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ESTUDIOS<br />

Los pecados 29 o las faltas que enumera el Obispo, producto de la delación de los<br />

habitantes tienen un procedimiento. Existe una identificación de la persona, su raza,<br />

su ocupación, el pecado o la falta 30 de que se le denuncia (no de la que se le acusa<br />

porque no hay un procedimiento legal sino una acusación informal que podría derivar<br />

en un proceso civil-legal, eventualmente), el estado civil y la recomendación del<br />

Obispo para subsanar la situación. Estos pecados-faltas-delitos están relacionados<br />

con los enemigos del alma, referidos con antelación, vale decir: “el mundo, el demonio<br />

y la carne”. Particularmente este último enemigo, la carne, es la que ocupa el lugar<br />

preponderante en la fijación del listado enumerativo de las desviaciones de la grey.<br />

El principal pecado de la carne que se relaciona en el Libro personal del Obispo es<br />

el relacionado con “vivir mal”. De los 728 pecadores activos 31 reseñados en el Libro<br />

personal a 525 de ellos se les acusa de “vivir mal”. Vivir mal significa vivir en pecado<br />

en sus diversas acepciones y particularidades y ocupan las siguientes definiciones<br />

con respecto al enemigo que es la carne, y que se traduce en vivir ilegalmente ya que<br />

están al margen o en contra del sacramento de la iglesia que es el matrimonio 32 . Esto<br />

incluye a todas aquellas personas que mantienen “tratos ilícitos”, “cometen torpezas<br />

con mujeres”, “consienten maldades”, “tienen tactos con mujeres”, “tuvieron festejos con<br />

mujeres”, “han sido cogidos en mal vivir”, “han tenido hijos ilegítimos”, “no hacen vida<br />

con su esposo”, “no hacen vida con su esposa”, “tienen amigas libres”, “viven separados de<br />

sus esposos y esposas”, “tienen concubinas”, “andan divertidos con otra mujer”, “cometen<br />

pecados”, “viven escandalosamente”, “tienen públicos tocamientos deshonestos y retozo”,<br />

“manosean”, “son de genio libertino con las mujeres”, “deben palabra y honra”, “han<br />

29<br />

El pecado contraría el obrar bien, es la transgresión de las normas cristianas, el incumplimiento de los mandamientos<br />

de la Ley de Dios y lo que para citar a Astete es la conducta que nos hace que “perdamos la gracia y la gloria”. En:<br />

Catecismos de Astete y Ripalda, p. 178.<br />

30<br />

Por razones prácticas aparejaremos las faltas y delitos a pecados ya que en la visión del Obispo así son. Siendo que<br />

son situaciones personalísimas, se restringirían al ámbito privado en el que interviene el Obispo, por vía de un tercero<br />

denunciante pero que esa misma resolución también se soluciona privadamente y sólo en casos extraordinarios se<br />

invoca la asistencia de la autoridad civil, como coadyuvante en esta “sinergia” civil-eclesial que hemos mencionado<br />

con anterioridad.<br />

31<br />

Hablamos de pecadores activos para señalar aquellos que están denunciados de forma primaria como sujetos activos<br />

del pecado: son los que son nombrados de ejecutar el pecado aunque esto implica, naturalmente, que la acción del<br />

pecado afecte a una tercera persona, eventualmente también pecadora.<br />

32<br />

Los sacramentos son: “Unas señales exteriores instituidas por Cristo nuestro señor para darnos con ellas su gracia y las<br />

virtudes”. Son siete los sacramentos: el bautismo, la confirmación, la penitencia, la comunión, la extremaunción,<br />

el orden y el matrimonio. Los cinco primeros son de necesidad, según explica Gaspar Astete, mientras que los dos<br />

últimos así enumerados son de voluntad. En: Catecismos de Astete y Ripalda, p. 156. La Iglesia ha considerado que<br />

el matrimonio es el único sacramento reconocido para que dos personas puedan vivir juntos, unidas por Dios, y<br />

confirmado por la Iglesia. En consecuencia toda unión no sacramental entre dos personas es apenas considerado<br />

“torpe concubinato” o “concubinato pecaminoso”. Los que viven juntos sin haberse casado eclesiásticamente, viven<br />

“amancebados” y en pecado mortal. Los que mantienen uniones concubinarias “han de ser tenidos como pecadores<br />

públicos y no pueden ser admitidos como padrinos de bautismo ni en otros actos de los que están excluidos por la Iglesia”.<br />

En: Catecismos de Astete y Ripalda, p. 176.<br />

31

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