BOLETÍN

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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA “bebidas fuertes”. Queda definitivamente perseguido y señalado por el Obispo este vicio-pecado, origen del mal, del afeamiento y de ofensa a su “Divina Majestad”: “Abandonándose a la embriaguez que les ocasiona el carato, guarapo y otras bebidas fuertes que los que las usan se entorpecen y llegan a perder el sentido con daño notable de su salud espiritual y temporal, y en infracción de lo dispuesto en la ley 38, tít. 1, libro 6 y otras diferentes de estos reinos que prohíben la destemplanza en la bebida” 64 . A tal punto llega el celo del Obispo por su rechazo a la nocturnidad que es severo al concluir que no podrá, ni siquiera, confesarse mujer alguna sin tener como testigo la luz del día 65 . Del mismo modo como les prohíbe usar capa y andar solas por las calles o montar a caballo 66 . También es claro al pedir a los padres que bajo ningún respecto las mujeres busquen agua de noche 67 . Ni bailes ni ventanas, ni conversaciones ni tabaco. El obispo encuentra en las ventanas otra oportunidad para el mal. No gusta de las conversaciones. Son causa de desviación como lo es el tabaco. En la iglesia, donde se celebra el culto de la misa, hay que preservar el sagrado recinto. Se prohíben las conversaciones dentro del templo y huelga decir todo consumo de tabaco en cualquiera de sus formas: “Debiendo asimismo por una de nuestras principalísimas obligaciones hacer guardar el decoro y veneración de los templos y sitios sagrados que los circunvalan estando noticiosos que en la puerta mayor de la presente parroquia se sientan seculares a tomar tabaco de humo y hablar palabras jocosas de las mujeres que entren y salen, ordenamos y mandamos que el Vicario y curas eviten tales excesos, cuidando también muy particularmente de evitar los concursos y habladurías que se hacen tras del coro, dentro de la misma iglesia y otras en sus puertas colaterales y patios inmediatos y que no se tome el tabaco de humo, ni en las iglesias el de moo o chimó así por la irreverencia que trae consigo el uso del tabaco, como por lo asqueroso de él, con que manchan el suelo y paredes de la iglesia haciéndoles presentes con vivacidad 64 Ibídem, p. 426. 65 “Por cuanto estamos informados que algunos confesores, principalmente en el tiempo cuadragesimal oyen de penitencia en sus casas a los hombres que concurren así de día como de noche; y que en las iglesias confiesan también a mujeres antes de salir el sol. Ordenamos y mandamos que ni en el citado tiempo, ni en otro fuera de caso de necesidad lo ejercen dichos confesores en sus casas, sino en las iglesias, en las cuales también les prohibimos oigan de penitencia a mujeres antes del día, y después de las oraciones, todo bajo las penas que están impuestas y las demás que juzgaremos proporcionadas a su contravención.”, Ibídem, p. 136. 66 Ibídem, pp. 257, 348, 226. 67 Ibídem, p. 403. 40

ESTUDIOS en sus exhortaciones y platicas la estrecha cuenta que de esta y otras irreverencias han de dar a Dios Nuestro Señor, vengador de los agravios y menosprecios que se hacen a su santa casa” 68 . Las supersticiones 69 y otras creencias al margen del dogma religioso forman parte de las preocupaciones del Obispo. Por ello insiste en referirlas y condenarlas como la tan extendida creencia de que realizar matrimonios los días martes trae mala suerte: “Informados de que varios feligreses del presente Distrito que se hallan en disposición de contraer matrimonio rehúsan celebrarlo en martes preocupados de la vana creencia de que ejecutándolo este día se le preparan fatales sucesos: ordenamos y mandamos a los referidos curas les exhorten y amonesten a que depongan tan ridículo concepto y otra cualesquiera vanas observaciones como enteramente opuestas a la solidez y pureza de nuestra santa fe católica” 70 . Los juegos de envite, los naipes, la apuesta de gallos y cualquier otro recurso para perderse en el ocio es tratado dentro del tema que hemos denominado como “providencias mundanas”, especialmente si son realizadas a propósito de festividades religiosas en las que finalmente se desprecia a los santos. Don Mariano Martí es claro: la feligresía debe insistir en acciones piadosas que la conduzca a su salvación: “Por cuanto hemos entendido que en los oratorios públicos de este distrito y principalmente en el territorio nombrado el Papelón donde hemos visitado una pequeña capilla dedicada al glorioso Apóstol San Pedro a cuya veneración se hace en su propio día función de misa cantada concurre con este motivo mucho gentío de ambos 68 Ibídem, p. 139. 69 Como las de parturientas y comadronas a la hora del parto: “las que llaman comadres o parteras, entre varios abusos, tienen el de poner a las parturientas un sombrero negro o sobre el vientre el pie de uno que se nombre Juan, para facilitar el parto”. Ibídem, p. 65. Particularmente interesante es esta providencia que dicta el Obispo en Altagracia: “Estando informados de que entre estos feligreses se ha introducido la depravada y diabólica costumbre de usarse de algunas oraciones supersticiosas en lo que ellos llaman ensalmos de las criaturas enfermas creídos que tienen virtud eficaz para restituirlas de salud: que también están persuadidos a que el compadrazgo o comadrazgo que dicen de voluntad es más apreciable y superior que el del bautismo y confirmación; y que asimismo por la simplicidad ignorancia y falta de reflexión hay entre dichos feligreses la vana creencia de que el canto del ave nombre dado Guacagua o Tititigí o el del Gallo a prima noche es indicio cierto de que ha de morir alguno, o que se han dado puñaladas en el pueblo, o que vienen guerras: ordenamos y mandamos bajo la pena de excomunión que ninguna persona se atreva a usar de dichos ensalmos, ni a rezar las tales oraciones, y que si algunas las tuvieren las entreguen desde luego al cura de esta iglesia para que las remita a nuestro provisor; y que igualmente en frecuentes pláticas y exhortaciones procure desarraigar de sus feligreses la detestable persuasión de que el compadrazgo de voluntad es preferente al del bautismo y confirmación, cuando en realidad no hay tal compadrazgo, y que sin duda esta invención los une un lazo del demonio para que con el disfraz de este tratamiento usen de acciones y palabras licenciosas; amonestándoles también a que depongan la vana creencia del canto del ave Guacagua o Titirigí y del Gallo por la ninguna proporción o conexión que tiene con los efectos que se figuran y por ser enteramente repugnante y contraria a la solidez y pureza de nuestra religión”. Ibídem, p. 422. 70 Ibídem, p.190. 41

ESTUDIOS<br />

en sus exhortaciones y platicas la estrecha cuenta que de esta y otras irreverencias<br />

han de dar a Dios Nuestro Señor, vengador de los agravios y menosprecios que se<br />

hacen a su santa casa” 68 .<br />

Las supersticiones 69 y otras creencias al margen del dogma religioso forman parte<br />

de las preocupaciones del Obispo. Por ello insiste en referirlas y condenarlas como la<br />

tan extendida creencia de que realizar matrimonios los días martes trae mala suerte:<br />

“Informados de que varios feligreses del presente Distrito que se hallan en disposición<br />

de contraer matrimonio rehúsan celebrarlo en martes preocupados de la vana<br />

creencia de que ejecutándolo este día se le preparan fatales sucesos: ordenamos y<br />

mandamos a los referidos curas les exhorten y amonesten a que depongan tan ridículo<br />

concepto y otra cualesquiera vanas observaciones como enteramente opuestas a<br />

la solidez y pureza de nuestra santa fe católica” 70 .<br />

Los juegos de envite, los naipes, la apuesta de gallos y cualquier otro recurso para<br />

perderse en el ocio es tratado dentro del tema que hemos denominado como “providencias<br />

mundanas”, especialmente si son realizadas a propósito de festividades religiosas<br />

en las que finalmente se desprecia a los santos. Don Mariano Martí es claro: la<br />

feligresía debe insistir en acciones piadosas que la conduzca a su salvación:<br />

“Por cuanto hemos entendido que en los oratorios públicos de este distrito y principalmente<br />

en el territorio nombrado el Papelón donde hemos visitado una pequeña<br />

capilla dedicada al glorioso Apóstol San Pedro a cuya veneración se hace en su propio<br />

día función de misa cantada concurre con este motivo mucho gentío de ambos<br />

68<br />

Ibídem, p. 139.<br />

69<br />

Como las de parturientas y comadronas a la hora del parto: “las que llaman comadres o parteras, entre varios abusos,<br />

tienen el de poner a las parturientas un sombrero negro o sobre el vientre el pie de uno que se nombre Juan, para<br />

facilitar el parto”. Ibídem, p. 65. Particularmente interesante es esta providencia que dicta el Obispo en Altagracia:<br />

“Estando informados de que entre estos feligreses se ha introducido la depravada y diabólica costumbre de usarse de algunas<br />

oraciones supersticiosas en lo que ellos llaman ensalmos de las criaturas enfermas creídos que tienen virtud eficaz<br />

para restituirlas de salud: que también están persuadidos a que el compadrazgo o comadrazgo que dicen de voluntad es<br />

más apreciable y superior que el del bautismo y confirmación; y que asimismo por la simplicidad ignorancia y falta de<br />

reflexión hay entre dichos feligreses la vana creencia de que el canto del ave nombre dado Guacagua o Tititigí o el del<br />

Gallo a prima noche es indicio cierto de que ha de morir alguno, o que se han dado puñaladas en el pueblo, o que vienen<br />

guerras: ordenamos y mandamos bajo la pena de excomunión que ninguna persona se atreva a usar de dichos ensalmos,<br />

ni a rezar las tales oraciones, y que si algunas las tuvieren las entreguen desde luego al cura de esta iglesia para que las<br />

remita a nuestro provisor; y que igualmente en frecuentes pláticas y exhortaciones procure desarraigar de sus feligreses la<br />

detestable persuasión de que el compadrazgo de voluntad es preferente al del bautismo y confirmación, cuando en realidad<br />

no hay tal compadrazgo, y que sin duda esta invención los une un lazo del demonio para que con el disfraz de este<br />

tratamiento usen de acciones y palabras licenciosas; amonestándoles también a que depongan la vana creencia del canto<br />

del ave Guacagua o Titirigí y del Gallo por la ninguna proporción o conexión que tiene con los efectos que se figuran y por<br />

ser enteramente repugnante y contraria a la solidez y pureza de nuestra religión”. Ibídem, p. 422.<br />

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Ibídem, p.190.<br />

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