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Consejos para la Iglesia - Elena G. de White

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nacimiento <strong>para</strong> predisponerlo a pelear con éxito<br />

<strong>la</strong>s batal<strong>la</strong>s contra el mal. Si, antes <strong>de</strong>l nacimiento<br />

<strong>de</strong> su hijo, <strong>la</strong> madre procura comp<strong>la</strong>cerse a sí<br />

misma, si es egoísta, impaciente e imperiosa, estos<br />

rasgos <strong>de</strong> carácter se reflejarán en el temperamento<br />

<strong>de</strong>l niño. Así se explica que muchos hijos hayan<br />

recibido por herencia ten<strong>de</strong>ncias al mal que son<br />

casi irresistibles.<br />

Pero si <strong>la</strong> madre se atiene invariablemente a<br />

principios rectos, si es temp<strong>la</strong>da y abnegada,<br />

bondadosa, apacible y altruista, pue<strong>de</strong> transmitir a<br />

su hijo estos mismos preciosos rasgos <strong>de</strong> carácter.<br />

Los pequeñuelos constituyen un espejo en el<br />

cual <strong>la</strong> madre pue<strong>de</strong> ver reflejados sus propios<br />

hábitos y comportamiento. ¡Cuánto cuidado <strong>de</strong>be<br />

ejercer por lo tanto acerca <strong>de</strong> su lenguaje y<br />

conducta en presencia <strong>de</strong> esos pequeños discípulos!<br />

Cualesquiera que sean los rasgos <strong>de</strong> carácter que<br />

el<strong>la</strong> <strong>de</strong>see que se <strong>de</strong>sarrollen en ellos, <strong>de</strong>be<br />

cultivarlos en sí misma.<br />

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