ENTORNOS DIGITALES Y POLÍTICAS EDUCATIVAS
245810S
245810S
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
[224]<br />
ciudades, los bares y los cafés, el campo y el mar. Sin embargo, huir<br />
del control en que estamos “enredados” y sobrevivir a la saturación<br />
por hiperconexión parece mucho más difícil, quizás porque se trata<br />
de nuestra propia batalla y en ella se nos juega la vida.<br />
El nuevo medio ambiente propaga cierta sensación vaga y<br />
amorfa, pero muy insidiosa, de que ya no habría forma de luchar<br />
contra lo que existe: las cosas –entre ellas, la escuela– son así y listo,<br />
pues al final y al cabo no se nos escapa que podrían ser mucho<br />
peores. No obstante, quizás como nunca antes, aunque el entusiasmo<br />
y las audacias puedan escasear, no faltan yacimientos en los<br />
cuales buscar los ingredientes capaces de engendrar nuevas armas<br />
y, con ellas, intentar la proeza de ampliar el campo de lo posible. La<br />
filosofía, la ciencia y el arte son tres de esos territorios en los cuales<br />
los sujetos modernos solían buscar esa materia prima; y en el caso<br />
que aquí nos ocupa, por ejemplo, la producción artística del último<br />
siglo fue un importante catalizador de esa metamorfosis, amén de<br />
las más obvias luchas políticas, jurídicas y socioeconómicas.<br />
Esas fuentes continúan vigentes, suscitando innumerables debates<br />
y experimentaciones. Casi todos concuerdan en un punto:<br />
la escuela debe ser transformada de un modo radical. Para eso, sin<br />
embargo, no basta con dar el vertiginoso primer paso que consiste<br />
en desactivar el confinamiento mediante la irrupción de las nuevas<br />
tecnologías. Falta, sin duda, lo más difícil: redefinirlos como espacios<br />
de encuentros y diálogos, de producción de pensamiento y<br />
decantación de experiencias capaces de insuflar consistencia a las<br />
vidas que los habitan. No se trata, de modo alguno, de restaurar<br />
la vieja institución decimonónica, supuestamente buena porque<br />
“funcionaba bien”, ni tampoco de actualizarla para convertirla en<br />
un nodo más de las redes de conexión y, así, disolverla fatalmente<br />
en esa metamorfosis. Habrá que reinventarla como algo todavía<br />
impensable, pero que merece ser inventado con todas las fuerzas<br />
de nuestro pensamiento.