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—¿Sabes? Creo que lo que me pasa es que no quiero dormir. Ya perdí la fe en<br />
los sueños. Tú deberías hacer lo mismo. ¿Sabes?, en el fondo te aprecio.<br />
Últimamente, pienso mucho en ello. En que quizá, en otro contexto,<br />
podríamos haber sido buenos amigos... de esos que salen por ahí en grupo y<br />
que beben y que echan unas risas y que se consuelan mutuamente las penas...<br />
podríamos haberlo sido. Amigos. Buenos amigos y, ¿por qué no?, amantes...<br />
pareja... ¿quién sabe?...<br />
—¿No quieres que follemos antes de irte?<br />
Chica Tormento lo miró. Le gustaba follar con él. Pero, hoy no le apetecía.<br />
Hoy era uno de esos días.<br />
(Está comprobado que las emociones intensas despiertan la libido. <strong>La</strong> descarga de<br />
adrenalina crea euforia, y los opiáceos que se generan después de la intensidad<br />
del riesgo parecen generar el cóctel perfecto que abre las puertas al sexo. Si<br />
seguimos este razonamiento, parece que si se quiere conquistar a alguien, el<br />
compartir situaciones que impliquen riesgo podría ser un buen desencadenante.<br />
Sin embargo, nadie asegura que una vez pasado ese episodio, la fascinación del<br />
enamoramiento se convertirá en amor. Ese enigmático sentimiento se rige por<br />
factores mucho más complejos)<br />
No le contestó. Se vistió con prisa. Cogió una vela y fue a otra habitación. Se<br />
puso sus botas y cogió uno de los fusiles. Y su mochila. Se la puso a la espalda<br />
y se encaminó hacia la puerta de salida pasando a través de ventanas<br />
condenadas con cinta americana para no dejar filtrar la luz, para impedir que<br />
las bestias del exterior pudieran descubrirles. Abrió la puerta sin mirar atrás,<br />
sin mirar a Chico Superviviente. Sabía que si lo miraba éste intentaría<br />
convencerle con su miedo para que no saliera, y no podía consentirlo.<br />
Necesitaba más tinte rojo. Hoy era uno de esos días.<br />
Chico Superviviente la miró cuando cerraba la puerta tras ella. Cogió una