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Consejos para la Iglesia - Elena G. de White

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ociosidad ni permitirse en los niños, porque pronto<br />

viene a ser un hábito.<br />

Padres, dirigid vuestros hijos a Cristo<br />

Los hijos pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>sear hacer lo recto, pue<strong>de</strong>n<br />

proponerse en su corazón ser obedientes y<br />

bondadosos <strong>para</strong> con sus padres o tutores; pero<br />

necesitan ayuda y estímulo <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> ellos.<br />

Pue<strong>de</strong>n hacer buenas resoluciones, pero a menos<br />

que sus principios sean fortalecidos por <strong>la</strong> religión<br />

y en sus vidas reine <strong>la</strong> influencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia<br />

renovadora <strong>de</strong> Cristo, no alcanzarán su objetivo.<br />

Los padres <strong>de</strong>ben duplicar sus esfuerzos <strong>para</strong> <strong>la</strong><br />

salvación <strong>de</strong> sus hijos. Deben instruirlos con<br />

fi<strong>de</strong>lidad, y no permitir que obtengan su educación<br />

ellos mismos como mejor puedan. No se <strong>de</strong>be<br />

permitir que los jóvenes aprendan lo bueno y lo<br />

malo indistintamente, con <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que en algún<br />

tiempo futuro lo bueno prevalecerá y lo malo<br />

per<strong>de</strong>rá su influencia. Lo malo se <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong> más<br />

rápidamente que lo bueno.<br />

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