BOLETÍN

BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Una hojeada al índice de contenido nos convence de que, aunque no fue posible
abarcar todo el conjunto geográfico de lo que entendemos hoy por territorio iberoamericano,
existe una inclusión bastante amplia de las naciones que en su momento
tuvieron una relevancia capital dentro de este fenómeno histórico (naciones que –salvo
el caso de Brasil– eran más extensas de lo que son ahora y abarcaban regiones de
algunos Estados que para su momento no existían, lo que explica en cierta medida la
ausencia de estas en la compilación): Venezuela, Colombia, Chile, Perú, Cuba, República
Dominicana, Argentina, México, Brasil, España, incluso Haití. Todo esto constituye
sin duda un gran esfuerzo por comprender desde una perspectiva más amplia
un proceso que, como se ha mencionado anteriormente, ha sido expuesto de manera
aislada y que, a pesar de las diferencias inevitables que marcaron el proceso de cada
provincia, tiene muchos elementos en común entre las naciones. Son estos procesos
afines los que verdaderamente marcarían el carácter iberoamericano, más allá de comulgar
con una lengua y una religión comunes.
A múltiples investigadores, múltiples miradas. Este sería el segundo punto a favor
que podríamos hallar en Las independencias de Iberoamérica, puesto que la participación
de investigadores de diversas universidades del mundo ha contribuido a erosionar
esa visión monolítica y casi prefabricada de los aspectos fundamentales que
caracterizaron a la emancipación. ¿Cuál fue la verdadera intención de aquellos que
integraron las juntas de gobierno? ¿Cuáles fueron las causas que motivaron a que se
formaran? ¿Había desde el principio una intención conspiradora? ¿Fueron los movimientos
independentistas productos de un patriotismo exaltado? Estas visiones encuentran
según el historiador que se lea una ponderación específica, a veces incluso
contraria a la de textos leídos páginas atrás, pero siempre amparada por una documentación
de primera mano sobre la cual fueron obtenidas dichas conclusiones. Esta
pluralidad, lejos de constituir un caos interpretativo donde todo pareciera valer si se
tiene el documento preciso, afirma la libertad del lector para tomar lo que mejor le
parezca según su experiencia y sus estudios. En este sentido, el libro cumple una función
dialógica con quien lo lee: le muestra ideas conocidas con anterioridad, le facilita
nuevas posibilidades de interpretación y siempre le enseña en aquellos espacios que
han quedado en blanco o que por la temática han resultado difíciles de conocer. Siendo
Venezuela apenas una parte de ese vasto conjunto iberoamericano, tal vez sea este
último aspecto el más atractivo para la población lectora interesada.
Ciertamente, hablar de independencia (o de emancipación, da lo mismo en este
caso) implica hablar de política. De hecho es esto lo que predomina en su lectura,
también marcada por la novedad. Prueba de ello es la inclusión que se hace, por ejem-
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