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Consejos para la Iglesia - Elena G. de White

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y con<strong>de</strong>nando otras. Así se critica y pone en duda<br />

el mensaje <strong>de</strong> Dios a los hombres, y se lo hace<br />

tema <strong>de</strong> liviandad. ¡Sólo los libros <strong>de</strong>l cielo<br />

reve<strong>la</strong>rán qué impresiones hacen sobre los jóvenes<br />

estas observaciones <strong>de</strong>scuidadas e irreverentes! Los<br />

niños ven y compren<strong>de</strong>n estas cosas mucho más<br />

rápidamente <strong>de</strong> lo que puedan pensar los padres.<br />

Sus sentidos morales quedan mal encauzados, cosa<br />

que el tiempo nunca podrá cambiar completamente.<br />

Los padres se <strong>la</strong>mentan por <strong>la</strong> dureza <strong>de</strong> corazón <strong>de</strong><br />

sus hijos, y por lo difícil que es <strong>de</strong>spertar su<br />

sensibilidad moral <strong>para</strong> que respondan a los<br />

requerimientos <strong>de</strong> Dios.<br />

También se <strong>de</strong>bería manifestar reverencia hacia<br />

el nombre <strong>de</strong> Dios. Nunca se lo <strong>de</strong>biera pronunciar<br />

a <strong>la</strong> ligera o con indiferencia. Hasta en <strong>la</strong> oración<br />

habría que evitar su repetición frecuente o<br />

innecesaria. “Santo y temible es su nombre”.<br />

Salmos 111:9. Los ángeles, al pronunciarlo, cubren<br />

sus rostros. ¡Con cuánta reverencia <strong>de</strong>biéramos<br />

pronunciarlo nosotros que somos caídos y<br />

pecadores!<br />

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