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America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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El deber de adorar a Dios estriba <strong>en</strong> <strong>la</strong> circunstancia de que él es el Creador, y que a él es a<br />

qui<strong>en</strong> todos los demás seres deb<strong>en</strong> su exist<strong>en</strong>cia. Y cada vez que <strong>la</strong> Biblia pres<strong>en</strong>ta el derecho de Jehová<br />

a nuestra rever<strong>en</strong>cia y adoración con prefer<strong>en</strong>cia a los dioses de los paganos, m<strong>en</strong>ciona <strong>la</strong>s pruebas de<br />

su poder creador. “Todos los dioses de los pueblos son ídolos; mas Jehová hizo los cielos”. Salmos<br />

96:5. “¿A quién pues me compararéis, para que yo sea como él? dice el Santo. ¡Levantad hacia arriba<br />

vuestros ojos, y ved! ¿Quién creó aquellos cuerpos celestes?” “Así dice Jehová, Creador de los cielos<br />

(él solo es Dios), el que formó <strong>la</strong> tierra y <strong>la</strong> hizo; [...] ¡Yo soy Jehová, y no hay otro Dios!” Isaías 40:25,<br />

26; 45:18 (VM). Dice el salmista: “Reconoced que Jehová él es Dios: él nos hizo, y no nosotros a<br />

nosotros mismos”. “¡V<strong>en</strong>id, postrémonos, y <strong>en</strong>corvémonos; arrodillémonos ante Jehová nuestro<br />

Hacedor!” Salmos 100:3; 95:6 (VM). Y los santos que adoran a Dios <strong>en</strong> el cielo dan como razón del<br />

hom<strong>en</strong>aje que le deb<strong>en</strong>: “¡Digno eres tú, Señor nuestro y Dios nuestro, de recibir <strong>la</strong> gloria y <strong>la</strong> honra y<br />

el poder; <strong>por</strong>que tú creaste todas <strong>la</strong>s cosas!” Apocalipsis 4:11 (VM).<br />

En el capítulo 14 del Apocalipsis se exhorta a los hombres a que ador<strong>en</strong> al Creador, y <strong>la</strong> profecía<br />

expone a <strong>la</strong> vista una c<strong>la</strong>se de personas que, como resultado del triple m<strong>en</strong>saje, guardan los<br />

mandami<strong>en</strong>tos de Dios. Uno de estos mandami<strong>en</strong>tos seña<strong>la</strong> directam<strong>en</strong>te a Dios como Creador. El<br />

cuarto precepto dec<strong>la</strong>ra: “Acuérdate del sábado para santificarlo. [...] El séptimo día es de reposo para<br />

Jehová, tu Dios; [...] <strong>por</strong>que <strong>en</strong> seis días hizo Jehová los cielos y <strong>la</strong> tierra, el mar, y todas <strong>la</strong>s cosas que<br />

<strong>en</strong> ellos hay, y reposó <strong>en</strong> el séptimo día; <strong>por</strong> tanto, Jehová b<strong>en</strong>dijo el sábado y lo santificó”. Éxodo<br />

20:10, 11 (RV95). Respecto al sábado, el Señor dice además, que será una “señal [...] para que sepáis<br />

que yo soy Jehová vuestro Dios”. Ezequiel 20:20 (RV95). Y <strong>la</strong> razón aducida es: “Porque <strong>en</strong> seis días<br />

hizo Jehová los cielos y <strong>la</strong> tierra, y <strong>en</strong> el séptimo día cesó, y reposó”. Éxodo 31:17.<br />

“La im<strong>por</strong>tancia del sábado, como institución conmemorativa de <strong>la</strong> creación, consiste <strong>en</strong> que<br />

recuerda siempre <strong>la</strong> verdadera razón <strong>por</strong> <strong>la</strong> cual se debe adorar a Dios”, <strong>por</strong>que él es el Creador, y<br />

nosotros somos sus criaturas. “Por consigui<strong>en</strong>te, el sábado forma parte del fundam<strong>en</strong>to mismo del culto<br />

divino,pues <strong>en</strong>seña esta gran verdad del modo más contund<strong>en</strong>te, como no lo hace ninguna otra<br />

institución. El verdadero motivo del culto divino, no tan solo del que se tributa <strong>en</strong> el séptimo día, sino<br />

de toda adoración, reside <strong>en</strong> <strong>la</strong> distinción exist<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre el Creador y sus criaturas. Este hecho capital<br />

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