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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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“destruyó a todos los hombres fuertes y valerosos, con los príncipes y los capitanes” del ejército de<br />

S<strong>en</strong>aquerib, qui<strong>en</strong> “volvió con rostro avergonzado a su propia tierra”. 2 Reyes 19:35; 2 Crónicas 32:21<br />

(VM).<br />

Los ángeles son <strong>en</strong>viados a los hijos de Dios con misiones de misericordia. Visitaron a Abraham<br />

con promesas de b<strong>en</strong>dición; al justo Lot, para rescatarle de <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>mas de Sodoma; a Elías, cuando estaba<br />

<strong>por</strong> morir de cansancio y hambre <strong>en</strong> el desierto; a Eliseo, con carros y caballos de fuego que circundaban<br />

<strong>la</strong> pequeña ciudad donde estaba <strong>en</strong>cerrado <strong>por</strong> sus <strong>en</strong>emigos; a Daniel, cuando imploraba <strong>la</strong> sabiduría<br />

divina <strong>en</strong> <strong>la</strong> corte de un rey pagano, o <strong>en</strong> mom<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> que iba a ser presa de los leones; a San Pedro,<br />

cond<strong>en</strong>ado a muerte <strong>en</strong> <strong>la</strong> cárcel de Herodes; a los presos de Filipos; a San Pablo y a sus compañeros, <strong>en</strong><br />

<strong>la</strong> noche tempestuosa <strong>en</strong> el mar; a Cornelio, para hacerle compr<strong>en</strong>der el evangelio, a San Pedro, para<br />

mandarlo con el m<strong>en</strong>saje de salvación al extranjero g<strong>en</strong>til. Así fue como, <strong>en</strong> todas <strong>la</strong>s edades, los santos<br />

ángeles ejercieron su ministerio <strong>en</strong> b<strong>en</strong>eficio del pueblo de Dios.<br />

Cada discípulo de Cristo ti<strong>en</strong>e su ángel guardián respectivo. Estos c<strong>en</strong>tine<strong>la</strong>s celestiales proteg<strong>en</strong><br />

a los justos del poder del maligno. Así lo reconoció el mismo Satanás cuando dijo: “Teme Job a Dios de<br />

balde? ¿No le has tu cercado a él y a su casa, y a todo lo que ti<strong>en</strong>e <strong>en</strong> derredor”. Job 1:9, 10. El medio de<br />

que Dios se vale para proteger a su pueblo está indicado <strong>en</strong> <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras del salmista: “El ángel de Jehová<br />

acampa <strong>en</strong> derredor de los que le tem<strong>en</strong>, y los defi<strong>en</strong>de”. Salmos 34:7. Hab<strong>la</strong>ndo de los que cre<strong>en</strong> <strong>en</strong> él,<br />

el Salvador dijo: “Mirad no t<strong>en</strong>gáis <strong>en</strong> poco a alguno de estos pequeños; <strong>por</strong>que os digo que sus ángeles<br />

<strong>en</strong> los cielos v<strong>en</strong> siempre <strong>la</strong> faz de mi Padre”. Mateo 18:10. Los ángeles <strong>en</strong>cargados de at<strong>en</strong>der a los hijos<br />

de Dios ti<strong>en</strong><strong>en</strong> a toda hora acceso a él.<br />

Así que, aunque expuesto al poder <strong>en</strong>gañoso y a <strong>la</strong> continua malicia del príncipe de <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s y<br />

<strong>en</strong> conflicto con todas <strong>la</strong>s fuerzas del mal, el pueblo de Dios ti<strong>en</strong>e siempre asegurada <strong>la</strong> protección de los<br />

ángeles del cielo. Y esta protección no es superflua. Si Dios concedió a sus hijos su gracia y su amparo,<br />

es <strong>por</strong>que deb<strong>en</strong> hacer fr<strong>en</strong>te a <strong>la</strong>s temibles potestades del mal, potestades múltiples, audaces e<br />

incansables, cuya malignidad y poder nadie puede ignorar o despreciar impunem<strong>en</strong>te. Los espíritus malos,<br />

creados <strong>en</strong> un principio sin pecado, eran iguales, <strong>por</strong> naturaleza, poder y gloria, a los seres santos que son<br />

ahora m<strong>en</strong>sajeros de Dios. Pero una vez caídos <strong>por</strong> el pecado, se coligaron para deshonrar a Dios y acabar<br />

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