Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
confesión. Aquel paciente lo hacía a propósito, se hacía el dormido. <strong>La</strong><br />
habitación 937 estaba ocupada únicamente por Leonard, un viejo de mirada<br />
oceánica. Ni siquiera la cicatriz que le quebraba el párpado afeaba la triste<br />
dulzura de sus ojos. El personaje y su misterioso juego de los papelitos me<br />
atrapó. Al fin y al cabo siempre he tenido buen olfato para no dejar escapar<br />
una buena historia. Cada día, me afanaba en terminar más rápido las labores<br />
de mi turno para pasar más tiempo con él. Leonard había perdido el habla tras<br />
su última intervención, pero se hacía entender muy bien con sus notas y con<br />
sus gestos.<br />
―¿No te estarás enamorado del viejales ese?<br />
emoticono jocoso ― Nena, lo tuyo es de película. ¡Juasss!<br />
― preguntó Nastassja con<br />
―¿Por qué todas las putas sois tan retorcidas? ― le espeté picada ― Nas, lo<br />
mío es sólo deformación profesional.<br />
―Y lo mío también, ¡no te jode!<br />
desternillantes emoticonos ―.<br />
― contesto Nas con un sin fin de<br />
Tras el segundo atentado consecutivo en una semana, todo se precipitó. El<br />
apagón de internet fue la señal. De un sólo golpe acabaron con todos nosotros.<br />
¡Qué fácil les resultó! Estábamos siempre enganchados a nuestras pantallas, casi<br />
esclavizados diría yo. Todo estaba allí; nuestros contactos, nuestras aficiones,<br />
nuestras rutinas, nuestras alegrías, nuestras penas, nuestros romances, nuestros<br />
sueños… Nuestros planes. Lo sabían absolutamente todo de nosotros. De la noche<br />
a la mañana, nuestras mejores herramientas de agitación acabaron<br />
convirtiéndose en nuestra peor pesadilla. ¡Qué ingenuos fuimos! Sólo tres días<br />
tardaron en aplastarnos, tres larguísimos días de pánico y revolución muerta.<br />
Ese viejo había participado en los hechos acaecidos dos décadas atrás y<br />
bautizados como el Noviembre Negro. De ahí su aversión a las pantallas y, esa