ALGO, CUENTO
Cuento corto de ambiente provinciano que narra las emociones surgidas a raziz del primer amor
Cuento corto de ambiente provinciano que narra las emociones surgidas a raziz del primer amor
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<strong>ALGO</strong> / Diago Villegas<br />
III El Encuentro<br />
Camine junto a mi madre y hermanos, mi padre se había adelantado<br />
a la casa, donde acostumbraba jugar domino y tomar unos tragos con<br />
los vecinos. Aunque íbamos en grupo, me sentía solo, caminaba<br />
apartado y mis pensamientos se distraían por completo, pero<br />
realmente no había pensamientos, no había imágenes en mi mente ni<br />
frases, pero sentía que algo había allí, algo que no lograba<br />
comprender pero que había ido apoderándose lentamente de mi sin<br />
poderlo evitar.<br />
De pronto, la vi por segunda vez, venia junto a su tía remontando la<br />
calle. Quién era? Lo supe luego. La tía saludo a mi madre en forma<br />
muy breve y se hicieron algunas preguntas, es todo lo que recuerdo,<br />
pues en cuanto ella fijo su mirada en la mía, me perdí en esos<br />
hermosísimos ojos negro profundo y su sonrisa me paralizo<br />
totalmente. Sentía que me estaba precipitando por un profundo<br />
abismo y caía girando sin caer, sin lograr llegar al fondo del mismo.<br />
Cuando se retiraron la observaba alejándose en un forma extraña,<br />
como si flotase, ondulase en el aire, con un movimiento lento y<br />
acompasado. Volví en mi e interrogue atropelladamente a mi madre<br />
quién es?... quién es?... con una urgente necesidad de saberlo. La<br />
señora que me vende la ropa y los cosméticos, contesto mi madre.<br />
Yo vacile por un instante y casi le digo: No! La otra, la joven. Pero<br />
calle sin saber porque al ver que mi madre, absorta en sus cosas, no<br />
de daba cuenta de lo que yo le preguntaba. Sentí alivio pues de<br />
pronto me entro un temor a que se enterara que estaba preguntando<br />
por esa chica que recién había visto por segunda vez y que por<br />
alguna razón, había generado esa ansiedad en mí.<br />
Seguimos caminando calle abajo, pero constantemente miraba hacia<br />
atrás con la esperanza de verla de nuevo, pero solo encontraba el<br />
silencio de la calle, el silencio de la tarde. Al llegar a la casa, mi<br />
madre dijo a mi padre que esa noche iría un rato donde la señora de<br />
los cosméticos, ya que tendrían una reunión para enseñarles las<br />
Mérida / Venezuela