BOLETÍN
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<strong>BOLETÍN</strong> DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA<br />
En efecto, quien se asome a la documentación del Archivo Laborde, que reposa<br />
en los fondos de la Academia Nacional de la Historia, encuentra un panorama<br />
desolador y sin esperanzas al cual hacía frente Ángel Laborde prácticamente<br />
sacando, o inventando, recursos de la nada.<br />
Sobre un fondo de insuperables dificultades y carencias de todo tipo destaca el<br />
tesón, constancia y sentido del deber de Ángel Laborde, quien hasta el último<br />
momento no escatimó esfuerzos y sacrificios personales en cumplir de la mejor<br />
manera sus órdenes y responsabilidades manteniendo viva la presencia activa<br />
de la Marina española en unas costas que inexorablemente escapaban de su<br />
dominio.<br />
Esa situación, para aquella España que veía perder sus antiguas provincias americanas,<br />
era una tragedia nacional de grandes dimensiones y de hecho aceleró<br />
la profunda decadencia que ya padecía el país que durante bastante tiempo fue<br />
la primera potencia europea.<br />
A la luz de esas circunstancias, acaso sea oportuno recordar que desde los comienzos<br />
de la historiografía, en la Grecia antigua, el valor y la grandeza de los<br />
hombres puestos de manifiesto por los historiadores era independiente de la<br />
victoria o de la derrota así como de su gentilicio. En la poesía homérica, tanto<br />
Aquiles vencedor como Héctor derrotado, tanto griegos triunfantes como troyanos<br />
vencidos, eran por igual dignos de elogios y merecedores de quedar en el<br />
recuerdo. Luego Heródoto, el padre de la historia, declaraba en las primeras palabras<br />
de su obra que su fin al escribirla era no permitir que las grandes acciones<br />
y hazañas tanto de griegos como de bárbaros quedaran en el olvido.<br />
Esa imparcialidad de poetas e historiadores antiguos fue al cabo dejada de lado<br />
por las posteriores gestas cristianas, que desdeñaban las obras de los infieles, y<br />
luego, en nuestro contexto, por la historiografía nacionalista en particular, que<br />
realzaba a los patriotas en desmedro de los realistas derrotados en la guerra de<br />
emancipación de los países americanos, y que falsificó todo el pasado colonial<br />
considerándolo un período de oscurantismo y opresión. También, salvo contadas<br />
excepciones las obras de las historiografías positivistas y marxistas incurrieron<br />
en esa parcialización ideológica otorgando renovados alientos a la llamada<br />
leyenda negra.<br />
Sin embargo, desde hace ya cierto tiempo se comenzó a rescatar y valorar los<br />
testimonios realistas, en lo que se ha dado en llamar ¨visión de los vencidos¨.<br />
Un tratamiento más profesional e imparcial de las fuentes disponibles ha llevado<br />
a comprender que los diferentes puntos de vista y perspectivas expresados en<br />
los divergentes testimonios enriquecen e iluminan desde distintos ángulos los<br />
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