ENTORNOS DIGITALES Y POLÍTICAS EDUCATIVAS
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Hacia un uso pedagógico efectivo de la tecnología en el aula:<br />
¿cómo mejorar las competencias docentes?<br />
de los alumnos o la calidad de la enseñanza y, por tanto, el sobreesfuerzo<br />
que exige su adopción no compensa. Además, las prácticas<br />
mayoritarias, que tanto dependen de la formación recibida y de<br />
la presión contextual ejercida por las prácticas de los colegas, no<br />
incorporan más que de forma marginal la tecnología; dar la vuelta<br />
a la situación exigiría ir contra corriente. Los docentes que usan<br />
la tecnología son “pequeños focos de innovación y cambio que<br />
apenas logran trascender a la dinámica institucional dominante”<br />
(Alonso et al., 2010, p. 71).<br />
Pero, por comparación respecto de los alumnos, la perspectiva de<br />
los docentes se complica aún más por la existencia del factor de proximidad.<br />
Basándose en la teoría de las zonas de desarrollo próximo,<br />
algunos autores sostienen que la peculiar forma en que los docentes<br />
adoptan progresivamente la tecnología sugiere que solo son capaces<br />
de integrarla en aquellas perspectivas y estrategias metodológicas que<br />
ya dominan (Mominó, Sigalés & Meneses, 2008). Por decirlo de otro<br />
modo, no hay que esperar de ningún docente un esfuerzo de adopción<br />
de la tecnología que trascienda los límites de su conocimiento y<br />
práctica profesional en términos de estrategias de enseñanza y aprendizaje.<br />
Esto explicaría por qué los docentes son muy proclives, por<br />
ejemplo, a aceptar herramientas como la pizarra interactiva por encima<br />
de otras soluciones tecnológicas que les ofrecen, más cercanas a<br />
sus estrategias cotidianas tradicionales y, en definitiva, no las desafían<br />
necesariamente; es más, las consolidan y mejoran sin romper los límites<br />
de las prácticas de enseñanza y aprendizaje comunes.<br />
entornos digitales y políticas educativas<br />
dilemas y certezas<br />
[251]<br />
¿Cómo explicar lo que funciona?<br />
No solo según el modelo de Davis (Davis et al., 1989) sino también<br />
muchos otros, incluso más sofisticados (Schwarz & Chin, 2007;<br />
Venkatesh, Davis & Morris, 2007), lo que mueve a un sujeto a lanzarse<br />
a cambiar los procesos que normalmente ha venido aplicando<br />
no es otra cosa que la expectativa de lograr una mayor eficiencia.<br />
Es más, cualquier consideración que tenga que ver con el esfuerzo<br />
inicial que hay que hacer, ya sea en términos de formación, de<br />
planificación o incluso de generación de recursos, hay que verlo<br />
más tarde o más temprano compensado porque, de otro modo, la