BOLETÍN

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08.03.2017 Views

BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA Sea propicia la ocasión para agradecer en nombre de los que integramos la línea de investigación relaciones civiles y militares en Venezuela, la gentileza del autor de rendir tributo a la obra del historiador Domingo Irwin, de quien recibiera clases en el doctorado en Historia de la UCAB. Irwin, a no dudarlo es hoy por hoy, una referencia obligada para comprender el lento y complejo proceso de profesionalización en el mundo castrense. Temporada de golpes. Las insurrecciones militares contra Rómulo Betancourt, no es una crónica pormenorizada de los intentos por derrocar al primer Presidente civil de la historia democrática contemporánea luego del 23 de enero de 1958, ni mucho menos un panfleto laudatorio hacia los vencedores. Muy por el contrario, es un sesudo estudio en torno al auge y decadencia de la vía del alzamiento cuartelario como forma de torcer el rumbo político del país, al menos así fue hasta 1992. Los demonios del golpismo quedaron encerrados en una suerte de caja de pandora que el mismo Betancourt se encargó de sellar para siempre, lanzando la llave al mar. Por desgracia, esa llave apareció de nuevo. Un título sugestivo nos hace pensar de primeras en el beisbol, actividad que despierta la pasión de la fanaticada nacional, pero si vamos más allá, podemos afirmar que desde hace tiempo los rumores y las conspiraciones son otro de los deportes favoritos de los venezolanos. Una pregunta salta a medida que avanzamos en la lectura del libro de Edgardo Mondolfi: ¿Hasta qué punto los militares venezolanos son verdaderamente de izquierda o mejor dicho, netamente revolucionarios? Y la respuesta no tarda en aparecer, pues Edgardo Mondolfi la aboceta con magistral elocuencia. Por otro lado, cabe destacar un hecho interesante: Las circunstancias en las cuales a Betancourt le tocó gobernar entre 1959 y 1964. No fue justamente un lecho de rosas lo que recibía. El país acaba de salir de una dictadura, la crisis económica cobraba cada vez más fuerza, en los cuarteles había cierto resquemor hacia el nuevo Presidente, los principales núcleos urbanos pululaban los gérmenes del descontento y la subversión. Betancourt estaba muy claro en sus objetivos: estabilizar la naciente Democracia y acabar con el relajo. 144

MISCELÁNEAS Y qué significaba ese relajo. El control de los comunistas sobre los sindicatos de obreros, grupos estudiantiles, desempleados y demás usufructuarios de la dádiva pública. Ese control se exteriorizaba por medio de manifestaciones callejeras que generalmente terminaban en disturbios. Algunos lo llamarían hoy día, el poder popular en la calle. La estrategia aplicada resultó harto polémica, hasta una frase, extraída de su contexto, pretendió lapidar al líder adeco. Pero nosotros nos preguntamos, luego de leer con sosiego el libro de Edgardo Mondolfi, ¿Acaso Betancourt tenía otra alternativa? La Democracia como sistema, como forma de vida ciudadana, estaba a merced de sus enemigos. Invoquemos de nuevo a Betancourt para despejar cualquier duda al respecto: “[…] gobernar democráticamente no significa dejarse derrocar por quienes pretenden que en Venezuela se sustituya este régimen representativo que el pueblo se dio, por un régimen dictatorial semejante al desaparecido el 23 de enero, o por un régimen totalitario y comunista similar al que existe en la patria de José Martí” (Exposición desde Barquisimeto, 28 de febrero de 1962). Vaya temporada la que le tocó pichar al veterano líder guatireño. Tal como lo recoge el libro, alrededor de 20 o 26 conspiraciones, en un lapso de poco más de mil días, se sucedieron para tratar de enviarlo a las duchas. El coraje físico de Betancourt, aunado a su inquebrantable vocación de poder, representaron la muralla contra la cual chocaron una y otra vez sus más enconados adversarios. Cuando algunos trataron de chantajear emocionalmente a Betancourt, recriminándole presuntos excesos que lo colocaban al nivel del Dictador Juan Vicente Gómez, no dudó en responder lo siguiente: “Nosotros en 1928 luchábamos contra una tiranía implacable […] hoy se está luchando, con métodos violentos, contra un régimen democrático […] Nosotros luchábamos respondiendo a nuestra pasión y a nuestra angustia venezolanas, y no éramos instrumentos de gobiernos extranjeros […]” (Exposición desde la ciudad de Barcelona, 21 de febrero de 1962). De tal manera, gracias a este nuevo libro editado por ALFA, episodios como el alzamiento de Castro León, el Barcelonazo, el Guairazo, el Carupanazo y el Porteñazo, cuyas denominaciones pasaron a formar parte del léxico político de la época, son explicados por la fina y aguda pluma de Edgardo Mondolfi Gudat. 145

MISCELÁNEAS<br />

Y qué significaba ese relajo. El control de los comunistas sobre los sindicatos de<br />

obreros, grupos estudiantiles, desempleados y demás usufructuarios de la dádiva pública.<br />

Ese control se exteriorizaba por medio de manifestaciones callejeras que generalmente<br />

terminaban en disturbios. Algunos lo llamarían hoy día, el poder popular<br />

en la calle.<br />

La estrategia aplicada resultó harto polémica, hasta una frase, extraída de su contexto,<br />

pretendió lapidar al líder adeco. Pero nosotros nos preguntamos, luego de leer con sosiego<br />

el libro de Edgardo Mondolfi, ¿Acaso Betancourt tenía otra alternativa? La Democracia<br />

como sistema, como forma de vida ciudadana, estaba a merced de sus enemigos.<br />

Invoquemos de nuevo a Betancourt para despejar cualquier duda al respecto:<br />

“[…] gobernar democráticamente no significa dejarse derrocar por quienes pretenden<br />

que en Venezuela se sustituya este régimen representativo que el pueblo se<br />

dio, por un régimen dictatorial semejante al desaparecido el 23 de enero, o por un<br />

régimen totalitario y comunista similar al que existe en la patria de José Martí”<br />

(Exposición desde Barquisimeto, 28 de febrero de 1962).<br />

Vaya temporada la que le tocó pichar al veterano líder guatireño. Tal como lo recoge<br />

el libro, alrededor de 20 o 26 conspiraciones, en un lapso de poco más de mil<br />

días, se sucedieron para tratar de enviarlo a las duchas. El coraje físico de Betancourt,<br />

aunado a su inquebrantable vocación de poder, representaron la muralla contra la cual<br />

chocaron una y otra vez sus más enconados adversarios.<br />

Cuando algunos trataron de chantajear emocionalmente a Betancourt, recriminándole<br />

presuntos excesos que lo colocaban al nivel del Dictador Juan Vicente Gómez,<br />

no dudó en responder lo siguiente:<br />

“Nosotros en 1928 luchábamos contra una tiranía implacable […] hoy se está luchando,<br />

con métodos violentos, contra un régimen democrático […] Nosotros luchábamos<br />

respondiendo a nuestra pasión y a nuestra angustia venezolanas, y no<br />

éramos instrumentos de gobiernos extranjeros […]” (Exposición desde la ciudad de<br />

Barcelona, 21 de febrero de 1962).<br />

De tal manera, gracias a este nuevo libro editado por ALFA, episodios como el<br />

alzamiento de Castro León, el Barcelonazo, el Guairazo, el Carupanazo y el Porteñazo,<br />

cuyas denominaciones pasaron a formar parte del léxico político de la época, son<br />

explicados por la fina y aguda pluma de Edgardo Mondolfi Gudat.<br />

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