ENTORNOS DIGITALES Y POLÍTICAS EDUCATIVAS
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El segundo factor, mucho más nuevo, consiste en la irrupción de<br />
multitud de empresas que ofrecen servicios de valor añadido como<br />
contenidos y, por supuesto, aplicaciones educativas. La densidad de<br />
esta oferta, gratuita o comercial, es tan elevada que probablemente<br />
pronto dejaremos de usar la expresión “tecnología educativa” y<br />
nos referiremos, lisa y llanamente, a las aplicaciones y los contenidos<br />
digitales (Pedró, 2013).<br />
El tercer factor es la casi universalización, precisamente, de dispositivos<br />
de uso individual, como las tabletas y los teléfonos inteligentes,<br />
que están igualmente al alcance de una proporción muy<br />
elevada de alumnos y prácticamente de todos los docentes en los<br />
países desarrollados. Incluso se da la paradoja de que los propios<br />
docentes son grandes usuarios de estos dispositivos para aquellas<br />
actividades que juzgan más apropiadas y que no siempre incluyen<br />
los procesos de enseñanza y aprendizaje, pero sí cada vez más todo<br />
lo relacionado con la preparación de sus clases, por no decir sus<br />
propias actividades en la esfera personal (Purcell, 2013).<br />
Empezamos, pues, a tener datos que acreditan que los niveles<br />
de utilización de las tecnologías en las aulas ya son significativos en<br />
algunos países y que las familias, primero, y los docentes, después,<br />
están cambiando sus actitudes respecto al uso de la tecnología<br />
educativa para la transformación de la enseñanza (Empirica, 2013).<br />
Se trata todavía de indicios incipientes, pero que nos acercan indefectiblemente<br />
hacia este cambio pedagógico tantas veces preconizado<br />
y tan pocas materializado. Buenas noticias, por fin, pero<br />
no sin claroscuros: ¿sabrán los sistemas escolares, y sus dirigentes,<br />
capear esta tormenta?<br />
Tanto en Europa como en buena parte de América Latina hay<br />
innovaciones educativas que solo han sido posibles gracias a los<br />
últimos desarrollos de las industrias tecnológicas, pero, por regla<br />
general, se trata de casos particulares. Sin embargo, la inevitable<br />
pregunta de dónde los sistemas escolares han conseguido<br />
maximizar las oportunidades que ofrece la tecnología, es decir, a<br />
dónde se debería viajar para apreciar en toda su riqueza y complejidad<br />
una innovación educativa sistémica gracias a la tecnología,<br />
no tiene una respuesta fácil. Un vistazo a los resultados del<br />
último estudio PISA (2012) muestra que los primeros puestos en