Excodra XXXIII: La soledad

Presentimiento del mar
César Cortijo
Dentro de unas horas estaré contigo
con total pesadumbre sabiendo que no
podré ponerte nunca un pie, un dedo encima,
ni seré tu corazón.
Pero voy contento detrás de los pinos
tan tontamente entonces a buscarte
como una falda, una cortina sin cabellos, cuchillos.
Te amo, mar, aunque seas imposible
como el gran vertedero de la humanidad.
Eres yo y eras mi soledad inmensa
de la que ya no confío poder escapar
ni turbio ni rubio como todos estos años.
Largo tiempo esperé tu mirada vertical, tu figura presentimiento del
mal.
No te levantes, quédate así, muerto en la llanura de los toros, deshecho
sin mí, azul.
Hueles a la vida que no tuve ni supe devolveros,
mis olas rotas de siete en siete por mi culpa, por mí.
Rompientes por mí,
rompientes por mí
que no estoy en los cielos.
Hueles y no sabes que nunca supe amar a las claras.
Por ti, vasta línea, camiseta,
no fui tu varón ni tu espada clavada en el aire,
que amando quise soplar cuando ya no estabas.
Pues ya no somos hermanos.
CC
Excodra XXXIII 32 La soledad