30.08.2016 Views

America en la Profecia por Elena White [Version Moderna]

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

a un <strong>la</strong>do, y toda <strong>la</strong> congregación de Israel debía pasar el día <strong>en</strong> solemne humil<strong>la</strong>ción ante Dios, con<br />

oración, ayuno y exam<strong>en</strong> profundo del corazón.<br />

El servicio típico <strong>en</strong>seña im<strong>por</strong>tantes verdades respecto a <strong>la</strong> expiación. Se aceptaba un<br />

substituto <strong>en</strong> lugar del pecador; pero <strong>la</strong> sangre de <strong>la</strong> víctima no borraba el pecado. Solo proveía un<br />

medio para transferirlo al santuario. Con <strong>la</strong> ofr<strong>en</strong>da de sangre, el pecador reconocía <strong>la</strong> autoridad de <strong>la</strong><br />

ley, confesaba su culpa, y expresaba su deseo de ser perdonado mediante <strong>la</strong> fe <strong>en</strong> un Red<strong>en</strong>tor <strong>por</strong><br />

v<strong>en</strong>ir; pero no estaba aún <strong>en</strong>teram<strong>en</strong>te libre de <strong>la</strong> cond<strong>en</strong>ación de <strong>la</strong> ley. El día de <strong>la</strong> expiación, el sumo<br />

sacerdote, después de haber tomado una víctima ofrecida <strong>por</strong> <strong>la</strong> congregación, iba al lugar santísimo<br />

con <strong>la</strong> sangre de dicha víctima y rociaba con el<strong>la</strong> el propiciatorio, <strong>en</strong>cima mismo de <strong>la</strong> ley, para dar<br />

satisfacción a sus exig<strong>en</strong>cias. Luego, <strong>en</strong> calidad de mediador, tomaba los pecados sobre sí y los llevaba<br />

fuera del santuario. Poni<strong>en</strong>do sus manos sobre <strong>la</strong> cabeza del segundo macho cabrío, confesaba sobre él<br />

todos esos pecados, transfiriéndolos así figurativam<strong>en</strong>te de él al macho cabrío emisario. Este los llevaba<br />

luego lejos y se los consideraba como si estuvies<strong>en</strong> para siempre quitados y echados lejos del pueblo.<br />

Tal era el servicio que se efectuaba como “mera repres<strong>en</strong>tación y sombra de <strong>la</strong>s cosas<br />

celestiales”. Y lo que se hacía típicam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el santuario terr<strong>en</strong>al, se hace <strong>en</strong> realidad <strong>en</strong> el santuario<br />

celestial. Después de su asc<strong>en</strong>sión, nuestro Salvador empezó a actuar como nuestro Sumo Sacerdote.<br />

San Pablo dice: “No <strong>en</strong>tró Cristo <strong>en</strong> un lugar santo hecho de mano, que es una mera repres<strong>en</strong>tación del<br />

verdadero, sino <strong>en</strong> el cielo mismo, para pres<strong>en</strong>tarse ahora de<strong>la</strong>nte de Dios <strong>por</strong> nosotros”. Hebreos 9:24<br />

(VM). El servicio del sacerdote durante el año <strong>en</strong> el primer departam<strong>en</strong>to del santuario, “ad<strong>en</strong>tro del<br />

velo” que formaba <strong>la</strong> <strong>en</strong>trada y separaba el lugar santo del atrio exterior, repres<strong>en</strong>ta <strong>la</strong> obra y el servicio<br />

a que dio principio Cristo al asc<strong>en</strong>der al cielo. La obra del sacerdote <strong>en</strong> el servicio diario consistía <strong>en</strong><br />

pres<strong>en</strong>tar ante Dios <strong>la</strong> sangre del holocausto, como también el inci<strong>en</strong>so que subía con <strong>la</strong>s oraciones de<br />

Israel. Así es como Cristo ofrece su sangre ante el Padre <strong>en</strong> b<strong>en</strong>eficio de los pecadores, y así es como<br />

pres<strong>en</strong>ta ante él, además, junto con el precioso perfume de su propia justicia, <strong>la</strong>s oraciones de los<br />

crey<strong>en</strong>tes arrep<strong>en</strong>tidos. Tal era <strong>la</strong> obra desempeñada <strong>en</strong> el primer departam<strong>en</strong>to del santuario <strong>en</strong> el<br />

cielo.<br />

364

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!