BOLETÍN
BANH_390
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DOCUMENTOS<br />
debiendo sujetarse estrictamente a lo pautado. Y se queja de que, entonces,<br />
llueven sobre él las ¨reclamaciones, quejas y amenazas¨ de aquellos armadores<br />
que se sienten afectados.<br />
El problema que considera más grave es que las nuevas extensiones del bloqueo,<br />
paradójicamente, coinciden con la constante pérdida de capacidad del apostadero<br />
que dirige para cumplirlas. Opina que, si hubiese los medios para hacerlas<br />
respetar, sería la manera más eficaz para ¨extirpar¨ la insurrección. ¨Pero no<br />
siendo así ¿Es prudente en buena política y conveniente a nuestra causa tanta<br />
inflexibilidad de bloqueo?¨.<br />
Esa pregunta es, sin duda, una inteligente y respetuosa manera de advertir a sus<br />
superiores cuan alejados están de las realidades que el afronta sobre el terreno<br />
o, por mejor decirlo, sobre el mar, como corresponde a este capitán disciplinado<br />
y cumplidor de sus órdenes.<br />
Pero también esa pregunta es una forma diplomática de presentar el problema<br />
de fondo que asedia su comandancia. De inmediato insiste en el punto, de un<br />
modo más directo, exponiendo que ese bloqueo no sólo no cumple su cometido<br />
ostensible sino que es más bien contraproducente; que, antes que evitar<br />
las entradas de navíos a los puertos nominalmente bloqueados, incita a ello:<br />
¨se declaran y extienden bloqueos a diestra y siniestra, y no coadyuvando para<br />
sostenerlos una fuerza marítima precisa y necesaria, se sigue a ella la infracción<br />
más pública y escandalosa¨. Es decir, se le pierde el respeto no sólo al decreto<br />
sino al mismo gobierno que o tiene como respaldarlo.<br />
En consecuencia, los corsarios aprovechan esa situación, la severidad teórica<br />
del bloqueo y la incapacidad práctica para su aplicación, y los diferentes gobiernos<br />
extranjeros vienen ante el Comandante del apostadero a quejarse y reclamar<br />
los daños sufridos por sus barcos, bienes y hombres, a quien acosan y buscan<br />
por todas partes con ese fin.<br />
Recuerda a sus superiores que, antes de partir de Cádiz rumbo al destino que<br />
entonces ocupa había previsto que las ocupaciones militares y marineras que<br />
debía asumir no le dejarían tiempo libre para dedicárselo a otras cosas, con<br />
esas que ahora se le plantean con las presas, las contenciosas referidas al corso.<br />
Asimismo recuerda que, por esas razones, el 2 de junio de 1820 solicitó al Rey<br />
que lo relevará de ellas, a lo cual éste se negó.<br />
Afirma que, abrumado por la difícil situación que enfrenta, le es imposible prestar<br />
atención sino a lo principal: ¨he preferido atender al servicio activo antes que<br />
a las tareas del bufete¨.<br />
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