DE DUELO
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A esta edad aparece una curiosidad enorme hacia las costumbres y los rituales: los niños<br />
quieren saber en qué consisten y cómo se desarrollan, incluyendo los pormenores que los<br />
rodean. También en este periodo suelen manifestar un interés por participar en los ritos<br />
de despedida que debemos atender. A partir de los seis años, la mayoría de los autores<br />
coinciden en que los niños pueden participar sin problema de los ritos funerarios y de<br />
despedida.<br />
Si el niño va a participar de los ritos es importante que pueda anticipar lo que va a ver en<br />
el tanatorio, cómo va a ser, qué personas van a estar allí y todos los pormenores que se<br />
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emocionales desmesuradas, ya sea por su intensidad o por su contenido, ya que esto<br />
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Si exponemos a los niños a reacciones inadecuadas en intensidad, contenido o duración,<br />
pueden salir dañados de esa experiencia, asustados y con temores que pueden volverse<br />
recurrentes.<br />
Tenemos que facilitar al niño un espacio donde estén permitidas las emociones. Como<br />
adultos expresaremos nuestras propias emociones y se las enseñaremos al niño sin temor,<br />
ya que nuestros sentimientos no van ni a dañarle ni a asustarle.<br />
En el caso de que haya un ser querido con una enfermedad terminal, es importante que<br />
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todo lo que sepamos del proceso para que pueda anticipar la muerte.<br />
No debemos ocultar información a los niños: cómo murió, qué pasó, cuándo ocurrió<br />
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muerte ante los niños, o contarles mentiras piadosas y medias verdades. Eso genera<br />
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no se les ha tenido en cuenta.<br />
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