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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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quiso emplear unos y otros para dirigir los espíritus de los hombres hacia Dios, no sirvieron <strong>en</strong> fin de<br />

cu<strong>en</strong>tas sino para alejarlos de él e inducirles a <strong>la</strong> adoración de <strong>la</strong>s cosas creadas” (J. M<strong>en</strong>dham, The<br />

Sev<strong>en</strong>th G<strong>en</strong>eral Council, the Second of Nicea, Introducción, pp. iii-vi).<br />

Una re<strong>la</strong>ción de los procedimi<strong>en</strong>tos y decretos del Segundo Concilio de Nicea, 787 d. C.,<br />

convocado para instituir el culto de <strong>la</strong>s imág<strong>en</strong>es, se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> Baronio: Annales Ecclesiastici 9:391-<br />

407 (ed. de Amberes, 1612); J. M<strong>en</strong>dham, The Sev<strong>en</strong>th G<strong>en</strong>eral Council, the Second of Nicea; C. J. v.<br />

Hefelé, Histoire des conciles, lib. 18, cap. 1, sec. 332, 333; cap. 2, sec. 345-352.<br />

40 Edicto de Constantino—La ley dada <strong>por</strong> Constantino el 7 de marzo del año 321 d. C re<strong>la</strong>tiva al<br />

día de descanso, era como sigue: “Que todos los jueces, y todos los habitantes de <strong>la</strong> ciudad, y todos los<br />

mercaderes y artesanos descans<strong>en</strong> el v<strong>en</strong>erable día del Sol. Empero que los <strong>la</strong>bradores ati<strong>en</strong>dan con pl<strong>en</strong>a<br />

libertad al cultivo de los campos; ya que acontece a m<strong>en</strong>udo que ningún otro día es tan adecuado para <strong>la</strong><br />

siembra del grano o para p<strong>la</strong>ntar <strong>la</strong> viña; de aquí que no se deba dejar pasar el tiempo favorable concedido<br />

<strong>por</strong> el cielo”. (Codex Justinianus, lib. 3, tít. 12, párr. 2:3).<br />

“Descans<strong>en</strong> todos los jueces, <strong>la</strong> plebe de <strong>la</strong>s ciudades, y los oficios de todas <strong>la</strong>s artes el v<strong>en</strong>erable<br />

día del Sol. Pero trabaj<strong>en</strong> libre y lícitam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>la</strong>s fa<strong>en</strong>as agríco<strong>la</strong>s los establecidos <strong>en</strong> los campos, pues<br />

acontece con frecu<strong>en</strong>cia, que <strong>en</strong> ningún otro día se echa el grano a los surcos y se p<strong>la</strong>ntan vides <strong>en</strong> los<br />

hoyos más conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, a fin de que con ocasión del mom<strong>en</strong>to no se pierda el b<strong>en</strong>eficio concedido<br />

<strong>por</strong> <strong>la</strong> celestial provid<strong>en</strong>cia”. (Código de Justiniano, lib. 3, tít. 12, párr. 2) (3) (<strong>en</strong> <strong>la</strong> edición, <strong>en</strong> <strong>la</strong>tín y<br />

castel<strong>la</strong>no, de García del Corral, del Cuerpo del Derecho civil romano, tomo 4, p. 333, Barcelona, 1892).<br />

El original <strong>en</strong> <strong>la</strong>tín se hal<strong>la</strong> además <strong>en</strong> J. L. v. Mosheim: Institutionem Historia Ecclesiasticæ<br />

antiquioris et rec<strong>en</strong>sioris, sig. 4, parte 2, cap. 4, sec. 5, y <strong>en</strong> otras muchas obras.<br />

El Diccionario Enciclopédico Hispanoamericano, art. “Domingo”, dice: “El emperador<br />

Constantino, <strong>en</strong> el año 321, fue el primero que ord<strong>en</strong>ó una rigurosa observación del domingo, prohibi<strong>en</strong>do<br />

toda c<strong>la</strong>se de negocios jurídicos, ocupaciones y trabajos; únicam<strong>en</strong>te se permitía a los <strong>la</strong>bradores que<br />

trabajaran los domingos <strong>en</strong> fa<strong>en</strong>as agríco<strong>la</strong>s, si el tiempo era favorable. Una ley posterior del año 425<br />

prohibió <strong>la</strong> celebración de toda c<strong>la</strong>se de repres<strong>en</strong>taciones teatrales, y finalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el siglo VIII se<br />

aplicaron <strong>en</strong> todo su rigor al domingo cristiano <strong>la</strong>s prohibiciones del sábado judaico”.<br />

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