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Excodra XXXIII: La soledad

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ando el orden de aquel condado tendrían que recurrir al sheriff para<br />

meterlo en el calabozo. Allí podría seguir girando hasta desfondarse.<br />

Después de jurar ante el dios cristiano que no era otro radical sufí,<br />

el compungido Arrebola volvió al estado más primigenio que conocía:<br />

la <strong>soledad</strong> completa que lo asustaba desde la infancia. Entró corriendo<br />

en un “Carlo’s” para aliviarla y comer a gusto un suflé.<br />

–Menuda franquicia, amigo. Dará buenos dividendos.<br />

El encargado no contestó. R. Arrebola, recién sentado frente a la barra,<br />

buscó la complicidad de la camarera. Lo despachó tan pronto con<br />

la mirada que derrumbó de golpe al gran actor de este tiempo, como decían<br />

los medios de su país. Él por su parte siguió pensando que el hombre<br />

es un diablo para los hombres, y mientras le daba vueltas al tono<br />

bíblico de la frase, pensó también que la gente de aquella ciudad texana<br />

sería un público duro de engatusar. No sólo desconocían a R. Arrebola<br />

en la cúspide de su fama, sino que no atendían a sus intentos por<br />

interactuar con ellos. Le echó la culpa al inglés británico impuesto por<br />

su academia, a las películas de vaqueros y a la maldad humana otra<br />

vez, pero esas explicaciones no le servían y volvió a intentarlo con mucho<br />

esfuerzo.<br />

–Parece que es época de tornados. Diablos, yo no quisiera estar en el<br />

pellejo de los de Galveston.<br />

Incluso un tema tan infalible como las inclemencias del tiempo dejó<br />

de nuevo al actor fetiche de nuestros días hablando solo. Nadie picó el<br />

anzuelo, por eso no recogió el sedal y siguió un buen rato en el taburete.<br />

Estaba anclado y chirriaba un poco cuando giraba. No le gustaba ese<br />

tipo de asientos porque obligaban a reclinarse sobre la barra siguiendo<br />

las directrices del hostelero, que parecía indicarle desde el principio las<br />

instrucciones como a los niños.<br />

–Siéntese ahí y beba pronto. No es necesario estar cómodo para tomar<br />

café.<br />

Temiendo ser alienado subliminalmente, Remington Arrebola dio<br />

muestras de rebeldía lanzando un ataque contra el sistema. Ya no<br />

aguantaba más. Cogió el cortado con la derecha y un sobre de sacarina<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXXIII</strong> 10 <strong>La</strong> <strong>soledad</strong>

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