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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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El mundo está <strong>en</strong>tregado a <strong>la</strong> s<strong>en</strong>sualidad. “La concupisc<strong>en</strong>cia de <strong>la</strong> carne, y <strong>la</strong> concupisc<strong>en</strong>cia de<br />

los ojos, y <strong>la</strong> soberbia de <strong>la</strong> vida” gobiernan <strong>la</strong>s masas del pueblo. Pero los discípulos de Cristo son<br />

l<strong>la</strong>mados a una vida santa. “Salid de <strong>en</strong> medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo”.<br />

A <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra de [468] Dios, se justifica el aserto de que <strong>la</strong> santificación que no produce este<br />

completo despr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to de los deseos y p<strong>la</strong>ceres pecaminosos del mundo, no puede ser verdadera.<br />

A aquellos que cumpl<strong>en</strong> con <strong>la</strong>s condiciones: “Salid de <strong>en</strong> medio de ellos, y apartaos, [...] y no<br />

toquéis lo inmundo”, se refiere <strong>la</strong> promesa de Dios: “Yo os recibiré, y seré a vosotros Padre, y vosotros<br />

me seréis a mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”. 2 Corintios 6:17, 18. Es privilegio y deber de<br />

todo cristiano t<strong>en</strong>er grande y b<strong>en</strong>dita experi<strong>en</strong>cia de <strong>la</strong>s cosas de Dios. “Yo soy <strong>la</strong> luz del mundo— dice<br />

Jesús—: el que me sigue, no andará <strong>en</strong> tinieb<strong>la</strong>s, mas t<strong>en</strong>drá <strong>la</strong> lumbre de <strong>la</strong> vida”. Juan 8:12. “La s<strong>en</strong>da<br />

de los justos es como <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong> aurora, que va <strong>en</strong> aum<strong>en</strong>to hasta que el día es perfecto”. Proverbios 4:18.<br />

Cada paso que se da <strong>en</strong> fe y obedi<strong>en</strong>cia pone al alma <strong>en</strong> re<strong>la</strong>ción más íntima con <strong>la</strong> luz del mundo, <strong>en</strong><br />

qui<strong>en</strong> “no hay ningunas tinieb<strong>la</strong>s”. Los rayos luminosos del Sol de Justicia bril<strong>la</strong>n sobre los siervos de<br />

Dios, y estos deb<strong>en</strong> reflejarlos. Así como <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s nos hab<strong>la</strong>n de una gran luz <strong>en</strong> el cielo, con cuya<br />

gloria resp<strong>la</strong>ndec<strong>en</strong>, así también los cristianos deb<strong>en</strong> mostrar que hay <strong>en</strong> el trono del universo un Dios<br />

cuyo carácter es digno de a<strong>la</strong>banza e imitación. Las gracias de su Espíritu, su pureza y santidad, se<br />

manifestarán <strong>en</strong> sus testigos.<br />

En su carta a los Colos<strong>en</strong>ses, San Pablo <strong>en</strong>umera <strong>la</strong>s abundantes b<strong>en</strong>diciones concedidas a los hijos<br />

de Dios. “No cesamos—dice—de orar <strong>por</strong> vosotros, y de pedir que seáis ll<strong>en</strong>os del conocimi<strong>en</strong>to de su<br />

voluntad, <strong>en</strong> toda sabiduría y espiritual intelig<strong>en</strong>cia; para que andéis como es digno del Señor, agradándole<br />

<strong>en</strong> todo, fructificando <strong>en</strong> toda bu<strong>en</strong>a obra, y creci<strong>en</strong>do <strong>en</strong> el conocimi<strong>en</strong>to de Dios: corroborados de toda<br />

fortaleza, conforme a <strong>la</strong> pot<strong>en</strong>cia de su gloria, para toda tolerancia y <strong>la</strong>rgura de ánimo con gozo”.<br />

Colos<strong>en</strong>ses 1:9-11.<br />

Escribe además respecto a su deseo de que los hermanos de Éfeso logr<strong>en</strong> compr<strong>en</strong>der <strong>la</strong> grandeza<br />

de los privilegios del cristiano. Les expone <strong>en</strong> el l<strong>en</strong>guaje más c<strong>la</strong>ro el maravilloso conocimi<strong>en</strong>to y poder<br />

que pued<strong>en</strong> poseer como hijos e hijas del Altísimo. De ellos estaba el que fueran “fortalecidos con poder,<br />

<strong>por</strong> medio de su Espíritu, <strong>en</strong> el hombre interior”, y “arraigados y cim<strong>en</strong>tados <strong>en</strong> amor”, para poder<br />

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