ENTORNOS DIGITALES Y POLÍTICAS EDUCATIVAS
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lugar. Incluso, muchas veces lo hacen esquivando las eventuales interdicciones<br />
de las jerarquías escolares. De hecho, suelen recurrir a esas<br />
conexiones para sobrevivir al hastío que implica tener que pasar buena<br />
parte de sus días encerrados en las aulas, más desesperadamente<br />
desconectados que disciplinadamente confinados.<br />
“En la sociedad informacional ya no hay lugares sino flujos,<br />
el sujeto ya no es una inscripción localizable sino un punto de<br />
conexión con la red”, afirma la semióloga argentina Cristina Corea.<br />
En ese nuevo contexto, la vieja idea de compartir códigos y<br />
respetar leyes universales que sostengan la posibilidad de transmitir<br />
conocimientos de arriba hacia abajo –tan cara al dispositivo<br />
pedagógico moderno– ha dejado de ser un mito para convertirse<br />
en un anacronismo. Y en ese desenmascaramiento quizás resida<br />
la clave para comprender muchos equívocos y malentendidos que<br />
hoy ocurren en las escuelas. La autora recién citada destaca la<br />
figura de la impertinencia para ilustrar esa “des-comunicación”,<br />
puesto que no se trataría de fallas en la comprensión del código<br />
o ruidos en el canal, sino de algo mucho más radical: la flagrante<br />
inexistencia de parámetros instituidos para reconocer los signos<br />
que se manejan en esas situaciones. “La comunicación requiere<br />
que haya lugares para el emisor y el receptor”, explica, mientras<br />
que la información los barre o los anula en su flujo continuo y<br />
veloz. Por eso simplemente no habría interlocución en ese tipo de<br />
choques entre profesores y alumnos que son tan habituales en los<br />
colegios contemporáneos, “porque tampoco hay tiempo para que<br />
se estabilicen los referentes o se establezcan los famosos acuerdos<br />
sobre el sentido”. 7<br />
Sin embargo, aunque nada de eso esté garantizado como algo<br />
preestablecido e institucionalizado, siempre existe la posibilidad de<br />
producirlo: inventar en cada caso, con esfuerzo y colectivamente,<br />
las posibilidades de encuentro y diálogo, enunciando las reglas y<br />
las condiciones que permitan habitar de modo conjunto cada situación.<br />
En ese sentido, la propuesta de Cristina Corea resulta muy<br />
7<br />
Corea, Cristina, “Pedagogía y comunicación en la era del aburrimiento”, en<br />
Corea; Lewkowicz, Pedagogia del aburrido: Escuelas destruidas, familias perplejas,<br />
Buenos Aires, Paidós, 2010, pp. 45 y 47.