DE DUELO
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De los 10 a los 13 años<br />
FACILITA<br />
Enseñarles a valorar los recuerdos.<br />
Compartir nuestras experiencias.<br />
Compartir las emociones y los sentimientos.<br />
Solicitar su ayuda en los ritos de despedida.<br />
<br />
DIFICULTA<br />
<br />
Atosigarles sobre lo que les pasa.<br />
Invadir su intimidad.<br />
5.5. LOS ADOLESCENTES<br />
Si su opinión no es aceptable, que sientan al menos que se los tiene en cuenta y que<br />
se abre un abanico de posibilidades. Podemos plantearles otros puntos de vista sobre<br />
<br />
adolescencia.<br />
Los adolescentes deben sentirse respetados. A esta edad, las opiniones sobre la muerte<br />
son muy variables: pueden manifestar opiniones que atacan directamente a nuestros<br />
principios y deben sentir que las respetamos. Nos basaremos en un principio de la terapia:<br />
<br />
Debemos dejarles espacio para la expresión emocional, respetando sus tiempos. Les suele<br />
molestar que nos mantengamos demasiado cerca o demasiado lejos. Permitiremos sus<br />
expresiones, incluso aquellas que estén alejadas de la realidad o estén ligadas a ideas<br />
fantasiosas e irreales. Dejaremos que expresen esas posibilidades e iremos corrigiendo<br />
aquellas que estén muy alejadas de la realidad y puedan generar cierta desconexión con<br />
el aquí y el ahora, como las relativas a comunicaciones, deseos o señales que envía el<br />
fallecido.<br />
<br />
parecidas o idénticas a las que se hacen los adultos. Viven la pérdida de un modo muy<br />
<br />
responder es si realmente hay algo después de la muerte, si existe un “más allá” o si hay<br />
posibilidades de un reencuentro futuro.<br />
Es conveniente corregir o prestar una especial atención a las conductas peligrosas que se<br />
“Total, a mí ya<br />
. No debemos caer en el error de considerarlas “cosas de críos” o que<br />
“ya se le pasará”, hay que transmitirle al menor que esa idea de que es inmune a “otra<br />
desgracia” no es real, y de que todo puede pasar y cambiar en un momento.<br />
Una de las cosas que más va a ayudarles -además de sentirse incluidos en las despedidas<br />
y todo lo que rodea a la pérdida- es que no les apartemos ni les contemos mentiras<br />
relativas a la muerte. Si hay una enfermedad terminal, tienen que saber el nivel de<br />
gravedad, el tiempo de vida estimado. Si el fallecimiento ha sido por una muerte violenta<br />
deben saberlo, o si fue un suicidio debemos poder abordarlo con ellos. La verdad facilita<br />
mucho el proceso, mientras que ocultar, mentir o engañar es una de las cosas que más<br />
<br />
El sentimiento de o de que puede<br />
aparecer en la adolescencia tras la muerte de un ser querido. Por eso, hay que explicar a los<br />
menores que, si bien es cierto que parece improbable sufrir otra desgracia, efectivamente<br />
puede pasar y su comportamiento puede tener consecuencias irreparables. Es preferible<br />
el diálogo abierto en lugar de reprender o castigar las conductas de riesgo y las opiniones<br />
<br />
<br />
<br />
sentirse valiosos y tenidos en cuenta como parte importante de la familia durante esos<br />
momentos tan difíciles, frente a la actitud sobreprotectora de apartarles a un lado.<br />
Sobra explicar que hay que darles un papel activo en los rituales de despedida y en los<br />
actos en torno al fallecido, no hay que alejarles ni proponerles un papel secundario. Es<br />
importante que su mundo emocional se vea validado, es decir: las emociones hay que<br />
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