu, se correspondería con “pensamiento mediante imágenes”; pero también<br />

como Das vorstellende Denken (“el pensar representador”, o “pensamiento como representación”).<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 24 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


saber: las verdaderas causas de la catástrofe), y ya nadie podrá buscar,<br />

cuando todos seamos satisfechos observadores de esa pan­realidad “totalosférica”,<br />

los elementos que faltan, ni las claves silenciosas, ni los<br />

mecanismos ocultos. Es precisamente nuestra conciencia soberana, la<br />

que se deriva de la concepción escéptica y realista del mundo (“el mundo<br />

es así o asá, pero es tal como yo lo veo”), la que nos descontextualiza<br />

de nuestra auténtica dimensión crítica, en la burda anulación del fenómeno<br />

en favor de la (supuesta) realidad.<br />

“No tenemos una palabra para este tipo de vídeo”, dice<br />

Godmilow de la obra de Farocki, en la secreta sospecha de que eso es<br />

precisamente lo que ocurre con la realidad: que no tenemos una palabra<br />

para ella (o la tenemos, pero siempre es una palabra hueca), y asimismo,<br />

cuando sometemos lo fáctico y lo fenoménico a la espectralidad<br />

radical de la hiper­mirada, lo que es esencialmente incomprensible y<br />

monstruoso a la inteligibilidad de una simple mirada descriptora del<br />

mundo.<br />

En la película de Watkins, en definitiva, se echaba a faltar cierta mirada<br />

crítica sobre el propio aparato filmante, sobre el propio lenguaje<br />

operativo y por extensión sobre la realidad así contada. <strong>La</strong>s investigaciones<br />

de Farocki en torno a las “imágenes operativas” y las phantom<br />

shots de los misiles­cámara en la Guerra del Golfo, o sus acercamientos<br />

al sistema lúdico ideado para el entrenamiento de las tropas norteamericanas<br />

en Serious games –en el que la conducción de un tanque o de un<br />

vehículo armado puede ser concebida como la acción de un (video)juego–,<br />

sin olvidar las alusiones en torno al símbolo en Fuego inextinguible<br />

(“Un cigarrillo arde a 200 grados, el napalm arde a 1.700 grados”), o al<br />

propio sistema lúdico en piezas como Palabras y juegos (1998) y Juego<br />

profundo (2007), acometen el cuestionamiento del lenguaje tele­mediático<br />

por el camino inverso al de las representaciones realistas: en ellos<br />

no se intenta una recreación teatral, ni una puesta en escena de nada,<br />

sino que es esa misma supuesta representación del lenguaje telemático<br />

la que es suplantada por una suerte de denegación de lo representable<br />

mismo.<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 25 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


<strong>La</strong> tragedia, el drama infernal de la <strong>guerra</strong> de Siria y los mal llamados<br />

refugiados son percibidos, ahora sí, y de una vez por todas, como la<br />

presentación ilusoria de algo que ya no ocurre tras las barreras de lo<br />

simbólico y lo imaginable, sino que es ella misma, tras la desintegración<br />

irreductible de esas fuerzas que componían la jerarquía de la escena<br />

y lo real, la que se ha trasplantado al espacio privado del espectador:<br />

el sujeto es en sí mismo su propio creador de espectáculo, y como<br />

tal un eficiente productor de anti­producción. Es ella misma (la <strong>guerra</strong>)<br />

un ente baladí y post­real, una realidad sin real, pura hegemonía de lo<br />

virtual en la que el mero acontecimiento ya no es susceptible de ser<br />

aprehendido fuera de lo lúdico –como en el caso de los militares de Serious<br />

games, concentrados en sus pantallas de realidad virtual, que sólo<br />

muy lejanamente y de forma accidental, ciertamente de forma post­real,<br />

pueden identificarse con el origen de la tragedia material.<br />

<strong>La</strong> tragedia es así trascendida y superada, en tanto que ya no hay un<br />

real mismo al que ahora representar. Muerta la representación, muerto<br />

lo real, muerta la tragedia. Y eso, a su vez, constituye la mayor y más<br />

desastrosa de las tragedias: no tanto la desaparición de los signos, pero<br />

sí la modificación de nuestra manera de relacionarnos con los signos. El<br />

desastre, presentado en ausencia de su dialéctica, presentado en el relato<br />

unívoco de un story­telling de magnitudes globales, no puede sino<br />

desprenderse de su propia carga, del peso que todavía lo sujetaba a su<br />

referente ontológico, a su suelo trágico, para acceder a una orbitalidad<br />

de gestos vacíos y poses. Gestos sin representación, poses sin cuerpo ni<br />

sustancia. Pura cadencia de una nueva música del final de los tiempos,<br />

para la que no parecen haber suficientes apocalipsis.<br />

FFG<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 26 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


<strong>La</strong> paz mezquina<br />

<strong>La</strong>ura Freijo Justo<br />

SIMONE ­ <strong>La</strong> bomba que yo quiero poner es más terrible que la más terrible<br />

de las bombas que haya estallado en este país.<br />

AMÉ ­ <strong>La</strong>s pondremos en los autobuses, en los restaurantes...<br />

SIMONE ­ ¡No! Esta bomba no puede estallar más que en un sólo lugar. En<br />

la cabeza de la gente.<br />

AMÉ ­ ¿Qué quieres decir?<br />

SIMONE ­ Vamos a contar historias. Todo lo que quieren hacernos olvidar,<br />

vamos a inventarlo, a contarlo.<br />

Litoral, Wajdi Mouawad<br />

<strong>La</strong> vida es sagrada. Debiera ser sagrada. Territorio que no ha de ser<br />

tomado por la fuerza para su extinción. Cada hombre y cada mujer es<br />

la humanidad entera. Por eso cuando se atenta, se sacrifica, se tortura,<br />

se asesina a un hombre o una mujer, algo de nuestra humanidad fenece<br />

con ellos. Algo de nuestra alma colectiva se erosiona.<br />

Una mira atrás, tanto en la realidad que transmiten los libros de<br />

Historia como en la ficción que trata de hacerse eco de esta realidad o<br />

prevenirla, y se da cuenta de que las razones por las cuales la semilla<br />

de la violencia prende hasta el punto de movilizar ejércitos amigos y<br />

enemigos, es múltiple, variada y responde a los disfraces de la época en<br />

la que sucede. Ha pasado siempre, siempre caemos en la trampa de la<br />

<strong>guerra</strong> inevitable. Desde el supuesto rapto de Helena por Paris que sirve<br />

de pretexto para la gran <strong>guerra</strong> de Troya hasta la <strong>guerra</strong> de Siria pasando<br />

por la Guerra de Secesión estadounidense o la Guerra Civil española.<br />

Todas, tantas, invocan una causa justa desde el bando legítimo o<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 27 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


el bando rebelde o el bando insurrecto o el bando fascista cuyos protagonistas,<br />

tanto líderes como soldados, en algún momento, antes de que<br />

la sangre los haga llegar a la extenuación, se creen en posesión de la<br />

verdad, de la necesidad de liberar al pueblo de la opresión del enemigo.<br />

¿Quién es el enemigo? El enemigo siempre es la alteridad, pero la<br />

alteridad vive dentro de nosotros.<br />

Cómo será de importante la <strong>guerra</strong> en la construcción de la humanidad<br />

actual que tiene género propio de ficción. El género bélico pero<br />

también el épico hablan de la <strong>guerra</strong>, pues la <strong>guerra</strong> descubre lo mejor<br />

y lo peor del hombre. Lo enfrenta con su miseria y su grandeza. Lo obliga<br />

a confrontar tanto la extinción ajena como la propia. Lo único que<br />

ha conseguido la modernidad de nuestras sociedades ha sido aumentar<br />

la distancia entre el guerrero y su objetivo. De tal manera que en esa<br />

cumbre de la despersonalización y, bajo la consigna de acabar con la<br />

sangría y obtener la rendición definitiva de Japón, en 1945 se lanzan<br />

dos bombas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki que<br />

marcarán para siempre nuestra historia como especie. Ahí perdió el<br />

mundo, nuestro mundo. En cada <strong>guerra</strong> que ocurre en esta tierra, se<br />

vea o no a través de imágenes, la especie humana pierde.<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> ha sido durante miles de años una actividad masculina. El<br />

cuerpo de la mujer ha sido, es y sigue siendo campo de batalla fértil<br />

para el enemigo. Los hombres de cualquier ejército siguen viendo en la<br />

mujer el lugar adecuado para verter la peor de las humillaciones contra<br />

su enemigo. Se sistematiza la violación de mujeres y niñas para que<br />

dentro de sus vientres crezcan hijos bastardos fruto del poder que infligieron<br />

por la fuerza, la tortura, la agresión más desalmada. <strong>La</strong> vieja Europa<br />

se creía inmune a este desorden bárbaro que acostumbra a suceder,<br />

según los medios de comunicación, siempre lejos de nuestro mapa.<br />

Sin embargo, la <strong>guerra</strong> de los Balcanes nos recordó lo iguales que somos<br />

los europeos en cuanto a perversa violencia con respecto a cualquier<br />

raza que puebla la tierra. Genocidio, secuestros, violaciones en<br />

masa y tortura despiadada. Aquí al lado. Muy cerca. En nuestra edad<br />

contemporánea. En la cuna de los derechos humanos. En la tierra don­<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 28 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


de intentamos que la cultura domine al instinto, como dice Cristina Peri<br />

Rossi.<br />

<strong>La</strong> mujer ha sido y es violada, torturada, esclavizada, prostituida, casada<br />

a la fuerza con su opresor, secuestrada, vendida, arrendada, prestada,<br />

vapuleada, ninguneada, eliminada una vez usada en todas las<br />

<strong>guerra</strong>s del mundo. Hay algo esencial para comprender la diferencia<br />

entre un hombre y una mujer con respecto al dolor: mientras un hombre<br />

se inicia en el placer sólo con placer, una mujer que mantiene relaciones<br />

con un hombre, se inicia en el placer a partir del dolor. <strong>La</strong> perspectiva<br />

de género sobre la vida es normal que sea diferente pues la relación<br />

con el dolor y el placer lo son.<br />

El hecho de que los ejércitos contemporáneos tengan a mujeres en<br />

sus filas o que algunas de esas mujeres participaran de un patrón humillante<br />

en Abu Ghraib, por ejemplo, no elimina mi creencia de que la<br />

<strong>guerra</strong> la proclaman los hombres en el centro de poder de los estados,<br />

la ejercitan los hombres desde un patrón de vida masculino del que se<br />

hace muy difícil presentar una alternativa. <strong>La</strong> <strong>guerra</strong> es el estado natural<br />

del hombre, le leí una vez a Arturo Pérez Reverte, sí, será, pero la sufrimos<br />

todos, especialmente las mujeres, las niñas y los niños. No se trata<br />

de acusar para estigmatizar al hombre como el verdugo, se trata de tomar<br />

conciencia de un sistema heredado por ese hombre que durante siglos<br />

y siglos ha gobernado y ha instalado unas formas de comportamiento<br />

colectivo que hace rato que han hecho tope. Se necesita coraje y<br />

toneladas de determinación para reaprender a relacionarnos entre sociedades,<br />

pueblos y civilizaciones cuyas culturas, sistemas de creencias<br />

e intereses económicos varían aunque todos tengan como denominador<br />

común el patriarcado. Se hace difícil imaginar la relación entre civilizaciones<br />

desde un lugar pacífico después de la huella de constante humillación<br />

que deja la <strong>guerra</strong> en los pueblos, las naciones, los territorios,<br />

las tribus, las razas, las minorías.<br />

Hace casi cuatro años, un grupo de creadoras, dramaturgas, actrices,<br />

músicas, coreógrafas y bailarinas nos encontramos en un laboratorio<br />

de investigación actoral en el que abordamos la figura de la mujer<br />

dentro del conflicto bélico de todos los tiempos. El resultado fue Mara<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 29 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


Truth, un latido escénico. El primer recuerdo que tengo del proceso son<br />

las lágrimas de Valentina al acabar el primer círculo de puesta en común.<br />

En aquel recorrido escénico dirigido por Consuelo Trujillo, actriz,<br />

directora, terapeuta y discípula de Claudio Naranjo, nos adentramos en<br />

algo que ahora reconozco en las palabras de María Zambrano: estar<br />

enajenado, o alienado, es no reconocerse a sí mismo, no lograr ser fiel a la<br />

propia, esencial condición. El grupo nos hizo darnos cuenta de nuestra<br />

individualidad. De algún modo, despertamos. Cada una de nosotras<br />

tomó conciencia de quién era, o de quién podía ser. ¿Qué pasa si el<br />

punto de partida es la devastación? El mundo ya se ha destruido, no hace<br />

falta salvarlo. Así comenzaba la propuesta. <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>, la tierra revuelta<br />

en volcanes, terremotos, tsunamis y el hombre engullido por el hombre<br />

nos había llevado al fin. Nos había llevado a un nuevo principio. Convocamos<br />

a nuestras abuelas, a nuestras ancestras, mantuvimos extendidas<br />

las manos de nuestras madres, invocamos las palabras de nuestras<br />

sabias, de nuestras activistas más pacifistas, celebramos con cantos y<br />

con bailes el júbilo de estar viva y lloramos con dolor, con desesperación<br />

a todas las muertas que jamás podremos conocer pero cuya voz<br />

alzó su timbre en cada una de nosotras. Un cante hondo de rabia, de<br />

desolación, de recuperación, de reconciliación, de renacimiento, de memoria,<br />

de poesía desnuda del alma nació aquel 9 de noviembre de<br />

2012. Su voz en forma de aliento poético, de aura cuasi profética, de<br />

soplo, de brisa sigue conmigo. Mara Truth, vive. Escribo de tanto en<br />

tanto lo que me dicta.<br />

El arte conjura mil maneras de invitar a la paz y a la concordia a través<br />

de lo que ve y a través de lo que considera que debe ser. Nos advierte<br />

de los desastres de la <strong>guerra</strong>, de los sufrimientos que provoca, de<br />

la imperiosa necesidad de paz a la que se llega después del derrame de<br />

tanta sangre, de tantos cadáveres, de tanta inocencia. Intenta ser faro<br />

de claridad en época obscura. Gracias al arte y al juego, el ser humano<br />

ha logrado desplazar el campo de batalla. Los Juegos Olímpicos, símbolo<br />

de paz y concordia, no dejan de ser un enfrentamiento representado<br />

por atletas y deportistas de los distintos países participantes desde valores<br />

que incluyen el esfuerzo, la disciplina, el sacrificio, la dedicación, la<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 30 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


determinación, las ganas de ganar, es decir, de mostrar superioridad<br />

frente al rival. No olvidemos que durante la Guerra Fría, ni los EEUU<br />

participaron en los Juegos de Moscú, ni la URSS estuvo en los juegos de<br />

los Ángeles. Este desplazamiento del campo de batalla que se produce<br />

en la manifestación de algunos juegos como el fútbol, que incluso genera<br />

toda una alegoría de la <strong>guerra</strong> a través de un lenguaje bélico promovido<br />

en los medios de comunicación, a menudo trasciende la cuestión<br />

política de las realidades que se viven. El juego más fascinante que conozco<br />

es el ajedrez, nada más ejemplar que un tablero de ajedrez. Todas<br />

las piezas cumplen su función. Pocas veces se hace tablas. Jaque<br />

mate. Game over.<br />

Sin embargo, nada más difícil que gobernar los pueblos. Tomar decisiones<br />

que cambiarán, no ya el curso de la historia, sino el discurrir<br />

de la moral presente y venidera. Vivir con esas decisiones, morir con<br />

ellas. ¿Intervenir o no intervenir? ¿Ordenar la detonación de una bomba<br />

atómica o dejarle esa posibilidad al enemigo? ¿Vender armas a tus<br />

aliados que un día serán tus enemigos o eliminar la industria de la <strong>guerra</strong>?<br />

¿Seguir investigando en nuevas fuentes de energía que puedan ser<br />

letales para la humanidad o eliminar todo rastro de peligro en la ciencia?<br />

<strong>La</strong> filosofía del mal menor ha sido mentora de males mayores cuya<br />

culpa nos pertenece un poco a todos y a todas. Cuando alguien grita,<br />

escribe, no en mi nombre, comprendo la rabia, la impotencia, la profunda<br />

decepción que expresa, pero siempre pienso, sí, sí, es en mi nombre,<br />

desgraciada de mí, es en mi nombre. Cada cosa que tengo, cada objeto,<br />

cada propiedad, cada joya, cada ordenador, cada tablet, cada móvil,<br />

cada aparato, cada alimento, incluso mi pensamiento, mi moral, mi ética,<br />

mis creencias, los valores que visto para sentirme buena persona, lo<br />

sea o no, los derechos humanos que me empeño en defender de palabra,<br />

obra o red social, la libertad de la que me creo poseedora, merecedora<br />

por el simple hecho de ser hija de mis padres, la seguridad de la<br />

que disfruto, son producto de la historia sacrificial europea, de la historia<br />

guerrera de esta parte de la humanidad a la que pertenezco. Somos<br />

los hijos y las hijas de nuestra propia historia del horror que hoy sigue<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 31 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


siendo insoportable pero está más fuera que dentro de nuestras fronteras.<br />

El alma colectiva del ser humano tiene una herida profunda que se<br />

perpetúa en el tiempo de la vida y de la muerte de cada uno, de cada<br />

una de nosotras. Lo mismo que nos lleva a sobrevivir, nos mata. <strong>La</strong>s pasiones<br />

son nuestro baluarte. <strong>La</strong>s pasiones son nuestra condena. ¿Quién<br />

quiere ser un ultracuerpo? Vivimos en una paz mezquina que nos provoca<br />

indignación, que nos conduce a una enajenación social de la que<br />

es imposible permanecer al margen. Por un lado, las agresiones diarias<br />

que sufrimos desde el poder y su manera de ejercer el control, un control<br />

que se maneja desde el exceso de información y el bombardeo<br />

constante de imágenes que perpetúan la sensación de que nada tiene<br />

solución y nos conducen a un estado de parálisis permanente. Como sucede<br />

también con la víctima de tortura, el sujeto torturado acaba por<br />

perder la consciencia, en nuestro caso conciencia: si no podemos hacer<br />

nada, para qué vamos a hacer nada. Por otro lado, tampoco somos inocentes<br />

del todo, nosotros mismos contribuimos al reinado de esta paz<br />

mezquina al relacionarnos con nuestro entorno más próximo, con nuestros<br />

congéneres más cercanos de una forma poco inocente, a menudo<br />

tendenciosa y manipuladora. <strong>La</strong> familia es uno de los grandes campos<br />

de batalla donde los roles de la <strong>guerra</strong> pueden llegar a manifestarse en<br />

grados de opresión y abuso difíciles de superar por el individuo. Los<br />

mismos patrones, comportamientos y actitudes que practicamos dentro<br />

del núcleo familiar son los que desarrollamos después fuera con aquellos<br />

que nos rodean, estableciendo rivalidades, competiciones, envidias,<br />

ganas de eliminar de nuestro camino.<br />

<strong>La</strong> paz mezquina se nutre de un uso de la palabra contaminante,<br />

traicionero, tendencioso, manipulador. Más que buscar la comunicación,<br />

tenemos objetivos concretos que conseguir que abonan la desconfianza,<br />

el miedo y la falta de sinceridad. Pero no sólo somos responsables<br />

de nuestra emisión y del uso que le damos a nuestro lenguaje, también<br />

somos responsables de nuestra recepción. Pues en la escucha, en<br />

la recepción, en nuestra forma de interpretar tenemos una oportunidad<br />

de devolver correctamente aquello que recibimos. De esta paz mezqui­<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 32 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


na es difícil sustraerse, debemos hacer un constante esfuerzo por comunicarnos<br />

eliminando la contaminación del discurso.<br />

Si nuestra alma como personas, no se serena, nuestra alma como especie,<br />

seguirá en <strong>guerra</strong>, en perpetuo camino hacia el horror.<br />

Hace poco alguien, un músico, un artista, un cantante de ópera para<br />

ser exactos, en una de esas conversaciones nocturnas casuales, me dijo:<br />

¿y si superamos el techo de cristal de la supervivencia de la especie? Aún<br />

soy incapaz de tirar del hilo. Si tiro del hilo, llego al final. Vivo con la<br />

esperanza de que hay algunos seres humanos buenos.<br />

Lo que ahora me pregunto es ¿por qué moriría, por qué mataría?<br />

Mientras haya algo por lo que morir, algo por lo que matar, el germen<br />

de la <strong>guerra</strong> no desaparecerá.<br />

Quizás necesitamos hoy más que nunca historias, historias como<br />

bombas para transformar el mundo. Ésta es la idea. En unos tiempos en<br />

que la cabeza ejerce de corazón y el corazón vive en el invierno del desconsuelo,<br />

no puede haber bomba más peligrosa que historias con palabras<br />

dichas a conciencia y para la conciencia, historias para derribar los<br />

muros de la indiferencia, de la insensibilidad, de la rabia, de la furia, de<br />

esta paz mezquina, de las <strong>guerra</strong>s sangrientas y de esta gran impiedad<br />

en la que vivimos.<br />

LFJ<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 33 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 34 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


NARRATIVA<br />

Escrito en Portbou<br />

Álex Chico<br />

Subir hacia la colina, pasear por las aduanas y observar el paisaje se<br />

convirtió, pasados los días, en una especie de rutina, un camino que repetí<br />

varias veces mientras estuve en Portbou. En ocasiones, me quedaba<br />

un buen rato mirando el pueblo desde arriba. <strong>La</strong>s vistas eran espléndidas.<br />

Aunque la temperatura bajara a medida que avanzaba la tarde y<br />

tuviera que abrigarme por culpa de los golpes de viento, podía pasarme<br />

unas cuantas horas allí, observando la quietud tan apacible de la zona,<br />

sobre todo cuando anochecía. Otras veces miraba hacia el otro lado, hacia<br />

Cerbère. El Hotel Belvédère du Rayon Vert aparecía a lo lejos, como<br />

una presencia enigmática que me acechaba en la distancia. En medio<br />

quedaba una tierra de nadie, un lugar de paso en el que pocas veces me<br />

crucé con alguna persona.<br />

Un poco más arriba, siguiendo un camino que se desviaba de la carretera,<br />

había unos cuantos paneles con imágenes. Solía quedarme un<br />

buen rato mirándolas. Eran fotografías de refugiados españoles, republicanos,<br />

perseguidos y proscritos que continuaban la larga marcha del<br />

exilio. En realidad, aquellas imágenes no eran muy distintas a otras instantáneas<br />

que podemos ver hoy en día. Tanto da que huyan de un país<br />

llamado España que de otro país con un nombre distinto. De Siria, por<br />

citar un solo ejemplo. Es el mismo trayecto, el mismo recorrido. Todos<br />

mantienen una cadencia parecida, un ritmo silencioso y cansino, el que<br />

les lleva a dar un paso, luego otro, y después les sobreviene el mismo<br />

agotamiento y más tarde se hacen fuertes, porque han visto a lo lejos<br />

algo similar a una salida, y detrás de ella otra distinta y más lejana.<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 35 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


Hay algo común en todos ellos: los gestos desesperados hacia la cámara,<br />

la terrible expresión que se inscribe en su rostro, el cansancio<br />

acumulado mientras arrastran cabizbajos unas pocas pertenencias que<br />

acabarán perdiendo tarde o temprano. Una larga cadena que se extiende<br />

por el tiempo y va sumando habitantes de uno y otro lado. Una patria<br />

común sin una porción de suelo donde poder fundarla. Ese es,<br />

esencialmente, el territorio de quien ya no tiene nada.<br />

Así aparecen en las fotografías, como una caravana de sombras,<br />

mientras pasan por una extensa hilera de coches desguazados al pie de<br />

la carretera. En la falda de la montaña, se esparcen cuerpos envueltos<br />

en mantas, sin vida apenas. Permanecen agolpados como una gran<br />

masa y esperan con inquietud al lado de una vía muerta, frente a un<br />

vagón ya sin uso, cargando en el hombro los bultos que trasportan casi<br />

por inercia de un sitio a otro. Al final, el gesto que se refleja en sus caras<br />

es parecido. Saben que hay que seguir avanzando, aunque sólo sea<br />

para detenerse detrás de una barrera que les acabe impidiendo el paso.<br />

Me pregunto cuántas veces miraron hacia atrás, si consiguieron darse<br />

la vuelta antes de continuar su marcha o prefirieron seguir hacia delante<br />

olvidando lo que dejaban a su espalda. Intento captar cada una de<br />

las expresiones que se distinguen entre la multitud. Al mirar fijamente<br />

sus rostros, el paisaje que tengo alrededor varía su tono y, poco a poco,<br />

se interpone una película grisácea, como si fuera un espejo que comenzara<br />

a reflejarlos uno a uno, como si se proyectara frente a mí un pasado<br />

perpetuo y me permitiera mirarlos, por fin, a la cara.<br />

ÁCh<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 36 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


POESÍA<br />

Weeping sound<br />

Déborah Vukusic<br />

bombas<br />

bombas<br />

echo de menos las bombas<br />

echo de menos el silencio previo a las bombas<br />

y aún echo más de menos<br />

el silencio posterior a las bombas<br />

esa tensión entre el estallido y el horror<br />

la calma que llega tras el susto y antes del grito<br />

el dolor sordo<br />

el vacío<br />

desde que todo acabó<br />

no puedo dormir<br />

todo está demasiado tranquilo<br />

sólo puedo escuchar la tortura<br />

que desfila en fila<br />

y es una marcha de recuerdos<br />

con melodía de gemidos<br />

nada como las bombas<br />

suena el reloj de cuco de mi abuela<br />

¿sabías que el cuco invade los nidos de otras aves<br />

y acaba con sus hijos para criar los suyos?<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 37 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


mi abuelo fue coronel en la primera <strong>guerra</strong> mundial<br />

su hijo un pacifista<br />

su nieto mi hermano<br />

otro militar en nuestra <strong>guerra</strong><br />

cada generación tiene la suya<br />

todos estábamos allí<br />

no sé cuántos cabíamos en aquella habitación<br />

estrecha<br />

mis primos que habían perdido la sonrisa<br />

mis tíos arrugados de la tristeza<br />

era domingo<br />

comíamos frente al televisor<br />

los domingos aún pretendíamos que no pasaba nada<br />

como si haciendo magia<br />

con los pocos alimentos que teníamos<br />

pudiéramos seguir siendo un poco felices<br />

los domingos pensábamos que éramos los de antes<br />

festejábamos que una semana más<br />

seguíamos vivos<br />

con el silencio instalado y el goteo de bombas<br />

sólo escuchábamos amplificados sorber el caldo<br />

unas cucharadas orquestadas<br />

suite nº 1 para sopas y cubiertos<br />

cuando empezó el telediario<br />

con su música de suspense tétrico<br />

la presentadora de siempre abre<br />

con su sonrisa de televisión<br />

“Tras los asedios de las últimas semanas<br />

la aldea de X fue tomada por el ejército…”<br />

mi abuela para de comer chista y mira atenta para la pantalla<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 38 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


como si pudiera entrar en ella<br />

y caminar sobre la imagen<br />

“…dejando a su paso un reguero de sangre y fuego.”<br />

mi abuela sostiene la cuchara en alto<br />

y mira la pantalla donde asoma su pueblo<br />

devastado<br />

arrasado<br />

la suite alarga el silencio<br />

la casa al fondo ardiendo<br />

su vecino Jovica<br />

en el suelo sin ojos y sin manos<br />

“¡Jovica! ¡Es Jovica!”<br />

todo es fuego<br />

y habla el tirano sobre la imagen del fuego<br />

y suenan los vítores de los soldados<br />

silencio<br />

cae una bomba<br />

variación de la suite<br />

instintivamente nos hemos dado las manos<br />

recogemos los platos<br />

metemos de nuevo el caldo en la olla<br />

preparamos café<br />

y sacamos el rakija<br />

mi abuela aún sostenía la cuchara en el aire<br />

cuando comenzó a gemir<br />

y fue bajando lentamente el utensilio<br />

al tiempo que bajábamos las cabezas<br />

en los ojos guardaba su casa de fuego<br />

y a su vecino ciego<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 39 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


en los oídos el fervor de las milicias y la voz del tirano<br />

el verdadero cuco<br />

el cuco de la Gran Serbia<br />

son las cuatro y suena el reloj<br />

por eso escribo<br />

para olvidar la canción<br />

de los gemidos de mi abuela<br />

y echo en falta<br />

las bombas<br />

mira tú<br />

las bombas<br />

nada tan fuerte como el sonido de las bombas<br />

para tapar el llanto de mi abuela<br />

DV<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 40 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


Mostar, Herzegovina, 1993<br />

Vicente Luis Mora<br />

Dile a su madre<br />

que ya no se preocupe<br />

que la pequeña<br />

está a salvo<br />

y descansando<br />

sobre una manta<br />

infinita<br />

duerme tranquila<br />

acurrucada<br />

sin pasar frío<br />

con sus ropitas<br />

quemadas<br />

VLM<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 41 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


Ares<br />

Juan Trigo<br />

Acorta sus pasos de mangosta<br />

Uno detrás de otro, midiendo los litros<br />

En cubos de fregona llenos de melaza pastosa<br />

Que sabe a cromo y a hierro<br />

Hiede a flor caníbal, a restos de carne en el látigo<br />

Hoy jaleo, mañana jalea<br />

Cloris te concibió<br />

Como un estrago, una diarrea de clavos<br />

Ares calma sus pesares<br />

Sus ojos acuosos reflejan el humo<br />

Denso que se adivina en el horizonte<br />

Arde Homs, Bizancio y Dresde<br />

El culto de la espada y el AK­47<br />

En Tracia se ofrecen sacos de prepucios<br />

Se sacrifican cachorros negros<br />

Arrojándolos desde las almenas de Esparta<br />

Palidece de envidia Baal masticando cartílagos<br />

<strong>La</strong> Gran Tribulación: Gog y Magog<br />

El pueblo elegido, el nuevo Califato<br />

Constantinopla será de nuevo yesca y mecha<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 42 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


Ares juega haciendo malabares<br />

Con las intrigas de palacio y los recursos materiales:<br />

Plata de San Luís Potosí, barril de Brent<br />

<strong>La</strong> tregua dura un milenio sobre la Ruta de la Seda<br />

Lloran los niños filipinos en el pelotón de fusilamiento<br />

Cruces de madera abonan a modo de hito el sueño del monte<br />

Desde el Mekong hasta el Ebro<br />

<strong>La</strong> corriente arrastra blancas calaveras<br />

Un hongo nuclear brilla en el cromado del Enola Gay<br />

Victimarios y peones, mierda de héroes militares<br />

Sin extremidades, sin extremaunciones<br />

Como una psicomantis, Johnny sueña con su fusil<br />

Porque así, desde que el tiempo es tiempo<br />

Es como enfrenta a los hermanos, a los proletarios<br />

Mientras que toman té en una haima con concupiscencia<br />

Los prebostes que organizan la fila de sus ciudadanos al matadero<br />

Distraído ordena el polvo de los cajones<br />

Tribus de Mesopotamia, nacionalsocialismos<br />

Un nido de avispas wahabíes en un aspaviento<br />

Mientras Saladino doma su cuadriga de bridas doradas<br />

Con cuatro sementales inmortales respirando fuego<br />

“¿Dónde está el testamento de Adán?”<br />

El psicopompo sonríe mientras dudan sus correligionarios<br />

Hay excusas para la trifulca, fronteras con escuadra y operaciones<br />

[Gladio<br />

Ares se perfila con el casco crestado<br />

Cuando se seca el bidón de sangre, una Pax Romana<br />

No hay Guerra de 30 años sin su WestFalia<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 43 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


Pero no paren la hiriente rueca, por favor, subhumanos<br />

Fue tan fácil, pensó, como manufacturar la muerte<br />

<strong>La</strong> cadena de montaje fordista le ahorró el trabajo pesado<br />

<strong>La</strong> industria armamentística es ahora su Deimos<br />

<strong>La</strong> religión siempre fue su Fobos<br />

Satélites carmesíes como dioscuros de la misma ubre<br />

En este momento, con su batín de terciopelo, admira su obra<br />

En sus aposentos relee a Sun Tzu mientras llega el sueño<br />

El trabajo está hecho; un dedo femenino aprieta otro gatillo en<br />

[Kobane.<br />

JT<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 44 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


Espérame en el cine, Wróblewski<br />

(Poczekaj na mnie w kinie Wróblewski)<br />

Mariona Rodríguez<br />

Cuerpos amputados perseveran desterrados y sin tiempo,<br />

atraviesan fosas y subterráneos de su memoria ahorcada<br />

y consanguíneos chorros que atragantan cada boca besada.<br />

Necrológicas de robustos espíritus victoriosos a la <strong>guerra</strong><br />

y huellas con forma de abrazo aprietan las costillas fusiladas<br />

de tus cadáveres azules y verdes Andrzej.<br />

Familias desgajadas por las tripas cebarán caníbales,<br />

con papilla de muerte y arrancadas simientes,<br />

vientres guillotinados de parturientas ilusionistas de la mente.<br />

Gente de a pie y su arrestada sombra contra la última pared,<br />

“a mi madre la mataron de forma real, no abstracta”,<br />

el arte desollado vivo y tu única madre fusilada.<br />

<strong>La</strong>s entrañas de tu casa con despiadada rabia violadas,<br />

antes de eso y en trapecios como tus cuadros,<br />

al viento columpiaba la colada libre y tan blanca...<br />

MR<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 45 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


<strong>La</strong>s <strong>guerra</strong>s íntimas<br />

José Manuel Vara<br />

<strong>La</strong>s <strong>guerra</strong>s íntimas se iniciaron<br />

con los disparos de metralla desde tu boca<br />

generando reproches que comprendían<br />

una infinita gama de negros y grises,<br />

salpicados de tonos de desesperanza,<br />

rabia, ira y, ocasionalmente, fracaso personal…<br />

Ira como detonante,<br />

Violencia que vendieron como nacida de la nada,<br />

agresividad innata como segunda piel,<br />

corazones desgarrados por las fiebres de la ira,<br />

una ira despótica como pedregada desbocada<br />

en infierno de tempestades emocionales;<br />

el fragor de la batalla antes de una ruptura<br />

el silencio atroz tras la derrota del amor,<br />

sangre derramada en urinarios de suicidas,<br />

semen acumulado en desagües oxidados<br />

tras la muerte de la pasión;<br />

estandartes ennegrecidos sobre suelo marchito<br />

de habitación violenta,<br />

arrebato de ira que nos contaminó<br />

con el virus del sufrimiento visceral,<br />

irreversiblemente destructivo<br />

como voz rota de viejo cantante de jazz<br />

consumido por la heroína…<br />

y, de fondo, los graznidos omnipresentes<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 46 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


de los cuervos,<br />

ciñéndose estrictamente al guión,<br />

guión escrito por un demonio menor<br />

borracho de ira malsana,<br />

esa violencia subliminal que arrasó<br />

universos infinitos de ternura<br />

donde la rabia mutó en arma de combate cuerpo a cuerpo,<br />

encarnecido y sofisticado en crueldad.<br />

Rabia como odio,<br />

ese odio que es una palabra breve,<br />

pero dolorosa,<br />

una consonante criminal<br />

y tres vocales hirientes,<br />

desgarradoras…<br />

(y una de ellas repetida con orgullo)<br />

Odio es más que un concepto,<br />

es una áspera emoción,<br />

que se cuaja como clavos oxidados<br />

en el epicentro del corazón.<br />

Odio es alambre de espinos,<br />

es campo de concentración,<br />

quirófano de miedos<br />

y quimioterapia inútil<br />

frente a tumor emocional.<br />

Odio es una palabra breve,<br />

casi como un suspiro.<br />

Odio es rabia egoísta<br />

y frustración narcisista.<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 47 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


Odio es dependencia enfermiza,<br />

celotipia afectiva,<br />

lujuria de crueldades<br />

engendradas en manicomios de angustia<br />

y de dolor.<br />

El odio enciende las hogueras<br />

de la nueva Inquisición:<br />

Es una áspera emoción,<br />

que se cuaja como clavos oxidados<br />

en el epicentro del corazón.<br />

El odio enciende las hogueras<br />

de la nueva Inquisición,<br />

aquella que nos devora por dentro<br />

y nos amamanta como psicópatas<br />

de feria ambulante<br />

en suburbio infectado<br />

por el virus de la mediocridad,<br />

que fue creado en laboratorios de lujo<br />

bajo la sombra de enormes fortunas<br />

de tipos que se creen mejor que tú.<br />

Odio es una puta del alma.<br />

Odio es básicamente rabia,<br />

y una palabra envenenada<br />

en el cerebro de un francotirador.<br />

Y el FRACASO EMOCIONAL como conclusión inevitable<br />

de esa contienda absurda<br />

por mantener ese delirante status<br />

de poseedores de la verdad absoluta,<br />

que tanto daño nos hace,<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 48 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


nos hizo,<br />

nos hará,<br />

invariablemente, hacia dentro,<br />

en lo más profundo de nuestras emociones,<br />

que conservábamos en tarros de cristal<br />

impregnados de soluciones de formol,<br />

resguardando esa esencia de inocencia de niño,<br />

que sólo usábamos en los momentos de dolor<br />

más extremo.<br />

Extremo como el uso de toda tu artillería pesada<br />

contra desprotegido corazón,<br />

blindado únicamente por venas cansadas de serlo<br />

y arterias heridas en su orgullo,<br />

aquél que nunca, tal vez, tuvieron…<br />

Y los misiles tierra­aire diezmando, inmisericordes<br />

(todo en las <strong>guerra</strong>s íntimas lo es)<br />

las escasas ganas que teníamos de luchar<br />

“por salvar lo nuestro”.<br />

Nuestro,<br />

pronombre posesivo de primera persona del plural.<br />

Gramática ausente de sentimientos, afectos y emoción,<br />

gramática apocalíptica,<br />

gramática fría como balas perdidas,<br />

disparadas en la lejanía del olvido<br />

por francotirador<br />

mutilado de afectos,<br />

(afectos que devienen en odio<br />

y el Odio que es básicamente rabia,<br />

y, además, una palabra envenenada en su cerebro,<br />

que soporta un viejo lastre)<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 49 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


con pesada mochila de carencias afectivas,<br />

mochila cosida literalmente a su espalda,<br />

más allá de la ominosa percepción del dolor:<br />

Ese dolor extremo,<br />

extremo como este proyecto de <strong>guerra</strong> íntima<br />

que iniciamos aquel atípico mes de junio,<br />

seis meses después de la muerte de nuestro único hijo<br />

en aquel absurdo accidente de tráfico,<br />

accidente que nos condenó<br />

(a la rabia infinita y)<br />

al infierno de una vida vacía,<br />

y al coma auto­inducido del reproche infinito,<br />

que busca otro culpable que no sea uno mismo,<br />

por una vez,<br />

por un instante,<br />

por un segundo,<br />

ese culpable que no sea yo:<br />

pronombre personal de primera persona del singular.<br />

JMV<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 50 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


ARTES VISUALES<br />

ARTES VISUALES


ARTES VISUALES I<br />

Jalón de Aquiles


ARTES VISUALES II<br />

Carlos Esteban Resano Vasilchik


ARTES VISUALES III<br />

Aurora Martín Casas


ARTES VISUALES IV<br />

Vicenç Rodríguez Bosch


ARTES VISUALES V<br />

Eli Mora


ARTES VISUALES VI<br />

Ludovica Bastianini


CUESTIONARIOS<br />

Manuel Pérez Subirana<br />

¿Qué es la <strong>guerra</strong>?<br />

No creo que la <strong>guerra</strong>, como escenario de masacre grupal en el que<br />

uno debe matar y/o morir, sea algo concebible para quien no la ha vivido<br />

en primera persona. Y no es concebible porque la <strong>guerra</strong> supone una<br />

suspensión colectiva de lo humano. <strong>La</strong> banalización colectiva no ya del<br />

mal, sino del sufrimiento (tanto propio como ajeno) conlleva la abolición<br />

de una dimensión inalienable de la persona: la dimensión ética.<br />

Para alguien que lo mira desde fuera, ese proceso de deshumanización<br />

resulta inconcebible. Lo paradójico es que, a su vez, como meros espectadores<br />

de algo que no podemos concebir como real, participamos en la<br />

banalización y deshumanización de ese mismo proceso. Es decir, no soportamos<br />

la deshumanización que implica una <strong>guerra</strong>, pero, precisamente<br />

por eso, en vez de rebelarnos contra ello, acabamos convirtiendo<br />

el fenómeno, con la ayuda de los medios de comunicación, en un espectáculo<br />

informativo más cercano a la ficción que a la realidad. Se me<br />

ocurre que las reticencias por parte de Europa a acoger a los refugiados<br />

sirios responden, en parte, a esa dificultad para aceptar la <strong>guerra</strong> como<br />

algo real y concreto.<br />

¿Crees que se podrían evitar a nivel político? ¿Cómo?<br />

No tengo ni idea. Lo que sí me parece es que ayudaría bastante considerar<br />

la <strong>guerra</strong>, o el terrorismo, como fenómenos patológicos colectivos<br />

y, desde ese punto de vista, analizarlos más desde la visión del médico<br />

o del científico que desde una posición visceral y reactiva. Desgraciadamente,<br />

la política parece que actúa más en esta última línea que<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 117 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


en la primera. Cada vez que se presenta la posibilidad de un conflicto<br />

bélico surgen infinidad de voces que reclaman prudencia, que exigen<br />

analizar los motivos que han llevado a esa situación concreta, incluso<br />

suele haber un cierto consenso popular respecto a ese punto: la voz del<br />

sentido común siempre planea en un primer momento como una opción<br />

real. Al final, sin embargo, casi siempre acaba imponiéndose la opción<br />

reactiva de la violencia. Creo que en eso juega un papel importante<br />

el cinismo de los políticos y su necesidad narcisista de dejar huella.<br />

<strong>La</strong> violencia... se me ocurre pensar en que la <strong>guerra</strong> es una forma<br />

organizada de desatarla... ¿Es la <strong>guerra</strong> el momento donde desatar<br />

represiones de manera controlada? Para reflexionar mucho a<br />

nivel psicológico y de sistema...<br />

<strong>La</strong> violencia es la fuerza de la impotencia, ya venga ésta provocada<br />

por la injusticia o por el aburrimiento. Si lo humano nos maltrata o no<br />

nos basta, hay que buscar más allá, hay que intentar encontrar un espacio<br />

sin límites, donde todo sea posible, donde hasta la más sagrada de<br />

las prohibiciones, que es no matar al otro, se convierta no sólo en una<br />

posibilidad, sino incluso en un deber. <strong>La</strong> <strong>guerra</strong> es la coartada perfecta<br />

para acceder a ese espacio. Detrás de todo eso, como decía antes, me<br />

parece que hay un claro componente patológico.<br />

Actualmente se la suele relacionar con los negocios, con la economía,<br />

mucho más allá de con el poder o la defensa de lo propio,<br />

coméntanos sobre ello por favor, qué piensas sobre esto.<br />

Evidentemente, hoy en día no se inicia ninguna <strong>guerra</strong> si no hay un<br />

interés económico que la sustente. Lo preocupante es que no haya un<br />

poder político capaz de actuar de barrera, ni siquiera cuando, como en<br />

el caso de la ocupación de Irak, existe una presión popular masiva. Es<br />

espeluznante que, al final, el fundamentalismo oligofrénico de un personaje<br />

como Bush, o la pequeñez miserable de alguien como Aznar,<br />

sean la causa última de una <strong>guerra</strong>. Por supuesto, existían intereses<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 118 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


económicos detrás de aquel ataque, pero, en última instancia, lo que<br />

posibilitó la <strong>guerra</strong> fue la zafiedad de personajes como esos. Si Aznar,<br />

por ejemplo, apoyó la <strong>guerra</strong>, no fue tanto por los intereses económicos<br />

o estratégicos que había detrás, sino para poder fotografiarse en el rancho<br />

de Bush poniendo los pies encima de la mesa mientras se fumaba<br />

un puro. Es demencial. Ese gesto costó (y sigue costando) miles de vidas,<br />

pero no parece que ni él ni su amigo vayan a acabar en la cárcel.<br />

A nivel cultural, ¿cómo crees que influye una <strong>guerra</strong> en la creación<br />

artística? Desde el punto de vista del sentir humano, de la necesidad<br />

de expresión, en este caso, del horror.<br />

Lo humano es frágil, pero también muy resistente. He dicho antes<br />

que la <strong>guerra</strong> suponía la suspensión colectiva de lo humano, y así lo<br />

creo. Pero también creo que en cada ser humano, individualmente,<br />

existe la necesidad de reivindicarse como tal. Esa necesidad se exacerba<br />

en el momento en que esa condición es cuestionada y puesta en peligro.<br />

Supongo que por eso se suele decir que en la <strong>guerra</strong> uno saca lo<br />

peor y lo mejor de sí mismo. Y supongo que eso tiene también consecuencias<br />

en el plano de la creación artística. Al fin y al cabo, nada se te<br />

presenta tan claro, definido y apresable que como cuando estás a punto<br />

de perderlo.<br />

Manuel, ¿qué sentirías y qué harías si mañana, en nuestra vida,<br />

entráramos en <strong>guerra</strong>?<br />

Bueno, como no puedo saber lo que haría y sigo un poco con la<br />

mente en la respuesta de la pregunta anterior, te contestaré de una forma<br />

optimista. Si mañana entráramos en <strong>guerra</strong>, aprovecharía los momentos<br />

de calma entre ataque y ataque para acabar la novela que, en<br />

tiempo de paz, no me decido a finalizar.<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 119 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 120 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


Begoña García Carterón<br />

¿Qué es la <strong>guerra</strong>?<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> es un cáncer, un mal endémico de la humanidad, y es<br />

siempre una derrota social, pues demuestra una clara falta de capacidad<br />

de diálogo y entendimiento. Se da cuando una parte de la población<br />

se opone a otra y se materializa como hecho trágico cuando se entra<br />

en confrontación armada. Y <strong>guerra</strong>s hay muchas y de muchos tipos.<br />

<strong>La</strong>s más reconocidas por sus consecuencias históricas, políticas y de administración<br />

territorial son las que cruzan fronteras e implican conquistas<br />

de países vecinos, y que unos recuerdan con orgullo y otros con<br />

odio y reproche. <strong>La</strong>s más dolorosas, por su carga afectiva, son las que<br />

dividen a una población en dos y enfrentan a hermanos, familiares,<br />

amigos y vecinos en <strong>guerra</strong> civil. Y las más largas, la mayoría no reconocidas<br />

como tales, son aquellas en que un grupo se impone sobre otro<br />

por la fuerza bruta, como la <strong>guerra</strong> mundial que sostiene una parte de<br />

la población masculina sobre la población femenina desde tiempos pretéritos,<br />

y que causa cada año miles de víctimas anónimas en un conflicto<br />

que parece no tener fin.<br />

¿Sientes que los momentos de <strong>guerra</strong>, durante nuestra Historia,<br />

son cíclicos? Si es así, ¿por qué?<br />

<strong>La</strong> fuerza bruta siempre impone soluciones mal resueltas, desequilibrios,<br />

sometimientos, concesiones a disgusto y sentimientos dañados.<br />

Los conflictos mal resueltos a la larga vuelven a despertarse. <strong>La</strong>mentablemente,<br />

hay muchas <strong>guerra</strong>s en el mundo y muchos territorios en<br />

conflicto armado y la Historia nos demuestra que sí, que la <strong>guerra</strong> se<br />

repite periódicamente y que los ciclos bélicos tardan mucho tiempo en<br />

cerrarse.<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 121 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


¿Qué relación hay entre la distribución de las ciudades, su diseño,<br />

y la <strong>guerra</strong>?<br />

<strong>La</strong> mayoría de poblaciones y ciudades históricas de nuestra sociedad<br />

han crecido al amparo de un castillo defensivo y protegidos por murallas<br />

de ataques bélicos. Hace ya varios siglos que esos criterios no definen<br />

las ciudades modernas, aunque seguro que los urbanistas tienen en<br />

cuenta otros a la hora de proyectarlas, pero no te sabría decir. Para mí<br />

es más relevante la huella profunda que dejan las <strong>guerra</strong>s en las ciudades,<br />

y que puede sentirse mucho tiempo después. Yo vivo en Barcelona,<br />

una ciudad herida de muerte en muchos conflictos bélicos y repleta de<br />

cicatrices, algunas tan sobrecogedoras como los impactos de la metralla<br />

de las bombas en las paredes de la iglesia de Sant Felip Neri, lanzadas<br />

por la aviación del bando nacional durante la Guerra Civil en un bombardeo<br />

que acabó con la vida de 42 personas, 20 de las cuales eran niños.<br />

También hay refugios bajo tierra que se pueden visitar, y hacerlo<br />

hiela la sangre. Hay incluso un edificio en el barrio de Sant Andreu,<br />

donde impactó una bomba en 1843 que no explotó, y desde entonces<br />

está allí incrustada. Y en el Born hay las ruinas de un barrio entero que<br />

el bando ganador ordenó derribar a los propios vecinos después de la<br />

derrota de la Guerra de Sucesión. Huellas que evidencian la tragedia de<br />

la <strong>guerra</strong> y te hacen valorar la paz.<br />

Desde tus conocimientos en Historia, que son amplios, ¿qué<br />

<strong>guerra</strong> ha sido la más relevante para llegar a nuestro estado actual<br />

de vivir?<br />

Sin lugar a dudas, la Segunda Guerra Mundial. <strong>La</strong> <strong>guerra</strong> moderna<br />

por antonomasia, en la que se introdujeron todos los avances tecnológicos<br />

que hoy en día están asentados en la sociedad. Esa <strong>guerra</strong>, además,<br />

elevó a una nueva potencia el horror implícito en cualquier <strong>guerra</strong> y<br />

transformó el propio concepto. <strong>La</strong> lucha se trasladó más allá del campo<br />

de batalla y se adentró por muchas vías. El ataque aéreo indiscriminado<br />

contra la población civil, que ya se había introducido en la Guerra Civil<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 122 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


Española, arrasó un sinfín de ciudades. Y se lanzaron dos bombas atómicas<br />

provocando una tragedia de dimensiones descomunales. <strong>La</strong><br />

Segunda Guerra Mundial convirtió el mundo entero en posible víctima<br />

de un ataque nuclear.<br />

¿Cómo interviene la moral en un conflicto bélico?<br />

Si entendemos como moral las normas de conducta correctas que<br />

deberían regir una sociedad, la moralidad implica en sí misma la búsqueda<br />

de una resolución pacífica de los conflictos. <strong>La</strong> <strong>guerra</strong> es, por<br />

tanto, amoral. Y paradójicamente, la mayoría de <strong>guerra</strong>s comportan<br />

precisamente un conflicto moral cruzado: la moral de unos es amoral<br />

para otros, y querer imponer o defender la moral propia ha sido y es<br />

motivo de muchas batallas.<br />

Bego, si mañana mismo, nuestra población se viera inmersa en<br />

una <strong>guerra</strong>, ¿qué sentirías y qué harías?<br />

Sentiría un miedo terrible y probablemente saldría corriendo con mi<br />

familia en busca de refugio, como están haciendo los sirios hoy en día.<br />

Si algo así sucediera, querría que el lugar donde buscase asilo no me<br />

cerrase las puertas, por eso no puedo entender lo que está haciendo Europa<br />

con los refugiados. Espero sinceramente que todas las personas<br />

que han tenido que huir de sus casas por culpa de la <strong>guerra</strong> encuentren<br />

la paz lo antes posible. Y deseo una evolución de la humanidad en que<br />

la <strong>guerra</strong> deje de ser cíclica, se extirpe de la sociedad y pase a ser sólo<br />

un concepto de la memoria histórica.<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 123 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 124 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


ENTREVISTA<br />

Rafael Argullol<br />

¿Qué es la <strong>guerra</strong>?<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong>... yo creo que es la extensión del instinto, la extensión violenta<br />

del instinto, que está presente en todos los animales cercanos al<br />

ser humano, y que en nosotros se ha convertido en un hecho cotidiano<br />

a través de la Historia, altamente organizado, con toda una serie de ceremoniales<br />

internos, con lo cual podríamos decir que es una de las cuatro<br />

o cinco actividades que más caracterizan al ser humano, junto a la<br />

sexualidad, al juego, a la amistad y a la creatividad.<br />

¿Sería posible reescribir la Historia de la Humanidad sin hacer<br />

mención a las <strong>guerra</strong>s?<br />

Creo que sería completamente imposible porque en la Historia la<br />

Humanidad está presente de manera intrínseca, si hiciéramos una Historia<br />

de la Humanidad sin hacer mención a la <strong>guerra</strong> estaríamos haciendo<br />

la historia de otra humanidad, no de la nuestra, donde precisamente<br />

la lucha por la supervivencia y por la conquista ha sido algo continuo,<br />

que sin embargo, nosotros hemos heredado de nuestros afines<br />

mamíferos superiores, por tanto, no es que sea una innovación nuestra,<br />

pero me parece imposible el reescribir la Historia sin mención a las <strong>guerra</strong>s.<br />

En este sentido lo que me resulta singular es más bien el pacifismo<br />

y la conciliación y lo que me resulta natural es la violencia y la <strong>guerra</strong>.<br />

¿Entonces se diría que son necesarias para el desarrollo de la<br />

Humanidad?<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 125 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


Diríamos que la violencia es, no sé si necesaria, pero sí natural. En<br />

ese sentido siempre me acuerdo de una distinción que hizo el escritor<br />

francés Jean Genet, que decía: la brutalidad es algo siniestro y negativo,<br />

pero la violencia forma parte de la vida, pues el mismo acto de nacer,<br />

y el mismo acto de morir, ya son violentos, por lo tanto sería muy<br />

difícil creer que el hombre que vive en entre dos violencias pudiera sobrevivir<br />

sin violencia.<br />

¿Cómo interviene una <strong>guerra</strong> en la construcción de sociedades y<br />

cómo crees que podríamos replantear la construcción de sociedades<br />

sin <strong>guerra</strong>s mediante?<br />

De la misma manera que siempre ha existido la <strong>guerra</strong>, también ha<br />

existido el intento de fomentar sus antídotos, de hecho, la ley intenta<br />

ser un antídoto frente a la <strong>guerra</strong> , pues no deja de ser una barrera<br />

frente a la ley del más fuerte, o de la ley de la jungla, que es la sacralización<br />

de la <strong>guerra</strong>, por lo tanto la ley sería una barrera contra la <strong>guerra</strong>;<br />

la democracia, es otra barrera, en el sentido de intentar buscar conciliaciones<br />

de tipo social entre las libertades de los individuos; la amistad,<br />

la complicidad, el amor, hay toda una serie de comportamientos<br />

genuinamente humanos que son barreras frente a otros comportamientos<br />

genuinamente humanos, como lo es la <strong>guerra</strong>. Por tanto sí es posible<br />

concebir modelos alternativos de construcción de sociedad sin <strong>guerra</strong>,<br />

pero, personalmente creo, que para que esto fuera posible el hombre<br />

debería reformarse extraordinariamente respecto a un punto tan<br />

central como es la codicia, mientras el hombre tenga a la codicia como<br />

uno de sus valores más asentados, será muy difícil desalojar a la <strong>guerra</strong><br />

de su vida.<br />

¿Cuál crees que ha sido la que ha supuesto cambios más profundos<br />

en la manera de vivir de las personas a lo largo de la Historia?<br />

Creo que la que más ha influido ha sido una <strong>guerra</strong> invisible, que ha<br />

afectado a la vida cotidiana de los individuos, que ha afectado incluso a<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 126 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


la violencia del nacimiento y a la violencia de la muerte, digamos que<br />

hay una <strong>guerra</strong> latente a la que no ponemos nombre, que es la que más<br />

ha influido, de la misma manera que hay una paz secreta y una paz invisible<br />

que es la más importante. Dicho esto, cada época ha tenido <strong>guerra</strong>s<br />

decisivas, como las <strong>guerra</strong>s macedónicas, o las <strong>guerra</strong>s de Alejandro,<br />

que fueron decisivas en la expansión de Europa hacia Oriente; las<br />

<strong>guerra</strong>s de Gengis Kan fueron decisivas en la creación del imperio nómada<br />

más grande del mundo; las <strong>guerra</strong>s del Imperio Romano fueron<br />

decisivas en la creación de una determinada visión de Europa, y la <strong>guerra</strong><br />

de Carlos V, las <strong>guerra</strong>s Napoleónicas y por supuesto en el siglo XX<br />

las dos <strong>guerra</strong>s mundiales.<br />

¿Y cómo se estructura la vida de una persona durante una <strong>guerra</strong>?<br />

Hay un humanista italiano, Giovanni Pico della Mirandola, que tiene<br />

un texto que me gusta mucho, Discurso sobre la dignidad del hombre, y<br />

en un momento determinado de este texto, Dios se dirige a Adán y le<br />

dice: Todo lo he creado según el mecanismo de la necesidad y del destino,<br />

pero a ti, al hombre, te he creado libre para que puedas elevarte a la categoría<br />

del ángel o para que puedas descender a la categoría de la bestia.<br />

Esta afirmación de Giovanni Pico della Mirandola, que es aproximada a<br />

la que acabo de hacer, creo que nos acerca a tu pregunta, en el sentido<br />

de que en una situación de <strong>guerra</strong> queda más esencializada, destilada,<br />

la condición del hombre, entre el ángel y la bestia.<br />

¿Y qué libro te viene a la mente que haya descrito más fielmente<br />

un conflicto bélico?<br />

El que siento que más me ha llegado, y lo ha hecho por educación<br />

infantil, es <strong>La</strong> Guerra de las Galias, de Julio César, porque era el texto<br />

que utilizábamos para aprender latín. Posteriormente, me impresionaron<br />

mucho, también, las Crónicas de Indias escritas por Bernal Díaz del<br />

Castillo, donde describe las <strong>guerra</strong>s de Hernán Cortés y los conquista­<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 127 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


dores. Y luego, debo reconocer que hay un escritor del siglo XX, Ernst<br />

Jünger, cuyas crónicas de <strong>guerra</strong> me han impactado mucho, tanto su libro<br />

sobre la Primera Guerra Mundial, Tempestades de Acero, como sus<br />

diarios sobre la Segunda Guerra Mundial.<br />

A día de hoy ¿qué papel juegan los medios de comunicación en<br />

una <strong>guerra</strong>, tanto en su posible estallido, como durante?<br />

Total, juegan un papel total. <strong>La</strong> <strong>guerra</strong> siempre ha tenido algo de espectáculo.<br />

Por eso he dicho al principio que está vinculado a un ceremonial<br />

y a una liturgia, pero desde la Primera y desde la Segunda Guerra<br />

Mundial se ha tendido a ofrecer la <strong>guerra</strong> como el espectáculo total<br />

al que asiste la Humanidad, entonces, evidentemente los medios de comunicación<br />

plantean la <strong>guerra</strong> como el más refinado e impactante de<br />

los deportes, todo aquello que nosotros vemos en el estadio, donde la<br />

violencia verbal y la mental pueden llegar a cotas muy altas, sería el<br />

máximo de sofisticación en el espectáculo de la <strong>guerra</strong>. Por tanto, creo<br />

que los medios de comunicación, sobre todo los grandes monopolios,<br />

piensan en la <strong>guerra</strong> como el próximo espectáculo que va a ser ofrecido<br />

y ya venden entradas para él...<br />

A grandes rasgos ¿quiénes crees que son los principales beneficiados<br />

en una <strong>guerra</strong>?<br />

Los principales beneficiados siempre son evidentemente los poderosos,<br />

pero dentro de ellos, el más inmediato sería el que podría llamarse<br />

el constructor de armas, el segundo beneficiado más inmediato sería el<br />

poderoso en sentido económico y el tercero, finalmente, y es el máximo<br />

beneficiario, es el poderoso en sentido ideológico, aquél que impone la<br />

ideología a través de la <strong>guerra</strong>. Pero también hay que decir que son victorias<br />

relativas, pues los vencedores del hoy acostumbran a ser los vencidos<br />

del mañana, y esta ha sido la ley pendular de la <strong>guerra</strong>.<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 128 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


¿Cómo se podría, si hubiera voluntad para ello, evitar las <strong>guerra</strong>s<br />

desde la política?<br />

Desde la política no se podría porque la política necesita la <strong>guerra</strong>.<br />

<strong>La</strong> única forma sería volver en cierto modo a los inicios de la <strong>guerra</strong>, en<br />

que quien declara la <strong>guerra</strong> tuviera que ir en primera línea. Y si quien<br />

declarase la <strong>guerra</strong>, el presidente, el rey, el primer ministro, el ministro<br />

de defensa, tuviera que ir en la primera línea del frente, entonces sí que<br />

podríamos establecer una serie de sinceridades, complicidades, pactos y<br />

acuerdos, a mayores, pero mientras quien la declara o está interesado<br />

en declararla, sea aquél que está en su gabinete, en su despacho, aquél<br />

que está frente a su televisor, etc., es muy difícil porque éste ya está<br />

pensando en los réditos que le va a causar. Sólo puede evitar la <strong>guerra</strong><br />

el herido compasivo, es decir, el que afrontando la herida puede llegar<br />

a tener la grandeza de la piedad, ése sería el único que estaría en condiciones<br />

de evitar la <strong>guerra</strong>.<br />

¿Y a nivel de educación no habría manera, yéndonos a las generaciones<br />

nacientes?<br />

Es que la <strong>guerra</strong> empieza entre los niños, el niño es un ser muy cruel<br />

y muy violento, que cuando tiene una hormiga delante o cualquier animal<br />

pequeño, lo aplasta. El tema no sería tanto educar contra la <strong>guerra</strong>,<br />

sino educar contra ese aplastar de la hormiga que está pasando. Si el<br />

niño fuera capaz de ser educado en esa dirección, entonces en el futuro<br />

podría ser educado contra la <strong>guerra</strong>.<br />

Cuando sucede un <strong>guerra</strong> ¿cómo influye en nuestra manera de<br />

pensar?<br />

Creo que hay un cambio a corto plazo muy grande, a medio plazo<br />

menor, y largo plazo amnésico. Es como el ejemplo de las crisis, que<br />

nosotros tenemos como referente a la última gran crisis económicosocial<br />

de estos últimos años. Si mañana alguien con una varita mágica<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 129 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


dijera que se ha acabado por completo la crisis, a los pocos meses la<br />

gente volvería a incurrir en las mismas conductas y comportamientos<br />

que hubo anteriores a la crisis. Pues con la <strong>guerra</strong> sucede lo mismo, inmediatamente<br />

después de la <strong>guerra</strong> hay un trauma catártico, a medio<br />

plazo la gente necesita ir olvidando y a largo plazo se ha olvidado tanto<br />

que vuelven a sonar los tambores de <strong>guerra</strong>.<br />

¿Cómo sientes el vínculo entre deseos sexuales y deseos de <strong>guerra</strong>,<br />

violencia, muerte?<br />

El deseo sexual, como no sólo evidenciaba Freud y otros, sino a lo<br />

largo de toda la Historia de Literatura desde la Edad Antigua, en el deseo<br />

sexual lo que está presente es la sombra de esa violencia que penetra<br />

todo el instinto animal del cual nosotros participamos, no es tanto<br />

la sexualidad como el instinto. Y diría que no es tanto ni sexualidad<br />

como el instinto, sino el miedo. Mientras el animal tenga miedo y el ser<br />

humano es un animal que siente mucho miedo, la <strong>guerra</strong> es inextirpable<br />

porque la violencia es inextirpable Creo que sólo si lográramos crear<br />

etapas de cultura en las cuales el miedo quedara muy amortiguado<br />

entonces sería posible. Yo no soy cristiano pero voy a poner un ejemplo<br />

cristiano. San Francisco de Asís, de quien se han destacado muchas cosas<br />

pero no se ha remarcado quizá la principal, trató de sacar el miedo<br />

del corazón humano, y sacando el miedo, sacaba la violencia... Y ahora<br />

voy a poner un ejemplo pagano, de Lucrecio, de su poema De rerum<br />

natura. De la Naturaleza, pues el centro del poema es intentar erradicar<br />

el miedo del corazón humano como solución a los problemas del hombre.<br />

Y es que, en efecto, mientras hay miedo, hay violencia, y en el momento<br />

en que alguien por alguna razón logra superar el miedo, entonces,<br />

empieza la generosidad, empieza la piedad, la compasión, empieza<br />

lo que podríamos llamar el ser humano del regalo.<br />

Vinculado a todo esto, ¿las religiones emplean la <strong>guerra</strong> para algún<br />

fin?<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 130 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


<strong>La</strong> palabra religión, que proviene de religare, implica lo contrario,<br />

quiere llamar a los hombres a religarse como si fuera el trigo y a estar<br />

unidos para evitar la soledad cósmica que fácilmente puede sentir el<br />

hombre. Ahora, en el práctica, el momento en que ese religare, ese estar<br />

religados, se vuelve dogmático, se vuelve doctrinario, entonces el<br />

camino de la violencia está servido.<br />

Rafael, para terminar, saliéndonos ya del tema por completo,<br />

¿qué es un filósofo?<br />

Nunca me he identificado mucho con esta palabra porque está en<br />

manos de demasiados mercenarios de la filosofía, pero para mí un filósofo<br />

es un explorador, es un aventurero y es un hombre de deseos. Si<br />

tuviera que emplear tres expresiones para definir a un filósofo, diría:<br />

que es un hombre de deseo, desea conocer; es un explorador, desea explorar,<br />

y es un aventurero, en el sentido de que está dispuesto a correr<br />

riesgos para conocer y para explorar.<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 131 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 132 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


COLABORADORES<br />

ANTONIO TELLO<br />

Fotografía de Víctor Outomouro<br />

Nacido en Córdoba, Argentina (1945). Poeta, narrador y periodista. En 1975, amenazado<br />

de muerte, abandonó su país exiliándose primero a París y luego a Barcelona.<br />

Actualmente reside en Argentina siendo Coordinador de Área de Literatura y<br />

Pensamiento en la Casa de la Cultura de Río Cuarto y Asesor de Presidencia en Letras<br />

y Bibliotecas, Agencia Córdoba Cultura del Gobierno de la Provincia.<br />

Su extensa obra abarca poesía, novela, cuento y cuento infantil, teatro, ensayo y<br />

biografía.<br />

Es uno de los creadores más audaces e innovadores de la literatura argentina, caracterizado<br />

por un estilo y un universo propios, algunos de cuyos rasgos más notorios<br />

dan a su narrativa y a su poesía una original intensidad.<br />

Su extensa obra incluye poesía, novela, narrativa infantil y juvenil, teatro, biografía<br />

de grandes personajes y una abundante ensayística que aborda la historia, la políti­<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 133 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


ca, la religión, la sociología y la lengua. En este capítulo destacan Extraños en el<br />

paraíso, Historia del siglo XX (2 vols.), Atlas político, Atlas de religiones, Breve historia<br />

de Argentina, Diccionario erótico de voces de España e Hispanoamérica, Diccionario<br />

político. Voces y locuciones y, entre otros, Historia particular de cien palabras.<br />

Buena parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés, portugués, griego,<br />

turco, ruso, coreano, tailandés, etc.<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 134 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


AARÓN REYES DOMÍNGUEZ<br />

Aarón Reyes Domínguez es Licenciado en Historia del Arte y Doctor en Historia por<br />

la Universidad de Sevilla. Su formación ha ido siempre vinculada no sólo a la creación<br />

artística, en la cual ha volcado parte de sus propias experiencias, sino en general<br />

hacia la profundización de las emociones humanas. Tras algunas publicaciones<br />

en diversas webs literarias y algún premio en relatos cortos y poesía, ha trabajado<br />

siempre desde la experimentación de nuevos estilos en diversas artes, especialmente<br />

en la fotografía y la literatura. Ha vivido en Roma y en París, ciudad esta última<br />

de especial trascendencia en la vida del autor y donde comenzó a gestar la idea de<br />

escribir una novela por la que desfilasen personajes vacíos en torno a la propia frustración<br />

de vivir. Tras un obligado paréntesis entre los años 2004 y 2008 dedicado a<br />

la investigación histórica de la cual surgieron varias publicaciones científicas al respecto.<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 135 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


FEDERICO FERNÁNDEZ GIORDANO<br />

Nacido en Uruguay, 1977. En 1981 su familia se instala en Barcelona, donde desarrollaría<br />

su actividad como escritor y periodista. De formación heterogénea y autodidacta,<br />

se licenció en estudios de cine y música. Practicó la fusión de géneros en<br />

sus dos primeras novelas (Premio Minotauro 2008 y Premio de Novela El Andén<br />

2007), para decantarse finalmente por un estilo de corte experimental en los relatos<br />

de su última época, tales como “Ragtime” y “Ready­Made”, publicados en sendas<br />

antologías. Desde 1995 ha trabajado como colaborador editorial, argumentista<br />

de cine, crítico literario y articulista en diversos medios tales como El País Cultural<br />

de Montevideo, Cuadernos de Jazz, <strong>La</strong>teral, etc., y durante una breve etapa fue maestro<br />

de creación literaria. Anti­Éxtasis es su primera obra ensayística.<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 136 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


LAURA FREIJO JUSTO<br />

Fotografía de Eugenia Gusmerini<br />

<strong>La</strong>ura Freijo Justo. Dramaturga, directora, pensapoadora, y periodista. Ha estrenado<br />

obras como Refugio en las Rocosas (autora y directora), Massa tard per ser pessimista<br />

(textos y letras canciones), El rap de <strong>La</strong>dy M (Autora. Finalista Premi UNNIM<br />

2011), <strong>La</strong> candidata (Autora y directora) o Perdona la locura (Autora). De otras<br />

obras suyas como <strong>La</strong> vida somiada, Te recuerdo en Werther, Düsseldorf, ¿Te<br />

enrollarías con Woody Allen? o Sóc bona se han realizado diversas lecturas dramatizadas<br />

o semimontajes. También ha escrito las piezas para radio Apuchtin, l’àngel<br />

dolent (COMRàdio), Cops (ONA CATALANA) o <strong>La</strong> cançó de la meva vida<br />

(CATALUNYA Ràdio). Es codramaturga de Mercè, viatge i desig (2008), en<br />

homenaje a Mercè Rodoreda, Mara Truth, un latido escénico (2012) y Un hangar al<br />

cor de l'estranyesa (2012), a partir de Muelle Oeste de B. Marie Koltès. Desde 2010,<br />

representa los recitales unplugged Soy lo que estás buscando y <strong>La</strong>s caras B. Coordina<br />

los talleres de escritura teatral FICCIONANDO y forma parte la coodinación del<br />

laboratorio de experimentación teatral TRANSFormer VACA. Como periodista ha<br />

trabajado en la radio y ha colaborado o colabora con diferentes publicaciones como<br />

HAMLET, MAGLes, Singles­Sexologies o ENTREACTE, revista de las artes escénicas.<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 137 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


ÁLEX CHICO<br />

Álex Chico (Plasencia, 1980) es licenciado en Filología Hispánica y DEA en<br />

Literatura Española. Ha publicado los libros de poemas Habitación en W (<strong>La</strong> Isla de<br />

Siltolá, 2014), Un lugar para nadie (de la luna libros, 2013), Dimensión de la<br />

frontera (<strong>La</strong> Isla de Siltolá, 2011) y <strong>La</strong> tristeza del eco (Editora Regional de<br />

Extremadura, 2008), además de las plaquettes Escritura, Nuevo alzado de la ruina y<br />

<strong>La</strong>s esquinas del mar. Sus poemas han aparecido en varias publicaciones (Turia,<br />

Espiral, Cuaderno ático o Paralelo Sur, entre otras), y en diferentes antologías<br />

(Punto de partida. Jóvenes poetas en España, UNAM; Martiz desposeída. Últimas<br />

voces de la poesía extremeña, El Brocense). Ha ejercido la crítica literaria en diversos<br />

medios, como Ínsula, Cuadernos Hispanoamericanos, Nayagua, Revista de Letras,<br />

Clarín, o Ex Libris. Fue cofundador de la revista de humanidades Kafka. En la<br />

actualidad ejerce de profesor en un instituto de El Prat (Barcelona) y forma parte<br />

del consejo de redacción de Quimera. Revista de Literatura.<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 138 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


DÉBORAH VUKUSIC<br />

Escritora y actriz. Sus dos grandes pasiones son la poesía y la interpretación y a ambas<br />

le dedica su tiempo; consiguiendo una fusión extraordinaria.<br />

Sus poemas se encuentran publicados en “Los versos de lo oscuro en Artépolis”, algunos<br />

fragmentos aparecieron en varios fanzines y en revistas de poesía. “Guerra<br />

de identidad” apareció primero bajo el título “Me llamo Deborah Vukusic” y posteriormente<br />

al ser publicado en la editorial Baile del Sol pasó a llamarse del otro<br />

modo. Además ha participado en varias antologías, entre las que se encuentra la<br />

“Antología 23 Pandoras” y “Poesía alternativa española”. Y ahora mismo se encuentra<br />

en proceso de pre-producción para rodar su opera prima como directora.<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 139 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


VICENTE LUIS MORA<br />

Vicente Luis Mora (Córdoba, España, 1970) es Doctor en Literatura Española Contemporánea,<br />

investigador en literatura y tecnologías y experto en Propiedad Intelectual<br />

y Derechos de Autor. Cuenta, entre otros poemarios, con Mester de cibervía<br />

(Pre­Textos, 2000), Nova (Pre­Textos, 2003), Construcción (Pre­Textos, 2005),<br />

Tiempo (Pre­Textos, 2009) y Serie (Pre­Textos, 2015). Ha publicado también la novela<br />

Alba Cromm (Seix Barral, 2010), el libro de relatos Subterráneos (DVD, 2006)<br />

y la novela en marcha Circular (Plurabelle, 2003; Berenice, 2007). Como ensayista<br />

e investigador ha publicado libros sobre literatura (<strong>La</strong> literatura egódica. El sujeto<br />

narrativo a través del espejo, Universidad de Valladolid, 2013; <strong>La</strong> luz nueva. Singularidades<br />

de la narrativa española actual, Berenice, 2007 y Singularidades. Ética y<br />

poética de la literatura española actual, Bartleby, 2006), sobre humanidades digitales<br />

(El lectoespectador, Seix Barral, 2012; Pangea. Internet, blogs y comunicación<br />

en un mundo nuevo, 2006); y sobre arte y literatura (Pasadizos. Espacios simbólicos<br />

entre arte y literatura, Páginas de Espuma, 2008). Es autor de Quimera 322<br />

(2010), proyecto sobre la falsificación literaria realizado mediante 22 seudónimos,<br />

que apareció como nº 322 de la revista Quimera.<br />

Ejerce la crítica en su blog "Diario de Lecturas" (I Premio Revista de Letras al Mejor<br />

Blog Nacional de Crítica Literaria). También ha recibido premios como narrador,<br />

ensayista y poeta. Parte de su obra poética ha sido traducida al inglés, al alemán y<br />

al polaco, y está incluido en medio centenar de antologías de poesía y prosa.<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 140 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


JUAN TRIGO<br />

Nació el 1 de Agosto de 1982 en Zafra (Badajoz). Pasó su infancia en cuarteles de<br />

la Comunidad Valenciana y después se trasladó de nuevo a Extremadura donde finalizó<br />

sus estudios. Es Ingeniero informático y poeta, de los de la calle, de verso<br />

ágil y certero. El poemario <strong>La</strong> deuda y la duda (<strong>Excodra</strong> Editorial, 2014) es su primera<br />

obra publicada.<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 141 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


MARIONA RODRÍGUEZ<br />

Soy de Barcelona, licenciada en Psicología Clínica por la Facultad de Psicología de<br />

la UB y me dedico a la Psicología Aplicada Clínica (desde el Programa de Doctorado<br />

de Neurociencias y en la especialidad de Psiquiatría y Psicología Médica por<br />

la Facultad de Medicina de la UAB). He trabajado en divulgación y presentación de<br />

programas de salud en TVE1, así como en la realización de la estructura de programas<br />

y guiones en esta misma cadena. También escribo en <strong>La</strong> Vanguardia y soy colaboradora<br />

en programas de radio. Tengo pasión por las artes, todas. Pasión por el<br />

mundo, casi entero.<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 142 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


JOSÉ MANUEL VARA<br />

Nacido en 1965.<br />

LIBROS PUBLICADOS:<br />

Ego Pervertum, junto a Denisse Sánchez. Neurótika Books, 2010.<br />

Daño Selectivo. Neurótika Books, 2011, <strong>Excodra</strong> Editorial, 2013.<br />

<strong>La</strong> habitación roja. Neurótika Books, 2011.<br />

Poesía bastarda de saldo, Neurótika Books 2012.<br />

Dead Zone, poesía de Lucía de Fraga y José Manuel Vara. Neurótika Books, 2012.<br />

Pecados capitales y emociones asociadas. Neurótika Books, 2013.<br />

<strong>La</strong> zona muerta, <strong>Excodra</strong> Editorial, 2014.<br />

FANZINES, ANTOLOGÍAS, ETC.:<br />

Resaca, Hank Over, un homenaje a Charles Bukowski. Ed, Caballo de Troya. Vinalia<br />

Trippers, Plan 9 del espacio exterior. Viscerales. Ediciones del Viento. Esto no rima,<br />

antología de poesía indignada, Editorial Origami. Una navidad de muerte, Editorial<br />

Origami. Vinalia Trippers, Trippers from the Crypt. Vinalia Trippers, Spanish<br />

Quinqui. Underground Boys. Neurótika Books.<br />

Gestiona: Editorial Neurótika Books: http://issuu.com/varaneurotika<br />

Blog: http://atrocityexhibitionfanzine.blogspot.com.es/<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 143 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


JALÓN DE AQUILES<br />

Nacido en Barcelona... un 31 de julio de 1982. Prematuramente destacó su interés<br />

por el Color. Tras finalizar sus estudios básicos, sabía bien cuál era el camino a seguir,<br />

así tuvo lugar su entrada en una escuela de arte, allí transcurrieron cinco años<br />

de su vida, durante los cuales sus creaciones adquirieron personalidad propia. Con<br />

un estilo pictórico influenciado mayormente por el surrealismo, el modernismo y el<br />

impresionismo, sus obras muestran mundos fantásticos y situaciones cotidianas. El<br />

color es el protagonista en sus obras, lo cual hace que tenga gran variedad de temas.<br />

<strong>La</strong> música es uno de los principales factores de inspiración en su obra.<br />

Hoy en día cuenta con varias exposiciones, es profesor de pintura, diseñador, ilustrador<br />

y muralista urbano, persistiendo en su pasión por la pintura...<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 144 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


CARLOS ESTEBAN RESANO VASILCHIK<br />

Carlos Esteban Resano Vasilchik. Buenos Aires, 22 de octubre de 1956. Vive en<br />

Buenos Aires hasta 1976. Se traslada a Mar del Plata, provincia de Buenos Aires,<br />

donde estudia arquitectura. Obtiene el título de arquitecto en 1982 y comienza la<br />

tarea profesional. Dicta cursos de dibujo arquitectónico para la ASOCIACIÓN DE<br />

ARQUITECTOS DE MAR DEL PLATA. Realiza exposiciones colectivas de arquitectura<br />

y dibujo artístico y colaboraciones con revistas de arte y cultura como INTE­<br />

GRARTE. Se traslada a Barcelona en 1988. Fija su domicilio en El MASNOU, Barcelona.<br />

Realiza colaboraciones con publicaciones del ámbito local (Castelldefels) y de<br />

Argentina (INTEGRARTE) y exposiciones colectivas destacadas como EL ARTE EN<br />

EL CÓMIC en Sant Pol de Mar, Galería Sant Pol Art (2003). Otras exposiciones: Exposición<br />

Individual Restaurant EL BLAU, El Masnou (2004 y 2009). Exposición Colectiva<br />

RECORDANDO A GENIA, en Sant Pol de Mar, Galeria Sant Pol Art (2010).<br />

Exposición Indiv¡dual Sala Leix del Raval (2011). Exposición permanente en Espacio<br />

de Arte de ARQNOU scp.<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 145 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


AURORA MARTÍN CASAS<br />

Aurora Martín Casas, nacida en 1985. Con 18 años descubre la fotografía. Estudia<br />

en el Institut d'Estudis Fotogràfics de Catalunya y además realizando los “Tallers<br />

d'Especialització” de Teatre i Espectacles, Fotografia d'Autor i Crítica Fotográfica,<br />

que sin duda alguna la hacen descubrir nuevos horizontes completamente desconocidos<br />

para ella. Fue con 18 años cuando supo que este maravilloso mundo sería su<br />

más fiel compañero de viaje. Trabajos expuestos en www.auroramartin.com<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 146 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


VICENÇ RODRÍGUEZ BOSCH<br />

20/07/1978. Barcelona. Intenta que la fotografía sea una cosa verdadera. Es una<br />

ilusión de la realidad con la que creamos nuestro propio mundo privado. Siempre<br />

busca cosas nuevas y con su cámara en mano intentará hacer que las cosas más<br />

simples se conviertan en una inmensa fuente de arte.<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 147 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


ELI MORA<br />

Eli Mora. Nacida en Barcelona en 1984, licenciada en Biología. Doctora en Biología<br />

Evolutiva. Fotógrafa desde 2008, ha colaborado con diferentes revistas y medios de<br />

comunicación. Puedes ver su trabajo aquí www.elimoraphotography.com.<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 148 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


LUDOVICA BASTIANINI<br />

Nació en Nápoles, en 1986. Es Licenciada en Historia del Arte y Conservación del<br />

Patrimonio Histórico y Artístico, con tesis sobre el fotógrafo español Paco Gómez y<br />

el grupo Afal. Realizó los cursos de Dibujo y Ilustración, de la escuela Comix de<br />

Nápoles, y los cursos de Fotografía de Autor y de Técnicas Fotográficas Alternativas<br />

del Instituto IDEP de Barcelona.<br />

Publicó con las editoriales italianas “<strong>La</strong>rcher” y “L’isola dei ragazzi” y participó en<br />

varios concursos y exposiciones colectivas en Italia, en Barcelona, en New York y en<br />

Viena. Colabora con la revista española on­line “<strong>Excodra</strong>”, con la agencia publicitaria<br />

Pubbli&Rolando y con la asociación Ars<strong>La</strong>b en la realización de las escenografías<br />

del espectáculo T’Ammore.<br />

Puedes contactarla aquí: bastianiniludovica@gmail.com<br />

www.ludovicabastianini.com<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 149 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


MANUEL PÉREZ SUBIRANA<br />

Fotografía de Domenec Umbert<br />

Manuel Pérez Subirana nació en Barcelona en 1971, ciudad en la que se licenció en<br />

Derecho. Su primera novela Lo importante es perder se publicó en 2003. Su segundo<br />

libro Egipto fue nominado para el Premio Herralde en 2005 y publicado en la misma<br />

editorial.<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 150 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


BEGOÑA GARCÍA CARTERÓN<br />

Fotografía de Irene Fernández<br />

Begoña García Carteron es licenciada en Historia del Arte y tiene una larga trayectoria<br />

en el mundo editorial como periodista cultural, escritora de libros de no­ficción<br />

y editora. <strong>La</strong> pasión que siente por su ciudad, Barcelona, la ha llevado a especializarse<br />

en cultura local. Firma semanalmente entrevistas y la columna “Top Secret”<br />

en la revista TimeOut Barcelona; colabora con diversas editoriales, entre ellas<br />

Mediterrània, creando colecciones como Agenda BCN y Play Barcelona; ha coordinado<br />

el contenido de la nueva página web del Ayuntamiento de Barcelona (meet.­<br />

barcelona.cat) y ha escrito los apartados dedicados a la historia de la ciudad.<br />

Es autora de El barrio de la playa (Ediciones B, 2014), una historia trepidante de<br />

solidaridad femenina ambientada en la época en que se inició la construcción del<br />

barrio marinero de la Barceloneta, a mediados del siglo XVIII.<br />

Acaba de publicar <strong>La</strong> montaña maldita (Ediciones B, 2016), su segunda novela, ambientada<br />

en Barcelona a finales del siglo XIX durante los hechos del Proceso de<br />

Montjuïc.<br />

<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 151 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


RAFAEL ARGULLOL<br />

Fotografia de Jordi Esteban<br />

Rafael Argullol Murgadas (Barcelona, 1949), narrador, poeta y ensayista, catedrático<br />

de Estética y Teoría de las Artes en la Facultad de Humanidades de la Universidad<br />

Pompeu Fabra. Es autor de más de treinta libros. Entre ellos: poesía (Disturbios<br />

del conocimiento, Duelo en el Valle de la Muerte, El afilador de cuchillos), novela<br />

(<strong>La</strong>mpedusa, El asalto del cielo, Desciende, río invisible, <strong>La</strong> razón del mal, Transeuropa,<br />

Davalúo el dolor) y ensayo (<strong>La</strong> atracción del abismo, El Héroe y el Único, El fin<br />

del mundo como obra de arte, Aventura: Una filosofía nómada, Manifiesto contra la<br />

servidumbre, Maldita perfección. Escritos sobre el sacrificio y la celebración de la belleza).<br />

Como escritura transversal más allá de los géneros literarios ha publicado: Cazador<br />

de instantes, El puente del fuego, Enciclopedia del crepúsculo, Breviario de la aurora,<br />

Visión desde el fondo del mar. Recientemente ha publicado Pasión del dios que<br />

quiso ser hombre (2014) y Mi Gaudí espectral. Una narración (2015). Ha estudiado<br />

Filosofía, Economía y Ciencias de la Información en la Universidad de Barcelona.<br />

Estudió también en la Universidad de Roma, en el Warburg Institute de Londres y<br />

en la Universidad Libre de Berlín, doctorándose en Filosofía (1979) en su ciudad<br />

natal. Fue profesor visitante en la Universidad de Berkeley. Ha impartido docencia<br />

en universidades europeas y americanas y ha dado conferencias en ciudades de Europa,<br />

América y Asia. Colaborador habitual de diarios y revistas, ha vinculado con<br />

frecuencia su faceta de viajero y su estética literaria. Ha intervenido en diversos<br />

proyectos teatrales y cinematográficos. Ha ganado el Premio Nadal con su novela<br />

<strong>La</strong> razón del mal (1993), el Premio Ensayo de Fondo de Cultura Económica<br />

con Una educación sensorial (2002), y los premios Cálamo (2010) y Ciudad de Barcelona<br />

(2010) con Visión desde el fondo del mar.<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong> 152 <strong>La</strong> <strong>guerra</strong>


<strong>La</strong> <strong>guerra</strong> 153 <strong>Excodra</strong> <strong>XXIX</strong>


LA GUERRA<br />

NÚMERO <strong>XXIX</strong><br />

MARZO 2016<br />

REVISTA EXCODRA<br />

http://www.excodra.com

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