Hereditario, revista cultural

Larisa Hernández
Para hablar de identidad latinoamericana,
tenemos que remontarnos
indefectiblemente
a un hecho que nos convirtió
en lo que ahora somos: la Conquista.
Con la llegada de los españoles
(en la mayoría de los
casos)nuestros pueblos indígenas
fueron brutalmente reducidos,
quienes se opusieron
fueron exterminados y el resto
se vio obligado a adaptarse a la
“transculturación”, renunciando
a sus creencias, costumbres,
hábitos, religión, normas morales,
en fin, a su legado cultural.
Como consecuencia surge un
evento que cambiaría nuestro
rumbo y nos convertiría en una
cultura híbrida, en una “cultura
fusión”: el mestizaje, proceso
durante el cual nuestros indígenas
disfrazarían sus formas,
manifestaciones y expresiones
culturales con un tinte o matiz
que les garantizara una convivencia,
si no “equitativa”, por lo
menos tolerable con sus conquistadores,
logrando de esta
manera conservar al menos una
pequeña parte o esencia escondida
de su tradición y herencia
en su nueva forma de vida.
Pero esto no debe ser utilizado
como pretexto o excusa para
olvidarnos de nuestros orígenes,
sino más bien para explotar
nuestra memoria histórica y
rescatar lo que ambas culturas
nos aportaron. Así como lo afirma
el filósofo e historiador búlgaro
Tzvetan Todorov, “ni lo uno
ni lo otro; lo uno y lo otro”.
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Es así como países que se han
mantenido atentos a rescatar
esta herencia cultural, y sus Gobiernos
han prestado atención
a apoyar y proteger a los grupos
étnicos que aunque pocos,
todavía existen; manifiestan un
sentido de pertenencia y respeto
ante su cultura de origen y lo
reflejan en todos los aspectos
de su producción creativa y cultural.
Tal es el caso de México, país que
destaca por conservar gran parte
de su herencia precolombina,
la cual se manifiesta en sus comidas,
bebidas, textiles, joyería,
música y en su creación gráfica
en general, la que se enriquece
con esta fusión, modificándose
y modernizándose con el paso
del tiempo. También Cuba, Colombia,
Venezuela y Chile, entre
otros, son ejemplos admirables
de una identidad cultural bien
definida.