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Excodra XXVIII: La amistad

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Chica Tormento vió a Chico Superviviente mirándola. Recordó el día que<br />

entró en su vida. Cuando salió a buscar provisiones en la tormenta. <strong>La</strong><br />

tormenta los protegía de las bestias. Eso lo había aprendido hace ya mucho<br />

tiempo. A las bestias no les gustaban los rayos ni el agua enfurecida con ese<br />

ligero toque de ácido. Lo encontró en un viejo centro comercial, agazapado en<br />

la oscuridad, con los cabellos completamente blancos. Le tendió la mano y se<br />

lo llevó a casa, al igual que su mochila llena de cajas de tinte rojo. En<br />

ocasiones, no había suerte con la comida.<br />

Ninguno de los dos sabía de dónde habían salido las bestias.<br />

(El sueño de la razón produce monstruos)<br />

Ninguno recordaba de dónde procedían ni quiénes habían sido antes de la<br />

bomba. No quedaban fotos. No quedaban recuerdos. Sólo existían las bestias,<br />

los sueños angustiosos de Chico Superviviente y el insomnio de Chica<br />

Tormento.<br />

(Cuando la razón dormita, los miedos despiertan, lo atávico se despereza, los<br />

temores primitivos nos poseen, las pesadillas plagadas de engendros y fantasmas,<br />

de seres imposibles y espectros que vagan errabundos nos invaden sin tregua...<br />

Cuando los hombres no oyen el grito de la razón, todo se vuelven visiones)<br />

Chico Superviviente la miró mientras se acercaba al colchón y cogía algo de<br />

ropa de debajo de la almohada. De fondo, pudo escuchar la lluvia.<br />

—¿Vas a salir?— le preguntó bajo el manto de canas de su pelo.<br />

—¿Tú qué crees?<br />

—¿Sigues sin poder dormir?<br />

Ella se rió. Aunque fue una carcajada hueca. Como a desgana.

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