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de la suma de la partícula negativa a y ego, es decir, «sin yo». «Sin yo» es el<br />
ser humano que se entrega, ama y se compromete con otro sin reservas<br />
ni egoísmos; «sin yo» es el amigo. De aquí que la palabra en sus<br />
formas masculina y femenina también sea el amante sólo sujeto a las<br />
leyes de la naturaleza y del entendimiento.<br />
Los antiguos helenos, persas y egipcios daban el trato de amigo a los altos<br />
oficiales de la corte. Para los romanos el amigo formaba parte de la institución<br />
del cliente, ligada a la familia patricia por el vínculo jurídico del ius<br />
patronatus. Los amicus eran los clientes más próximos del patrono, por su<br />
grado de fidelidad y compromiso.<br />
Fuera de este círculo protector, de esa trama afectiva de intereses, favores,<br />
etc., estaban el territorio hostil del inamicus, «no amigo», o lo que es lo<br />
mismo del enemigo. Alguien con quien no existía ningún tipo de compromiso,<br />
ni lazo de ninguna naturaleza y que por lo tanto podía ser objeto de abuso,<br />
violencia o trapacería. Creencia que sostuvo y legitimó la política expansiva<br />
del Imperio Romano.<br />
Antonio Tello<br />
ELEGÍA<br />
En Orihuela, su pueblo y el mío, se me<br />
ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con<br />
quien tanto quería.<br />
Yo quiero ser llorando el hortelano<br />
de la tierra que ocupas y estercolas,