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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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misericordia de Dios. No se dejó desviar de su propósito, sino que se adhirió firmem<strong>en</strong>te al ángel e hizo<br />

su petición con ardi<strong>en</strong>tes c<strong>la</strong>mores de agonía, hasta que prevaleció.<br />

Así como Satanás influyó <strong>en</strong> Esaú para que marchase contra Jacob, así también instigará a los<br />

malos para que destruyan al pueblo de Dios <strong>en</strong> el tiempo de angustia. Como acusó a Jacob, acusará<br />

también al pueblo de Dios. Cu<strong>en</strong>ta a <strong>la</strong>s multitudes del mundo <strong>en</strong>tre sus súbditos, pero <strong>la</strong> pequeña<br />

compañía de los que guardan los mandami<strong>en</strong>tos de Dios resiste a su pret<strong>en</strong>sión a <strong>la</strong> supremacía. Si pudiese<br />

hacerlos desaparecer de <strong>la</strong> tierra, su triunfo sería completo. Ve que los ángeles proteg<strong>en</strong> a los que guardan<br />

los mandami<strong>en</strong>tos e infiere que sus pecados les han sido perdonados; pero no sabe que <strong>la</strong> suerte de cada<br />

uno de ellos ha sido resuelta <strong>en</strong> el santuario celestial. Ti<strong>en</strong>e conocimi<strong>en</strong>to exacto de los pecados que les<br />

ha hecho cometer y los pres<strong>en</strong>ta ante Dios con <strong>la</strong> mayor exageración y asegurando que esa g<strong>en</strong>te es tan<br />

merecedora como él mismo de ser excluida del favor de Dios. Dec<strong>la</strong>ra que <strong>en</strong> justicia el Señor no puede<br />

perdonar los pecados de ellos y destruirle al mismo tiempo a él y a sus ángeles.<br />

Los rec<strong>la</strong>ma como presa suya y pide que le sean <strong>en</strong>tregados para destruirlos. Mi<strong>en</strong>tras Satanás<br />

acusa al pueblo de Dios haci<strong>en</strong>do hincapié <strong>en</strong> sus pecados, el Señor le permite probarlos hasta el extremo.<br />

La confianza de ellos <strong>en</strong> Dios, su fe y su firmeza serán rigurosam<strong>en</strong>te probadas. El recuerdo de su pasado<br />

hará decaer sus esperanzas; pues es poco el bi<strong>en</strong> que pued<strong>en</strong> ver <strong>en</strong> toda su vida. Reconoc<strong>en</strong> pl<strong>en</strong>am<strong>en</strong>te<br />

su debilidad e indignidad. Satanás trata de aterrorizarlos con <strong>la</strong> idea de que su caso es desesperado, de que<br />

<strong>la</strong>s manchas de su impureza no serán jamás <strong>la</strong>vadas. Espera así aniqui<strong>la</strong>r su fe, hacerles ceder a sus<br />

t<strong>en</strong>taciones y alejarlos de Dios.<br />

Aun cuando los hijos de Dios se v<strong>en</strong> rodeados de <strong>en</strong>emigos que tratan de destruirlos, <strong>la</strong> angustia<br />

que sufr<strong>en</strong> no procede del temor de ser perseguidos a causa de <strong>la</strong> verdad; lo que tem<strong>en</strong> es no haberse<br />

arrep<strong>en</strong>tido de cada pecado y que debido a alguna falta <strong>por</strong> ellos cometida no puedan ver realizada <strong>en</strong><br />

ellos <strong>la</strong> promesa del Salvador: “Yo también te guardaré de <strong>la</strong> hora de prueba que ha de v<strong>en</strong>ir sobre todo<br />

el mundo”. Apocalipsis 3:10 (VM). Si pudies<strong>en</strong> t<strong>en</strong>er <strong>la</strong> seguridad del perdón, no retrocederían ante <strong>la</strong>s<br />

torturas ni <strong>la</strong> muerte; pero si fues<strong>en</strong> reconocidos indignos de perdón y hubies<strong>en</strong> de perder <strong>la</strong> vida a causa<br />

de sus propios defectos de carácter, <strong>en</strong>tonces el santo nombre de Dios sería vituperado.<br />

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