ENTORNOS DIGITALES Y POLÍTICAS EDUCATIVAS

245810S 245810S

sonrisitas2014
from sonrisitas2014 More from this publisher
10.09.2016 Views

[204] XXI. 4 Y menos aún habría intuido ese autor, en los lejanos inicios los años noventa, la extensión actual de ese deseo de reportar –de modo constante y voluntario– los más triviales usos del tiempo y del espacio. Todo eso realizado a toda hora por millones de personas a quienes no parece molestarles el hecho de estar siempre localizables y disponibles para el contacto. Porque ese meticuloso “trabajo” individual que ahora realizamos, y que no debería tener pausa, no se emprende en obediencia a la pesada obligación moral de cumplir con los reglamentos y evitar castigos, como ocurría bajo la lógica del confinamiento disciplinario; al contrario, todo eso hoy se hace por placer. Y despierta el interés de los demás, tejiendo así una red altamente efectiva de permanente control mutuo. “Prácticamente todos los alumnos de nivel secundario que investigué tienen teléfonos móviles y consideran que es su derecho usarlos en la escuela”, asegura Martin Beattie, profesor de la Universidad de Tasmania que se dedicó a sondear el asunto. “Más del 90% de los estudiantes con los que hablé usan sus teléfonos en el colegio; incluso en aquellas instituciones con estrictas políticas contra tales aparatos, el 85% de los alumnos admitió mandar mensajes de texto sin permiso del profesor”, de modo que “los reglamentos escolares influyen mínimamente en su uso”, concluye el investigador. “Se comunican con amigos fuera de la escuela (62%) y con sus padres (30%)”, agregando que “también los usan para ayudarse en sus estudios o para solucionar emergencias como dudas sobre citas médicas o transporte al hogar.” Además, el profesor australiano detectó que “67% de los padres contactan a sus hijos durante el horario escolar, la mayoría para recordarles compromisos relacionados con la salud o similares”. Teniendo en cuenta esos datos, Beattie aconseja a sus colegas docentes que “desistan de la lucha” contra tales aparatos, de preferencia incorporándolos a las rutinas de la enseñanza y tratando de sacarles el mayor provecho posible. 5 4 Deleuze, Gilles, “Posdata sobre las sociedades de control”, en Ferrer, Christian (comp.), El lenguaje libertario, vol. II. Montevideo, Ed. Nordan, 1991, p. 22. 5 “SMS in class? Get over it, says Tassie teacher”, en News from the University of Tasmania”, 2/2/2009; véase también Maushart, Susan, O inverno da nossa desconexão, São Paulo, Paz e Terra, 2011, p. 86.

Entre redes y paredes: enseñar y aprender en la cultura digital Quizás lo que esté ocurriendo es que la vigilancia centralizada, el encierro con horarios fijos y las pequeñas sanciones que regían en las instituciones típicas de los siglos XIX y XX como la escuela, la fábrica y la cárcel, ya no son más necesarios para transformar a sus habitantes en cuerpos “dóciles y útiles”, parafraseando al antes mencionado Michel Foucault. Todo eso ya no es fundamental –e, inclusive, ni siquiera sería eficaz– para convertirlos en subjetividades compatibles con los ritmos del mundo actual. De hecho, el mismo Foucault detectó esas transformaciones, apuntando al año 1968 como una fecha simbólica para la irrupción de dichas tendencias. Eso confirmaría que las tecnologías son más un fruto de estos cambios que una de sus causas, aunque una vez inventadas y adoptadas no cesen de reforzarlos. Pero fue entonces, hace ya más de cuatro décadas, cuando tanto la disciplina como cierta ética puritana se pusieron en jaque como las grandes fuerzas impulsoras del capitalismo; y, por tanto, la escuela también empezó a transitar su jornada rumbo a la crisis actual. “Se constató que ese poder tan rígido no era tan indispensable como se creía” –explicó el filósofo francés– y “que las sociedades industriales podían contentarse con un poder mucho más tenue sobre el cuerpo.” 6 Más suave y elegante, sí, aunque también más difícil de mapear o burlar; y, tal vez por eso mismo, mucho más eficiente en el cumplimiento de sus metas. Así, en contraste con aquel instrumental ya anticuado que las escuelas todavía insisten en desplegar, parecen ser más eficaces las nuevas formas de atar los cuerpos contemporáneos a los circuitos integrados del universo actual. Aunque esas novedades sean, sin duda, más sutiles e incluso divertidas, porque ahora estamos todos “libremente” conectados no solo a las redes sociales, al correo electrónico y al teléfono portátil, sino también a otros dispositivos de rastreo como los sistemas de geolocalización tipo GPS, las tarjetas de crédito y los programas de fidelidad empresarial. Ejercemos esas prácticas con cotidiana devoción, todo el tiempo, porque queremos y nos gusta. Los niños y los más jóvenes parecen disfrutarlo especialmente, motivo por el cual se dedican a esas actividades a todo momento y en cualquier entornos digitales y políticas educativas dilemas y certezas [205] 6 Foucault, Michel, “Poder-Corpo”, en Microfísica del poder, Rio de Janeiro, Ed. Graal, 1979, p. 148.

[204]<br />

XXI. 4 Y menos aún habría intuido ese autor, en los lejanos inicios<br />

los años noventa, la extensión actual de ese deseo de reportar –de<br />

modo constante y voluntario– los más triviales usos del tiempo y<br />

del espacio. Todo eso realizado a toda hora por millones de personas<br />

a quienes no parece molestarles el hecho de estar siempre<br />

localizables y disponibles para el contacto. Porque ese meticuloso<br />

“trabajo” individual que ahora realizamos, y que no debería tener<br />

pausa, no se emprende en obediencia a la pesada obligación moral<br />

de cumplir con los reglamentos y evitar castigos, como ocurría bajo<br />

la lógica del confinamiento disciplinario; al contrario, todo eso hoy<br />

se hace por placer. Y despierta el interés de los demás, tejiendo así<br />

una red altamente efectiva de permanente control mutuo.<br />

“Prácticamente todos los alumnos de nivel secundario que investigué<br />

tienen teléfonos móviles y consideran que es su derecho<br />

usarlos en la escuela”, asegura Martin Beattie, profesor de la Universidad<br />

de Tasmania que se dedicó a sondear el asunto. “Más del<br />

90% de los estudiantes con los que hablé usan sus teléfonos en el<br />

colegio; incluso en aquellas instituciones con estrictas políticas contra<br />

tales aparatos, el 85% de los alumnos admitió mandar mensajes<br />

de texto sin permiso del profesor”, de modo que “los reglamentos<br />

escolares influyen mínimamente en su uso”, concluye el investigador.<br />

“Se comunican con amigos fuera de la escuela (62%) y con sus<br />

padres (30%)”, agregando que “también los usan para ayudarse<br />

en sus estudios o para solucionar emergencias como dudas sobre<br />

citas médicas o transporte al hogar.” Además, el profesor australiano<br />

detectó que “67% de los padres contactan a sus hijos durante<br />

el horario escolar, la mayoría para recordarles compromisos relacionados<br />

con la salud o similares”. Teniendo en cuenta esos datos,<br />

Beattie aconseja a sus colegas docentes que “desistan de la lucha”<br />

contra tales aparatos, de preferencia incorporándolos a las rutinas<br />

de la enseñanza y tratando de sacarles el mayor provecho posible. 5<br />

4<br />

Deleuze, Gilles, “Posdata sobre las sociedades de control”, en Ferrer, Christian<br />

(comp.), El lenguaje libertario, vol. II. Montevideo, Ed. Nordan, 1991, p. 22.<br />

5<br />

“SMS in class? Get over it, says Tassie teacher”, en News from the University<br />

of Tasmania”, 2/2/2009; véase también Maushart, Susan, O inverno da nossa<br />

desconexão, São Paulo, Paz e Terra, 2011, p. 86.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!