ALGO, CUENTO
Cuento corto de ambiente provinciano que narra las emociones surgidas a raziz del primer amor
Cuento corto de ambiente provinciano que narra las emociones surgidas a raziz del primer amor
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>ALGO</strong> / Diago Villegas<br />
Recuerdo que al amanecer de ese día, había despertado sobresaltado,<br />
más temprano que de costumbre, ya que un inesperado ataque de tos<br />
que me impedía respirar con libertad, me hizo levantar con violencia<br />
de la cama en busca de aire, para aliviar la angustiante sensación de<br />
asfixia que me invadía. Al recobrar la calma, me di cuenta que no<br />
era precisamente aire lo que me faltaba, sino que me inquietaba algo<br />
que había visto en mi sueño y que no podía recordar por más<br />
esfuerzos que hacía. Mi temor se hizo mayor cuando oí un grito que<br />
provenía de la cocina y que lanzaba mi madre; corrí hasta allí y vi<br />
que la angustia de mi madre estaba justificada, pues la cocina a gas,<br />
en la que ella solía preparar los alimentos, parecía una inmensa<br />
antorcha y el chorro de fuego que despedía casi llegaba al techo del<br />
recinto. Ya mi padre se había levantado también y estaba allí<br />
presente gritando: ¡Apáguenla, apáguenla! yo entretanto no atinaba a<br />
comprender lo que sucedía, estaba totalmente aturdido y<br />
desconcertado. De pronto, como si algo guiara mi mirada, la dirigí<br />
hacia las bombonas de gas que se encontraban en el traspatio, corrí<br />
hacia ellas, logré cerrar la válvula de seguridad, sofocando el fuego<br />
de esta manera y consiguiendo que la calma volviese a reinar<br />
nuevamente en la casa.<br />
La mañana transcurrió lenta, y como ese día era domingo, no tuve<br />
nada que hacer hasta las diez, hora en la cual debíamos prepararnos<br />
para ir en procesión familiar hasta la iglesia del pueblo. Mi madre,<br />
ese día, a pesar del susto sufrido en la madrugada, lucía<br />
esplendorosa, como todos los domingos. Debo aclarar que algo<br />
había que llamaba poderosamente la atención en ella; era<br />
marcadamente diferente a las demás mujeres nacidas en la comarca,<br />
sus facciones eran finas, sus ojos claros y su cabello largo y<br />
hermosamente ondulado; y aunque todos lo notaban, así mismo<br />
todos la tomaban como una más de las nacidas en el lugar. Parece<br />
ser, aunque nunca me lo confirmaron, que mi madre no era hija de<br />
mi abuelo, es decir el esposo de mi abuela y aclaro: mi abuelo<br />
siempre la trató igual que a sus otros hijos, jamás tuvo alguna<br />
discriminación contra ella o contra nosotros, sus hijos. Pero los<br />
Mérida / Venezuela