BOLETÍN
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA campesinos, los obreros, los burócratas, las madres de familia: todos pueden ser permeados por ellos. Delumeau, dentro de este nivel, separa en dos familias lo que viene a continuación: a) miedos permanentes, que son aquellos que se despiertan ante la muerte, el pecado, al castigo, a la tortura; y b) miedos cíclicos, que son temores surgidos ante coyunturas específicas que impactan a sectores de población mayoritarias: pestes, hambrunas, guerras. Luego aparece el otro estadio: el miedo “a mayor altitud social y cultural” o “miedos reflejos”. Esta sectorización estructural se centra, elementalmente, en los grupos de poder, en las camarillas religiosas, en las corporaciones económicas, en las ligas partidistas. Frente a ciertas amenazas, en este foco grupal se interpreta el miedo a su manera, pero también se infunde. Estamos hablando de miedos hechos a la medida para controlar al otro. De allí que el compás del filo moral se rompa y que veamos, en este nivel, los genocidios y los “ataques preventivos” a poblaciones enteras a lo largo de la historia, como lo demuestra en su estupendo trabajo Luigi Zoja 13 . riesgos y puentes posibles El historiador del miedo social debe enfilar las fuentes y la documentación en clave de las actitudes, los sentimientos y los comportamientos humanos. Hacer esa jugada no es fácil. Por eso, debe recurrir a herramientas teóricas que le posibiliten amasar bien el fenómeno que tiene en sus manos. Existe una trampa, acaso mortal, para quienes se lanzan a pedir este auxilio conceptual: la tradición enorme de miradas científicas, metafísicas y humanísticas que se han construido en torno al miedo. Bernard Paillard apunta: “Es preciso reconocer que no existe una teoría unificante. Al contrario, hemos asistido a un despliegue conceptual considerable. Esto ha tenido como efecto alterar la transparencia de lo evidente” 14 . Se tiene que aceptar que el miedo es inatrapable sin el auxilio conceptual de oficios afines, entendiendo, como declara Jean Delumeau en 13 El psicoanalista Luigi Zoja escribe: “La intención de deshacerse preventivamente del enemigo aparece constantemente en el nacionalismo. Una desproporción absurda produce avalanchas de males que crecen solas (dotadas de autotropismo)”. Según el autor, la paranoia colectiva desata tres niveles de ataques preventivos debidamente entrelazados: a) agresión colectiva; b) la expulsión colectiva; y c) el exterminio. De allí la importancia de la reconstrucción histórica de los “complots” y de los “chivos expiatorios” desencadenados en una coyuntura histórica cualquiera. Véase: Paranoia. La locura que hace la historia. México, Fondo de Cultura Económica, 2013, pp. 41-76. 14 Bernard Paillard, “Appréhender les peurs”, En: Communications, 57, 1993. Peurs. pp. 7-15. Versión electrónica consultada el 24/5/2015:http://www.persee.fr/doc/comm_0588-8018_1993_num_57_1_1862 94
ESTUDIOS una entrevista, que “la cooperación interdisciplinaria debe basarse en el respeto mutuo de las fronteras entre las especialidades” 15 . Precaución, respeto y agilidad en la mirada. Comprender el miedo colectivo en el sustrato histórico es posible por la vía de la perspectiva, como afirma Delumeau. “Visión, considerada en principio más ajustada a la realidad, que viene favorecida por la observación ya distante, espacial o temporalmente de cualquier hecho o fenómeno”, se lee en el DRAE. Medir en contraste. Relacionar los elementos con cuidado para representar un tiempo y un espacio. En El miedo en Occidente nos tropezamos con expresiones como “restituir los campos emocionales”; “penetrar los resortes ocultos” de los comportamientos vividos; de “poner en su sitio” a los complejos sentimentales; de “captar la intimidad inconfesada”, de realizar, en fin, un “análisis espectral”. La idea de la perspectiva tiende a concretarse como un cuadro heterogéneo. En la introducción hallamos esta revelación: “«El método es precisamente la elección de los hechos», escribía H. Poincaré. Por tanto, me esforzaré por convencer mediante la impregnación progresiva resultante de numerosas lecturas y la convergencia de los documentos y su consonancia en una realización sinfónica”. 16 La metáfora se impone como un juego orquestal. Saber atrapar lo múltiple por lo múltiple: el miedo. ¿Cómo auscultar el miedo colectivo si nace en el seno de lo individual, de lo neurofisiológico y lo corporal? ¿De qué forma pasar de lo individual a lo colectivo? Los estudiosos afirman que se trata de otro esfuerzo complicado. Sin embargo, Delumeau resuelve la funcionalidad de su cuadro de esta forma: “¿Qué entendemos por colectivo? Porque este adjetivo tiene dos sentidos. Puede designar una multitud –arrastrada en una derrota, o sofocada de aprensión tras un sermón sobre el infierno, o que se libera del miedo a morir de hambre atacando convoyes de grano–. Pero significa también un hombre, cualquiera considerado como muestra anónima de un grupo, más allá de la especificidad de reacciones personales de tal o cual miembro de ésta” 17 . 15 Paillard escribe sobre Delumeau: “Según él, la cooperación interdisciplinaria debe basarse en el respeto mutuo de las fronteras entre las especialidades. La extralimitación expone a cruzar los rigores de su propio método, como ha podido hacer Freud en su crítica negativa de la religión. Como es también correr el riesgo deshacer las interpretaciones infundadas. Así, recuerda, algunas de las pruebas del pasado, de tipo psicoanalítico, son difíciles de conducir, simplemente porque la documentación es demasiado baja o incluso polémico. El cómo es por qué, si la interdisciplinariedad, es necesario, es una vía que conviene explorar con precaución”. Jean Delumeau, “La peur et l’historien”. (Entrevista con Bernard Paillard). En: Communications, 57, 1993. Peurs, sous la direction de Bernard Paillard. pp. 17-23. Versión electrónica consultada el 24/5/2015: www.persee.fr/doc/comm_0588-8018_1993_num_57_1_1863 16 Jean Delumeau, El miedo en occidente…, p. 45. 17 Ibidem, p. 29. 95
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una entrevista, que “la cooperación interdisciplinaria debe basarse en el respeto mutuo<br />
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Comprender el miedo colectivo en el sustrato histórico es posible por la vía de la<br />
perspectiva, como afirma Delumeau. “Visión, considerada en principio más ajustada a<br />
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de cualquier hecho o fenómeno”, se lee en el DRAE. Medir en contraste. Relacionar<br />
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de los documentos y su consonancia en una realización sinfónica”. 16 La metáfora se impone<br />
como un juego orquestal. Saber atrapar lo múltiple por lo múltiple: el miedo.<br />
¿Cómo auscultar el miedo colectivo si nace en el seno de lo individual, de lo neurofisiológico<br />
y lo corporal? ¿De qué forma pasar de lo individual a lo colectivo? Los<br />
estudiosos afirman que se trata de otro esfuerzo complicado. Sin embargo, Delumeau<br />
resuelve la funcionalidad de su cuadro de esta forma:<br />
“¿Qué entendemos por colectivo? Porque este adjetivo tiene dos sentidos. Puede designar<br />
una multitud –arrastrada en una derrota, o sofocada de aprensión tras un<br />
sermón sobre el infierno, o que se libera del miedo a morir de hambre atacando convoyes<br />
de grano–. Pero significa también un hombre, cualquiera considerado como<br />
muestra anónima de un grupo, más allá de la especificidad de reacciones personales<br />
de tal o cual miembro de ésta” 17 .<br />
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Paillard escribe sobre Delumeau: “Según él, la cooperación interdisciplinaria debe basarse en el respeto mutuo de las<br />
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hacer Freud en su crítica negativa de la religión. Como es también correr el riesgo deshacer las interpretaciones infundadas.<br />
Así, recuerda, algunas de las pruebas del pasado, de tipo psicoanalítico, son difíciles de conducir, simplemente<br />
porque la documentación es demasiado baja o incluso polémico. El cómo es por qué, si la interdisciplinariedad, es necesario,<br />
es una vía que conviene explorar con precaución”. Jean Delumeau, “La peur et l’historien”. (Entrevista con<br />
Bernard Paillard). En: Communications, 57, 1993. Peurs, sous la direction de Bernard Paillard. pp. 17-23. Versión<br />
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16<br />
Jean Delumeau, El miedo en occidente…, p. 45.<br />
17<br />
Ibidem, p. 29.<br />
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