ENTORNOS DIGITALES Y POLÍTICAS EDUCATIVAS
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Conocimiento: enseñar a procesar la información que fluye<br />
a través de Internet y enseñar a discernir qué información es<br />
relevante y útil. Al respecto, Nicholas Burbules (en Gvirtz et<br />
al., 2011) sostiene que “a medida que los estudiantes crecen,<br />
empiezan a encontrar fuentes de información que consideran<br />
valiosas y útiles, más allá del docente; y, en este sentido,<br />
el docente es importante para ayudar al alumno a evaluar los<br />
resultados de sus búsquedas y a tomar mejores decisiones”.<br />
Para enfrentar con éxito estas nuevas exigencias –agrega<br />
por su parte Pedró–, el sistema escolar debe adoptar nuevas<br />
metodologías, nuevos contenidos, nuevos modelos organizativos<br />
y métodos de colaboración interinstitucional; en fin,<br />
debe poner los cimientos de una nueva escuela.<br />
[144]<br />
A manera de síntesis, entendemos que la alfabetización digital<br />
remite no solo a la competencia de leer y escribir, sino a la de crear<br />
nuevos formatos a partir de estos conocimientos. Más específicamente,<br />
las tecnologías permiten concentrar el proceso educativo en<br />
el desarrollo de competencias y habilidades complejas: la comprensión<br />
y la producción de textos escritos y audiovisuales; la resolución<br />
de problemas matemáticos y científicos; la capacidad de consumo<br />
inteligente de la información; habilidades comunicacionales como<br />
la expresión en los nuevos formatos y la participación en espacios<br />
colaborativos y de redes sociales.<br />
Cristóbal Cobo (2011), especialista chileno de la Universidad de<br />
Oxford, llama la atención sobre los “aprendizajes invisibles” que<br />
permiten las tecnologías. Con ese concepto hace referencia a habilidades<br />
como la capacidad de conectar contenidos, la lectura hipertextual,<br />
la transferencia o traducción de conocimientos a otras<br />
plataformas que, al no estar registradas dentro de los instrumentos<br />
formales de evaluación, parecieran no ser válidas (visibles). Por otra<br />
parte, Nora Sabelli (en Gvirtz et al., 2011) destaca que, a través de la<br />
integración de las tecnologías, el rol de la memoria disminuye para<br />
ser reemplazado por la habilidad de “aprender a aprender”, una<br />
habilidad por cierto indispensable para que el estudiante construya<br />
su propio saber dentro del marco propicio generado por un escuela<br />
que esté en sintonía con las necesidades educativas del siglo XXI.