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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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París, 1835-53, libro 17, cap. 2). No fueron vanas estas am<strong>en</strong>azas. La guerra, <strong>la</strong> intriga y el <strong>en</strong>gaño<br />

se emplearon contra estos testigos que sost<strong>en</strong>ían una fe bíblica, hasta que <strong>la</strong>s iglesias de <strong>la</strong> primitiva<br />

Ing<strong>la</strong>terra fueron destruidas u obligadas a someterse a <strong>la</strong> autoridad del papa. En los países que estaban<br />

fuera de <strong>la</strong> jurisdicción de Roma existieron <strong>por</strong> muchos siglos grupos de cristianos que permanecieron<br />

casi <strong>en</strong>teram<strong>en</strong>te libres de <strong>la</strong> corrupción papal. Rodeados <strong>por</strong> el paganismo, con el transcurso de los años<br />

fueron afectados <strong>por</strong> sus errores; no obstante siguieron considerando <strong>la</strong> Biblia como <strong>la</strong> única reg<strong>la</strong> de fe y<br />

adhiriéndose a muchas de sus verdades. Creían estos cristianos <strong>en</strong> el carácter perpetuo de <strong>la</strong> ley de Dios y<br />

observaban el sábado del cuarto mandami<strong>en</strong>to. Hubo <strong>en</strong> el África c<strong>en</strong>tral y <strong>en</strong>tre los arm<strong>en</strong>ios de Asia<br />

iglesias que mantuvieron esta fe y esta observancia.<br />

Mas <strong>en</strong>tre los que resistieron <strong>la</strong>s intrusiones del poder papal, los vald<strong>en</strong>ses fueron los que más<br />

sobresalieron. En el mismo país <strong>en</strong> donde el papado as<strong>en</strong>tara sus reales fue donde <strong>en</strong>contraron mayor<br />

oposición su falsedad y corrupción. Las iglesias del Piamonte mantuvieron su indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia <strong>por</strong> algunos<br />

siglos, pero al fin llegó el tiempo <strong>en</strong> que Roma insistió <strong>en</strong> que se sometieran. Tras <strong>la</strong>rga serie de luchas<br />

inútiles, los jefes de estas iglesias reconocieron, aunque de ma<strong>la</strong> gana, <strong>la</strong> supremacía de aquel poder al<br />

que todo el mundo parecía r<strong>en</strong>dir hom<strong>en</strong>aje. Hubo sin embargo algunos que rehusaron sujetarse a <strong>la</strong><br />

autoridad de papas o pre<strong>la</strong>dos. Determinaron mant<strong>en</strong>erse leales a Dios y conservar <strong>la</strong> pureza y s<strong>en</strong>cillez<br />

de su fe. Se efectuó una separación. Los que permanecieron firmes <strong>en</strong> <strong>la</strong> antigua fe se retiraron; algunos,<br />

abandonando sus tierras de los Alpes, alzaron el p<strong>en</strong>dón de <strong>la</strong> verdad <strong>en</strong> países extraños; otros se<br />

refugiaron <strong>en</strong> los valles solitarios y <strong>en</strong> los baluartes peñascosos de <strong>la</strong>s montañas, y allí conservaron su<br />

libertad para adorar a Dios.<br />

La fe que <strong>por</strong> muchos siglos sostuvieron y <strong>en</strong>señaron los cristianos vald<strong>en</strong>ses contrastaba<br />

notablem<strong>en</strong>te con <strong>la</strong>s doctrinas falsas de Roma. De acuerdo con el sistema verdaderam<strong>en</strong>te cristiano,<br />

fundaban su cre<strong>en</strong>cia religiosa <strong>en</strong> <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra de Dios escrita. Pero esos humildes campesinos <strong>en</strong> sus oscuros<br />

retiros, alejados del mundo y sujetos a p<strong>en</strong>osísimo trabajo diario <strong>en</strong>tre sus rebaños y viñedos, no habían<br />

llegado de <strong>por</strong> sí al conocimi<strong>en</strong>to de <strong>la</strong> verdad que se oponía a los dogmas y herejías de <strong>la</strong> iglesia apóstata.<br />

Su fe no era una fe nueva. Su cre<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> materia de religión <strong>la</strong> habían heredado de sus padres. Luchaban<br />

<strong>en</strong> pro de <strong>la</strong> fe de <strong>la</strong> iglesia apostólica, “<strong>la</strong> fe que ha sido una vez dada a los santos”. Judas 3. “La iglesia<br />

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